Partida Rol por web

Parecía que al menos Ben había recordado a los demás lo que había por hacer, así que esperaba que así los que estuvieran dispuestos a acompañarnos ayudaran en la preparación.

-N-no soy tan lista… - dije ruborizada. – Ni siquiera saco muy buenas notas. – me encogí de hombros y comencé a buscar.

Mi búsqueda resultó completamente infructuosa, ni rastro de ningún hechizo similar a lo que estábamos buscando. De momento Benjamín tampoco parecía haber encontrado nada.

-¿Himiko está segura de que tenía que estar aquí? A lo mejor alguien se nos ha adelantado… ¿Pero por qué llevárselo?

Me acerqué a una librería, mientras Ben terminaba de inspeccionar su parte, y busqué algún libro que pudiera ayudarme; algo que me revelara la forma de explorar más mis capacidades.

La pareja se pone un rato a mirar, Liz realmente estaba ya un poco cansada de mirar y no terminaba de encontrar nada, parecía perdida entre tantos pergaminos y libros antiguos en lenguas ya olvidadas; sin embargo, Ben encuentra dos cosas que le llaman la atención, una de ellas es una cajita de madera con un sello en ella (时间) el sello esta gravado y realmente parece antiguo.

Pero también encuentra algo escrito en ingles, en un primer momento no sabe que es, pero pronto se da cuenta, se trata de otro manuscrito en esta ocasión escrito en japonés

私は、この時間を生き残ることができるない場合は、どこにでも見ているが、私は少なくとも子供を保護することができるに役立つことを願っています。私はここで、ほぼ200年してきた、私が誰あきらめて、今日から、いわばだと私はそれがある卑弥呼、人間を停止する時間だと思うと私は吸血鬼卑弥呼になる。

 

しかし私は、少なくとも彼らは、彼らはそれがあるべきようにすべてのものを作るために眠ってしまった後の300年に来ていた日に得ることができることを願って、それはこれを生き残るとは思わない。それらを保護するために、私の記憶の一部と特に私の人間性を犠牲にしますが、私は、私はすべてが私はこれが大部分であり、が、私はすべてを覚えていないので、誰かがどこかの時点で見つかっ願って、この手紙の中で、ここで指摘任せる必要があります。

 

それは、彼女を救うためにそこに重要である死ぬことができない、すべてが真木博士が死んでしまうと、私は確信して、解決策を殺すことはありませんが、私が行っているように、彼の人間性を放棄することはできません。

En la carta podían verse gotas como de que había sido mojada pero se había secado hacia bastante tiempo

Rebusco en unos estantes cerrados, cuya puerta hace tiempo que se ha vencido por la carcoma y se ha venido abajo. Todo lo que veo es raro, casi nada que comprenda o parezca importante. Hay galimatías en distintas lenguas, algunas de las cuales me atrevo a identificar por los símbolos.

Hasta que veo una caja. ¿Qué pinta aquí, entre tanto documento? Me fijo en que tiene un sello grabado, y aunque en un primer momento me siento tentado de abrirla, finalmente me muerdo el labio inferior teniendo que sea algo mágico que no entiendo. También veo tras la caja un manuscrito, escrito con una simbología parecida. Saco ambas cosas y las pongo sobre la mesa.

Liz, mira, estas cosas están en japonés. ¿Crees que será algo de Beni? Hmmm... ¿Qué es esto...? -Me acerco a mirar de cerca las marcas de gotas ya secas- ¿L-lágrimas? Igual deberíamos pedir a nuestros amigos japoneses una traducción...

No encontraba nada útil; o al menos nada útil que pudiera entender por mí misma. Suspiraba cansada, cuando Ben llamó mi atención. Me acerqué a ver lo que me mostraba, se trataba de una cajita y un manuscrito, ambos en japonés por lo que parecía.

-Sí, sería lógico que Beni hubiera dejado algo, además sabía que podríamos traducirlo… - Y lo de las lágrimas... - ¿V-vas tú? No tengo muchas ganas de ver a Rina ahora…

Aparté la mirada hacia el espacio grande, que parecía haberse usado como zona de pruebas.

-¿Sabes qué hará Victoria? – le pregunté de forma repentina.

