Partida Rol por web

Me acerco a la hoguera y usando el primitivo pero práctico cuchillo que había perfilado el alemán voy cortando algunos trozos de carne.

- Gracias por haceros cargo de esto chicos - digo haciendo un gesto con la cabeza a Katarzyna y a Mike.

Tras echar un vistazo de soslayo a Benjamin y a Elizabeth, contesto a Mike.

- Tranquilo, nadie irá a caminar por ahí fuera, solo a tomar el aire - sonrío mientras hago la observación y consciente de que la pareja escucha mis palabras a pesar de que hable en voz baja.

- De todas formas, cuando todos estén despiertos y hayan podido comer algo, partiremos al encuentro del resto del grupo hacia el castillo. Así que procurad reponer fuerzas ahora que disponemos de avituallamiento. Debemos aprovechar el calor del sol por la mañana para que el trayecto no se haga más duro de lo necesario.

Cuando vuelvo con la comida hacia donde Rina se encuentra aprovecho para lanzar un guiño a modo de saludo a la pareja. No quiero interrumpirles en este momento, por ahora hay tiempo, pero en cuanto tenga ocasión debemos hablar de lo que ayer descubrí en el bosque.

-Genial... y volvemos a la nieve. dijo con desgana.

Tras dar un último bocado y un pequeño trago de agua se cruzó de piernas e inspiró  profundamente. Si iba a tener que volverse a enfrentar al frío, al menos se prepararía mentalmente para ello. En cierto modo sufrir el frío no era tan diferente a soportar uno de sus entrenamientos, todo giraba en torno a poner al límite a su cuerpo. Aquel sería su entrenamiento del día.

Miré sorprendida a Ben cuando me dijo que no se trataba de la incomodidad, sino que llevaba un rato dándole vueltas a algo. Por un instante me relajé, ya que con todo lo que estaba pasando era normal que todos tuviéramos algo que nos rondara la cabeza, pero se le notaba algo nervioso al decirme que no debería salir sola y mucho más aún al sentenciar que tenía algo que contarme.

Eso no ha sonado bien…

Le miré preocupada, observando cómo se esforzaba por sonreír, y llevé mi mano a su cara, pero apenas logré hacerle una caricia cuando la voz de Katarzyna hizo que me detuviera. Me giré para mirarla, y tras escucharla agaché la mirada, afligida. No pude evitar recordar el roce que hace unos días tuvimos con Manuel en esa misma cueva, no llegaba tan lejos ni mucho menos, pero no acababa de acostumbrarme a ese tipo de cosas. Decidí pasarlo por alto, a fin de cuentas, era consciente de que tenía los sentimientos a flor de piel y puede que no fuera para tanto.

-G-gracias. – respondí a Katarzyna, avergonzada, y es que no había pensado en que hubieran traído más nieve hoy, y había dado por hecho que la de ayer se habría gastado.

Entonces escuché como Mike se refería a mi salida, como si quisiera ir de paseo o algo parecido. Menos mal que al menos Makoto me había entendido. Suspiré y me puse en pie, agachándome para poner mi abrigo nuevamente sobre los hombros de Ben y dándole un beso en la frente.

-Vamos fuera si quieres o sino podemos alejarnos algo más del grupo. – le susurré.

En ese momento Makoto nos dedicó un guiño, un gesto cómplice, y tras corresponderle con una sonrisa me dirigí cerca de la hoguera. Allí se encontraba el chubasquero de Katarzyna, así que me agaché junto a él y cogí algo del agua que se había quedado atrapada con mis manos, pudiendo dar así algunos tragos.

Había conseguido calmar mi sed, pero aún tenía hambre. Sin embargo, en esos momentos me importaba más lo que fuera que preocupara a Ben. Volví junto a este y le tendí la mano para que se pusiera en pie.

-¿V-vamos? ¿O prefieres comer antes?

Erik aun dormía, su cuerpo se recuperaba del desgaste físico, y su mente de aquella situación en la cual había despertado el día anterior.
La cueva estaba acogedora con la temperatura, pero no así el suelo. Dio un par de giro buscando un mejor posición; terminando en una especie de posición fetal dando la espalda al fuego, ya que su luz molestaba para dormir.
Rápidamente, volvió a relajarse y su mente se hundía en sus sueños. - sdfas...Ashley calla a Derek.....copa de vino..asdl - murmuraba el joven. En su mente todo aquel día que había pasado quizás había sido un sueño.

