Partida Rol por web

Turno 1º
Crucero Imperial "Mano del Pesar"
Subnivel 1
El Salvaje Azul, algún punto entre Illysium y Mundorrefugio

 Hollas se mesó la barba con gesto pensativo mientras observaba el cielo grisazulado a través de los ventanucos de su camarote. Aquella pequeña nave les había dado más problemas de los que se esperaría en un trasto tan destartalado como ese, por lo que solo podía significar una cosa: que necesitaban huir a toda costa.

Su deducción fue acertada, cuando sus soldades trajeron a los prisioneros al puente de mando, el rostro de desesperación de una de las mujeres le dio la razón. No reconoció a ninguno de los tripulantes, ni al capitán. Un total de cinco personas, un hombre (el capitán), dos mujeres un muchacho y un goblin que los acompañaba. ¿La tripulación de la nave? Quizás el chico y el goblin, pero dudaba que las mujeres tuviesen alguna relación con los otros tres, más allá de que quizás fuesen dos esclavas para vender en Puertoumbrío, o dos fugitivas de la justicia imperial. Lo segundo tenía más sentido, pero no encajaba del todo, el aspecto de ambas era impecable: las uñas demasiado bien cuidadas, el pelo demasiado brillante, la ropa perfectamente limpia y planchada. Lejos de que una de ellas fuese más alta y de envargadura más robusta, ninguna de las dos tenía el aspecto de ser una muerta de hambre ni una delincuente. Claro que no necesitaban ir sucias para ser unas asesinas.

Las mujeres eran traicioneras. Camuflaban sus intenciones tras una cortina de sensualidad. Si fuese un jovenzuelo imberbe tal vez creería que las mujeres eran inocentes, pero cierta cuchillada a la altura del riñón izquierdo le aseguraba que una mujer bien vestida era más peligrosa de lo que aparentaba.

Como fuese, la nave viajaba bajo un pabellón falso, por lo que seguramente se trataba de una nave pirata. Había que comprobar el número de identificación para saber si se encontraba en los registros. Con suerte, puede que la nave fuese un propiedad robada.
Hollas levantó una ceja, el estado del fuselaje era pésimo, ningún noble tendría un cacharro como ese.

Crucero Imperial "Mano del Pesar"
Celdas B-1 a B-5
Subnivel 4
El Salvaje Azul, algún punto entre Illysium y Mundorrefugio

La celdas tenían cuatro metros de ancho por dos de largo, y estaban equipadas con un camastro, un lavabo y un banco, que hacía las veces de inodoro. Los muros eran de acero y las puertas eran pesados y gruesos barrotes de hierro. El pasillo que se veía justo enfrente era una mural de acero tachonado de hierro, adornado con sobrias cenefas en plata. Aunque fuese un crucero imperial, estaba bien decorado.

Primero habían hecho una visita al puente de mando, dónde el capitán Hollas les atendió amablemente (todo lo amable que te puede recibir el Comandante Imperial de un enorme Crucero de Batalla clase A1 que te ha estado persiguiendo sin descanso durante las últimas dos horas) y luego tuvieron la oportunidad de visitar la prisión de Mano del Pesar, dónde fueron encerrados en un bloque de celdas, dónde las tres últimas (los bloques eran de ocho), estaban en ese momento vacías. 

El sonido era un zumbido suave, el sonido del crucero deslizándose entre las nubes del Salvaje Azul y el vapor de sus cañerías viajando a toda velocidad por los conductos. No había ni una sola fuga, todo era limpio, perfecto y al mismo tiempo, hermoso...

Ya llevaban una hora allí. Era cuestión de tiempo que descubrieran sus identidades. Vance sabía a quién llevaba a bordo de su nave, pero Hollas no tenía ni idea todavía de que él estaba allí. Natasha había sido capturada junto a su guardaespaldas Naomi, y debía mantener el secreto de esta captura (y de su propia identidad), sino querían que Hollas las despachase de vuelta a Illysium, dónde finalmente acabaría casándose con Carlowe.