La latina se había mostrado bastante reticente a lo que su verdadera naturaleza se refería, pero ahora parecía más que dispuesta a colaborar, a lo mejor también había decidido colaborar en ese sentido y aceptaba el intentar “despertar” sus capacidades...

Elizabeth concuerda con mi idea, que es algo de Beni y que, posiblemente, lo dejó para nosotros. Eso espero, de verdad, porque si es el caso seguro que es algo importante. ¿El hechizo? Ojalá fuera así...

Vale, yo me encargo, cariño. -Respondo a mi novia, enrollando el manuscrito al ver que Liz no tiene ánimo para ver a la japonesa. Algo comprensible, por otra parte. Además, aún puede que encuentre más cosas por aquí, relacionado con la misión o con ella misma y su naturaleza mágica- No se de qué se iba a ocupar, pero no veo a Rina ocupándose de quitarles equipo a los soldados, así que supongo que la pareja habrá ido a la biblioteca, y supongo que Victoria se estará ocupando del equipo. Ya hemos visto que no tiene reparo con esas cosas. -Aún recuerdo la soltura con que le quitó el chaquetón a aquel soldado muerto- Si la veo, ¿quieres que le diga que venga a hacerte compañía?

De repente, recuerdo algo. Me giro y cojo la catana que he dejado apoyada contra el mueble, depositándola sobre la mesa.

Por cierto, te olvidaste esto. -Digo mirándola fijamente, negando con la cabeza- Antes de que protestes, escucha. -Pongo mis manos en sus hombros, serio y preocupado- Vamos a salir a campo abierto, y será peligroso. Yo no necesito un arma, yo SOY un arma. Pero tú, hasta que aprendas a controlar ese microondas mental tuyo... -Sonrío, bromeando, poniendo un dedo en su frente para a continuación darle un beso allí mismo- ...debes ir armada. Aunque no la sepas manejar bien, mejor con ella que desarmada, ¿vale? Hazlo por mí.

Sin pensárselo dos veces, Ben aceptó encargarse él de la traducción, tras lo que me informó de que no sabía con seguridad qué estaría haciendo Victoria; pero me ofreció darle un recado de mi parte.

-Más que hacerme compañía… Dile que si quiere algo de mí, me busque. Así tal cual. – sonreí, sin darle más explicación a mi novio.

Puede que el mensaje resultara un tanto críptico, pero si de verdad había despertado esa parte en ella, si realmente quería aceptar por fin su naturaleza, entendería de qué le estaba hablando Ben.

Entonces este dijo haberme olvidado algo, posando sobre la mesa la espada que había cogido en el comedor. Ya me encontraba lista para replicar, pero negó con la cabeza, tomándome por los hombros e instándome a llevarla. Lo hizo con cariño, preocupado por mí, pero aún así no me gustaba la idea. Nunca había usado un arma, lo más parecido a ello había sido practicar tiro con arco, pero una espada no tenía nada que ver con aquello.

-¿H-hacerlo por ti? – le miré preocupada. – Eso no vale… - miré hacia un lado, disconforme. – Pero si te deja más tranquilo... Lo haréee… - acepté resignada, volviendo a mirarle. - ¿Puedes dejarla en la habitación? Creo que iré a hablar con Katherine, y sería un poco raro ir con eso. – señalé la katana, riendo.

Arrugo la nariz, poniendo morritos, cuando me dice que no vale, como dos niños pequeños. Pero finalmente acepta llevarla, y le doy un fuerte abrazo en un impulso, susurrándole un suave- Gracias, cariño -Entonces me pide que la deje en la habitación, informándome de que tiene intención de ir a hablar con la nueva.

De acuerdo, pues lo hacemos así, y si veo a Victoria le doy tu mensaje. -Digo mientras cojo el manuscrito enrollado, la caja y la catana. Y de esa guisa, acompaño a Elizabeth hasta la salida para ir cada uno a cumplir su cometido.

Caminamos en silencio por el pasillo, hasta que dimos con el laboratorio y entramos. No había tenido demasiado éxito antes buscando algo que pudiera ayudarme, pero aún tenía tiempo de volver a intentarlo; y es que todo parecía estar ya bastante encaminado.