Katarzyna había escuchado distraídamente a los presentes cuando Makoto comentó lo de ir al castillo, algo que le pareció una idea tentadora.

- Pues necesitaremos algo para transportar la carne que sobre y el agua -  dijo mirando al ciervo de reojo.
- Y quizás no sea mala idea llevarnos el fuego con nosotros  -  continuó.
- Makoto, ¿cuánto crees que tardaríamos en llegar ? -  le preguntó directamente.

Empezó a separar las ramas mas rectas y manejables y las puso sobre el fuego para ir secándolas pues, si decidían llevarse el fuego, necesitarían ramas que fueran fáciles de prender conforme las que llevaran prendidas se les fueran quemando.

El comentario de Kat no me gusta, hace que vuelva la cara y cierre los ojos unos instantes, molesto, tratando de recordarme que es mi problema, no el de ellos. No lo saben, no es asunto suyo, y desde luego no debo pagarlo con ellos. De modo que me afano en ignorarla. Necesito salir de esta cueva, llena de gente preocupada de cosas que ahora mismo a mi me dan igual.

Ojalá sí que pudiera volar, como ese Gaasyendietha, alzarme hacia el cielo y dejar los miedos y preocupaciones en tierra, moverme entre las nubes en una estela de fuego...

Pero no, volar no alejaría mis demonios, volarían conmigo. Eso sólo me alejaría de Elizabeth, si es que esto no lo hace ya.

El chino, cuyo nombre no recuerdo, cree que no es buena idea que salgamos. Me pasé ayer parte de la tarde y casi toda la noche fuera para conseguir ese ciervo que ha estado comiendo, pero le parece que no es buena idea que salga ahora unos minutos. Curiosa, su forma de pensar.

Al menos Makoto lo comprende. Me sigue sorprendiendo, aún hoy, la forma tan clara que tiene de ver las cosas, y de exponerlas con sencillez, en pocas palabras. Es un ejemplo de sensatez, incluso a pesar de lo de anoche. Un tema que tenemos pendiente, aunque no tengo fuerzas ni ganas ahora mismo. Ni siquiera para pensar en ello. Otro asunto es más importante, y después de eso no se ni cómo estaré. Todo depende de ella.

Me pongo en pie junto a Elizabeth, y asiento cuando propone salir igualmente- Lo prefiero, sí -Le respondo entre susurros, inmediatamente, mientras pone su abrigo en mis hombros. Ese simple gesto cariñoso hace que me la quede mirando, sin saber qué pensar. ¿Cómo reaccionará cuando se lo cuente? Me siento hasta culpable por desconfiar de ella, consciente de lo magnífica que ha sido siempre conmigo, lo mucho que me ha apoyado en todo momento. Recuerdo el momento en que surgieron las escamas y las garras, la primera vez, cuando creí que me estaba convirtiendo en un monstruo. ¿Cómo lo habría superado, de no ser por su apoyo? No me falló entonces, ¿por qué temo tanto que lo vaya a hacer ahora?

Se aleja de mí unos instantes, para tomar algo de agua. Yo me llevaré nieve a la boca cuando salgamos. Me fijo nuevamente en Makoto, tan tranquilo, tan apacible junto a su amada. Casi parece un mal sueño el riesgo que asumió anoche, el peligro que supuso para todos. No se si es consciente de ello. Por eso, cuando desvía la mirada en mi dirección, le señalo, luego me señalo yo, y hago un gesto con el dedo girando en horizontal. Tú y yo, luego. Tenemos que hablar, hay algo que debo decirle. Se lo diría aunque no fuera mi amigo, pero siéndolo con mucho más motivo.

Vamos, comeremos algo luego... -Le digo a Liz cuando regresa- No tardaremos mucho, de todos modos.

 Traté de acomodarme un poco mientras dormía cuando al moverme descubrí el terrible dolor que azotaba mi hombro entumecido por la mala postura. Apreté los dientes al despertar por ésto, apartándome lentamente de T.J. para llevarme la mano al hombro afligido y masajearlo y moverlo poco a poco, relajando así el músculo. 

