Partida Rol por web

Los cálculos estaban hechos. Según los datos contenidos en la placa que os dio Edmond, tardaríais tres días en llegar la planeta.
Cuando Holt abrió su tercer ojo desde su sillón de navegante, la espera de las instrucciones que daba eran lo único que parecía interesar a todo el mundo en el puente.
Durante diez minutos oteó el horizonte sin encontrar el astronomicón, la luz del Emperador que guiaba como un faro a las naves a través de la disformidad. Finalmente confió en los cálculos y trazó el rumbo. No podíais demoraros más. La carrera había empezado y ya íbais rezagados. Finalmente Holt dió el rumbo y Xanatov mandó activar los motores disformes para efectuar el salto.

La densidad de estrellas del vacío desapareció vaciándose en una espesa negrura. Habíais saltado al inmaterium, el  reino de los demonios, y durante tres días Holt estuvo vigilante para que el Fortuna Imperecedera no se saliera del rumbo. Astra corregía el timón según las órdenes de Xanatov, que a su vez leía los ligeros cambios y corrientes que Holt le proporcionaba.

Finalmente, en el plazo estipulado de tres días, El Fortuna salió del inmaterium. Las estrellas volvieron como si se hubieran encendido miles de linternitas a la vez.
Los instrumentos volvieron a su actividad normal mostrando las lecturas halladas. La Dama Ambiciosa había llegado antes, pues su baliza estaba de camino al planeta estipulado, lo cual era bueno, ya que no había ahorrado mucho tiempo, ni os había sacado una enorme ventaja.

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Los motores rugieron impulsando la nave a través del vacío durante los días que tardásteis en llegar a la órbita planetaria. La nave de Alexia orbitaba casi al otro lado del planeta dejándoos sitio para que atracáseis. ¿Una maniobra de distracción o amabilidad profesional? Tal vez las dos cosas. Lo único que importaba ahora era que el planeta verdoso se alzaba por fin ante vosotros y sus tesoros estaban a vuestro alcance... si alguien no se os adelanta.

Habiamós llegado al planeta, y tal como sabiamós, esto era un mundo jungla, y para mejorar las cosas, habíamos llegado un poco por detrás de mi contrincante, lo cual indicaba que nos llevaban poca ventaja, así que no iba a perder el tiempo y tenía la nave lista, sí como buscaba usar los sistemas de la nave para tener un mapa o plano de la zona mas o menos fiable que usar como guía, cualquier cosa que pueda usar para ir mas rápido nos iba a venir de perlas, así que voy dejando todo listo para el descenso. 

El salto había salido bien, no al nivel magistral que Holt hubiese deseado, pero bien al fin y al cabo. Aún seguían en la estela del enemigo con lo que podrían avanzar con cierta seguridad. Llevabs unos días barruntando que el primero en llegar deberia lidiar con las posibles trampas y con el comité de bienvenida de haber alguno. Quizá no estaba tan mal seguir la estela de aquella mujer después de todo. Sabía que estaba acompañada de un astrópata, por lo que, llegado el momento, podría aprovechar eso para rastrearlos. 

Se abrochó el cinturón de su asiento en el cutter y revisó que todo su equipo se encontrara con él. La aventura no había hecho más que comenzar. 

La salida de la disformidad siempre le causaba una sensación de euforia que intentaba ocultar. Confiaba en el buen hacer del navegante y estaba acostumbrada a vivir en el vacío, pero sabía que cualquier cosa podía salir mal. Así que al ver el planeta que buscaban, se relajó en su asiento e intentó imaginar que condiciones encontrarían en esas tierras selváticas.

 Mientras sobrevolábais la superficie os dísteis cuenta del verdor de aquél planeta. Ciertamente todavía no estaba catalogado, pues de lo contrario el imperio habría establecido allí una base, arrasando con los recursos naturales, llenando el planeta de gases contaminantes, agentes químicos y extinguiendo todo a su paso.

Tras un lligero alabeo de Astra para reconocer la zona cercana a las coordenadas que os dieron, divisáis una especie de templo piramidal de piedra clara que asoma entre las copas de los frondosos árboles. Runas e inscripciones xénicas de gran tamaño surcan sus paredes hasta el suelo.

A unos cien metros del templo encontráis un buen sitio para aterrizar, al parecer debía de ser otra estructura pero sus paredes están caídas y las raíces de los árboles surcan las piedras que antes estaban encima de ellas, dejando una pista de aterrizaje artificial pero natural al mismo tiempo.
Astra desciende manejando el Cutter con gran destreza posándolo sobre el suelo y un grupo de piedras. El amortiguador del ala izquierda compensa la elevación del terreno nivelando la nave. Por fin Astra comienza a apagar los sistemas y es cuando sabéis que habéis llegado. Repasáis vuestro equipo y os colocáis en posición.

