Partida Rol por web

Con paso ligero, siguió a los que acababan de entrar. Cuando pasó por delante de Himiko, frunció un poco los labios y después le sonrió un poco - gracias por dejarnos pasar - y sin perder mucho el tiempo, siguió a Katarzyna hasta el comedor. 

Himiko ve como varios entran en el castillo, se gira y mira a Ben y Liz, entonces les dice:

- Alimentaos y después hablaremos...

Tras lo cual se gira y va hacia el interior del castillo

Las respuestas de Himiko iban dando cada vez más forma a todo este asunto, aunque se nos presentaban más y más incógnitas. Asentí con los agradecimientos de Ben a la chica, tanto por permitirnos asentarnos en lo que ahora era su casa, como por haber cuidado de nosotros tantísimo tiempo.

Si no hubiera sido por tan inquietante información, se me habría escapado una sonrisa al ver como Ben me apoyaba con el tema de la biblioteca, pero saber que en realidad habíamos dormido 300 años…

Entonces… ¿Todos han muerto ya?

Sin embargo, el que Himiko mencionara que la “última” si era capaz de realizar viajes temporales me tranquilizó un poco, ello significaba que podríamos volver a nuestro tiempo. Finalmente no accedió a nuestra petición respecto a los libros, pero prometió que después hablaríamos.

-G-gracias Himiko, muchas gracias. – le dije a la chica, de corazón, y es que no tenía que ser nada fácil para ella tampoco toda esta situación.

La mayoría había ido entrando tras agradecer a Himiko su hospitalidad, incluida Victoria, que prefirió seguir con el resto de compañeros. Finalmente, Himiko nos invitó a que fuéramos a comer y entró también en el castillo.

-Al menos ya sabemos algunas cosas más… - comenté mientras comprobaba que el abrigo ya estaba casi seco. – Habrá que ir entrando. – dije colocando el abrigo en mi brazo y volviendo a tomar la mano de Ben.

Observo cómo Himiko se aleja hacia el interior del castillo, despidiéndome de ella con un gesto de la mano. Sus explicaciones hacen que me relaje un poco, hasta el punto de sentir ridículo por las escamas que había endurecido, ocultas bajo mi ropa, en previsión de que nuestra antigua amiga fuera ahora un peligro.

Sí, ha cambiado. Y sí, es bastante perturbadora. Pero, desde luego, lo que hemos visto no era exactamente lo que parecía.

Sí, habrá que entrar... -Respondo a Elizabeth mientras asiento. La perspectiva de comer algo y descansar, incluso asearnos, poder tumbarnos en una cama que hace trescientos años se convirtió en el edén en la tierra para mí, es ciertamente reconfortante. No se nos permitirá hacer averiguaciones acerca de la naturaleza de Elizabeth, pero supongo que tendremos que conformarnos de momento- Joder... -Murmuro, de mala gana, al girarme y ver el ciervo tirado en el suelo. Los que lo portaban por el camino han decidido que no tiene importancia, al parecer. Suspiro de forma bastante sonora, hundiendo los brazos mientras me encamino hacia el animal muerto, tras soltar la mano de Liz. Costó mucho ganar esta pieza, se pagó un precio muy alto por esta carne, no pienso dejarlo aquí. Levanto el palo al que están sujetas las patas del animal, y me lo cargo al hombro, con las patas cruzadas como una bandolera, y el peso del animal cayendo a un costado. Al levantarlo, el palo oprime mi hombro con fuerza, pero puedo soportarlo un rato mientras llevo la carga hasta la cocina. Ahora no parece tan mala idea que esas escamas recubran mi hombro- Si no te importa, primera parada la cocina, que este bicho pesa...

El conflicto que surgió, para mi gusto fue algo fuera de lugar, pero desde luego me estaba agotando de todo aquello y no tenía ninguna intención de meterme ni de avivar el fuego, callé, empezaba asquearme bastante y no se por que me sentí identificado por las gemelas, ahora lograba comprender un poco como funcionaba su mentalidad.

Al ir llegando al castillo, vimos el humo, la niña, Himiko. Al acercarme la salude como el resto, pero seguía en ese mal estar, realmente necesitaba relajarme...y eso me llevó a pensar...el castillo, ¿es posible que mi bajo siga ahí? Oh dios, podría ser posible, debía estar allí. Quería también preguntarle un par de cosas a Himiko, pero ya dijo que más tarde hablaría con nosotros, bien, era momento de hacer un reconocimiento.

