Partida Rol por web

La oscuridad engulló toda luz, y las sombras se sonrieron entre sí. Volvían a tomar fuerza, lo podían sentir en sus cuerpos etéreos, vagantes entre dos mundos.

Se miraron y caminaron por los corredores desiertos, hambrientas. Deseosas de una presa, buscaron, notando cómo la ansiedad podía con ellas. Tenían mucha hambre, y les faltaba alimento. Querían cobrar una fuerza de antaño, una fuerza ya olvidada por todos, pero no por ellas. Pues ellas, eran inmortales. Y sabían bien lo que la paciencia hacía. La espera se hizo larga. Pero ese día, era un festín.

Hallaron su primera víctima mientras comía. Confiado, al lado de una estatua de una tuerta, las sombras quisieron jugar con él antes de tomarlo en sus brazos.

El ladrido de un perro se escuchó, fuerte, a lo lejos, haciendo que el muchacho abriera los ojos de par en par. El corazón le latía fuertemente en el pecho, pero sabía que no debía de demorarse más. La Sala Común de su Casa estaba lejos, y temía no llegar. Sin embargo, la esperanza, el consuelo, le hizo mover sus piernas todo lo que podía. Pero, la sombra del perro, con sus fauces se hacía evidente en las paredes pétreas del corredor. El muchacho gimió, y la sombra oscura decidió gruñir de manera gutural.

Un tropiezo era lo que más deseaba la sombra. Jugar con la comida era una diversión agregada a todo aquello, y lo disfrutó. Mucho. La boca negra se hizo enorme. Y la oscuridad fue lo último que vio el muchacho.

Rápidamente, la sombra volvió a moverse y a ser atemporal. Era un ser eterno, y cuando se es eterno el presente, el futuro y el pasado se confundían. Los sentidos de la realidad se mezclan. Y, mientras que el muchacho sucumbía a las fauces, las sombras volvieron a probar un manjar del pasado. Se miraron y se sonrieron. Sin dilación, engulleron la alta figura en silencio, absorbiendo su interior, y haciéndose con ella, recuperando fuerzas, y tomando su venganza por dada.

La noche aún era joven, y las sombras lo sabían. Y disfrutaron buscando por entre los pasillos alguien con quien más jugar. Lo encontraron, solitaria, caminando de manera apresurada, subiendo los escalones de la escalera cambiante.

El integrante de un cuadro abrió los ojos, notando una presencia. Pero, la víctima no se dio cuenta. Caminaba, enfrascada con unos pergaminos llenos de notas, sonriendo para sí. Las sombras miraron de manera fija al cuadro, tratando de arañarlo, pero tan solo podían posarse sobre él. Riendo, envolvieron a su víctima, haciéndole emitir un grito ahogado que sólo el integrante del cuadro escuchó y que, asustado, se dirigió al cuadro de su vecino para protegerse.

El alba se acercaba. Era su fin. Las sombras se despidieron, sonriendo de manera siniestra, volviendo a su abismo. 

Aquella vez el profesor Dumbledore reunió a todos los que pudo en su mismo despacho. Sabía que aquel lugar era seguro, por lo que se sentía confiado. Pensaba que aquel día lograría que todo acabara para los alumnos, los profesores y todos los que estaban sufriendo día tras día aquel destino nefasto e inmerecido para ellos.

Suspiró, sin embargo, al ver que tres compañeros no volvían.

—Veo que nos han abandonado— dijo con un hilo de voz—. La profesora McGonagall era una gran bruja…— dejó la frase morir, pues en su garganta se asentó un nudo indescriptible—. El joven Crabbe. Las serpientes pierden un compañero más— dijo, mirando a los reunidos de la casa Slytherin—. Y, El Profeta también siente hoy una pérdida— murmuró el director de Hogwarts, pensando en la pluma que ya nunca más se movería con aquella destreza que sólo su dueña podía darle—. El tiempo juega contra nosotros, amigos. Debemos darnos prisa. 

Luna cerró los ojos con pesar. Lamentaba la pérdida de inocentes. Al menos no lamentaba el hecho de que Crabbe y Lockhart no se hubieran puesto de acuerdo. Sin saber por qué - o quizás para llamar la atención contra ella más adelante- había querido matar a inocentes aquella noche y por suerte ella estaba ahí para evitarlo.

Ahora había nuevas incógnitas: Si había habido tres muertes y una no había sido de los inquisidores... ¿quién además de los mortífagos, estaba asesinando a inocentes? Luna recorrió la mirada de todos los presentes, sin decir absolutamente nada durante unos instantes, esperando a que Lockhart le confirmara quién era su nuevo compañero inquisidor.

