Partida Rol por web

Las Tierras de los Valles

3. Amanecer Sangriento.

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01/02/2010, 14:17
Director

La Casa de Mystra había sido construida hace poco. Era un edificio adusto y sólido, construido sobre una suave colina y al que se accedía por una escalinata de piedra. El cuerpo bajo era muy amplio y espacioso, y albergaba en él las dependencias de uso común como la biblioteca o la sala de oraciones. Sobre él, hacia el norte, surgía una torre como un dedo de piedra alzado al cielo. Hanna, que solía visitar el templo de Mystra a menudo, sabía que allí se alojaba la Señora del Misterio Nasana Talandor (que había sido una segunda madre para ella) junto a las cuatro sacerdotisas que formaban aquella pequeña congregación: Deniria, Immué, Nouméa y Phambra.

Mientras los primeros rayos del alba irisaban en la blanca superficie del templo, Hanna remontó los escalones. La esperaba un día de árida lectura entre tratados de planos, para ayudar en su tesis a Servidora del Misterio Immué. Distraidamente, observó la torre que dominaba el templo para tratar de discernir si las sacerdotisas se habrían despertado ya. Entonces captó un extraño suceso: en el alféizar de una de las grandes ventanas había una mujer que se permanecía de pie peligrosamente cerca del borde. Su túnica azul restallaba con la suave brisa de mañana, y no dejaba duda de que se trataba de una de las sacerdotisas. Había algo en su postura, con los hombros hundidos, que hablaba de un profundo pesar.

Antes de que Hanna pudiera reaccionar, la sacerdotisa se arrojó desde lo alto. Con ceremoniosa calma, sin que un sólo grito saliera de su garganta, chocó contra el suelo en un ruido sordo.

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02/02/2010, 23:01
Hanna

A Hanna no se le caían los anillos por despertarse temprano, y tampoco era amiga de salir por ahí hasta altas horas, así que caminaba bien despierta al templo, con un libro bajo el brazo y quitándose algún resto del desayuno de entre los dientes con la lengua.

Observaba la ciudad que comenzaba a desperezarse, y al volver la vista al templo y ver una de las sacerdotisas en la ventana, abrió mucho los ojos.

¿Q-que...?
Levantó la mano para ir a darle una voz, pero ya estaba tirándose.

¡P-por la Dama...! Dijo llevándose la mano a la boca, conteniendo el aire, y enseguida echó a correr hacia allí. ¡¡Clérigo!! ¡Hermanas, una sacerdotisa aqui, deprisa! ¡Deprisa!

Al llegar junto a la suicida, dio el último paso agazapándose junto a ella.
¡Deniria! Oh Dama!
Le dio la vuelta, torciendo la expresión en un gesto de asco al verle el rostro destrozado, estaba nerviosa.

Pero... Deniria, Deniria...!
Trató de hacer lo posible, aunque en el fondo sabía que cualquier cosa iba a ser inútil. Si aguien podía hacer algo, sería una sacerdotisa que llegase inmediatamente.

¡¡Hermanas!! ¡¡Ayuda!! ¡¡Deniria se ha tirado por la ventana!!

Miró hacia las ventanas, esperando sinceramente que llegasen de inmediato.

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02/02/2010, 23:25
Director

Fue Phambra la primera en asomarse por la ventana, y lanzó un chillido ahogado al ver el cadáver de la sacerdotisa con el cráneo detrozado contra el pavimiento. Mientras la conmocionada congregación de Mystra salía al exterior, Hanna tuvo tiempo de echar un vistazo a la misteriosa suicida. El único detalle digno de mención era una pequeña pulsera enrollada en torno a los dedos, echa con cuerda y trozos de madera.

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02/02/2010, 23:31
Señora del Misterio Nasana Talandor

Nasana Talandor, la Señora del Misterio de la Casa de Mystra, abrió la comitiva de túnicas azules que se arremolinaron en torno a la sacerdotisa muerta. Su semblante era adusto, aunque los ojos transidos por el dolor desmentían la pétrea expresión. Mientras todas las demás sacerdotisas sollozaban entrecortadamente, la superiora hacía visibles esfuerzos por controlar sus emociones. Posó su mirada en Hanna.

-¿Qué ha pasado? -se obligó a decir- ¿qué has visto, Hanna?