Llega a las puertas, había dicho una cosa, pero estaba ahí, - dime... ¿qué es lo que quieres? - gritó, sus manos se encendieron, pero no la invocó, antes de irse, debía ayudar a otro amiguito. Sus manos fueron a su pecho,  y se encendieron en el fuego fatuo que dominaba, buscando llamar a Gato, ver si así podría invocarlo.

Un ronroneo primero y después unas pisadas en la nieve, para después aparecer una figura familiar, la del gato, el ser parecía bastante contento y se acerca a Rina, se acerca a ella como dejándose acariciar y dice:

- Has cumplido tu palabra...yo...te lo agradezco enormemente... yo... seré tu amigo a partir de ahora

El gato coloca su pata sobre la mano de Rina y dice:

- Gracias... podrás llamarme para lo que necesites...pareces afligida señorita zorro, que te sucede

Apenas puede sonreir al ver al gato, lo había logrado, afortunadamente, y así cumplido su palabra, la kitsune se agacha y extiende su mano para que el gato aproveche y se deje mimar, había tenido gatos cuando pequeña, y sabía como tratar con ellos.

- me alegro hacer cumplido mi palabra, señor gato...- de cuclillas, puede ver los primeros copos de nieve, pero el frío la golpeo de lleno, y la hizo apartar las manos del gato, y  subirse las solapas de su abrigo, la tormenta había caído y con eso, la posibilidad - racional- de irse de ese lugar.

- un poco señor gato- confesó - quisiera un lugar, lejos de aquí, donde poder quedarme... - pensó en Makoto, sintió a él en su pecho, y la promesa de casarse, ahora la veía tan lejana - ya no me siento parte de aquellos que están ahí dentro - indicó con un movimiento de su cabeza hacia la escuela - y aunque ame a uno... no puedo quedarme, todos los demás me temen... yo me temo... señor gato... ¿sabe a donde puedo ir?, creo que alejada de este lugar, estarán todos mejor, incluso Makoto-kun- una lágrima cayó de sus ojos, estaba haciendo frío, sintió como este se colaba entre sus ropas.

- aún mi parte más humana parece necesitas a aquellos, pero... ya no somos humanos, ¿no?... digo, no deberíamos serlo, Himiko-san se asumió como una vampiresa, y creo que tarde o temprano, todos los demás deberán hacerlo, si no se matan entre ellos antes... realmente la señorita Himiko tenía razón, son decepcionantes, ahora... uno casi mata a otro, y el resto, sólo atinó a acusarse entre si, ni siquiera parecieron oírme, uno de ellos,sólo pensó que lo atacaba, y en el resto, sólo veo el rechazo... a excepción de Makoto, él me ama... pero no le puedo pedir que me acompañe lejos de todos ellos, él... es uno de los que lleva la razón entre esas personas, creo que es mucho más necesario entre ellos que a mi lado... puedo sobrevivir sin él...- se mentía en eso último, sus ojos se llenaron más de lágrimas, y debe limpiarlas rápidamente con sus manos ya enrojecidas por el frío. 

- ayúdeme...  señor gato... por favor...- suplicó al gato, era él único que estaba para escucharla.

El gato escuchaba y dice entonces:

- Señorita zorro hay una solución  a esto que el gran espíritu guardián del bosque te amenazo con ella... ahora eres la única que puede protegerles porque son demasiado débiles... la señorita Himiko les ha estado protegiendo, y aunque quiera parecer mala es muy buena... no os va a hacer daño, pero no se lo digas... pero ella no puede ir a por la chica de la magia

El gato se acerca a Rina y dice:

- En este mundo no hay lugar seguro para alguien que usa magia... la magia es la fuente de energía de los humanos y te exprimirían señorita zorro, por el momento no deberías marcharte, o al menos hasta que pase la tormenta

Cuando sale la tormenta esta ya encima del castillo y Katz puede ver a Rina hablando con un gato espiritual justo frente a la puerta

Cuando se disponía a salir, Katarzyna vio a través de la puerta a Rina hablando con un espíritu.  Se detuvo, para dejarles espacio, retrocediendo hasta apenas pudo orílos.  Pensó en volver y olvidar la tarea de ir tras la japonesa que Eli le había asignado, pero al final decidió esperar.  Por el frío, se apretó el chaquetón que llevaba, dándose cuenta de que era el de Erik, manchado además con la sangre de T.J.

- Ahora comprendo lo sola que debe sentirse a veces  -  susurró con voz baja y para si misma.