Tenemos que intentar salir de aquí aunando nuestras distintas especializaciones para eso tenemos que ponernos de acuerdo pero de nada servirá si nos están escuchando y nos han dejado aquí para oír que decimos.

Intento concentrarme en aislar los sonidos del funcionamiento de la nave para oír sonidos humanos fuera de nuestra vista. Sí los oigo, nos oyen.

Kale había fingido un miedo cobarde cuando los atraparon, parecía estar siempre esperando recibir un golpe de sus captores. Se removía inquieto, no posaba la mirada en ningún lugar por demasiado tiempo... un acto que cumplía con dos objetivos. Observar todo sin que pareciera que lo estaba haciendo, y hacer que los imperialistas lo subestimaran. Aún recordaba la cara de satisfacción del guardia ante el escándalo que había armado mientras le quitaban sus herramientas y sus armas.

Una vez estuvo en su celda, y los guardias se retiraron, sonrió para si mismo y se sentó en el camastro. Escuchó atentamente mientras observaba la celda, y especialmente el mecanismo de la cerradura. De la caña de una de sus botas sacó un cilindro largo de acero con dos terminaciones planas, la mitad del tacón de la otra se convirtió en una burda pero efectiva empuñadura para su destornillador, y de una costura deshilachada de su chaleco sacó una lima fina. Volvió a calzarse y silbando bajito se acercó a la puerta de su celda y comenzó a trabajar en la cerradura.

Natasha se paseaba de un lado a otro como un gato enjaulado. A pesar de las dimensiones de la celda, cualquiera que la hubiera visto ir y venir hubiese sentido que el lugar era extremadamente estrecho, que el encierro era mucho mayor.

Su rostro reflejaba preocupación. Si la descubrían allí, si el capitán de esta nave llegaba a conocer su identidad, todo se iría al garete.

Todo había resultado muy sencillo hasta ahora... ¿por qué tuvimos que cruzarnos con una nave del imperio? ¿qué fue lo que les hizo sospechar de nosotros? Más le vale al capitán no habernos vendido... Tenemos que salir de aquí cuanto antes, si no, es cuestión de tiempo para que termine en otra nave de regreso a casa para ser entregada a los brazos del infeliz de Carlowe.

Los pasos de la mujer dejaron de resonar y sólo quedó el murmullo de los motores de la nave. Ella se paró frente a las rejas y se asomó todo lo que le permitieron los barrotes.

-Capitán- a pesar de que apenas levantó la voz, su tono fue autoritario y reflejaba el fastidio que sentía en aquel momento. -¿Conoces a quién comanda esta nave? ¿qué chance hay de que podamos salir de aquí sin... ningún tipo de consecuencias?- No se arriesgó a preguntar nada más. Ella no sabía cuanto conocía su historia el resto de la tripulación, confiaba en que Vance hubiera sido discreto.

Kale trabó la mandíbula cuando sintió que uno de los engranajes se trababa y un resorte se salía de su lugar. Respiró profundo y volvió a concentrarse, utilizando la punta de la lima para reubicar el resorte y el destornillador para destrabar el engranaje. Desde allí, siguió hacia adelante, destrabando el siguiente engranaje y dejando que el mecanismo volviera poco a poco hacia atras. Fue controlando sus movimientos y contando las vueltas, hasta que no hubo más movimiento, era de agradecer que los imperiales mantuvieran sus cerraduras bien aceitadas.

Con cuidado extrajo las herramientas y las guardó en sus bolsillos, y antes de probar si la puerta abría, utilizó uno de los lentes de sus antiparras como espejo para mirar a los lados del pasillo.

Snargle mostraba estar tranquilo. En su larga carrera de piloto y navegante en naves de dudosa legalidad ya se había encontrado en una situación similar en múltiples ocasiones. Tenía en mente las situaciones anteriores e incluso rio al recordar alguna de ellas.

-Vamos, no os vengáis abajo.- dijo con su particular voz chillona - Estos comandantes de hoy en día no son como los de antes... éstos son unos blandengues, les das unas palmaditas en la espalda, unas bonitas palabras y quizás un buen soborno y estaremos abandonando este maldito cacharro en menos que se escacharra un brazo neumático. ¿Verdad capitán? - dice intentando tranquilizar a los demás. -¿Ya estas haciendo de las tuyas, muchacho?- rie mientras mira a Kale y se percata de las intenciones del joven.