Teníamos información suficiente para dar con Maki cuando consiguiéramos viajar atrás en el tiempo, pero además algunos habían preferido profundizar un poco más en la búsqueda. También parecía que teníamos ya el hechizo, además de una forma de animar a la última a ayudarnos, y el tema del desarrollo de las capacidades de los demás había quedado en manos de Rina; excepto en el caso de Katarzyna, que se había negado a su naturaleza.

Cogí la botella y el plato de manos de Ben y los posé sobre una mesa, sonriéndole. No es que tuviera demasiados motivos para sonreír en aquel momento, pero él era todo el motivo que necesitaba. Puede que muchos nos hubieran dado la espalda, o que algunos en los que confiaba no parecían corresponderme, pero él estaba ahí, conmigo. Me apoyaba, confiaba en mí, había renunciado a todo por mí.

-No sé si te merezco… - musité de pronto, acercándome a él para abrazarle durante unos segundos, cerrando mis ojos y deseando profundamente que tuviéramos éxito en todo este asunto.

No puedo perderle, no puedo.

Finalmente me separé, acariciando sus brazos hasta tomar sus manos, poniéndome seria.

-Me preocupa Katarzyna… Se ha negado a intentar explorar sus habilidades. Quizás debería ser ella la que lleve una de las espadas. – le comenté a Ben, casi segura de que se negaría a que cediera la mía. -  Aunque eso no es todo. El arco… El de la cueva... ¿Qué papel juega en todo esto? Quiero decir que, parece hecho para que solo “los nuestros” puedan atravesarlo. Quizás tenga algo que ver en el hechizo de vuelta, si ella no acepta su naturaleza... ¿Habrá que dejarla atrás llegado el momento? – hice una pausa, reflexionando yo misma sobre lo que había dicho. – No sé, solo estoy conjeturando… Pero creo que su negativa a aceptar lo que es podría traer problemas.

Solté sus manos, separando dos sillas de la mesa y sentándome en una de ellas.

-Ven… Comamos. – dije tendiéndole la mano. – ¿Y qué es eso que querías hacer? Lo de tus poderes. – pregunté intrigada, agarrando uno de los tenedores después de que se sentara a mi lado.

Realizamos el trayecto hasta el laboratorio en silencio. Algo le pasa a Elizabeth, y ya desde hace un buen rato. No ha terminado de ser la misma desde las duras palabras de Rina. Supongo que a ella le ha afectado de un modo mucho más personal y profundo que a mí. Puede que eso debiera ser lo normal, pero yo estoy más acostumbrado a sufrir decepciones, creo. O a esperar menos de la gente. Rina me da pena, por todo lo que ha tenido que pasar, por todo lo que ha sufrido a cuenta del espíritu que lleva dentro. Y yo, ahora mismo, debo ser quien mejor la comprenda. Pero por encima de su sufrimiento lo cierto es que a veces se comporta de un modo tan errático que cuesta empatizar con ella, entenderla, saber qué esperar.

Una vez en el laboratorio, Elizabeth me quita los bártulos de la cena para dejarlos sobre la mesa, sorprendiéndome con una estúpida observación al acercarse y abrazarse a mí. ¿No merecerme? ¿Qué clase de locura es esa?

Llevas razón... -Le digo entre susurros, sonriendo, justo cuando suelta el abrazo- Mereces mucho más, pero de momento tendrás que conformarte conmigo...

Ya más seria, toma mis manos y me explica lo que sucede, aparte de lo que ya sabía de Rina. Está preocupada por Kat, que se niega a explorar sus habilidades. Hasta donde yo se, ni siquiera se han manifestado aún. Pero allá a donde vamos, pueden ser necesarias. Más aún, es posible que no pueda seguirnos sin ellas, si es que eso es lo que significa lo del arco de la cueva. Pienso en ello mientras nos sentamos junto a la mesa en dos sillas altas de madera.

