Partida Rol por web

Nada más oír éso, presto, voy hasta la tienda (cerca de aquí) y entro, Friedrich, debo irme, intentaré alcanzar a Etien, el destinatario de la otra carta entregada en la ciudad; si marcho ahora podré alcanzarlo. Una vez allí, mandaré un ave mensajera para informaros de dónde estoy hospedado y qué equipaje deberéis mandar. Vuelvo a la Gran casa y recojo lo poco que había empaquetado. Al encontrarme allí con Gustav, Prepara un coche, debo marchar ahora mismo. Cualquier cosa que necesite informados seréis por ave mensajera. Ni tiempo tengo de recoger mis cosas, tengo que ser rápido si queiro encontrarme con ése la Etien. Iré a marcha forzada hasta encontrarlo. En cuanto el coche esté, marcho rápido como el rayo.

Sonríe al escuchar aquel niño e intenta no reírse al ver el arma pensando que debe estar gracioso intentando dispararla- Muy bien, gracias y suerte chico- se despide levantando la mano. Con sus cosas lista de dirige al lugar de encuentro, preguntándose como demonios serán los otros 9 que la emperatriz Elisabetta ha llamado. Mientras camina sumergida en sus pensamientos coge una de sus cantimploras y le da un buen sorbo, "Esto va a ser interesante... y largo, bueno el vino es un buen compañero".

Pues... Ve y haz tu trabajo, entonces - le digo nuevamente al niño, mientras cierro la puerta. Un instante antes de cerrarla, la abro de nuevo y le doy un par de monedas, una propina. Me sentía algo benévolo esta mañana - Para ti.

Sin más que hacer, le doy una última regada a mis plantas... ¿Quién sabe cuándo las volveré a ver? No importa, había algo más importante ahora. Quizás la vecina pueda cuidármelas mientras me voy...

Entonces hago mis maletas. Lo más importante: comida, mis armas, mi armadura, algo de soga, algo de yesca y pedernal... Y un bolso para llevarlo todo. No era mucho, pero era suficiente, a mi parecer. También guardé todo el dinero que tenía conmigo, que no era mucho, pero de algo serviría.

Sin dejar nada de valor en la casa, me dirigí a la casa de la vecina. Le di mi llave y entonces, luego de explicarle que me iba de viaje y de pedirle que cuide mi casa, salí hacia el Palacio Real. Con la armadura puesta y las armas en su lugar, iba por la calle. No era mi impresión asustar a la gente... Tan sólo no quería parecer débil ante la Emperatriz, y mi armadura ayudaba en eso.

Llegas a palacio sobre el ocaso, y dada tu presencia, los dos guardias de la entrada te paran al acercarte.

-¿Quien es y que desea?- te pregunta uno de ellos, mientras ambos cruzan unas lanzas delante de ti, impidiendote el paso

Tan pronto como recoges tus cosas, sales en busca del misterioso Etien, lamentablemente, no consigues encontrarlo, por mucho esfuerzo que pones, parece que se lo trago la tierra...  De todas formas, si realmente sois compañeros, habra partido hacia palacio, por lo que decides hacer lo mismo.

Aunque el viaje es largo, los caballos aguantan el trayecto sin demasiados problemas, llegando a Arkangel cerca de la hora de la cena, cuando el sol se pone. En la puerta de palacio hay 2 imponentes guardias, vestidos con pesadas armaduras. Mirando a tu alrededor consigues localizar la posada Podeca, donde en este momento, esta entrando un hombre de aspecto intimidante con una armadura de estilo oriental.

Al ver al guardia de la Orden del Cielo entendí que aquello era realmente importante, si hasta me enviaban un escolta. Acepté de buena gana que me llevasen a la posada donde conocería a mis compañeros en esta misteriosa aventura.

Entro en la posada mientras cargo con el equipaje, compruebo una y otra vez el nombre hasta asegurarme de que ésa es la posada correcta. ¿A quién diablos me encontraré? Si fueron 8 cartas enviadas...quiere decir que...¿seremos 8 en la profecía? ¿Cómo serán? ¿Habrá algo extraño entre nosotros? ¿Rencillas? Camino directo hasta la posada buscando, una vez dentro, la mesa que parezca corresponderme.