Cyrus sonrió a su vez: nunca dejaba de asombrarle la rapidez con que Kale era capaz de ponerse manos a la obra, sin importar lo desesperada que fuese la situación. Sin embargo, lo que le sobraba en energía, en ímpetu, le faltaba en visión a largo plazo, pero con el tiemposería no ya un gran contramaestre, sino un sobresaliente capitán.

- Kale, maldito ratón escurridizo, no te apresures y vuelve a meterte en la celda, con la puerta abierta-, ordenó con sorna. Luego elevó la voz , aun hablando en sussurros, de modo que todo el mundo le escuchase-. Señoritas, parece que aquí tenemos un percance. Evidentemente sufriremos un retraso, pero tengo varias ideas para conducirlas a su destino si son capaces de seguirme la corriente. Por lo pronto, a partir de ahora diríjanse a mí como "comandante", y asígnense un rango militar, el que prefieran. Después...-

Unos pasos resonaron por los escalones de reja metálica que conducían a las celdas, de modo que con aún más presteza, Cyrus terminó de dar sus instrucciones.

- Bien- susurró-, ahora necesitamos reducir sin muertes a nuestros carceleros, aunque luego exigiremos que nos entrevisten en el puente de mando. Confío en su buen hacer, señorita Bishop, y en su habilidad, buen Kale, así que  adelante.

Dicho lo cual, el capitán se dejó caer en el camastro de la celda, con la más estudiada de las poses de indiferencia que tenía en su repertorio.

- Vamos Caps, me conoces - dijo Kale en un susurro, estar en la cuarta celda tenía sus ventajas, como por ejemplo el campo de visión - Hay un guardia en cada punta del pasillo, a unos seis metros de mi cada uno, y en cuanto abra la puerta me verán. Asi que por ahora y hasta que piense en algo será mejor que os olvideis de que os saque o que reduzca a ambos guardias a la vez... - volvió a estudiar el pasillo - A menos que... ¿En que celda se encuentra señorita Bishop?

Parece que ha logrado forzar una cerradura. – Estoy al otro lado de la celda de Natasha Syri que esta a su lado por eso no logra verme.

Sí pudiéramos llegar al puesto de radiotelegrafista, inutilizar su equipo y provocar una avería para huir entre el caos.

- Vale, nos vemos en unos segundos... o no - Dijo Kale en un susurro y, tras observar nuevamente el pasillo y la posición de las lámparas murmuró unas palabras robadas a su involuntario maestro. Un instante más tarde las bombillas parpadeaban y se oscurecían, dejando el pasillo en la mas absoluta de las oscuridades.

Kale abrió la puerta lo justo y necesario para deslizar su cuerpo fuera de la celda, contó las puertas dejando pasar una, y al tacto ubicó la cerradura de la que lo ocupaba. Buscó las herramientas y se puso a trabajar prontamente, Sin embargo se encontró con algo que no esperaba, el mecanismo de esta celda era ligéramente diferente, aparentemente cada celda tenía su propia llave. Maldijo internamente por el tiempo perdido y rápidamente adaptó sus movimientos, sabiendo que los segundos corrían presurosos y casi sintiendo como los pasos de los guardias se acercaban.

Sus dedos antes que su mente supieron que la cerradura había cedido, y con cuidado dejó que el mecanismo se deslizara hasta quedar abierto. - Hecho - susurró - cúbrete los ojos y luego ve a por el de la derecha, yo iré por el de la izquierda. - sin esperar respuesta, Kale cerró sus ojos con fuerza y al instante de haber cancelado un conjuro, lanzó el opuesto para crear un fogonazo de luz que encegueciera temporalmente a los guardias, que para ese momento debían tener los ojos acostumbrandose a la oscuridad.

De repente, las luces del pasillo se apagaron, sumiéndolo todo en completa oscuridad. 