Xanatov aprieta el botón de apertura. La rampa trasera del Cutter comienza a descender dejando entrar el aire del exterior. Un aire fresco, cargado de rico oxígeno y otros olores silvestres inunda la bodega. Pero no todos los olores son agradables. También existe en el aire el olor de la descomposición de las plantas y animales muertos que la selva reclama como suyos. Es un recordatorio de lo peligroso que puede ser un lugar salvaje. 

Ya habíamos llegado al planeta, el cual estaba todavía la vida salvaje, si conseguía las piedras y el mundo tenía recursos utiles, posiblemente me gustaría establecer una colonia aquí, los cual sería muy util, ya que podría tener mi propio Catachan, pero de momento tenía que asegurarme de consiguir las piedras, y si pillaba en e templo algún tipo de información que entregarla a los academicos, mejor que mejor, aunque sabía que la inquisición querría meter sus narices aquí, "Ya hemos llegado, hay que buscar una ruta rápida y segura, algo me dice que esta selva nos va ha dar mas problemas que la señorita Alexia" le digo a mis compaeñeros.

El olor que había en aquel lugar captó toda la atención de Astra nada más bajar del Cutter. Estaba acostumbrada al ambiente neutro de la nave y al sentir los matices que flotaban en el aire del planeta se dio cuenta que realmente era un planeta salvaje.

—¡Vaya| esto... esto es demasiado salvaje —dijo después de examinar la vegetación que tenía delante—. Xanatov tiene razón, podría estar toda la tripulación de La Dama Ambiciosa escondida y no podríamos verla. Hay que estar atentos y mirar donde pisamos.

El descenso y la toma de tierra fué impecable, como de costumbre. Pisar suelo firme siempre le recordaba asu mundo natal, aunque la exhiberante flora no dejaba de recordarle de que se encontraba en un mundo ajeno al Imperio, por ahora. 

Sus compaleros tenían razón, Alexia debería haber llegado poco antes que ellos y, podría prepararles una emboscada, como ya hizo al salir de aquel tugurio. 

Los cien metros a través de la selva se os hicieron como si hubierais dejado la nave al otro lado  del planeta. 

Por fin las paredes del templo grabadas con simbolos eldar, se alzaban ante vosotros con un aura majestuosa de misterio.

¿Que grandes secretos y tesoros esconden los alienigenas dentro? Es una pregunta difil de responder, porque por mas que buscais, no encontráis entrada o pierta que conceda acceso. Sin duda una de las defensas de los eldars para evitar saqueos. 

Decidís dar la vuelta al templo, inspeccionando las paredes para ver si encontrabais una posible entrada, cuando un animal, sacado como de una grotesca pesadilla, se abalanza desde las sombras hacia Astra con mortal precisión. 

Pese a estar atento, no me doy cuenta de la criatura que iba a por Astra, pero al no saber dónde está, solo mantengo mi mano cerca de mi pistola.

Apenas pudo reaccionar al ataque de aquella bestia. Estaba esperando algún tipo de trampa o emboscada por parte de la otra tripulación, así que simplemente apuntó y disparó a lo primero que se movió en la dirección del grupo. 

La criatura que os ha atacado es grande, camina apoyándose con sus poderosos brazos delanteros pero se impulsa en los cuartos traseros llegando incluso a ponerse de pie. Su pelaje es oscuro tintado de un tono azulado, incluso gris, y su cabeza parece protegida por una estructura ósea de color rojizo que alberga dientes del tamaño de un dedo humano.

Su brutal aparición provoca que no seáis capaces de reaccionar, excepto Holt, pero el fogonazo de su arma indica claramente que no se preocupó de ponerla a punto antes de bajar para desgracia de Astra, que recibe mordisco tras mordisco de la criatura.

Un intenso dolor la hizo tomar conciencia de lo que estaba pasando; un extraño animal la tenía contra el suelo de aquel planeta. En ese instante no tenía ninguna duda de que iba a morir a manos de aquella criatura.

Podía ver de forma borrosa a sus compañeros. Sabía que estaban ahí y que no tardarían mucho en ayudarla, pero en ese momento estaba sola ante la bestia y tenía que defender su vida; otro ataque como ese la mataría. Algo dentro de ella la hizo sacar toda las fuerzas que le quedaban para empuñar su Mordian, y así, parar el inminente ataque que no tardaría en sufrir.

la criatura iba a ser un problema al estar trabada con Astra y mi punteria no era muy buena, por lo que no quería arriesgarme a fallar, por lo que saco mi espada de energía, la prefería a arriesgarme a causar fuego amigo, por lo que una vez fuera, lanzo un tajo al bicho aprovechando que estaba ocupado con mi compañera, "Alejate de mis hombres" le digo a la criatura.