En cuanto lo supo abrió los ojos con sorpresa. Aquel que estaba lamentando tantas disputas y discusiones. Aquel que había intentado pasar desapercibido en todo aquel barullo. Aquel que ahora estaba con su grupo de compañeros Gryffindors:

- Dobby.- qué lástima... ¡un elfo doméstico tan bueno y leal había no había podido hacer más que sucumbir a las sombras.-Dobby es el nuevo inquisidor.

- Y el nuevo inquisidor no supone, por ahora, ningún peligro. Como tampoco lo suponía Crabbe, aunque me inquietaron mucho sus últimas palabras: el que Lockhart no estuviera dispuesto bajo ningún concepto a atentar contra su propia casa ni aunque se tratara de un mortífago confeso. Especialmente me inquieta sabiendo que se encuentra a tus órdenes - cargando contra Luna, para salir en defensa del elfo - nuestra atención debe ser hoy para Flitwick - señalando a la vistosa ave que se había posado sobre él - y para nadie más.

Mira a Chang y a Ollivander, preguntándose quien habría escogido a quién, pues el que presume de robar pociones que dan la vida... bien puede también arrebatarla. 

Dobby entra regruñendo de muy mala leche

- Tuya es la culpa niña loca! ¿Ya estas contenta? ahora ya tienes el control de la vida y la muerte en esta escuela - dice fuera de si - 

El profesor Flitwick y la casa Ravenclaw son ahora las fuerzas más poderosas. Comentó Narcissa, que estaba muy irritada debido a la actitud de Luna. ¿O vas a intentar que votemos todos a Dobby ahora? ¿Porque es traidor y tiene que morir, mientras los traidores más peligrosos siguen en tu casa? Atrévete a defender eso, votad a Dobby y con eso abriréis los ojos de todos. 

Miré a los restantes. Al fin y al cabo solo os queda una persona para dominar las votaciones y con el profesor enano  y Cho domináis la noche también. ¿Me equivoco? El tono era claramente despectivo.

Ah, el despacho de Dumbledore. Tenía cierto encanto retrógrado que él hubiera cambiado por supuesto, aunque se quedaría con los cachivaches de plata y el fénix, eso sería un buen efecto. Eso no se le podía quitar al anciano, tenía un estilo dramático que aunque anticuado era lo suficiente misterioso como para resultar teatral.

Se acercó a uno de los retratos de los directores dormidos, examinándolo de cerca mientras escuchaba el informe del día, el nuevo reporte de muertes. La que le sorprendía era la de la profesora McGonagall, quien se había procurado años de simpatías si no por su carácter si por su temple.

Por supuesto no podía faltar la nueva tanda de ataques gratuitos, aunque el de acusar a Dobby como inquisidor era sin duda acertado.

- Bueno, sin duda tengo un extraño compañero. Y ahora responderé a la segunda acusación que se ha hecho: se pidió que los inquisidores matáramos a los culpables o bien no nos pusiéramos de acuerdo, pero que sobre todo no matáramos a inocentes. Seguimos esperando desde Ravenclaw que nuestro bajito amigo - le dirigió una mirada al profesor de encantamientos - diga algo respecto a las acusaciones que pesan sobre él así que se decidió que esta noche no hubiera muerte.

Una de sus risitas agudas, que tanto tardaban en volverse a oír, tras las declaraciones del rubio y famoso Gilderoy

- Esta noche pediste a Crabbe que matara a ese sucio elfo - señalando a Dobby - ¿había acaso alguna culpabilidad demostrada contra él? ¿No es suficiente mi palabra contra Flitwick? ¿La de aquellos que me apoyaron?

No pareció inmutarse demasiado ante las acusaciones de Umbridge, si acaso su sonrisa se hizo menos radiante pero eso no trastocó en absoluto su belleza. Qué inquina le tenía a esa mujer. Podía estar del lado de los buenos pero su lengua viperina podía metérsela por...

- Querida, si no me equivoco el desacuerdo radica en no llegar a un acuerdo. Dije un nombre al azar que sabía que no saldría a la palestra. En caso de que Vicent hubiera dejado por un momento de insultarme y se hubiera decidido a seguir mi palabra, hubiera cambiado mi voto pues mi propósito no era otro que el del desacuerdo de un modo menos obvio que el de negarme a votar. Y perdona si pretendo escuchar al menos unas palabras de éste hombre, que por otra parte morirá antes de caer la noche, ¿no? Por otro lado querría señalar que están acusando a Ravencaw de controlar las muertes. Los inquisidores no hemos matado. Dicen que hay dos elementos de nuestra casa que asesinan por las noches. Con lo cual nos queda una tercera muerte inexplicable. ¿Alguien tiene algún culpable?