- ¿Eh? ¿Qué pasa? - preguntó extrañado uno de los imperiales, el que estaba más cerca de Kale. El ruido que producía el jovencito al trastear con el candado de Bishop atrajo la atención del guardia, ya que pudo escuchar como el metal de su armadura crujía al dirigirse dónde él estaba.

- ¡Quietos los de dentro! Si intentáis algo, daremos la alarma - dijo el otro soldado, justo al lado del pasillo.

Súbitamente, del mismo modo que se apagaron las luces, volvieron, y los dos soldados se encontraron con que Kale estaba fuera. Abrieron la boca para pedir el alto, pero el repentino fogonazo que se produjo una milésima de segundo más tarde, los dejó completamente ciegos.

La celda de Bishop estaba abierta y los dos custodios, con la cara hundida entre las manos mientras intentantaba mantener el equilibrio.

La situación allí en las celdas sólo parecía conflictiva para Natasha. Mientras el capitán proponía algún extraño plan para salir de allí, el joven mecánico trabajaba, con ganzúas y alguna otra herramienta extraída de quien sabe donde, en la cerradura de su celda. Por lo visto, era esperable de él ya que el goblin lo encontraba de lo más natural.

La joven, entonces, se serenó. La gente que había contratado para su traslado -todo gracias a Naomi, valía recordar- había resultado de lo más eficiente y resuelta con lo cual, la posibilidad de estar fuera, ahora se presentaba sumamente cercana.

Asomada a los barrotes se concentró tanto en la acción que estaba llevando a cabo el jovenzuelo que cuando las luces se apagaron, apenas pudo reprimir una exclamación de sorpresa. Sin embargo, su educación y el férreo control que ejercía sobre sus emociones la ayudaron a no causar jaleo, ni siquiera cuando los guardias dieron la voz de alto. Sus ojos comenzaban a acostumbrarse a la oscuridad cuando creyó oír un susurro y la luz se hizo de nuevo. Lo que vio la dejó momentáneamente paralizada y al momento, el fogonazo de luz la cegó, obligándola a cerrar los ojos con fuerza y protegerse con las manos. pero al menos tenía un panorama de la situación.

Mientras su vista se aclaraba comenzó a murmurar unas palabras extrañas, casi como un canto y luego, cuando pudo volver a ver, señaló a los guaridas y exclamó -¡Olvida!

Al lograr salir pese al fogonazo cargo contra el imperial mas cercano.

Confío en que al estar desarmados, ser una mujer y tener a su compañero enfrente no abrirá fuego. Si logro llegar a su lado mi intención es hacer que por un rato ni se acuerde de que esta en la Flota Imperial. Un golpe de mi rodilla en sus partes mas sensibles y me cederá sin problemas armas, llaves, identificadores.

Lo intento en silenció para no alertarlo. Si avisará a mis compañeros seguro que dispara.

"Por cada acción hay una reacción" decía el viejo Nahum. Sin embargo el prefería un adagio del bajo mundo "Si tu acción es suficientemente rápida, no hay respuesta" claro que quien se lo enseñó no utilizó palabras tan bonitas, de hecho casi ni usó palabras, sino sus puños. Del mismo modo él pretendía que el guardia que tenía enfrente, siguiera sin poder levantar una mano.

Sin dudarlo cargó contra el guardia juntando sus dos manos para formar un mazo y tirándolas hacia atrás mientras corría. Saltó en el último momento, aplicando todo el envión en un golpe ascendente destinado a la mandíbula del cegado hombre que no imaginaba lo que le esperaba.

El conjuro de Natasha dejó, aún más confundido, al imperial que estaba más cerca de Naomi. Ciego y aturdido, el soldado dejó caer la lanza y se tambaleó buscando la pared con las manos. Lo único que consiguió fue recibir una tremenda embestida de la guardaespaldas de Lady Blackbird, que lo envió al suelo varios metros más allá. La señorita Bishop era una mujer muy fuerte, y eso sorprendió al Capitán Vance, que no la había visto aún en acción.