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03/02/2010, 09:24
Hanna

Hanna recogió la pulsera de entre los dedos aún calientes de su "hermana", y la examinó detenidamente mientras salían las demás.
Nunca le había visto esto...
Miró a Deniria y cerró los ojos con fuerza, tomando aire. Cuando venían las demás, Hanna las miró levantándose, con mirada triste y consternada, acariciando la pulsera. Para cuando estuvieron al lado, Hanna alternaba la vista desde la ventana al cuerpo de Deniria.

Su segunda madre habló, y Hanna tardó unos segundos en girarse y responder.
Solo... estaba en el alféizar, parecía muy triste, no pude hacer nada, se tiró y... vine corriendo, llamándoos. Le mostró la pulsera. Llevaba esto enrrollado en los dedos, creo que nunca se la había visto... ¿Le pasaba algo? ¿Alguien sabe qué representaba esta pulsera, o la notó rara, o triste, o algo fuera de lo... normal?

Su corazón aún latía con fuerza, pero le extrañaba tanto un suceso así... Normalmente, y más entre gente tan apegada, estas cosas se intuyen o se ven venir...

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03/02/2010, 09:40
Señora del Misterio Nasana Talandor

-Oh, mi muchacha -Nasana abrazó a Hanna con ternura-. Lamento que hayas tenido que presenciar algo tan terrible. Pero... debemos llevar esto con la mayor discrección posible. Si esto se hiciera público, supondría un duro golpe para el culto de Mystra. Llevemos el cuerpo de Deniria dentro y allí responderé a tus preguntas, Hanna.

La Señora del Misterio levantó la mirada mientras la figura menuda pero elegante de un elfo dorado aparecía en las puertas para dirigirse hacia allí.

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03/02/2010, 09:47
Director

Ivelios encontró el edificio del que el Maestro Erudito le había hablado. Era un edificio sólido y de piedra, coronado por una torre de tejado cónico al Norte. En las dobles puertas de recia madera lucía el símbolo de Mystra, y se accedía a ellas por una escalinata de piedra. El templo presentaba el perfecto estado que sólo los edificios construidos hace poco tienen.

En un costado de la escalinata había un grupo de mujeres que rodeaban el cuerpo desmanejado de otra, que estaba tirado en el suelo. Todas menos una llevaban las túnicas azules del clero de la Dama de los Misterios. Todas, sin excepción, volvieron su vista al recién llegado Ivelios.

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03/02/2010, 09:55
Hanna

Hanna dio unas palmaditas a Nasana y miró al recién llegado.

Tsk... Tomó aire. Yo me ocupo.
Asintió y haciendo de tripas corazón se fue dirigiendo hacia el elfo, colocándose bien la ropa y mirada un tanto sombría, negando para sí misma con la cabeza, y metiéndose la pulsera en el bolsillo.

Cuando llegó delante suyo, recompuso su porte. Los ojos de la muchacha estaban algo enrojecidos y tristes. Medía algo más de metro setenta, y llevaba la melena por debajo del cuello, castaña, que enmarcaba un rostro de por sí poco acostumbrado a pasar largos ratos sonriendo.
Debía tener veintitantos años, y bajo las ropas algo gruesas, propias de primera hora de una primavera recién estrenada, se intuía un cuerpo delgado.

Levantó una mano a modo de saludo, y después la cambió a una especie de "alto".
Agua dulce y risas ligeras... Saludó con dificultad para decir un saludo tan alegre en un momento tan doloroso.

Bienvenido a la Casa de Mystra, señor. Lo siento, pero me temo que tendrá que esperar unos minutos.
Poniéndole una mano en el hombro, le dirigió hacia donde no pudiera verse nada de lo que había sucedido. No parecía que se aceptasen objeciones.

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03/02/2010, 10:27
Hanna

 

La adepta dio unas palmaditas a una de las sacerdotisas, a quien le estaba dando un sentido abrazo, y miró al recién llegado.

Le dijo algo por lo bajo, asintió y haciendo de tripas corazón se fue dirigiendo hacia el elfo, colocándose bien la ropa y con la mirada un tanto sombría, negando para sí misma con la cabeza, y metiéndose algo en el bolsillo.

