Partida Rol por web

Cada uno de ustedes durmieron esa noche en una cómoda cama, escucharon el sonido de los pájaros al amanecer y las canciones de los campesinos que cultivan esas tierras, algunos pasearon por las tierras del señor Guiovanni disfrutando de lo que pudiera interesarles, el desayuno y el almuerzo fue bastante agradable aunque humilde. El posadero y sus sobrinos les atendieron como mejor pudieron y  realmente tuvieron un corto tiempo de conocerse entre ustedes. Claro los que deseaban hablar, pues algunos por desconfianza no mostraron mucho interés en socializar.

Fue entonces que el sonido de  los caballos se escucharon desde la distancia. Un carruaje halado por cuatro caballos hermosos de fina sangre conducidos por Roderigo.

El carruaje  bastante amplio podía albergar en su interior a los 13, y estaba  escoltado por  una docena de soldados del reino.

Buenas tardes mis señores, espero que esten listos para la cena de hoy. Dice el hombre. Este humilde carruaje los llevará a destino.

Hace una señal a la duquesa y su personal de protección.

Lo siento mi señora, pero su personal de seguridad no puede acompañarla, la escuadra aquí presente  se encargará de vigilar y protegerlos a todos.

Aprovechando el bullicio de la posada decido salir fuera para cruzar unas palabras con el hermano Clemente. Trato de ser discreto, no quiero que Lothar se entere, aunque bien pensado tampoco me importaría si se enterase.
Una vez en el exterior, busco minuciosamente al pobre hermano maltratado como perro sarnoso.
-"Buenas noches hermano. Lamento mucho lo sucedido, pero sinceramente no sé que hay de cierto en sus palabras y....eso es algo que quisiera averiguar" me presento.
-"Mi nombre es Victor, y he sido invitado por el señor Giovanni a su hogar. No sé por qué, como tampoco sé nada de él y dado que parece ser que vos le conocéis....algo. Me gustaría saber más" le hablo sinceramente.

Por fin había llegado el día, me despedí con educación del amable tabernero y antes de montar en el carruaje me aseguré de portar todas mis cosas. Traté de mantenerme cerca de Marianna con un poco de astucia  podría sentarme a su lado y charlar un poco.

-Vaya parece que anoche montasteis algo de jaleo. -comento a mis compañeros 

El hermano Clemente  te mira mientras atado esta, pues los guardias estan muy cerca y aún no han notado tu presencia por ahora. Así que tienes pocos segundos para hablar con él

"Huir, huir, tu alma esta en peligro, dejad la palabrería que en el infiero nadie  sabrá  tu nombre, huir insensato, no caigas en las redes del mal... no caigas..."

En eso un  guardia nota tu presencia, pues  ya se iban a llevar al reo. Clemente te dice nuevamente.

La crueldad tiene muchas formas, sal de este nido de ratas.

Señor, será mejor que se aleje- dice el guardia halando al pobre clemente de manera bruzca hacia  la carrosa- no me gustaría informar de esto a Sir Lothar, este hombre no tiene permitido hablar con nadie.

Dice interponiendose entre los dos.

Antes de montarme en el carruaje al atardecer, por la mañana me gustaria acercarme a una ciudad y comprar una hachuela, y luego ir al bosque y prepararme un palo largo, al estilo de los peregrinos, pues temo que la cojera cada vez me empeore mas.Para conseguir la Hachuela le pedire consejo al posadero

Al atardecer, estare puntual, sentado al lado del fuego si esta disponible, esperando pacientemente , cuando finalmente llegue Roderigo, me despedire del posadero y montare en el carruaje

Me dirijo a Benigno: -Si , monte un poco de escandalo, le pido disculpas si le desperte pues soy...de facil enfadar-digo, echandole inmediatamente una mirada de circunstancias a Miguel-Duquesa, por cierto, cuando me fui a la cama me di cuenta que la estuve llamando varias veces Marquesa por error...espero no me lo tenga en cuenta

" Muy interesante señor Al Hazim! Osea que de haber sido un niño sarraceno, esclavo de guerra paso a ser el guardaespaldas de un señor de los montes Carpatos ... usted debe dominar el lenguaje y la geografía de esta región seguramente, de ser así por favor permita contratarle de inmediato como mi guía y al mismo ofrecerle mi apoyo en estas tierras cristianas que pueden ser tan poco tolerantes con la gente de su raza, como lo fueron para mi padre cuando llegó a ellas con sus padres moros como usted "

Tras decir lo anterior espero cerrar un acuerdo de palabra justo cuando llegó Pietro y le susurró a ella algo al oído, ella asintió y dio un paso atrás antes de ponerse frente al sarraceno para decirle en limitada lengua alemana:

" Una vez que consideré la oferta de mi señora deberá usted pasar tres pruebas de ella, mi camarada Lucca y de mi para ser aceptado bajo su servicio, aunque aun así yo estará tras de usted en los siguientes meses como su jefe inmediato y usted responderá ante mi y mi señora ... claro esta "

Después de la respuesta de Abdul e independientemente de esta la duquesa se despide de él con una amable sonrisa junto a Ana su bella criada de confianza y ambas escoltadas por Lucca mientras que Pietro va a revisar el carruaje y los caballos para darles de beber. Al día siguiente la viuda Sforza se despierta y se arregla con la ayuda de u criada para encontrar a Lucca en el pasillo haciendo guardia, los cuatro desayunan y pasean un rato por los alrededores durante la mañana, juntando algunos víveres para el viaje mas tarde, cuando llega Roderigo y escuchan sus indicaciones es Pietro quien antecede a su señora y mirándole la cara le responde con cierta vehemencia y lealtad, mientras que Lucca se mostraba solidario, aunque miraba a su alrededor midiendo la situación en silencio:

" Pues yo lo siento amigo también, pero la duquesa Maria de Borgia, viuda de Sforza no viajará a ningún lugar si su personal de seguridad no puede acompañarla, evitaremos entorpecer de cualquier manera a la escuadra aquí presente para encargarse de vigilar y protegerlos a todos los demás, pero es inadmisibleabandonar nuestra responsabilidad "

La duquesa hace mutis respetando el papel de su guardaespaldas, además de esperar la respuesta del hombre del señor Giovanni, mientras que le responde a Liam con un susurro:

" No tengo inconveniente alguno en disculpar su carácter caballero en esta ocasión, pero si no trata de modificar realmente poco sentido tendrá que se disculpe en lo sucesivo, con respecto al título nobiliario ... sinceramente no me parece que sea tan importante ... simplemente me parece una excelente herramienta para conseguir colaborar con los designios de dios nuestro señor "

Entonces espero un momento para que la mayoría de los invitados del señor Giovanni estuvieran acercando a la carroza enviada para decir con elocuencia, etiqueta y autoridad:

" Por favor Lady Mariana, hermano Giuliano y señor Al Hazim si gustan acompañarnos a la carroza será un placer llevar sus mercedes con el Señor Giovanni en nuestra carroza particular con mi pequeña comitiva, si alguno mas de ustedes caballeros quiere acompañarnos para equilibrar las carrozas y que sea mas cómodo el viaje hágalo por favor "

Descansado gracias a una cama reconfortante, bajo al piso inferior a disfrutar de otra comida aún más sabrosa que la de anoche, recordando que está todo pagado.
Al oir el carruaje del Señor Giovanni salgo de la taberna.
-"Hermoso carromato....si señor, y amplio; que grande es" pienso al verlo, mientras lo rodeo observando cualquier mínimo de detalle que pueda utilizar más adelante.
También observo y oigo, como la Duquesa discute con el cochero sobre llevar o no su escolta y comitiva personal.
-"Hermosa mujer, inteligente .... y de armas tomar, su viudo puede estar orgulloso" me voy acercando pensando en una nueva estrategia.
-"Disculpe cochero, pero aquí la bella Duquesa es invitada de su señor como los somos todos. Al recibir nuestras invitaciones trajimos todo aquello que consideramos que nos hacía falta. Y en esa invitación no ponía nada referente a nuestro equipaje y séquito. Yo no he traído el mío, porque no lo he creido oportuno" empiezo a hablarle al sirviente del Señor Giovanni.-"Yo he traído un par de maletas....pero si aquí, la Señora desea ir a casa de su Señor con todo lo que ella ha traído...." le miro fijamente mientras sigo hablando-"¡Irá!porque usted no es nadie para impedirlo y más aún cuando Lothar, que es más importante que tú, no dijo nada al respecto" giro la cabeza hacia la Duquesa y le digo:
-"Será un honor acompañarla en su carromato"

La noche había sido cómoda, como lo eran todas en las que no tenía que dormir al raso. Agradecía el poder descansar bajo techo y en una cama razonablemente cómoda y bien hecha. Había cenado también de forma contundente y notable, lo que le hacía estar en perfectas condiciones para ese día afrontar el viaje que tuviera que hacer.