Bueno, de Kat no me preocuparía demasiado, aún. -Digo con gesto pensativo- Quiera o no saber acerca de sus habilidades, su naturaleza sobrenatural está ahí, latente, y se manifestará tarde o temprano. Cuando eso suceda, seguro que cambiará de opinión. -Cojo el tenedor, aún sin mucha intención de clavarlo en la comida- Sobre la catana... puedes cederle la tuya, claro. -Sonrío con picardía- Cuando aprendas a explotar cabezas con el pensamiento, entonces ya no te hará falta, ¿no? -Le guiño un ojo y meto el tenedor entre la salsa, sacando lo que parece un champiñón, llevándomelo a la boca- No se si tendremos que entrar en esa cueva, al final. Pero, si resulta que vamos y sólo algunos pueden entrar, el resto tendrá que quedarse fuera, eso debemos tenerlo claro. Yo no lo consideraría “dejar atrás”, más bien que cada uno haga su parte, lo que está capacitado para hacer. -Digo con más pose que convencimiento. ¿Y si yo pudiera entrar y Elizabeth no? ¿Lo haría, la dejaría ahí y entraría yo? Mirado así, no lo tengo tan claro...

Con ese pensamiento en mente, me quedo unos instantes en silencio, con la mirada perdida. Pero de pronto recuerdo que Liz también me ha preguntado otra cosa.

Ah, sí, lo de mis poderes... -Digo de repente- Bueno, yo... He estado pensando. ¿Recuerdas lo que te conté sobre lo que pasó en el bosque, durante la cacería...? Ya sabes, lo de... -Me quedo callado, avergonzado, al recordar el intenso placer que me provocó aquella muerte, el modo en que despertó a esa voz interior, el dragón- Bueno, lo que me pasó en la vista. Creo que es una habilidad que debo aprender a controlar, que nos vendría muy bien ahí fuera en la espesura. Y, bueno, había pensado salir y hacerlo sólo, pero creo que prefiero recrearlo de un modo más controlado. Que... que tú estés presente para controlarme, quiero decir. -Bajo la mirada, molesto, con algo de temor- Tendré que recordar lo que sentí durante la caza, al dar muerte a ese animal. El dragón podría manifestarse. Y tú puedes detenerme si algo se descontrola con él. De hecho... -Alzo la mirada de nuevo, aún con algo de temor pero con más decisión- ...quiero que lo haga. Tengo que lograr su colaboración, saber qué quiere y que puede ofrecer cambio. No quiero que sea nuestro enemigo, sino un valioso aliado. ¿Cómo lo ves?

Escuché lo que Ben tenía que decirme sobre el tema de Katarzyna, y la verdad es que parecía tener razón; o al menos esperaba que la tuviera. Tarde o temprano la chica despertaría su naturaleza y puede que entonces viera las cosas de otra manera. Así había sido para muchos de nosotros.

Sonreí cuando al aceptar que cediera mi arma me puso la condición de controlar lo que creíamos era mi nueva habilidad. Al principio me había molestado el referirse a ella en aquellos términos, pero había conseguido encontrarle la gracia; puede que eso fuera ir demasiado lejos, pero conseguir aturdir a quien fuera podría resultar bastante útil.

Respecto al tema de que ella o cualquiera pudiera quedarse atrás, estaba completamente de acuerdo. Incluso si esa tenía que ser yo. Lo importante era tener éxito en lo que nos proponíamos, así que simplemente asentí ante sus palabras.

Lo concerniente a sus poderes si resultó ser más delicado. Le escuché con atención, consciente de que tenía razón y de que lo mejor sería tratar de controlar aquel nuevo aspecto en un entorno controlado, pero no podía evitar tener algo de miedo. No conocíamos aún todo lo que él o yo éramos capaces de hacer, con lo que temía no estar a la altura de las circunstancias y no serle de ayuda si las cosas se complicaban.

-C-creo que sí, que es mejor practicarlo y no hacerlo solo… P-pero no sé si podré detener cualquier cosa. – dije agachando la cabeza. – Así que procura ir con cuidado, ¿Vale? – le pedí mirándole a los ojos. – Te ayudaré, pero con una condición… No vuelvas a decir que merezco mucho más, t-tú eres todo lo que quiero. – dije sonrojándome y volviendo mi mirada hacia el plato de repente y comenzando a comer.

Veo el modo en que se pone seria cuando nombro el tema del dragón. Es algo serio, incluso peligroso, y soy consciente de que no es agradable para ella. Especialmente tras nuestra conversación en el bosque. Especialmente, tras la promesa que la forcé a aceptar. Todo esto es muy duro, demasiado, no es justo que debamos pasar por ello. Ella, al menos. Pero no cuento con nadie más.