 Me aparté del chico con cuidado de no despertarlo, me levanté y, tras frotarme los ojos, volví a mover el brazo, esta vez en movimientos circulares y más amplios, mientras me sujetaba el hombro con la otra mano.

 Dejé a T.J. tapado con la chaqueta y me vestí esta vez con el jersey que había estado usando minutos atrás como almohada para no molestar al chico, a pesar de que el jersey me parecía menos cálido que la chaqueta. De todas formas en la cueva hacía buena temperatura.

 Tomé algo de agua del improvisado contenedor y me acerqué a la hoguera, sentándome frente a ésta y tomando carne ya hecha sin preguntar ni esperar siquiera a tener las manos secas. Me sentía aún más desanimada que el día anterior, ¿Qué hacían ahí viviendo como trogloditas? Si el otro grupo no daba señales de vida, tendríamos que movernos nosotros.

 Miré alrededor tras un rato de comer en silencio, la chica pelirroja entraba, ¿Pero había salido? También me di cuenta entonces de que faltaba la parejita europea. -¿Dónde han ido Liz y Ben?-  Pregunté antes de dar otro bocado a los que estaban cerca de la hoguera. También me di cuenta de que había pequeños trozos de piel por el suelo, lo que me llevó a razonar algo, teniendo en cuenta que parecíamos trogloditas. -¿No podemos quitar toda la piel al bicho de una sola vez para aprovecharla como manta, saco, cuerdas, o algo así?- Pregunté con pasividad, refiriéndome al ciervo aun somnolienta y algo insegura, como si hubiera hecho una tontería. Debía poder hacerse, había visto pieles extendidas mil veces en las películas de indios, como alfombra, o en los documentales de los primeros hombres, pero a saber cómo. Tal vez Erik tuviera alguna idea sobre cómo hacerlo.

Veo entrar a la chica pelirroja des de donde estoy sentado, rodeando los hombros de Rina con un brazo y comiendo con la otra mano. La miro con curiosidad mientras mastico.

Mientras, bajo el arco de mágicas inscripciones, Victoria empieza a desperezarse y se acerca a la hoguera. Todavía recuerdo cómo me sorprendió el arrojo de la muchacha durante la cacería, ¿tendrá algo que ver eso que se dice sobre la sangre latina?

Katarzyna lanza un par de cuestiones en voz alta, se diría que más cómo propias reflexiones que preguntas como tal, pues ha demostrado ser hábil ante tales adversidades.

- Sin contratiempos deberíamos llegar en poco más de dos horas. No es un trayecto demasiado largo - dije esto último mirando a Mike, pues sé que le preocupaba el asunto de caminar por el exterior - y con el Sol del mediodía será incluso agradable - estoy tratando de dar un enfoque positivo ante aquél desolador panorama, acompañando mis palabras de una sonrisa.

En cuanto Victoria pregunta por la pareja, trago el bocado que estoy masticando en ese momento y respondo.

- Están bien, han salido a despejarse y... no es nada descabellado lo que comentas sobre aprovechar el cuero del animal - con la misma mano con la que sujeto la carne, señalo el montón de pieles acumuladas - aunque yo no tengo ni idea de cómo hacerlo - no puedo evitar reírme. Risa más fruto de la frustración de mantener una conversación tan surrealista como aquella que porque esté de humor.

Se movió apenas cuando Makoto volvió con ella, y la colocó contra su pecho, para protegerla, ella se quedó  encogida contra su pecho, con sus manos apoyadas en el torso de su amado, y recibe la comida cuando se la da, no tenía hambre, pero al mismo tiempo si,  así que lleva un bocado a su boca, rasgando la carne asada, y comer  de pequeños bocados, su estomago se lo  agradece, y más a medida que se va echando más y mas bocado a la boca.  

Se mueve, con los ojos entrecerrados, el dolor de cabeza era intenso, y le dificultaba enfocar la vista, pero se agarró de las ropas de Makoto, y buscó acurrucarse en su pecho, él la protegía, y se sentía bien, ser acogida por aquel hombre.  Comió un poco más, notando como las fuerzas volvía a ella. 

- Ben no tenía buena cara...- apuntó, lo había notado, y arrugó el ceño, ahora las ideas parecían más claras, por lo meno los hechos de ayer, sin embargo se quedó en la misma posición para poder seguir hablando con Makoto.

