Partida Rol por web

Esto... Eh... ¿Dónde  me  he  metido?

Es  cierto  que  yo  no  soy  precisamente  el  tipo  de  heroína... "clasica"  que  aparecen  en  los  libros  de  historia  o  las  novelas... Vale... Es  cierto  que  la  persona  que  me  ha  traído  aquí  tampoco  entra  dentro  de  los  cánones  de  belleza  épica  esperado... ¿Pero esto? ¿Estos  son  las  otras  personas  que  van  a  salvar  el  mundo? Y  vuelvo  a  decir  que  yo  no  es  que  sea  precisamente  el  prototipo... Pero  no  sé... Me  esperaba  algo  más...

- Ho... Hola... - Digo  mientras  me  acerco  a  la mesa. Será  mejor  que  por  el  momento  sea  una  Sophia  cándida  y  dulce. - ¿Pu... Puedo  sentarme? - Y  hago  un  tímido  gesto  hacia  una  de  las  sillas. Espero  un  par  de  segundos  de  rigor para  ver  si  alguien  me  "da  permiso", aunque  como  nadie  parece  prestarme  atención, me  siento  igual. - Respondiendo  a  su  pregunta. - Y  miro  al  chico  moreno  de  la  chaqueta  amarilla. - No  puedo  contestar  por  el  resto, pero... Por  mi  parte... La  respuesta  es  sí... Recibí  un  mensajero  esta  mañana...

Por  un  momento  miro  al  chiquillo  que  está... Deborando  todo  lo  que  encuentra. La  verdad  es  que  si  es  verdad  eso  que  somos  los  salvadores  del  mundo, sin  duda  este  muchacho  tiene  que  ser algo  más  de  lo  que  aparenta... Este  y  todos  los  presentes.

- Y... - Empiezo  a  decir  mirando  al  niño. - Todo  el  mundo  sabe  que  los  magos  solo  existen  en  los  cuentos  para  niños.

Disimuladamente  empiezo  a  contar  a  los  asistentes... 1...4...6...8...10... Parece  que  somos  10, un  grupo  numeroso  sin  duda. A  parte, parece  que  faltan  dos  personas  más. Trece en  total. La  verdad, si  buscaban  discreción, no  sé  si  juntarnos  a  todos  era  la  mejor  idea. Además, creo  que  más  de  uno  y  de  dos  no  pasarían  por  ciudadanos  normales  precisamente... ¿Llevaran  armas  escondidas? 

Espere precisamente al instante donde la joven pelirroja se sentó en la mesa y dijo lo de un cuento de hadas.

En ese momento, avance, pacientemente y me senté a su lado.

Cogí un trozo de pan y queso, y comí un poco, al acabar de tragar dije:

-Mi nombre es Huracano, recibí la misma carta que ustedes esta mañana,y aquí me encuentro y no creo que los magos sean un cuento-dije mirando a Sophie.

Me sentía raro, ante tanta gente, pero aun así prometían, el grupo era grande y el lugar adecuado.

Como nos encontremos aquí, no tenía importancia, que haríamos todos juntos, eso si la tenía.

´´Sophie,soy Huracano,si sueno en tu cabeza,esto te responde a lo de que los magos no existen,no lo digas"Tenia una sonrisa en la cara.  

Parecía que había logrado que la gente empezara a hablar. Igual hasta los tipos de las vendas habrían la boca.
-Que una carta con el sello real mencione a un mago es un tanto preocupante, no solo porque sean cuentos, sino porque siempre se justifican con santos. De todas maneras, como dice la señorita, eso son cuentos de hadas, las profecías siempre son cosas sin sentido, pero quién soy yo para no aceptar una invitación a palacio-

En aquel momento iba a presentarse y a invitar al resto a hacerlo, pero luego se dio cuenta de que no debería confiar en ellos tan rápido.

Nüll se limitaba a taborilear en la mesa con los dedos; la conversación no le llamaba mucho la atención, porque aunque sabía que no era adecuado sacar el tema de los magos en una conversación, había visto cosas que le hacían pensar que aquello era más un tabú social que otra cosa. No había visto nunca a un mago, pero si cosas peores y más increíbles.

- Supongo que hay cosas que es mejor que permanezcan en la leyenda, donde no pueden hacer daño -murmuró

Al llegar a la posada una mujer me indico hacia donde ir y se lo agradecí con una sonrisa. 
Habia mucha gente en la sala. Y trece sillas. Al parecer como los apóstoles. Sonreí para mi con aquella ocurrencia. Observé que en la mesa había gravadas varias armas, y decidí sentarme en una que me representase, como por ejemplo ese par de dagas cruzadas. Como alguno de los comensales ya habian empezado a comer dediqué una breve plegaria a Dios por la comida. 

- Dios misericordioso, bendice estos alimentos que vamos a tomar. 

Ante el comentario de la joven pelirroja respondí sin poder reprimirlo. 

- Lamento discrepar pero la magia y los magos existen. Y cosas peores. - Dije agarrando el cuchillo con fuerza. Instantes después relajé la mano. - Esos magos en el mejor de los casos no son de fiar. Y en el peor... Deberian ser perseguidos y erradicados. 

-No son los magos los que hacen daño, son las personas, las que utilizan mal, esos dones, dados por dios-dijo al hombre vendado.

No estaba de acuerdo para nada, el en sus viajes, había visto magos, curando gente escribiendo, y no era justo que dejara decir, que hacían mal a alguien.

Luego miro a john y dijo:

-Magos así los eh visto salvar vidas con su mágia,no somos quienes para criticarlos,y aquellos,que toma mal camino es como un asesino,no culpamos al arma culpamos a la persona.

¿Perseguidos? ¿Erradicados? Definitivamente, el  chico  de  la  daga  no  me  cae  bien... Si  piensa  eso, será  mejor  que  no  use  mis... Trucos... Y  diré  trucos  por  no  decir  otra  palabra, ya  que  parece  que  algunos  de  los presentes  no  tienen  reparos  en... Invadir  mentes  ajenas...

Si  dice  que, lo  mejor  que  puede  pasar, es  que  no  son  de  fiar...

- Menos  mal  que  entre  nosotros  hay  alguien  con  unos  ideales  sobre  el  ser  humano  tan... Interesantes... - Y  le  sonrío. - Espero  que  si  nos  encontramos  con  uno  de  esos... Magos... Usted  dé  buena  cuenta  de  ellos.

No  le  quitaré  un  ojo  de  encima... Ni  al  tal  Huracano...

Nüll cesó el tamborileo de los dedos cuando oyó hablar al religioso, y luego continuó cuando el tal Huracano le respondió

- No se si serán dones de Dios o del Demonio, pero hasta la fecha los monstruos que he conocido eran todos muy humanos.

Siendo guiado por la amable señora de la posada me acerco lentamente a la mesa mientras observo a parte de los comensales. Siento interrumpir tan repentinamente pero coincido totalmente con él y añado por lo menos de toda la magia que he presenciado ninguna buena o beneficiosa he visto. Espero poder verla alguna vez si es verdad que existe tal finalidad en ella. Busco y tomo asiento lo más alejado posible de los hombres que están vendados. Mi nombre es Aramil, gusto en conocerlos. Intuyo que son los que han sido convocados por las cartas. Espero no haber metido la pata al interrumpir tan bruscamente. Gusto en conocerlos. Espero haber encontrado al grupo correcto.