La Emperatriz me ha llamado a su Palacio. Mi nombre es Yatusabi Bai, y aquí tengo la carta que lo demuestra - y entonces saco la carta y se las muestro. No dejo que la agarren, simplemente se la muestro a la distancia. Intento que vean el sello real, para que me dejen pasar.

Si no me creen, pues pueden ir a preguntarle personalmente a ella.

Antes de que Nüll tuviera tiempo siquiera de preguntar al cartero como había dado con él, este ya se había marchado corriendo. Cerró la puerta de la habitación que tenía alquilada en aquella posada en algún lugar de Helenia, y abrío el sobre.

- ¿Pero que...?

Parecía una trampa. Tenía que ser una trampa. ¿La Emperatriz, requiriendo su presencia? ¿Que podía saber aquella joven de él? Si, su aspecto llamaba la atención, pero había procurado mantener un perfil bajo, sin permanecer demasiado tiempo en un mismo lugar y aceptando los trabajos justos para pagarse el alojamiento en las posadas más insignificantes que pudiese encontrar. Era imposible que la Emperatriz del Imperio de Abel hubiese oído hablar de él, a menos que ellos le hubiesen hecho saber de su existencia. No sabía quienes eran, solo que le habían estado persiguiendo desde que abandonó el infierno en el que se transformó Terrasanta tras su repentino "despertar". Pero sabía que eran poderosos, y tenían contactos. Y que eran muy peligrosos.

¿Debía ir? Su primer instinto era que no, que debía alejarse de Arkangel todo lo que pudiera. Pero por otra parte... Desde que huyó de Terrasanta y tuvo tiempo para pararse a pensar, había estado buscando respuestas. ¿Quien o que era él? ¿Había sido alguna vez otra persona, o solo era uno más de los dementes experimentos que aquella gente ocultaba en aquel laboratorio? Tal vez Elizabetta Barbados pudiera responder a alguna de esas preguntas, o al menos ponerle en el camino de las respuestas. La curiosidad venció a la prudencia, y Nüll recogió sus escasas pertenencias, pagó al posadero dos días más para que mantuviera la boca cerrada, y reemprendió el camino, rumbo a Arkángel.

Llegas a Arkangel cuando el sol ya se puso, y al acercarte a las puertas de palacio, uno de los guardias que protegian la entrada se te acerca, medio intimidado por tu presencia, y apuntandote con su lanza desde una distancia prundente, te pregunta:

-¿Quien eres y que quieres?-notas en su tono de voz un poco de miedo, pero su voluntad le permite realizar su trabajo, sobreponiendose al miedo.

Al igual que en otras situaciones, al meterte entre tus libros, el concepto del tiempo desaparece y cuando te das cuenta, el carro estaba detenido frente a una posada. Shiro esta abriendote la puerta mientras te dice:

-Lamento interrumpir su lectura, pero ya hemos llegado: bienvenida a la Podeca-señalando el edificio que tenia detras, que aunque como el sol ya se habia ocultado, seguia teniendo una aspecto imponente-Creo que no somos los ultimos, asi que puedes ir entrando. Yo voy a dar parte de que ya he terminado esta mision, por lo que esto es la despedia. Pero no te preocupes, seguro que nos volveremos a ver-te dice con un pequeño guiño

-Vaya diferencia entre el grupo que ha convocado la emperatriz, primero un niño travieso y ahora un guerrero que aparenta partir las rocas con sus puños...-dice levantando la lanza- La emperatriz dice que os recibira cuando el grupo este completo, por lo que te toca esperar un poco. En la Podeca, aquella posada de alli-señala un edicificio de los alrededores-se estan reuniendo los miembros que ya han llegado, por lo que deberias ir y presentarte.

Nüll suspiró; aquella reacción solía ser habitual en cuanto le veían aparecer. Símplemente extendió la carta y se la entregó al guardia. Confiaba en que el sello imperial fuese suficiente para convencerle.

- Supongo que esto me servirá como salvoconducto, ¿no?