Se levantó temprano, como era costumbre en él y erguido y firme, se dispuso a preparar su equipaje y partir cuando el cochero apareciera a recogerlos. No estaba acostumbrado a tener que esperar a que alguien fuera a recogerle. Normalmente se marchaba por su propia cuenta y cuando él quería. Sin embargo, en aquella ocasión tendría que aceptar las normas. Aquel encargo era realmente extraño, le trataban de una forma que nunca le habían tratado y no se oponía a ello. Dudaba que alguna vez más en su vida, pudiera disfrutar de unas condiciones similares.

Cuando bajó con sus pertrechos y armas junto al resto de sus compañeros escuchó al pasar como uno de ellos hablaba citando el escándalo de la noche anterior. Prefirió no contestar, se limitó a caminar hacia el carro y dejar sus pertrechos donde le permitieran. Sin embargo se encargó de colocarlos él personalmente.

Con ojo de profesional, se dedicó a observar a los soldados que les acompañarían, montando a su lado, como escolta. Para él, era francamente raro tener escolta y no ser él mismo el que ejerciera esa tarea. No obstante no se quejó por el cambio de planes, aceptó de buen grado su nueva posición. Pudo escuchar el intercambio airado de palabras entre uno de los que sería su acompañante y el cochero.

- No es inteligente, ni educado cuestionar las palabras del señor que nos invita a su casa. - Musitó, con tono de pocos amigos. Tras eso se adentró en el vehículo, dejando que la armadura que portaba hiciera un característico ruido al entrar él.

Me quedé un segundo estupefacto por la propuesta de la duquesa, que era bastante descarada. Proponerme un trabajo cuando acababa de decirle que servía a un conde local era una ofensa a mi señor. Sin embargo su título pesaba, y si bien no había sido agraciado con una mollera muy rápida, sí era lo suficientemente inteligente como para saber qué no decir a alguien de la nobleza. —Me pone usted en una situación incómoda, mi señora. — Dije lentamente, midiendo mis palabras con cuidado. —Como se imaginará no puedo dejar la servidumbre de mi señor por mi mismo, pues antes que Abdul Al Hazim soy el guardaespaldas del conde Havarsky, aunque no esté él presente. —  Hice una pausa, pensando cómo continuar. —Si usted lo desea, puedo asistirla en su viaje como mi señor lo querría, pero no puedo jamás pasar a su servicio a menos que mi señor así lo desee. —

Acto seguido, la duquesa me sonrió y se fue. Esperaba que mis palabras no la hubiesen enojado, pues en este viaje necesitaría estar sereno para lo que sea que vieniese después. No me gustaba nada las cosas que andaban pasando. Me fui a dormir, pensando en si sería buena idea escapar mientras los comensales descansaban, pero finalmente, contra mi mejor juicio, decidí, una vez más, quedarme.

A la tarde del día siguiente bajé de mi habitación con mi equipaje justo para oír una discusión entre la duquesa y el siervo del señor Giovanni, lo cual me sorprendió. ¿Acaso un simple cochero de un conde tenía la cara para decirle a una dama de la alta nobleza qué hacer con su séquito? El tal Giovanni debería estar agradecido ya de contar con alguien con un título mayor al de él entre sus comensales, y arrepentido de hacerle comer entre soldados y gente del pueblo llano. Pero no era mi discusión, por lo que no dije nada.

Más tarde sería invitado por la Duquesa María Borgia a pasar con ella y sus acompañantes el viaje al castillo Giovanni, invitación que acepté sin dudar, para no insultar a la dama, que, además, empezaba a agradarme por su forma de comportarse conmigo, obviando el hecho de que yo era sarraceno gracias a su propia ascendencia. —Muchas gracias por la invitación, mi señora. — Dije luego de cargar mi equipaje en su carruaje.

Procuro que el día de espera hasta la llegada de la cena transcurra de la manera más liviana posible así que me levanto con el dulce trinar de los pájaros y el característico olor de la luz del sol primaveral desparramándose en la sencilla cámara que ocupo. Agradezco, de buen grado, el copioso desayuno con el que Guiovanni, Segismundo mediante, nos obsequia, y decido dar un largo paseo por los alrededores del Mesón.

Solo, y sin perder el tiempo en parlamentar con ninguno de los estrambóticos individuos también convidados a tan singular acontecimiento, vago por los caminos cercanos al albergue, admirando el paisaje circundante y regalando mis sentidos con la salvaje naturaleza que me brinda el lugar: Bosques de coníferas, flores silvestres, algún curso de agua que fluye incesante hacia un ignoto destino... recojo algunas hierbas y flores que llaman la atención a mis afiladas narices para, a la hora convenida, regresar a la hostería, bajar el baúl con mis posesiones y disponerme a emplear el nuevo transporte proporcionado por nuestro anfitrión.