Elizabeth se muestra insegura acerca de sus capacidades, temerosa, pero concuerda conmigo en que hay que hacerlo. Tan sólo me pide prudencia. Y no podría ser de otra forma. Si hiciera esto yo sólo, aislado de todo y de todos, quizás arriesgaría algo. Teniéndola a ella en frente, nada ni nadie me hará asumir el más mínimo riesgo. Jamás permitiría a ese ser dañar a mi amor.

Eh... -Digo cuando aparta su rostro, avergonzada, tras negar merecer más. Tomo su rostro por la barbilla, haciéndola mirar hacia mí, acercando mi cara a la suya- No lo diré nunca más, pero tú no dudes de lo que mereces. -Le doy un suave beso en los labios- Mereces muchas cosas. Mereces ser feliz. Y me voy a esforzar al máximo para que lo seas...

En ese instante Ben y Liz esta ultima gracias a sus habilidades pueden ver algo, se trata de Ben pero con un aspecto mucho mas agresivo, esta aplaudiendo y dice:

- Muy bien, realmente precioso, que bonito, tan bonito que te entran ganas de vomitar...

La imagen que parecía mas bien un fantasma o un espíritu camina alrededor de ellos y parece olisquear el ambiente, entonces dice:

- Así que quieres hablar conmigo pequeño? y eso? vas por fin a rendirte a tu autentica naturaleza?

Mira entonces a Liz y con una sonrisa dice:

- No la has visto aun verdad?...que pocas miras...

Me dejé guiar por la mano de Ben, cuando al tomar mi barbilla hizo girar mi cara, situando la suya muy cerca de mí. Acepté sus palabras asintiendo, sellando lo dicho con un suave beso, y sonriendo ante su promesa. Junté mi frente a la suya, susurrándole.

-Pretendo lo mismo... - dije ampliando una sonrisa que de pronto se vió truncada.

Comencé a separarme de Ben, lentamente, observando aquel que se movía a nuestro alrededor. No tardó en dirigirse a nosotros, con palabras tan inquietantes como su aspecto.

-No todo consiste en ver. - dije firme ante sus palabras, aun estando asustada. - ¿Q-qué es lo que quieres? - me aventuré a preguntar, esperando sacar algo más en claro, y cogí la mano de Ben.

De improviso, oigo la voz, mi voz, la voz de aquel que no soy yo pero forma parte de mí. Recuerdo las lecciones de Beni, lo que me dijo al hablarle de esa versión adulta de mí mismo que vi en las cuevas. Me dijo que formaba parte de mí alma. No puedo perder esa perspectiva, la de recordar que, por más que lo desprecie, ese ser forma parte de mí.

Al alzar la vista hacia Elizabeth, veo que está mirando a un punto a mi espalda. Me giro, sorprendido, descubriendo que en esta ocasión no se trata sólo de una voz. Ahí está, ante nosotros, como un fantasma.

¿Por qué se manifiesta ahora? ¿Por qué tan claramente, en esta ocasión?

¿Vas a rendirte tú? -Respondo a su provocación, con un desafío, tomando la mano de Liz pero manteniéndome delante de ella, cubriéndola ante esa aparición- Claro que no, eres un dragón, ¿verdad? No te rendirás... ni yo tampoco. Pero al menos estoy dispuesto a escucharte. -Le digo con un nudo en la garganta, luchando por mostrar tanto valor como sea preciso- Dime, ¿qué es lo que quieres de mí?

El hombre sonríe y mira a Liz y le responde entre sonrisas:

- Eso dicen los que no son capaces de ver mas allá de lo que tienen justo delante suyo...

