Partida Rol por web

Un lujoso coche se detiene delante de una no menos lujosa mansión, situada a unos kilómetros de la ciudad de Tebas, Egipto. La gigantesca casa, de aspecto colonial, es propiedad de un ricachón británico apasionado por la arqueología: Cornelius Hollister III, el heredero de una gran fortuna. Vuestra relación con él se limita a encuentros amigables en un entorno académico en londres, donde él asistía de vez en cuando a charlas sobre arqueología, y de algunos cócteles exclusivos organizados por él. Desde vuestra perspectiva es el típico personajillo de la alta sociedad británica cuya fortuna le permite costearse lujosos hobbies, como es el caso de la arqueología.

Hay numerosos coches de los que baja gente con sus mejores galas. Al parecer, la expectación es máxima. Cornelius piensa presentar en la fiesta su último gran hallazgo. Ya ha intentado en ocasiones anteriores relacionar su nombre al de la egiptología, pero hasta ahora, nunca ha hecho nada digno de mención.

Vestidos de etiqueta, salís del coche que os recogió en la puerta del hotel en Tebas. La noche, a pesar de todo, puede ser divertida y os dejáis llevar por el sonido de la música y el aroma afrutado de algunos cócteles que los camareros pasean en bandejas de plata entre la gente. Ummm, definitivamente, el smoking no es el mejor sitio para guardar un látigo. Aunque es una fiesta, ¿no? Se supone que no habrá problemas.

La fiesta está llena de gente de todo pelaje. Desde estiradas señoras de edad envueltas en caras pieles que coquetean con los jóvenes camareros, hasta jóvenes herederos que presumen entre ellos sobre quién se siente más tocado por la fortuna en su corta vida, pasando por viles especuladores de materias primas, tiranos de lejanos países disfrazados de exóticos hombres ricos, intelectuales, etc... La fiesta se desarrolla en uno de los amplios salones de la mansión Hollister. Tiene las dimensiones de una sala de baile y está decorada con multitud de piezas egipcias. Muchas, de un considerable valor. Entre los invitados reconocéis muchas caras famosas de diversos ámbitos.

La suave música se desliza por todos lados y se mezcla con el murmullo y el sonido de los alegres brindis. Todo el mundo parece inquieto ante el anuncio que Corneluis va a hacer.

La sala está llena de billetes, eso es bueno. Necesito verdes para poder seguir trabajando. Pero no me siento cómodo en un lugar lleno de gente sofisticada, lo mío son los antros donde puedes quedarte pegado si no vas con cuidado. Además, en esos antros puedo llevar mi latigo y el resto de mis armas, no me siento cómodo sin ellas.

Así que, aburrido, continúo apoyado en una columna con una pose que deja patente mis huevos y chulería mientras bebo el champán que llevan los camareros por la sala.

Estos ropajes son una mierda, echo en falta mi revolver.

Pensaba para sí Anne de camino hacia la fiesta.

Una vez que el coche llegó a la mansión bajó del coche y con paso seguro entró en el salón en el que se estaba llevando a cabo la celebración. Sin parase a observar a los invitados, se puso en uno de los laterales de la sala desde donde podría estar observando tranquilamente la fiesta.

Con una precisión felina alcanzó uno de los cócteles que llevaba uno de los camareros, y sin dudar le da un pequeño sorbo.

Al menos esta copa me hará olvidarme un poco de este incómodo vestido.

Copa de champagne en mano, David departía divertido con dos bellas gemelas rubias, muy elegantemente vestidas. 

"Deberíais ver las caras que pone Georgie cuando va perdiendo en el cricket. A veces tartamudea. Es de lo más gracioso. No penséis que es falta de respeto, él y yo somos amigotes desde hace años. Ahora Eddie, ese si que es un hombre que sabe divertirse. Si os contara mis historias con el príncipe... pero no todas son aptas para damas."*

Las rubias se rieron, David le dio un sorbo a su copa y por el rabillo del ojo notó la presencia de Rick, en su pose de tío duro, algo fuera de lugar en un ambiente tan formal.

"Esperad un momento" les dijo a las gemelas. "Os presentaré a alguien que os fascinará."

Se acercó a Lobo con una sonrisa.

"Oye, tú. ¿qué se supone que estás haciendo allí sólo, con esa cara? Déjame ver..."

Le acomodó la corbata. 

"Así está mejor."

Le pasó una mano por sobre los hombros e hizo un movimiento con la cabeza hacia las rubias.

"Mira lo que tengo para ti. Esas gemelas son las hijas del agregado comercial ante las colonias francesas de África. Un tío muy bien conectado. Yo no lo pensaría dos veces si fuera tú, pero yo ya tengo a mi Maddie. No me mires así, no puedes estar toda la vida corriendo detrás de tesoros. Debes pensar en tu futuro." 