A la llegada del mismo, pero, y cuando me dirigía ya hacia el prometido carromato, me veo en la obligación de presenciar otro debate para mi tan carente de sentido e insustancial como el que vi la noche anterior: Es, en este caso, la Señora con apariencia de Noble la que reclama poder llevar consigo a su séquito, ya de por si numeroso y en el que parece haber incluido a un invitado de tez morena del que, como poco, puedo decir que me da muy mala espina.

Considerando, como en la noche anterior, que esa discusión es algo que en realidad no me atañe ni importa, asciendo al carruaje, procurando que mis exiguas pertenencias hagan lo mismo, y trato de ubicarme en un lugar des del que poder admirar el paisaje.

Me levante  tarde. Bastante tarde. Hay que reconocer que no se me da bien eso de madrugar.

Por norma general Me despiertan las gotas de rocío cuando duermo sobre un árbol o algún animal si estoy en una cuadra. También, a veces me despierto entre sabanas con olor a lavanda u otro perfume de mujer, con alguna muchacha a mi lado. este o había sido el caso, desde luego. Por lo menos no exactamente como recordaba en otras ocasiones.

Después de irse todos a dormir y de que Lothar se llevara a rastras a fraile, cosa que por cierto, no fue de mi agrado, creo  que empece a beber demasiado y , no se si por fortuna o por desgracia, la fea sobrina de Segismundo me parecía a cada momento mas hermosa.

El caso es que amanecí cerca de ella, entre la paja de los establos,  mientras ella roncaba como un ternero recién parido. Bueno.. errores cometemos todos, aunque en este caso doy gracias al señor de no acordarme del resto de la velada.

Tras una visita por la zona descubrí que allí todo el mundo debía algo al señor Guiovani. Eran sus tierras, desde luego. y yo sin aun saber de que color es el pelo de mi anfitrión.

Mas tarde me uní al resto de los comensales mientras esperábamos a Roderigo. Oí las palabras del otro fraile, Benigno y el señor Lian

- Oh, vamos señor...Lian. Discúlpeme, pero usted sabe,  como yo ,que lo hice por su bien. Personas como nosotros- digo dándole una palmada en signo de amistad en su hombro-  No suplican por un trabajo y menos por un puesto que requiere carácter. Usted, por ejemplo- Pregunte mirándole de arriba abajo.

- Será cojo, tullido o  puede que solo sea la gota... quizá incluso, sea este tiempo tan frio que le hace que le duela la pierna. Pero  mírese- Digo mientras señalo el cayado que recientemente poseía -seguro que la pierna no es una excusa para no demostrar lo que es, ¿cierto? Tan solo su actuación de ayer me demuestra que es una persona de carácter... el otro soldado... bueno... mendigaba caridad. Reconózcalo. Usted y yo, y quizá aquella bella dama que esta subiendo al carruaje, quizá le hubieran dado un trabajo. Uno digno. Pero esta visto, que Lothar y su señor... Los muy ricos son todos así, señor mio. Seguro que lo sabe. Escupen sobre nosotros. Venga! - Digo guiñándole un ojo... -No se enfade conmigo y le demostrare  esta noche que hay muchas cosas en las que cojear no importa. Le presentaré a alguna muchacha. Seguro que el señor Guiovani  tiene también bellas damas allí.- dije sonriéndole a él y al resto, como símbolo que nos lo íbamos a pasar bien.

Mire como todos subían carro. Desde luego no iba a ser el primero en subir. Tampoco lo quería así. Me gustaba tener las espaldas cubiertas y la vía libre, así que  cuando me sentase, lo haría cerca de las puertas.

" La vida es una ratonera, Miguel"- Me dijo un viejo vagabundo una vez. " Y los ratones descuidados acaban siendo cazados"

Me despierto al ultimo de todos,como no solía ¨trabajar¨ en los mismos horarios que la kumpañia que me había adoptado y prefería despertar ultimo,siempre hacía lo que quería,una vez el jefe de la kumpañia me reto por ello y como lo insulte. Me desafio a un duelo de cuchillos del cual salí victorioso sin ninguna lastimadura,no podía decir lo mismo de el dado que le deje una bonita cicatriz en su rostro.

Desde ese momento al día de hoy cada vez que podía dormir en la kumpañia de otros hermanos y hermanas gitanos,lo hacía pero si no,me daba igual dormir en una cantina, que en un establo, lo importante era pasar la noche acobijado y no morirme por el frio.