- ¿qué sucedió ayer?.. dijiste que me debías contar algo... y ahora... veo la cara de Ben, parecía preocupado - levantó sus cejas,  y apoyó  sus labios en su oído, para que la escuchara incluso hablando en susurros - Makoto... ¿puedo tomar tu apellido?... ya no soy Rina... ni sé como llamarme...- se encoge de hombros, pero no abandona la poca distancia con su amado.

Acaricié el cabello de Rina ante sus palabras, acompañando el gesto con una cálida sonrisa mientras le hablaba en voz baja. Lo último que quería es que se preocupara aún más.

Aproveché aquellos momentos de calor junto a ella. Pensar en tomar la ruta al castillo y no poder abrazarla en todo el camino me daba una pereza terrible.

- Bueno... son varias cosas. En realidad viví una experiencia que quería comentaros a todos cuando tengamos ocasión, ya que creo que nos atañe a todos y debo contarlo en general - aprieto su mano tierna y suave, pequeña, ese tacto que me siempre me recuerda que si las nueves tuvieran pudieran rozarse deberían sentirse de forma similar.

- Durante la cacería, alcancé al animal por sorpresa. El primer golpe fue ya mortal de necesidad. Traté de que no sufriera - es evidente en mi expresión que no había disfrutado haciéndolo.

- Pero ocurrió algo... - me pongo más de frente hacia ella mirándola a los ojos y cogiendo sus manos - el animal trató de huir fruto de la desesperación, sangrante y malherido y entonces Benjamin... - apreté sus manos sin darme cuenta - su expresión... su rostro... su forma de lanzarse hacia él. Algo... el Dragón, él...
Por unos segundos guardo silencio.

- Él disfrutó. Sentir la sangre, ver cómo se apagaba la vida del animal. El Dragón... que lleva dentro.

Sé que Rina entiende esas palabras y sensaciones mejor que nadie. De hecho fue el argumento que usé para tranquilizar a Ben, pues entendía de primera mano lo que era lidiar con esa sensación gracias a Rina.

La abrazo con fuerza mientras sigo hablando con ella- le ayudaremos, ¿verdad? - mi cabeza queda al lado de la suya mientras la abrazo y entonces la beso.

La proposición del apellido quizá debería haberme turbado. Quizá debería haberme desubicado. Sin embargo, me agradó. Ella no era la misma y, en realidad, yo mismo tampoco lo soy ya. Dar ese paso al frente y asumir nuestra nueva realidad, juntos, me hizo olvidarme de todo lo malo que nos rodeaba.

Aflojé mi abrazo hasta soltarla y la miré con los ojos vidriosos, sujetando sus mejillas con ambas manos, deseando besarla pero... no... antes debía decir algo.

- Rina... Kitsune... Yuchi Kitsune, hermosa, salvaje, tierna, inteligente, eres imprescindible para mi, fascinante, valiente, única, yo... no sabría vivir sin ti.

Me arrodillé frente a ella sin soltar sus mejillas.

- Amé a Rina. Amo si cabe con más fuerza a quién la completa. Cásate conmigo.

Mis manos temblaban en sus mejillas y mis ojos se veían con la timidez y emoción de un niño ante su mayor deseo.

Comprendió lo que Ben estaba pasando, algo como ella había experimentado y seguía, aunque eso sólo afianzaba lo que ya había deducido, hasta cierto punto, ellos tendrían que dejar atrás sus naturalezas humanas para aceptar lo que eran en esta vida, pero, ¿y si Makoto se vuelve malvado? El era un oni, ¿acaso se volvería como un Ogro  de piel roja y cabello enmarañado?, ¿la seguiría amando así? Ella se había dado cuenta que incluso así, ella lo amaría, porque lo necesitaba como el aire. 