Para tu sorpresa, ante el improvisado salvoconducto, el guardia no parece sorprenderse, es mas, te parece notar ver entre las rendijas de su yelmo una expresion que daba a entender que te estaba esperando. Con su miedo ya desaparecido, levanta la lanza y te dice:

-Definitivamente, la emperatriz tiene amigos muy variopintos, un niño, un guerrero brutal, tu...-como si ya hubiese repetido este mensaje varias veces durante el transcurso del dia, te dice:- Eres el ultimo en llegar, el resto de tu grupo ya se fue a la Podeca-dice señalando un edicifio que parece una posada-deberias y por alli y avisar de tu presencia, que nosotros nos encargamos de avisar que el grupo ya esta reunido.

Guardó la carta y se despidió del guardia con una inclinación de cabeza

- Muchas gracias

Caminó en dirección a la posada, preguntándose que tipo de gente le esperaba allí. La verdad es que todo aquello seguía pareciéndole una trampa o una broma, pero si la propia guardia de Arkángel ya estaba sobre aviso, tenía que haber algo serio en todo aquello.

Ya sea de la forma que sea, un grupo de 10 personas de diferente procedencia que habia sido convocado por la Sacro Santa Emperatriz se habia reunido en la Podeca, una lujosa posada de la capital de Abel, Arkangel. Dentro del edificio, en la zona que podria bien ser el comedor, habia una enorme mesa circular con 13 asientos y, frente a estos, un grabado de un arma, aunque algunos un poco borrados por el paso del tiempo. Por la zona del recibidor se encontraba una mujer, ya entrada en años, atendiendo a los visitantes, a los cuales les indica que pasen a la mesa y cojan asiento, que aun falta para que el anfitrion de esta reunion llegara. Al tiempo que se iban sentando, la mujer os servia algo de cenar, puesto que era la hora y algunos estaban hambrientos

Observo ( o mejor dicho, babeo) ante la gran cantidad de comida que hay sobre la mesa.

---¡¡¡Comida!!!!!- exclamo emocionado mientras salto sobre la mesa y comienzo a coger con las manos  los distintos alimentos y llevándomelos a la boca a la vez que derribo un par de copas de mis compañeros y alguna que otra jarra  que haya sobre la mesa....

Nüll se sentó ante la mesa sin pronunciar palabra. No comió ni bebió nada; no le gustaba comer en público, ya que solía quitarle el apetito al resto de los comensales. Desventajas de tener los labios totalmente quemados.

Se limitó a observar al resto de los presentes. Desde luego eran un grupo de lo más variopinto; si aquello era una trampa, podrían haber elegido a gente mucho más discreta. Observó con curiosidad que también había un hombre completamente vendado de pies a cabeza. ¿Podría ser alguien como él?

Aún no se había recuperado del shock, lo habían citado en palacio, pero por algun motivo se habían encontrado allí, y no solo eso, los estaban esperando. Aunque todavía faltaban tres personas.

Un joven saltando sobre la mesa lo sacó de su ensimismamiento. Por lo general solía preferir ser el último en sentarse, pero el resto no parecía por la labor.

Finalmente se apróximo, le puso una mano en el hombro al chico y lo forzó un poco a sentarse -No va a faltar comida no te preocupes- dijo mientras se sentaba también.

El grupo era extraordinariamente pintoresco. Mientras agarraba algunos aperitivos se decidió a romper el hielo y preguntó al aire para que respondiera cualquiera -Bueno.... ¿estamos todos aquí por el chico mensajero?- aquella pregunta no les daría demasiada información y les permitiría agarrar la conversación por alguna parte.

Cuando siento una mano en mi hombro me giro con rapidez derribando mas platos y vasos, que caen en el suelo.

--- Si no va a faltar comida entonces puedo seguir comiendo ¿no?- pregunto algo confundido ante la frase del desconocido que me hace sentarme y cuando pregunta acerca del mensajero levanto la mano con entusiasmo- ¡ Si, yo tengo la carta de Eli, dijo que salvaria al mundo!- digo con el mismo entusiasmo con el que he levantado la mano y luego añado con tono solemne- ¡ Lo dijo un mago, asi que será verdad!