Partida Rol por web

El enano se mantuvo despierto ocupándose de que tras la cena las hogueras quedasen reducidas a pequeñas ascuas. Le dio permiso al weali para descansar cerca de ella, para que la mantuviera bajo control, pero viva. Aquel silencio no parecía presagiar nada bueno, era como la calma que precedía a la tormenta.

Me remuevo en mi sitio, sentado en el suelo sobre una piedra, mientras miro sin deseo al otro lado del Gran Camino del Este, hacia el Bosque de Yfel. Un escalofrío me recorre la espalda. Miro a los demás que desde mi sitio, puede ver. Y noto como uno de los enanos se despierta con sobresalto. Agacho la cabeza. La presencia de los orcos no es buena noticia. Y ese sentimiento que tengo, menos aún.

Levanto la mirada hacia los que están despiertos.

- Deberíamos de llamar al siguiente turno e intentar descansar nosotros un rato.

El sudor baña mi frente, y el frio de la noche devuelve mi aliento como humo ante mis ojos. Qué había sido aquella visión, que no sueño.

Cuando había sido solo un muchacho había tenido visiones como aquellas. Sentía y percibir cosas que los demás no comprendían. Fue por eso que lo enviaron a estudiar magia. Y si no hubiera sido por la muerte de sus padres y su tío, no habría vuelto aun.

Era un mago que apenas se podía decir que hubiera terminado sus estudios. Se marcho para velar las tumbas de sus ancestros, y por un motivo o por otro, jamas volvió a la torre del hechicero a terminar sus estudios.

Quizás si lo hubiera echo, ahora tendría más claro a que clase de visiones se enfrentaba. Se levanto, y deambulo en silencio por el campamento. Pudo ver a los que estaban de guardia torcer la cabeza para ver que hacia.

Levanto una mano para indicar qué no pasaba nada, a pesar de la ausencia de sonrisa en su rostro.

Llegado a un árbol de cierto tamaño aprovecho para orinar. La noche era oscura, y se veía bastante poco. Aunque bien era cierto que para un mago de luz, siempre faltaba esta.

Mientras estaba allí de pie, volvió a su ensoñación. Como podía saber de manera inequívoca que la sangre del altar era de miles de personas. Quién podía ser aquella figura traslúcida. Era una mujer, un hombre.

Se sacudió la imagen al tiempo que hacia lo mismo con otra de sus extremidades, y tras guarecer su cuerpo del frio volvió hasta dónde debía de seguir durmiendo.

Sé tumbo, pero estaba incómodo. Ahora no tenia ganas de dormir. Aun así cerro los ojos, y escucho al bosque. Qué estaba intentando decirle aquel lugar. Cuál era el mensaje. Porque parecía tan apremiante ir en auxilio de aquel espectro. Seria una trampa, o de verdad podía ayudarlo alguien como Aramis hijo de la luz. 

El enano dio el relevo al segundo turno sin mayores incidentes, aún y así miró con suspicacia hacia el norte, el bosque Yfel nunca traía nada bueno consigo. Los sueños ajetreados de más de uno no presagiaban nada bueno, así que ordenó a los weali que atasen bien a los animales, ya solo les faltaba perder algún buey; eso si que les retrasaría. Algo en su interior le decía que posiblemente volviera a soñar con la misteriosa doncella.

Me levanto y estiro un poco las piernas. Se me han quedado dormidas y el frío estaba haciendo mella en mis viejos huesos. Golpeo en la nuca a Nig para que espabile. Y juntos vamos a descansar, despertando al gandúl de Cisgid. Le tocaba su turno.

Una vez tumbado para conciliar el sueño, no paro de pensar en el Bosque de Yfel. Me inclino un poco y lo miro a lo lejos. Un miedo sin sentido me afecta. Me vuelvo a girar e intento darle la espalda para descansar un poco.

     -- La guardia ha pasado sin problemas, asi que ahora me dispongo a descansar las pocas horas que nos quedan antes de que el sol salga de nuevo y debamos continuar la marcha.

Aramis se despierta con mala cara, nunca ha tenido buen despertar. Pero a los pocos segundos se da cuenta de donde esta, y se pone en pie, arrebujando en cuanto tenia a mano para taparse del frio.

Estaba siendo una noche extraña, y el ambiente estaba cargado de malos espíritus.

Se acerco a las brasas, y dejo caer su cuerpo mientras bostezaba varias veces para despejarse. 

Me levanto aun algo cansado, pero toca mi turno de guardia y había que cumplir. Me acerco a las brasas junto a Arami a calentarme un poco y evitar quedarme dormido

La guardia pasa tranquila y sin incidencias. El día comienza a despuntar en el horizonte y el frío se hace un poco menos intenso.

Un nuevo día despuntaba y Aramis hizo lo propio y empezó a hacer algo de escándalo para despertar a los dormidos.

Tuvo a bien hacer menos ruido que el día anterior, porque seguía estando en una zona más o menos hostil, pero la actitud y el mimo y descaro del apicultor fueron los mismos.

Y también estuvo atento a pedradas por parte de gruñones y maleducados. Qué mala cosa seria llevarse un golpe tonto o mal dado en aquellas circunstancias.