- Ollivander bien podría serlo, el mismo confesó haber robado las pociones ¿no es así? Y confío en que fuera contra Crabbe al menos, y no contra un inocente - esperando que Ollivander respondiera

Sentada junto al fuego de la chimenea, con la mirada perdida entre las danzantes llamas que iluminan las sombras del despacho, atiendo a los temores que se alzan a mi alrededor.

Encogiéndome de hombros, añado una simple frase que queda perdida en el aire y el humo del promimentne candil.

- A Crabbe lo eliminó el perro de tres cabezas... mi perro... -

Salazar estaba apesadumbrado. Había fallado a su casa, que había quedado debilitada. Se regañaba a sí mismo el haberse dejado llevar por la furia al acabar con Tom Riddle, sí bien lo único que había fomentado ese niño había sido el engaño, y con su elección de nuevo mortífago había condenado a dos justas. Pero ahora habría un Slytherin más y, debido a su poción, un sucio y traidor Ravenclaw menos.

Pero nada de esto se reflejaba en su persona, ya que el rango de sentimientos que era capaz de desplegar iban desde una cierta incomodidad a la furia, y nada más.

-Voy a volver a decir lo mismo por enésima vez pero creo que ahora es más evidente. Ravenclaw se ha hecho con la hegemonía de la noche. Y obviamente no por el bien de todos. Chang acaba de admitir haber acabado con Crabe cuando este no era en absoluto una amenaza. Además de ser con casi total seguridad la que atacó a Lady Malfoy la noche anterior. Ahora mismo tienen tres asesinos a sus ordenes, Flitwick, Lockhart y Chang. Por no decir que en el momento que acabemos con uno de esos Lovegood lo revivirá...Dobby, preparate a morir, sí no te votan hoy, te matarán esta noche para tener el control de los Inquisidores.

Me sentía sumamente acongojada, mi rostro compungido demostró ligera indignación cuando Madamoiselle Luna dijera lo que le había sucedido a Dobby como si estuviera pidiendo un pan de azúcar. - No se atrevan a juzgarlo. Alguien que ha sentido el maltrato y el dolor de ser tratado peor que lo más bajo por magos con poca verguenza y sentimientos -me puse de pie sumamente indignada- Dejen que procese lo que está sucediendo.

Escucho a Madame Umbridge y miro a Madamoiselle Luna, no hablo para ninguna - Alguien se atrevió a llevarse la vida de Madame Minerva, mi amiga. -contuve el llanto y endurecí mi temple- Madamoiselle Luna, la apoyé en las últimas votaciones, siendo honesta a mi misma y luchando por lo que es bueno. Considero que no es usted una persona mala, sino que busca el bien de los suyos, debe mantenerse en la misma línea buscando el bien de los buenos, tal como ha repetido tantas veces en esta sala, confío en que sepa entender mis palabras. -mi tono es sincero y dolido por la muerte de McGonagall- He aseverado en varias oportunidades la identidad de Monsieur Flitwick, ya que no tengo dudas al respecto, ni siquiera la más mínima. Asi que debo mi consciencia a ello...

Hago una pausa, miro al enano no se si se atrevió a alzar su varita contra mi amiga, no se quién fue el que decidió quitarla de en medio, solo puedo saber que debo mantenerme firme y segura de lo que estoy por decir.

- Votaremos por Monsieur Flitwick, Madamoiselle Luna, Monsieur Gilderoy. Así como votamos contra Petit Malfoy, aún cuando, como sucede ahora, sus compañeros le defendían ante la incertidumbre. La presencia de Monsieur Flitwick pone en peligro la vida de nuestros amigos. Y mire como estamos, ¡Estamos dejando que muera gente inocente!

Me tomo de las manos con impotencia - ¡Pues ya no más! Siento mucho esto Mon amies-dije con sinceridad mirando a Madamoiselle Lovegood- pero le pido que nuevamente confíe en mi.

La confesión de la pequeña Cho, me heló la sangre. Pero confiaba en su buen juicio, quizás el destino le había regalado un arma con la cual defenderse y no volver a pasar lo que vivió con la muerte de su novio.

Al fin había uno o dos sitios donde dejar sentar su cuerpo extenuado. Donde poder aguantar otra jornada interminable de discusiones e increpancias propinadas unos a otros. Aun así, no estaba el señor Ollivander para euforias, celebraciones de índole alguna por menor que fuese, y lejos estaba de sentir cualquier sentimiento analógicamente cercano a la alegría.