Volvió a echarles un vistazo a las gemelas. 

"El futuro lejano o el de esta noche, al menos."

Le dio un codazo cómplice en las costillas y les hizo un ademán a las chicas.

"Chicas, acercaos, vais a amar a este tío. Este es Lobo McReady."

Miró a Lobo.

"Cuéntales a las chicas lo de Nepal." 

Habían pasado tantas cosas en Nepal que todavía le costaba asimilar que había sido real y no una mala pesadilla. Si cerraba los ojos podía escucha los disparos volando sobre ellos, notar el metálico olor de la sangre y que recorriera en su interior esa mezcla de adrenalina y miedo que hacía mover su cuerpo como si de una maquinaria se tratase. ¿Había sido algo desagradable? Sólo ella conocía la respuesta, camuflando sus secretos entre maquillaje y sonrisas estudiadas.

Terminaba de retocarse las últimas pinceladas de maquillaje en el coche ayudándose de un pequeño espejo circular, camino a la gran fiesta. No es que hubiera sido despistada y llegara tarde, más bien era una especie de código de etiqueta donde crear expectación ante la tardanza era mejor visto que ser puntual y, por supuesto, lo seguía a rajatabla.

Cuando vio la fachada de la mansión en el horizonte, Maddie terminó de perfilar sus labios con un ligero carmín claro para guardar todo en su bolso de mano blanco a juego con sus tacones.

Para esa noche había escogido un vestido un vestido color pastel ceñido a la cintura pero con vuelo por las piernas. No era provocativo, más bien algo recatado que acentuaba lo justo su figura sin llamar demasiado la atención, unido al cabello lacio que caía en cascada por uno de sus hombros dándole un aspecto de perfecta y atractiva inocencia.

Se adentró en la fiesta disfrutando de la música y cogiendo uno de las copas que los camareros paseaban, asegurándose que había cogido una sin alcohol. Agradeció con una sonrisa mientras oteaba el ambiente y buscaba con la mirada a su grupo, encontrándolos dispersos por distintos puntos.

Sin embargo sus pasos se dirigieron lentamente hacia David, su prometido, y Lobo, su chófer, quienes parecían entablar una conversación la mar de curiosa, tardando un poco más al tener que saludar a otros invitados que la detenían por mera educación.

Veo que el descanso os ha sentado bien a ambos.- Eran dos hombres tan distintos que resultaba extraño que pudieran haber vivido aventuras juntos y significar tanto para ella, aunque de distinta forma. Posó la mano libre en el hombro a David aunque su mirada fuera directa hacia Lobo antes de girarse hacia las gemelas rubias que parecían haber conquistado.- Un hombre os estaba buscando, creo que era vuestro padre. Puede que fuera importante, parecía preocupado.- Sonrió sin ningún tipo de maldad hacia las mujeres, esperando que captaran la indirecta directa de que se marcharan con la máxima educación que sus instructores le habían enseñado, y dándole un pequeño sorbo a su cóctel.

Os zambullís en aquel mar de frivolidad e hipocresía como quien permanece a flote en solitario en las aguas de la playas irlandesas. Dejáis pasar unos minutos refugiándoos con una copa y masticando unos deliciosos canapés mientras sacáis el precioso reloj de bolsillo con vuestras iniciales grabadas, no parar mirar la hora, sino para recordar el funeral de Herbert Donaldson.

Fue una mañana de domingo gris con nubes que amenazaban lluvia que al final no descargó. Allí estabais con el corazón en un puño rodeados de un gran número de gente despidiendo al viejo Herb. Fue entonces cuando alguien se acercó. La primera en reconocerlo fue Madeleine. Era Douglas, Douglas Archer.

Tras un corto intercambio de palabras para ponerse al día, Douglas Archer os pidió que le acompañarais, así que subisteis a su coche negro y os llevó a una vieja estación abandonada donde se encuentra detenido un enorme tren. Confundidos, prestáis atención a la historia que Douglas tiene que contaros en aquel abandonado lugar...

Desde hace un tiempo, venimos siguiendo el súbito interes del gobierno de Hitler por las ciencias ocultas. Su desatado interés en la supremacía de la raza alemana le ha llevado a buscar la prueba definitiva que relacione la leyenda de un poderoso líder de guerra, al que ningún arma podía derrotar, y nombrado en numerosas y variopintas culturas, como el primer eslabón de la raza aria. La versión nórdica es la más antigua de dichas leyendas, por cierto.

Todo ello llevó al partido nazi a reunir a la flor y la nata de los intelectuales alemanes para buscar pruebas de la existencia de ese personaje mítico. Así es como se fundó el Grupo de Thule hace unos años, dirigido por el profesor Ludwig Kessler. Ese grupo se dedica a buscar incansablemente dichas pruebas alrededor del mundo. Objetos de poder, o "legendariamente sagrados" como ellos mismo dicen, que aparte de demostrar la conexión entre ellos y ese "primer alemán", les dotarán de ciertas ventajas estratégicas para extender la Alemania Nazi por todo el planeta.