Cuando llegó delante suyo, recompuso su porte. Los ojos de la muchacha estaban algo enrojecidos y tristes. Medía algo más de metro setenta, y llevaba la melena por debajo del cuello, castaña, que enmarcaba un rostro de por sí poco acostumbrado a pasar largos ratos sonriendo.
Debía tener veintitantos años, y bajo las ropas algo gruesas, propias de primera hora de una primavera recién estrenada, se intuía un cuerpo delgado.

Levantó una mano a modo de saludo, y después la cambió a una especie de "alto".
Agua dulce y risas ligeras... Saludó con dificultad para decir un saludo tan alegre en un momento tan doloroso.

Bienvenido a la Casa de Mystra, señor. Lo siento, pero me temo que tendrá que esperar unos minutos.
Poniéndole una mano en el hombro, le dirigió hacia donde no pudiera verse nada de lo que había sucedido. No parecía que se aceptasen objeciones.

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03/02/2010, 12:39
Ivelios

Ivelios asiente levemente con la cabeza mientras sus ojos vuelven a posarse en el corrillo de mujeres que se encuentran en el costado de la escalinata. No había que ser un genio para darse cuenta de que algo extraño ocurría: lo mas seguro es que la mujer en el suelo hubiese fallecido.  

Había venido aquí con la intención de hablar con Nasana, pero veo que ahora no es el mejor momento- el elfo mira a Hanna- volveré más tarde.

Inclina la cabeza en señal de despedida y se dispone a irse.

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03/02/2010, 13:14
Hanna

La adepta suspiró y asintió, deteniéndose cuando el elfo dijo que tenía intención de volver más tarde. Oír llamar a la Suma scerdotisa por su nombre no era nada habitual, así que supuso que la debía conocer muy bien.

Como desee... Si quiere le dejaré algún recado, soy Hanna, Servidora de la congregación. ¿Usted es...?
Esperó la respuesta del elfo conteniéndose la curiosidad de mirar hacia atrás demasiadas veces, para poder mantener la vista en el rostro del elfo, educadamente.

Vaya mañanita.... vaya mañanita...

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03/02/2010, 13:48
Ivelios

 Mi nombre es Ivelios Thartein- contesta- a decir verdad, no tengo un recado concreto o importante que darle a la lider de vuestra congregación. Simplemente, el Maestro Erudito me dijo que era Nasana la que podía ayudarme, así como recibir mi ayuda, en unos asuntos relacionados con su trabajo. Nada más que eso.

A pesar de los denodados esfuerzos de la humana para no darse la vuelta y mirar lo que ocurre detrás de ella, está claro que no quiere perder más el tiempo del necesario con Ivelios. Y es algo lógico, dada la situación.

Gracias por su amabilidad y disculpad las posibles molestias causadas. Volveré más tarde y le dejo hacer. Al fin y al cabo, tiene asuntos más acuciantes en este momento.

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03/02/2010, 14:06
Director

Notas de juego

Tú dirás a dónde vas ahora.

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03/02/2010, 14:05
Hanna

Hanna asintió e hizo una inclinación de cabeza.
De acuerdo... muchas gracias, señor. Le pasaré el recado, descuide.

Que Mystra te guíe en sus Misterios... buenos días.
Tomó aire y volvió a paso ligero con las demás.
 

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03/02/2010, 16:13
Director

Hanna encontró al resto de la congregación en la pequeña botica. Habían tendido a Deniria en un diván, y estaban reparando sus heridas para dar un aspecto al cadáver más... presentable. Desde luego, nadie parecía plantearse siquiera devolver la vida a la sacerdotisa. ¿Qué sentido tenía devolver la vida a una suicida?

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03/02/2010, 16:16
Señora del Misterio Nasana Talandor

Nasana Talandor estaba supervisando los preparativos cuando vió llegar a Hanna. Con un gesto con la cabeza le indicó que la acompañara a una pequeña celda anexa a la biblioteca donde algunas hermanas trabajaban. La Señora del Misterio le ofreció sentarse en uno de los bancos mientras ella misma tomaba asiento en el banco de enfrente, del otro lado de la mesa.

Nasana no parecía saber por dónde empezar, así que dijo:

-¿Qué quería ese hombre de la puerta?

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03/02/2010, 16:26
Hanna

Hanna acompañó a las demás al interior y cerró la puerta, así al menos si entraba alguien le oirían. Su expresión seguía siendo sombría cuando acompañó a la Señora de los Misterios.
Ahora que habían pasado unos minutos es cuando empezaba a tener que quitarse lágrimas y coger aire de tanto en cuanto.