Estaba sentado, con las sombras devorando las facciones de su rostro, en especial, bajo las pobladas y blancas cejas. Parecía ajeno a lo que se decía, pero con su mirada cada vez más perdida y desorbitada escuchaba las distintas noticias que uno tras otro traían al despacho, sumando nuevos disgustos a su cansado corazón y más culpabilidad sobre sus hombros.

-Hoy...- se exclamó con convicción decidiendo levantarse de donde estaba para elevar su voz con un brillo renovado en sus ojos- ...votaremos al profesor Flitwick y cumpliremos así, la última voluntad de la profesora.. -como si aquello fuese una sentencia no abierta al debate. -Así no habrá más servidores del oscuro-al-que-no-debemos-nombrar.- Se equivocaba Narcissa al afirmar que solo les faltaba una persona para dominar aquellas votaciones. Todos olvidaban siempre que el fabricante de varitas, había luchado y defendido con votos y actos sus honrosas creencias. Además estaba, que a Hermione le había prometido que la muerte de ella no sería carente de sentido. Seguro que Ravenclaw no estaría en absoluto de acuerdo, con el nombre señalado y se abalanzarían de una vez por todas sobre él, pero ¿qué importaba ya? Sí los buenos brujos y magos no se unían bajo estandarte del bien común, alejados de los intereses personales, estarían destinados todos a la más absoluta perdición y sometidos a las tinieblas. 

Con ello, se acercó silencioso (como siempre) pero firme. E introdujo aquél nombre al cáliz.

-Como han dicho, ahora el señor Dobby, no es una urgencia... puesto que tienes la correa del profesor Lockhart y jamás haría daño a un inocente ¿verdad?- remarcó con sarcasmo mirando a Luna. Ella podría haber obligado a Gilderoy a atacar a Flitwick por la noche, Crabbe habría aceptado gustosamente, eso no lo dudaba nadie, sin embargo, esa niña hipócrita y caprichosa no había hecho nada para aliviarles de esa votación y terminar de una vez por todas... con todo mal.

-El bien triunfará sobre el mal. Es la opción más sensata. Y... a mí, cuando fui joven para recorrer los muros, las aulas y los pasillos de Hogwarts donde vine para aprender... en Ravenclaw me enseñaron a usar el cerebro. ¡Y jamás! Nos inculcaron ser avariciosos.- Recriminó furioso. -Esperáis "ganar"... ¡Tsk! Ganar... ¿qué? no hallaréis ninguna riqueza quemando el bosque, quizás pensáis encontrar bajo él diamantes y oro, pero... ¿de qué os servirán cuando no habéis dejado nada para comer?- Al fin y al cabo, la furia era más fructífera que la desazón.

Luego volvió a sentarse, como si hubiese hecho un colosal esfuerzo. Los días se cobraban sus facturas en las extremidades del anciano. Miró a Dolores y sin haberse olvidado de sus inquietudes y contestó, no, con la respuesta que le gustaría ofrecerle...

-No, no es así. Es decir... perdone. Sí, es cierto que...- el señor Ollivander prefería no verlo como un robo sino un mal necesario, lo que había hecho- ...di uso a las pociones que encontré en ese almacén. No obstante, como dije, no me quedan más. Los vapores de la muerte... - En vez de avergonzarse elevó orgullosamente un poco la cabeza, puesto que creía haber actuado bien aunque erró de objetivo al no saber lo que estaba por venirse. -La muerte... la destiné a la profesora Trelawney, sin saber... que la pequeña Luna, cambiaría sus órdenes con Lockhart al último momento al verse arrinconada. Ella la mató y los vapores... se perdieron. En parte... fue un alivio no tener que cargar... con otra muerte más en mi consciencia, aunque fuese completamente merecida, por ella, y los suyos, han muerto muchos inocentes que estaban destinados a hacer grandes cosas.

-Lo, lo siento... no tengo más, pociones de ninguna clase- como hemos dicho, lamentaba no poder darles otra respuesta, otra esperanza.

No me sorprendió ver el ave posarse sobre mi enjuto cuerpo. Que la gente no me apreciaba no era una nueva para mí. Puse los ojos en blanco cuando Gilderoy me preguntó.

— ¿Qué quieres que diga? Ya lo dije, ¿quieres que confiese algo que no soy? Claro que de poco me sirve, hay intereses contra la casa de las águilas ahora que las otras han visto mermadas sus fuerzas y tienen que unirse contra el objetivo fácil. Solo prometedme que seguiréis buscando a los traidores si caigo... por mucho que haya demostrado no ser fiel a los mortífagos al no temblarme el pulso al votarles, de poco me ha servido. Importan más los rangos que la verdad.