Justo al otro lado del pasillo, Kale se lanzaba contra el otro guardia, lanzando un golpe ascendente contra la mandíbula de este. La cabeza salió disparada hacia atrás de forma brutal, se escuchó el sonido de los huesos al quebrarse y el quejido del hombre fue lo último que se escuchó antes de que cayera inconsciente al suelo a los pies del muchacho.

Kale sonrió, satisfecho de su hazaña, y no tardó nada en revisar los bolsillos del caido. Con un gesto de decepción se guradó las pocas monedas que tenía, así como una daga y un diente con moldura de oro que se había aflojado con el golpe. Le dejó un anillo que parecía de casamiento, y una medallita de peltre con la figura de un santo ignoto. Ya bastantes problemas tendría el tipo con sus superiores como para generarle unos peores con su esposa.

- Este no tiene las llaves - Dijo acercándose a Naomi, poniendo un gesto de dolor al ver al guardia inconsciente con la protección inguinal abollada. - Y creo que a ese lo dejaste sin las joyas de la familia... recuérdame que no te haga enojar. - mantuvo la distancia para no recibir él algo por su osadía, y pensar que había estado durante todo el vaje lanzándole indirectas y recibiendo silencios por respuesta. - Si él no tiene las llaves, tendré que abrir las celdas que faltan a mi manera.

Recojo la lanza y la maza de madera que lleva al cinto. Al ver la expresión de miedo en la cara de Kale no puedo más que sonreír. – Tranquilo cuando investiguen que ha ocurrido será evidente que no se ha dejado sobornar ni seducir y no tomaran represalias contra él.

Mirando al caído como intenta calmar el dolor. – Y tu pareja me lo agradecerá a menos que fuerais a veros de aquí unos días. Por cierto amable marinero – mientras balanceo la maza como sino pesará nada – ¿hay mas centinelas tras las puertas?

Kale le sonrió a Naomi, una sonrisa mas bien nerviosa - No, si no me preocupa lo que le pase a él, sino lo que podría pasarle a mi cuerpo si te enfadas conmigo. - Se acercó al caido evitando interponerse entre él y Bishop, y se acuclilló a sus espaldas. - Sabes, creo que no debo recordarte lo que puede pasarte si gritas, dame las llaves y responde amablemente y te haremos el favor de dejarte inconsciente y sin más daños que hasta ahora. - Le dijo al guardia cerca de su oido, en un susurro lo suficientemente alto para que Naomi lo escuchara. - Y si eres tan amable de indicarnos cómo llegar a nuestra nave, puede que incluso te ahorremos ese último golpe y puedas fingir que te desmayaste.

Cyrus contempló la acción sin molestarse en levantarse del lecho: después de todo aquellos hombres eran de su completa confianza, y sabía a ciencia cierta de sus mil destrezas y artimañas. Por lo tanto se limitó abservar con ojo crítico cómo Kale y Naomi se deshacían de los vigilantes, y sonrió divertido mientras echaba la cara a un lado para proteger sus ojos de la centella del joven hechicero.

- Bien, - dijo tras incorporarse cuando todo hubo acabado,al tiempo que se aproximaba a los barrotes de la celda-, primer paso prácticamente concluido: salir de las celdas. Lady Blackbird-, continuó con un gesto galante-, veo que son grandes vuestras habilidades, y que vuestra acompañante se maneja tan bien con las piernas como con la lengua: mi tripulación y yo mismo podemos estaros más agradecidos.

Kale, procura que nuestro invitado forzoso nos indique el camino al Buho, los pasadizos hasta el camarote del capitán, la situación de las cantinas y dormitorios de la soldadesca y, finalmente, la ubicación de los motores. Ah... Y no olvides quitarles la ropa pues,  caballeros, señoritas, vamos a necesitar espectáculo: ¿cómo podemos hacer que un caos silencioso paralice y se apodere del crucero, mientras nos acercamos a tener unas palabras con el capitán?

- ¿Caos silencioso? ¿Palabras con el capitán? creía que nos iríamos directo al Buho sin hacer ruido y escaparíamos sin más. ¿Para que quieres hablar con el Capitán? - Dijo Kale a su comandante mientras revisaba al guardia caido y le quitaba lo que tuviera de valor como un acto reflejo.