No es momento de llorar... Nasana también lo está pasando mal, y bien que aguanta...

Se llamaba Ivelios Thar.... mm... Cogió aire, con los codos en la mesa y tragó saliva, recordando el apellido. Thartein... decía que venía de parte del Maestro Erudito, para ayudarla y pedir su ayuda con unos asuntos de trabajo. Dijo que volvería mas tarde.

Cruzó los dedos de las manos, jugueteando con los pulgares mientras los miraba con la mirada algo perdida. Tras unos segundos evitando el tema, llevó la mano al bolsillo y dejó la pulsera en la mesa, mirando a Nasana a los ojos.

¿Era de alguien querido o algo así...? Porque a menos que revolvamos su cuarto... Ladeó la cabeza, pues la idea le desagradaba profundamente, pero intuía que iba a ser necesario- es el único indicio.

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03/02/2010, 21:08
Señora del Misterio Nasana Talandor

Nasana frunció levemente el labio, como si no tuviera idea de quien podría ser el elfo o qué asuntos podría querer con ella. Cuando Hanna abordó el tema por el que habían llegado allí, Nasana contempló unos instantes la pulsera antes de contestar.

-Se la hizo su hijo, Kanizhar, cuando era solo un niño. No se la has visto puesta porque ya ves, es una cosa muy precaria y quería conservarlo -frunció el ceño-. Amaba a su hijo, a pesar del disgusto que se llevó con él. Pero eso fue hace algunos años, tú aún no formabas parte de la congregación. La verdad, después de este tiempo debería haberlo superado. Quizá sólo cogió la pulsera para que fueran con él sus últimos pensamientos.

-¿Qué clase de disgusto? -inquirió Hanna.

-Kanizhar quería seguir los pasos de su madre, y convertirse en un sacerdote de Mystra por derecho propio. Pero... no pudimos enseñarle. Era incapaz de tocar la Urdimbre. No era por falta de facultades, el chico no era tonto. Ignoramos el motivo, pero parecía que era impermeable al tejido. Ella se llevó un disgusto terrible. Pero el chico se enfadó muchísimo. Creo que aún hoy nos odia, como si nosotras tuviéramos la culpa.

Alzó ambas cejas.

-No se me ocurren más preocupaciones que pudieran tener. Salvo las que tenemos todas con nuestro trabajo aquí y nuestros... conjuros fallidos.

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03/02/2010, 22:21
Hanna

Hanna suspiró. Por supuesto no sabia nada de todo aquello, y se mesó la melena consternada.
Vaya... disgusto para una sacerdotisa.
Suspiró y se quedó pensando un poco.

¿Me das... permiso para echar un vistazo? Tal vez hubiera recibido una carta suya, o algo así, y no hubiera dicho nada a nadie, se hubiera estado comiendo la cabeza a solas... o algo así.

¿Odiarnos por ser "impermeable" a la Urdimbre...? Perfecto, hombre... ahí tienes a tu madre. Menuda... mierda de hijo. No es como lo de mi hermano, pero se le acerca.

Suspiró de nuevo y murmuró.
Si hubiera confiado en nosotras sus... cosas...

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03/02/2010, 23:18
Señora del Misterio Nasana Talandor

La Señora del Misterio hizo un gesto vago con la mano, restando importancia al asunto.

-Supongo que si se trataba de eso, prefería hablarlo con su marido. Me extraña que haya recibido una carta de su hijo. Por lo que sé, aún vive en Ciudad de Valle de la Rastra -suspiró-. Supongo que alguna tendremos que ir a darle la noticia, y que nos culpará de todo esto. Ven, te acompañaré a su habitación.

Hanna siguió a Nasana por la escalera de caracol que ascendía por el costado de la torre hasta los aposentos de Deniria. La habitación estaba en completo orden, salvo la cama, que aún estaba deshecha. Mientras Nasana cerraba la ventana, Hanna echó un vistazo a la pila de libros que había sobre la pequeña mesa del cuarto. Se trataba en su mayoría de farragosos tratados teóricos sobre los vericuetos de la Urdimbre. Ninguna carta a la vista, ni ningún otro objeto que pareciera el detonante de un suicidio.