Además que cada vez que podía y alguna hermana gitana me hacía ojos,terminaba misteriosamente en mis brazos,capaz que quedaban embarazadas capaz que no pero cuando ello pasaba,no tardaba mucho tiempo antes que las habladurías comenzaran en marcharme y no volver por ese lugar jamas.

Desayune una comida fria pero era mejor que no comer nada y cuando finalmente el otro coche vino por nosotros silbe y dije:

-Cuanto Lujo,se nota que el Señor Guivanni no repara en gastos,y se nota que tiene el oro necesario para comprar todas las tierras que quiera de este país,bah, es mi pequeña observación.

Dicho esto mire a todos haber si alguien se dignaba a responder mi sagaz comentario

" ¡Muchas gracias caballero por sus palabras y apoyo! No quiero ser una molestia para nuestro anfitrión, pero para mi si sería incomodo e impropio quedarme sin ningún sirviente a medio camino a un señorío noble desconocido, con un grupo de hombres también desconocidos compartiendo una lujosa, pero justa carroza, de manera que será un placer compartir la carroza con sus mercedes y si gusta puede dejar en el porta equipajes sus maletas, que mis cocheros le ayudarán con ellas, pero por favor podría hacer el favor de presentarse con sus títulos y nombre completo por favor caballero? "

Le dijo la noble viuda Sforza al cortés caballero Victor mientras que de reojo vió y escuchó al guarda espalda Abdul acercare para darle una respuesta antes de ingresar también a su carroza y después de subir a ella junto con su criada y uno de los guardias le respondió:

" Muy bien señor Al Hazim, me agrada escuchar su sentido de lealtad, que seguramente sería algo que mis hombres y yo consideramos condicionante para poder contratar los servicios de usted o de cualquiera, además de respetar su voluntad le pido por favor que me asista en el viaje porque no pensé necesario traer mas guardias pero esta situación me ha hecho sentirmo ligeramente paranoica por viajar a lo desconocido "

Disculpe Duquesa, agradezco su amabilidad pero creo que no me es muy conveniente su invitación, no quiero disgustar al señor de estas tierras, y más después de cierta cortesia que tuvo conmigo.

La mujer que habia estado realmente lejos de ustedes en toda la tarde baja con un hermoso traje de encaje y haciendo una reverencia les dice a todos. Buena tarde, los atardeceres como este son realmente hermosos,  es esta tierra lejana y de pastos secos por lo menos aún el sol esta presente,  es lo único que a veces me hace seguir teniendo esperanza en  - de repente se nota que estaba hablando mucho, no es de mujer educada hablar de más y cambia sus palabras- son tiempos dificiles, muerte y  guerras por toda parte, la vida hoy día se pierde rápido. Dios se apiade de este mundo.

Dice mientras con ayuda de uno de los soldados que alegremente se ofrece se sube al carruaje.

Si... es un lindo atardecer.

Un guardia se acerca a la Duquesa y le habla en privado.

Duquesa,  soy Bartholomeo, Jefe de escuadra, lamento señora pero tengo ordenes- dice el guardia-  de escoltarla a usted junto a los demás invitados a la cena, solo las personas que tienen una invitación pueden entrar en el castillo, el señor Guiovanni no confía en gente externa, a pesar de que sean sus criados estos deberán esperar.

El hombre parece seguro de sí mismo.

Esta carroza solo puede llevar a los invitados, supongo que si se niega puede perder la invitación lo cual será una pena, el señor Lothar me comentó que hay novedades en una petición particular de la cual le habló anoche- dice haciendo una reverencia- espero comprenda señora, tengo ordenes, y si sus criados le siguen me vere obligado a cumplir la ley de estas tierras y la verdad, por respeto a usted prefiero que se queden en este lugar.

Todos ven como un grupo de soldados bloquea el camino de la carroza de la que habla la Duquesa y un hombre que parece ser el que dirige la escuadra se acerca a la noble y habla en privado. Los criados y escoltas de la mujer se quedan quietos esperando ordenes, mientras Roderigo se muestra confundido y un poco nervioso frente a la situación.

Por favor, sigan a la carroza- dice el hombre un poco preocupado por la negativa de la noble a entrar con todos los demás- solo  esta puede entrar al castillo, el señor Guiovanni es muy desconfiado y no permitirá carrozas externas, así como personas que no fueron invitados a la cena, realmente habrá criados de sobra en la cena, no necesitará de más.

Dice esperando que vaya a ocurrir y respondiendo a Kavi dice, el señor de estas tierras es muy rico ciertamente, es un hombre con muchas tierras...

Habla un poco hacia todos. Háganme saber si necesitan ayuda para ingresar, se hace tarde, hemos de partir pronto.