Como respuesta a este sueño húmedo de Hitler, Goebbels y Kessler, por orden de su Majestad, hemos tenido el honor de crear el Club de la Calle 57. Nuestra labor no es otra que contrarrestar las acciones de los alemanes. Adelantándonos un paso e impidiendo que echen sus sucias manos sobre esos objetos legendarios. Para ello necesitamos a intelectuales de todos los ámbitos, y por supuesto, nos hemos fijado en ustedes. Es por ello que... - Aquí saca unos relojes de bolsillo con vuestras iniciales grabadas que os ofrece con su mano enguantada. - Os ofrecemos pertenecer al Club de la Calle 57.

Aún recordáis cuando recogisteis el reloj y cómo sonó el "bienvenidos" que Douglas Archer os dijo. Volvéis a guardar el reloj y vais a por una nueva copa, deseando que Hollister haga su aparición y las "liebres salgan de sus madrigueras".

La noche estaba siendo amena, Hans conversaba con varios egiptólogos  los cuales como el parecían emocionados por el futuro descubrimiento que Cornelius Hollister iba a mostrar esta noche, todos coincidían  pese a la poca información que poseían en que el hallazgo prometía algo de valor incalculable para la humanidad.

Hans observo el reloj de bolsillo poco tiempo atrás adquirido, observarlo siempre le traía recuerdos amargos: la muerte de Herb, lo cerca que estuvieron de obtener la máscara y como aquello lo hubiera acercado un poco más a honrar los estudios de su fallecido padre.

A lejos pudo observar que Hinault parecía un poco molesta y mantenía distancia del resto de los invitados por lo que disculpándose con su actual compañía se acercó a ella.

 
Fräulein Hinault  ese atuendo le queda maravilloso, debería desinhibirse un poco, estamos en una fiesta- dijo amablemente a la tensa joven

-Bueno, lo de nepal fue una gran cabronada. Primero subir esa montaña inmensa, era tan grande que desde abajo no veías la cima, y luego esos putos chinos y sus ridiculas volteretas y sus estúpidas patadas voladoras. Solo lograron quitarme el sombrero. Pobres desgraciados. En fin, que  esos chinos estaban atacando a unos monjes que vivían en su monasterio, en lo alto de la montaña. Pero nada como un autentico americano para darles una jodida lección a esos amarillos.

Maddie se les acercó y, de manera elegante, ahuyentó a las gemelas.

David las despidió con un leve movimiento de la mano y un gesto de decepción.

“No es lo que estás pensando, Mads.” Quiso aclararle a su prometida. “Esas dos eran para nuestro amigo.” Hizo un gesto con la cabeza en dirección a Lobo y tomó un sorbo de su copa. “Aunque no tiene importancia. Su… florido lenguaje al relatarles nuestras aventuras estaba a punto de ahuyentarlas con la misma efectividad que tú lo has hecho, querida.”

La miró de arriba abajo, soltó un silbido de admiración, la cogió de una mano y la guió para que girara sobre sí misma.

“Estás impactante.”  

Miró de reojo a Lobo y sonrió.

“¿Soy el hombre más afortunado del mundo, o qué?”

“¿Tienes idea qué puede traerse entre manos Hollister?” le preguntó a su amada. ¿Tus contactos te han dicho algo?

Estando enfrascada en sus propios pensamientos, escucha las palabras de Hans y confunde su voz con la de cualquier joven ricachón, y sin dudarlo ni un segundo, le dedica una cara de asco como respuesta. Una vez que se da cuenta de que es él, su rostro se dulcifica un poco.

Si estoy disfrutando, ¿no me ves?

Alzó su copa en su dirección mientras le dedicaba una sonrisa sarcástica.

Ciertamente, me alegra ver una cara conocida por aquí. - Le vuelve a dar un leve sorbo a su bebida - ¿Qué has estado haciendo durante todo este tiempo?

Bebió otro sorbo de su copa mientras observaba a las rubias marcharse por donde habían venido. Mantuvo la educada sonrisa hacia David sin saber si realmente estaba enfadada, decepcionada o poco le interesaba la presencia de las gemelas, puesto que el rostro de una mujer a veces era más complicado de leer que un puzle inca.

