Partida Rol por web

Capítulo 2: La Cueva del Ogro

Renovados de propósito y más preparados que nunca, el grupo se encamina hacia las afueras de Dundraville. Una extraña sensación persigue cada uno de sus pasos: una combinación de nostalgia y tristeza eufórica; un agridulce deseo de partir cuanto antes para volver cuanto antes. Hombres y mujeres, en los umbrales de sus casas, hacen correr los rumores de su partida entre cuchicheos campesinos. Las noticias vuelan: algunos los observan como héroes, la mayoría como locos más allá de toda esperanza. Momentos después se ensancha el camino, los comentarios melodramáticos se hacen pequeños; reina el silencio durante unos instantes de paz. 

A punto de abandonar el pueblo, el grupo es interrumpido por una voz rota y anciana:

— ¡Vosotros, oh, virtuosos elegidos! ¡Partís hacia un futuro incierto, pero las Moiras conocen bien los pasos que habéis de seguir! ¡Su cuchicheo me revela los secretos del mañana, y bajo su manto todo su esclarece! — Sus manos arrugadas se alzan teatralmente. — Yo soy iniciada en los extáticos misterios. ¡Sin mi ayuda, vuestro yerro es asegurado! Yo bien puedo alumbrar vuestro torcido camino por un miserable puñado de monedas, algo de comida y la promesa de compartir vuestra buena fortuna, si ésta aconteciera. Llevadme con vosotros, os enseñaré a hilvanar el tapiz del Destino...

Yilda casi no ha terminado de hablar cuando, irrumpiendo de una esquina, asoma un hombre marcado por las cicatrices y la mala vida:

— ¿De verdad vais a confiar en los desvaríos de esa vieja? Por favor... No caigáis en su timo. Lo que os aguarda, lo sabemos de sobra... — Cacarea una risa burlona. — Hagámonos un favor mutuo y elegidme a mí, quien a diferencia de esta bruja, sí puede seros realmente útil. — Su voz se avinagra. — Pues yo he sido uno con la sombra. Yo he caminado en la oscuridad. Y vosotros necesitáis a alguien sin miedo a danzar con ella. Un cuchillo que sepa desnudar su velo negro... — Hace una pausa dramática apartando su capa gastada.

—Ese cuchillo soy yo. — Afirma, descubriendo la afilada cimitarra asegurada en su cinto.

Recuerdas haber visto a Yilda antes. Ella predijo la enfermedad mortal de uno de los niños que estuvo a tu cargo hace tiempo. La tomaste por una farsante pero su pronóstico se cumplió. Verla te llena de amargura, pero no dudas en que su talento es verdadero.

Recuerdas haber visto a Nov antes. Él era amigo y hombre de confianza de tu padre, ambos trataban a menudo y compartían lamentables borracheras. De pequeña le viste batirse en duelo con un desconocido, al que desarmó y atravesó sin piedad. Verle te llena de recuerdos amargos, pero no dudas de que sabe luchar.

- Hola Nov. - saludó al hombre de cara llena de cicatrices. Un viejo conocido de su padre, aunque dudaba si el la recordaría.

- No pongo en duda las habilidades de esta mujer, pero si conozco al hombre y sé que es muy diestro con el arma. Tenéis mi palabra ya que yo misma le he visto quitar alguna vida con gran habilidad. - dijo volviendo la mirada al grupo.- Yo pondré de mi parte una ración de viaje y 3 monedas, dejo a elección del grupo si queréis disponer de alguno de ellos. 

Yilda lamento no haberte hecho caso en el pasado, por mi parte Yilda es la adecuada. A mi sus habilidades ya me convencieron en el pasado. Ella me avisó cuando perdería a uno de los niños y sucedió como dijo, con otras decisiones podría haber conseguido una solución.

Aunque aun no lo haga como ese Nov a menor escala ya hago lo que el puede hacer, esta claro que al diversificar mas en mis enseñanzas con algunos atajo algún día alcanzaré a igualar resultados.

A mi parecer la información es lo que nos dará la verdadera ventaja, pero solo es mi opinión claro. Dicho eso saco 11 monedas y las uno a las de Cataria, para quien contratemos. Por suerte mi última compra ha recibido una gran rebaja por parte del amable y generoso vendedor, el no invertir mis monedas en el me permite poder colaborar en un profesional para nuestra misión.

Saco una ración con la que está cubierta la cantidad necesaria.

- Me parece apropiado contar con alguna ayuda extra en este viaje.

- No tengo nada en contra de Nov, pero ya estamos bastantes para dar espadazos, seguro que Yilda puede hacer cosas que nosotros no podemos - Waldo le guiño el ojo tan descaradamente que un pájaro que pasara por allí podría verlo, se ve que no estaba pensando en el combate.

Nov, previendo su derrota, agacha la cabeza y se aleja silencioso de la discusión. Como despedida y para escarnio de Yilda, hace el signo de los cuernos, a lo que ésta contesta con un burlón signo protector. El bandido, amargo y patético, guiña el ojo, saca la lengua y, con largas zancadas, marcha en busca de otra oportunidad que espante el hambre de su estómago.