Llevó su mano a su barbilla, había que ayudarlo, y asintió cuando él le preguntó, pero esa propuesta le despertó una incógnita, -y como lo ayudaremos si ni siquiera sabemos como lidiar conmigo?... Makoto -  le pregunta mirándolo a los ojs - lo máximo que tenemos es que si vuelve a despertar el zorro, sin control, acabes conmigo, no creo que él quiera lo mismo... pero creo que es parte de la clave que necesitamos para  pasar por esa puerta -  indicó el arco mágico - pero aún no tengo claro cuales son esas consecuencias, por lo menos, Beni-sensei parecía ser una kitsune normal, aunque dudo que se defina así misma como humana, ¿estas dispuesto a dejar atrás lo que has sido para ser otro?, ¿hasta que punto somos otros?... acaso si dejamos nuestro cuerpo... cada una de nuestras partes, ¿somos otros? ¿cual es nuestra esencia, ser humanos, la vida que tuvimos hasta despertar aquí, o la que ha dormido en nuestros envases hasta el momento de aceptarla... son preguntas que aún no encuentro respuesta, Makoto, o mejor dicho... si las encuentro, pero son tan radicales como la pregunta en sí -  sopesó sus propias palabras, en un silencio meditabundo,que fue interrumpido cuando Makoto la tomó de las mejillas, y siguió con sus caricias.

El nombre no nos define, bien dijo Julieta  en el balcón, "¿acaso la rosa no tendrá perfume si ya no se llama rosa?", ese el nombre, no nos define, y su poder es sólo el que le damos,  ahora, escuchando como la llamaba, se estremeció, era de él, en un sentido que también  le significa ser  libre. Apretó los ojos, y buscó apoyarse en su pecho, pero Makoto se lo impidió, para preguntarle algo que la dejó descolocada y de un sólo plumazo, borró los colores de sus mejillas. 

Rina, la anterior, hubiera gritado, hubiera llamado a sus padres, hubiera celebrado, o quizás no, hubiera dicho que era muy apresurado, que no tenían nada, que sus carreras, o algo, pero no, ahí estaba, siendo sujetada por aquel hombre cuya alma se unía a la de ella, en la comunión  que sólo en los libros  se puede ver. La kitsune, sonrojada de nuevo, asintió, dos veces, tres veces, y lo abrazó.

- sí... acepto.. sí..- murmuró, abrazándolo con mucha fuerza- quiero ser tu mujer, Makoto... para siempre-  ese pare siempre  podía ser realmente largo entre los dos, pero ¿qué importaba?. Era vivir el momento, el día a día. Rina lo abrazó y unió sus labios con los de él, en un profundo beso.

Rina ve en esos momento algo detrás de Makoto y este siente un escalofrió, la figura Rina la reconoce al instante, pero a Makoto le cuesta un poco, se parece a Rina pero más joven, la chica esta aplaudiendo y dice:

- Que bonito... y que infantil... sabéis que no estáis en un dorama verdad? y que yo no soy la parte malvada que se interpondrá verdad?

Camina alrededor de ellos, parece que el resto no es capaz de verla y sonríe para después ponerse a reír a carcajadas:

- Sabéis? si tomo el poder ni el poder de todos vosotros juntos podrá acabar conmigo... acaso creéis que hay alguien más poderoso que una kitsune totalmente libre? jajaja, que ilusos, de hecho no os conviene que ese cuerpo salga herido y es muy sencillo el motivo... pero mejor que eso os voy a decir una cosa que seguro que os va a interesar a vosotros y a ellos

Se desvanece y aparece junto a Rina y a Makoto, entre los dos y dice:

- La última es muy poderosa...de hecho es demasiado poderosa, posee la magia para si... y sabéis? ella es capaz de devolveros a vuestra vida, a vuestra antigua vida... y como? bueno eso no os lo diré de momento

La niña toca a Rina en el rostro y la besa en los labios para decir mientras se desvanece:

- Pronto serás mía

La Kitsune besaba a Makoto, algo entre ellos había pasado que era motivo de alegría, pero de pronto ambos se separían con violencia, sobre todo la kitsune que parecía haber visto al mismísimo demonio, por la expresión de su cara. Estaba aterrada. Makoto la había podido escuchar, pero la chica no estaba segura de ellos, ni lo pensó siquiera,  sólo sabía que había nuevamente aparecido y la había besado, susurrando esas palabras. "nadie es tan poderoso como para detener a una kitsune completamente liberada". Mareada aún, la chica sólo a tina a algo.

La kitsune se puso de pie, y salió corriendo de la cueva, casi tropieza en la  huida, y podría haberse llevado por delante a cualquiera en su afán de escapar. Lo que había visto la había aterrado, o quizás, lo que le había dicho. La joven volvió a sentir el malestar de anoche, la cabeza dando vueltas y las ganas de vomitar.