Lo lamento, pero sé lo mismo que vosotros: Nada.- Estar desinformada no era algo que le entusiasmara, sobre todo teniendo en cuenta su trabajo.- Hollister ha ocultado bien la información para sorprendernos en esta velada. Ni sus más allegados saben qué quieren enseñarnos pero, sin duda, será algo deslumbrante. Espero que la realidad esté a la misma altura que la expectación.- Saludó a uno de los invitados desde su posición levantando la copa. Allí había reunidas personas ilustres de los campos que se manejaba, era lógico que conociera a alguno de los presentes.- No creo que tarde en empezar.- Cuando uno de los camareros pasó por su lado, dejó la copa vacía en la bandeja y tener así las manos libres.- Será mejor que nos acerquemos.- Se alejó un par de pasos antes de girarse y mirar a ambos hombres.- ¿Vienen? – Sin esperarles, se introdujo en la fiesta para buscar una mejor posición.

Volvió a admirar a su prometida, mirándola de arriba abajo, a medida que ésta se mezclaba entre los invitados.

 “Ya oíste a la dama.” Le dijo a Rick y se encaminó tras ella. Se detuvo un momento para dejar la copa de champagne vacía en la bandeja de un camarero y coger otra. Le dio una palmadita en el pecho a Lobo, con el dorso de la mano. “Haz lo que yo. Todavía no me doy por vencido contigo, ¿sabes? Yo sigo tus indicaciones en las ruinas abandonadas y tú sigues las mías aquí.”

Se metió entre la gente con paso elegante y una sonrisa encantadora en los labios.

Ciertamente, me alegra ver una cara conocida por aquí. - Le vuelve a dar un leve sorbo a su bebida - ¿Qué has estado haciendo durante todo este tiempo?

 

-Después del entierro de Herb, me he sumido más y más en mis estudios  intentando seguir la estela de investigaciones de mi padre, más o menos lo de siempre- hizo una pausa melancólica dado que el recuerdo de los dos fallecidos aun le dolía.

-Me alegra mucho verte, en los últimos tiempos creo que aprecio más  la seguridad que ofrece la compañía de alguien de tus capacidades, porque supongo que estas aquí por lo mismo que yo  y aquellos viejas Freundschaften que veo por allí-dijo sacando el Reloj que lo identificaba como miembro del club de la calle 57 que ambos poseían y señalando al grupo de viejas amistades que acababa de divisar entre la gente- Quizás deberíamos acercarnos a saludarlos ya que parece que no han notado nuestra presencia, seguramente podamos compartir algunas informaciones sobre el próximo anuncio del anfitrión, por aquí se escuchan cosas muy interesantes  teorias, que para algunos solo son cuentos de Hadas pero despues de lo que he visto no podemos descartar nada - después le ofreció el brazo a la dama para que lo acompañara a saludar al trio

- No te preocupes, lo superarás. Le dice mientras le mira fijamente, intentado animarle.

Al ver cómo Hans va sacando el reloj, en el momento en el que ve su anilla le chita sutilmente instándole a que lo guarde.

- Ahora no.

Al ver cómo resalta a Rick, David y a Madeleine coincide con él.

- Sí, vayamos. - Justo antes de ir hacia su dirección ve el brazo de Hans tendido hacia ella, hecho que hace que suelte una breve risa. - Eso no es lo mio. Vamos, anda. - Le termina diciendo mientras avanza hacia el trío a su lado.

En uno de tus viajes al cuarto de baño pasas cerca del propio Cornelius Hollister, al que el champaagne ha soltado la lengua y afirma, agitando su copa entre los aplausos de impresionados miembros de la élite, que ha encontrado la tumba de Ramsés II. También afirma que "la excavación ha sufrido numerosos retrasos, sobre todo por las supersticiones de esos aldeanos, ya saben ustedes, ¿qué podíamos esperar de unos terrenos llamados Arenas Muertas? ¡Bebamos!"

Conversando con unos y con otros, escuchas el rumor que están en boca de todos: un célebre arqueólogo alemán se encuentra tras los hallazgos encontrados en la excavación. Su nombre es Zimmer, y lleva meses en Tebas excavando en terrenos adquiridos por Hollister. Los invitados fantasean la posibilidad de que haya encontrado la tumba de Ramses II.

Al principio no puedes creerlo, pero allí está, a tan sólo un par de metros. Se trata del Profesor Zimmer, el célebre arqueólogo alemán. Jamás lo habías imaginado con esa planta, puesto que sus aventuras y viajes alrededor del mundo no parecen corresponderse con su avanzada edad, su baja estatura, figura algo rechoncha y unos diminutos ojos de topo, que oculta tras unos también diminutos anteojos. Su mirada, en cambio, es tan astuta como brillante.

Conversa con un grupo de tres jóvenes intelectuales que, probablemente, sueñan con las cotas de fama alcanzadas por él.

Sigues a Hans hasta que se detiene de manera abrupta. Parece haber visto a alguien entre todos los invitados. Notas como su mirada se dirige a un tipo mayor, rechoncho y de baja estatura, con unos diminutos ojos de topo y unos también diminutos anteojos. Conversa con tres jóvenes que lo escuchan con generosa atención.