A poco se dejan atrás las casas y el tumulto pueblerino, la llanura se extiende ante vuestros ojos como un mar verde y fresco. El aire aquí es más puro, remoto al humo de las chimeneas y los conflictos humanos. El sol avanza hacia el atardecer encubriendo los colores del cielo, su belleza hoy más hermosa que nunca. Tener la muerte presente nos hace sentirnos vivos. 

Poco a poco los caminos se difuminan y, lejos de la labranza de los hombres, se convierten en pasajes esculpidos por las botas de los viajeros. Dundraville nunca ha sido una localidad famosa; pronto la senda se torna en un incómodo lío de matojos, arbustos, cantos rodantes y tierra desnivelada. El mal trecho hace que algunos ya empiecen a jadear antes de haber comenzado su aventura.

Pero no todos acusan la misma inexperiencia. Algunos corren tal infortunio que, sea por edicto decretado o por voluntad propia, llaman a estos caminos "hogar". Conocen cada una de las antiguas piedras que trazan sus caprichosas rutas como la palma de su mano y se mueven entre ellas como pez en el agua. Sabido por todos es que, en la ciencia del vagar, no hay más sabio que Eleos, Ciego del Camino.

— ¡Ah...! ¿Serán personas lo que se acerca? ¡Sin duda...! — Su mirada vacía se alza al cielo, volando con el pensamiento, pidiendo a los dioses confirmar lo que supone. — ¡Viajeros inexpertos, me dicen sus desiguales pasos! Sí, no hay duda... Jóvenes impetuosos que comparten un propósito, sí... — Todavía sin estar claro si habla a los aventureros o a sí mismo, Eleos postra sus magulladas rodillas y extiende ambas manos en señal de mendigo a merced de la caridad humana.

Espera Nov, antes de irte toma esto. Sacando una ración de comida y 5 monedas se las entrego, si te parece bien igual en un futuro podemos trabajar juntos, tengo mucho que aprender de alguien como tu.

A la mujer le enterneció enormemente el ciego en medio del camino.

- ¿Y como ha llegado hasta aquí buen hombre? - dicho lo cual sacó una de sus raciones de viaje - tome, tendrá hambre. 

Le tendió la ración al ciego para que pudiera sentirla en su mano. 

Desde la distancia, Nov practica otro de sus habituales gestos haciéndole la higa a Akka, exponiendo su orgullo herido. En cuestión de segundos se lo piensa mejor y vuelve atrás, aceptando el oro y la comida ofrecida. Luego se marcha en completo silencio.

Aunque estoy acostumbrado a caminar, la pobre mujer Yilda le cuesta un poco mas adaptarse y mal que me pese e adapto al ritmo de la mujer, estos son tiempos duros que van a poner a prueba la fortaleza de nuestros principios y la de nuestro cuerpo si mantenemos la costumbre de ayudar y cuidar del hambriento. La brujita por suerte está para ayudarme en esa tarea, es admirable como teniendo tan poco siempre entrega lo que puede y bueno... en mi caso todo cuanto gano nunca es suficiente para todos y me toca ganar mas, es un círculo vicioso que no va terminar.

Por el camino encontramos a un anciano ciego y en esta ocasión es la brujita la que le da de comer, buen hombre estos caminos son peligrosos, debería refugiarse en el pueblo ya que sería mas seguro.

Por fin se habían puesto en camino y ahora aparecía un desvalido enmedio, para retrasar más la cosa.

- Bien Cataria ¿vas ha cuidar de cada hombre del camino como si fuera un cachorro perdido? Vamos a matar a un ogro no ha repartir comida como sacerdotes en fiesta, si este ciego anda por aquí tan tranquilo, tan indefenso no estará. - la chica tenía buen corazón, pero esta vez se trataba de matar o ser matado, no podía ir haciendo paradas, no iban sobrados de tiempo.

Miró a Waldo con una cara inexpresiva, el hombre le caía bien. Burro como un arado, pero con buenas intenciones.

- ¡Oh! No seas tan duro, mucho me temo que parar medio minuto será mas que agradecido por muchos de este grupo. No se si no te has dado cuenta pero algunos ni hablan de los cansados que están. - Pese a todo el hombre tenía razón y no quiso ser ella la causa de retrasar la partida. - Señor, ¿necesita algo más? Me temo que aparte de comida poco más puedo hacer para ayudarle. 

Sonrío divertido ante la ocurrencia y las quejas de mi gruñón favorito. Amigo un grupo es tan fuerte como su eslabón mas débil, Yilda y la brujita no pueden llevar tu ritmo, si ellas llegan muy cansadas al ogro no nos podrán ayudar. Una vez me contaron la historia de un vigilante que tuvo la paciencia de ayudar a un ladrón mas joven que el y con esa paciencia terminaron compartiendo aventuras... quizás ese guerrero debería ser una buena guía para ti amigo.

Waldo es un buen hombre y le tengo aprecio, pero aveces necesita que se abran nuevos caminos para explore nuevos caminos.