Entonces Ben le habla y le mira directamente a los ojos:

- Que quiero de ti? de hecho la pregunta esta esquivada, que es lo que tu necesitas de mi... yo de ti solo quiero una cosa, que no mueras, porque? sencillo, si tu mueres yo también lo hare, yo no soy como esa Kitsune, no soy un espíritu mágico que quiere hacerse con su cuerpo, a mi eso me da igual, solo quiero que sobrevivas y que...caces

Camina la rededor de la pareja y añade:

- Recuerdas como te sentiste cuando cazabais a ese animal verdad? eso, eso es lo que quiero, que seas como eres en realidad, estar aquí escondido temiendo a unos simples soldados? eso es un dragón? ja

Miraba lo que aquella otra parte de Ben tenía que decirnos. Lo hacía sumamente calmado, sonriendo, pero no tenía mucha idea de lo que decía. Le seguía con la mirada, sin soltar la mano de Benjamin, hasta que fui yo quien decidió soltarla, acercándome al dragón.

-Si no fuera capaz de ver más allá, ahora mismo no te estaría viendo… - dije con seguridad, en tono suave, continuando acercándome a él, hasta detenerme justo en frente suyo. – Entiendo entonces que no quieres quitarme a Ben… Tú también eres Ben… - dije estirando una mano hacia su rostro, intentando acariciarle la cara. – Sólo queremos que trabajéis juntos, que os ayudéis. Benjamin es dragón, pero también es hombre, debes comprender eso.

Concluí, convencida de lo que decía, esperando que aquella parte más salvaje entendiera lo que quería decir.

¿S-sólo eso?

Me quedo anonadado. No se por qué, pero esperaba más. Esperaba esto, pero... algo más complejo. Esperaba una exigencia mayor, una necesidad mayor, algún tipo de norma de conducta a seguir, algo más... no se. ¿Complicado?

Sobrevivir. Sobrevivir y cazar. Y se queja de que tema a los soldados, que me esconda. Sobrevivir, cazar, tener valor. Ser el gran depredador que se supone que es un dragón.

El instinto de un animal, con la mente de un hombre...

Elizabeth se adelanta, plantándose frente a él, frente a esa parte de mí, con ese valor que logra sacar en las ocasiones en que importa. Niega que quiera separarnos, y le pide que acepte mi lado humano. Eso es, de eso se trata, de aceptarnos el uno al otro. Él debe aceptar que soy en parte humano. Yo debo aceptar que soy en parte animal. Ambos debemos ser uno, ser un verdadero dragón.

Ja, ¿eso es todo? -Río, desafiante- Claro que no quiere separarme de mi novia. No hay depredador, del lobo al oso o al león, que no proteja con uñas y dientes a su hembra. Vivir, cazar, reproducirse, morir, esa es la ley natural. También debe serlo para un dragón, ¿no? -Camino en círculos alrededor de esa imagen distorsionada de mí mismo. Tan fiera, tan segura de sí misma. En parte la temo, pero en parte deseo una porción de esa fortaleza que muestra- Enséñame -La necesito, para lo que está por venir- Tú ya sabes cómo soy, has estado ahí, en las sombras de mi mente, observando. Sabes cómo siento, como pienso, como sufro y amo. Conoces todo lo que me hace humano. Muéstrame cómo ser algo más. Guíame por el camino del valor, de la fuerza necesaria para proteger lo que es mío, para que ningún soldado me detenga. Enséñame a ser tú, a ver a mis enemigos en la oscuridad de la noche, a cubrir completamente mi cuerpo con esas escamas protectoras. Se que puede hacerse, y ambos sabemos que lo vamos a necesitar para sobrevivir.

Me acerco a la parte oscura de mi alma, con más decisión si cabe. Cuanto más hablo con él, más me acuerdo del Ben adulto de la cueva, con sus desafíos e insultos, con sus consejos y pruebas. Le dije que nunca sería como él, y lo sigo diciendo. Pero no es necesario llegar tan lejos. Un hombre puede ser un cazador, abatir a una presa de vez en cuando, regodearse en su muerte, y luego regresar a su hogar y besar a su esposa y sus hijos con dulzura. Es la dualidad del ser humano. ¿Acaso no puedo hacer algo parecido yo? Alimentar mi parte animal, disfrutar de mis instintos, y conservar mi parte humana...

Nos vamos a necesitar mutuamente, para sobrevivir a esto. Elizabeth es mi hembra, y esos chicos de ahí fuera son mi manada. -Digo en términos naturales, simplificando, reduciéndolo todo a la mínima expresión- Ayúdame a sobrevivir, a defenderlos, y a llevar a buen término esta cacería. La primera de muchas, es una promesa.