Palabras sombrías derivadas de las acusaciones que se hacían contra mí. Por fortuna, parecía que el Inquisidor había sido descubierto, caería tarde o temprano aunque decidieran castigarme a mí.

Luna permaneció más tiempo en silencio. Siempre había sido tratada mal por sus compañeros. Que si era Lunática, que si era rara... no obstante, aquello no había hecho más que fortalecer en algún modo su carácter. Nada de aquello le afectaba. Había logrado aportar grandes cosas durante aquella segunda estancia en el castillo y estaba contenta por ello.

No entendía el sarcasmo en la pregunta de Ollivander. Ella se caracterizaba por haber ido de cara y no contando a unos lo que a cada cual le interesaba. Además había colaborado con Gryffindor y sin duda alguna había logrado, gracias al uso de su poción, que ningún inocente más cayese en manos de los inquisidores. Pero bueno, aquellas rencillas ya venían de lejos y como Ravenclaw, sabía perfectamente que a veces es mejor ignorar que discutir. ¿Que no habían matado por la noche a Flitwick? Obvio. Él aún no había confesado y no existían pruebas completamente certeras de que fuera culpable. Si querían condenarlo, lo harían entre todos durante el día.

Dobby la culpaba a ella. ¿Por qué exactamente? La decisión de que hubiera sido él el siguiente Inquisidor no recaía en ella. Crabbe había tenido tiempo de hacer caer en las sombras a un sucesor y solo él era el culpable de la desdicha del elfo. Prefirió no decirle nada. El pobre ya estaba suficientemente condenado.

Finalmente se centró en Fleur, la única con cabeza en aquel lugar. Seguía sintiendo confianza por ella y le seguía estando agradecida por el apoyo mostrado anteriormente. La escuchó con atención y solo cuando terminó se atrevió a contestarle.

- Sigo confiando en ti, Fleur. Así pues, votaremos a Flitwick entre todos, por el día. Ya que no ha confesado hasta ahora prefiero que sea juzgado por todos. No dudes de que mi voto y el de Lockhart irá dirigido a él. Continuemos con la alianza.

-Para votar al joven Draco Malfoy no os tembló el pulso. A pesar de que antes se hubiera confesado una mortífaga. Dijo dirigiéndose a todos y especialmente a los Ravenclaw.

Se votó a Malfoy porr el mismo motivo porr el que se va a votarr a Flitwick, al menos en Griffindorr. Y es tan simple como que sabemos que es culpable y que su muerte va a evitarr futurras muertes, como lo hizo la de Malfoy. - El tono de Viktor parecía mas agresivo, estaba claro que estaba molesto con que repitieran una y otra vez las mismas tonterías.- Así que podemos dejarr de discutirr sobre tonterrías de las casas y votarr a Flitwick parra que no muerra nadie mas, al menos nadie inocente. Luna no dejarrá que los Inquisdorres maten a nadie y no morirrá ningún inocente mas. -Lo veía tan claro que no entendía porque seguían discutiendo.

Sirius llegó con gran velocidad al despacho y al ver que Minerva no estaba, su rostro se descompuso. Había habido tres muertes y solo se sabía de una de ellas: Crabbe había sido eliminado por Cho. ¿Quiénes habían sido los otros dos? Seguramente uno de ellos era Flitwick pero aún quedaba uno más.

Al escuchar lo de Dobby, la mirada de Sirius se tornó triste. Tendrían que arremeter contra el bondadoso y valiente elfo que Harry había liberado y al cual apreciaba tan profundamente. Eso sería una lástima, aunque había aún alguien más a quien votar.

- Que no hayas admitido tu suciedad no quiere decir que estés limpio, Flitwick. Todos sabemos a la perfección que eres un mortífago y yo, al igual que mi casa, me uno a votar contra ti. Es una lástima que Dobby sea el nuevo inquisidor pero primero hay que votarlo a él -.

Acariciaba el extraño pájaro mientras me señalaban. Dialogar no iba a servir de nada, solo quedaba esperar que al menos con mi muerte se empezaran a centrar. No los culpaba, puede que yo sin querer también votara un inocente.

-Que sea como tenga que ser, pero espero que al menos los que puedan unirse a los mortífagos o inquisidores también sean localizados o no sufran ningún ataque. Lo último que necesitamos ahora son más de esos.

Dije "esos" con tono de desprecio aún a sabiendas de que me incluían en el lote.