Partida Rol por web

Lilith acarició la cascara seca y vacía que había sido un chico joven y sano, por hoy se sentía saciada. La chaqueta del instituto aún estaba sobre el sillón. Pensó en tirarla, junto con el resto de sus cosas, pero luego cambió de idea, Angie la querría como recuerdo de su cita para la graduación.

Cogió la chaqueta y fue hacia su habitación, se la escuchaba reír desde el otro lado de la puerta. Cuando entró en el cuarto la encontró sentada en el sillón junto a su robot y viendo un programa de la tele. Un tipo se había subido a una mecedora a la que había atado unos globos de helio y llevaba una escopeta. Cuando los disparó se estrelló contra el suelo. Angie volvió a irrumpir en carcajadas.

-          Julio te dejó su chaqueta – le dijo mientras se la enseñaba. Angie le dio a la pausa del mando y miró a su madre con cara de no comprender.

-          ¿quién?

-          Tu pareja de la graduación – aclaró la madre

-          Ah, vale, déjala por ahí.

Ese era el motivo de que LiLith hubiera consumido a Julio, como los otros, este tampoco había conseguido captar la atención de su hija por más de unos minutos. Se encogió de hombros, tampoco era como si importase.

-          Llama a tu hermano, tengo algo que deciros – le ordenó mientras tomaba asiento en el reposabrazos del sillón y dejaba la chaqueta de Julio sobre el respaldo.

Vacié el cargador contra el útlimo de los robots de entrenamiento que cayó hecho pedazos. Recargué la pistola con un gesto y la guardé. Entonces me di cuenta de que había alguien mas en la habitación. Era uno de los esclavos de mi madre.

- ¿Que quieres?- pregunté al atlante.

- La-ama-de-todos le llama, señor- respondió, agarrando con angustia sus cadenas. Gruñí. Guardé mis cosas.

- Esta bien, iré- asentí resignado. El esclavo pareció aliviado y se fue con una reverencia.

Que egoista era mi madre. Siempre pensando en ella y sólo en ella. Que si graduate, que si ve al baile, que si no humilles a todos... y todo el rato posando para fotos. Menos mal que almenos no eramos feos. Probablemente nuestros hermanos feos murieron ejecutados hasta que salimos los guapos.

Me encogí de hombros y fui hacia el salón. Que cruz de familia.

Ya sospechaba que mama había hecho planes para después del verano. Aunque  ya tenía un par de doctorados en ciencias y en ingeniería estaba claro que no podría ahorrarme la penosa experiencia de continuar con todas las fases del crecimiento humano tal y como ellos las entendían.

Y no es que el crecimiento atlante fuera mucho mejor, pero al menos sus científicos podían investigar sin que les incordiasen todo el rato con “comités de ética”, molestas leyes y demás trabas que no hacían si no resaltar la estrechez de miras de los que se autodenominaban educadores. Fascistas lobotomizadores les iría mejor. ¿Por qué un perro robot era aceptable y un cerdo con cerebro robótico no? Absurdo, aunque sospechaba que tenía que ver con que mi cerdo realizaba operaciones matemáticas con mejores resultados que el director.

El caso es que de todas formas no importaba, porque ya el año anterior me habían prohibido participar en los concursos nacionales de ciencias para “dar oportunidad a otros participantes”. Alentar la mediocridad más bien, pero claro, ¿qué va a decir un cretino que no sabe ni construir un reactor de fusión, mucho menos construir un robot que no parezca una parodia del payaso de McDonnalds?

El caso es que me encontré a Adam a mitad de camino, acompañado de uno de los criados de mama, este con cuerpo de atlante, aunque la verdad era que no importaba el cuerpo que tuvieran, por perfecto que fuese (y siempre lo eran), todos tenían la mirada vacía de quien carece de voluntad propia. Aunque conservaban su cerebro, cosa que podía hacerlos  tolerables o insoportables, dependiendo de lo inteligentes que fueran.

-          Adivina – le dije a Adam – Mama quiere contarnos algo importante. – puse los ojos en blanco.

Luego miré hacia el ventanal de grueso cristal que nos separaba del océano. Normalmente solo veríamos oscuridad, pero papa había instalado luces que permitían que pudiéramos ver las criaturas que acechaban en las frías aguas. De hecho las luces las atraían, aunque más bien se debía al calor, porque muchos de aquellos peces eran ciegos. Y muchos eran electrocutados cuando entraban en contacto con lo que papa no quería que tocasen, pero ese era otro asunto. Lo importante es que el fondo del océano era mi hogar y fuera era como una especie de exilio.

-          ¿Cuándo crees que nos dejará independizarnos? – pregunté sin apartar la vista de un pez manta que parecía flotar a escasos centímetros del suelo arenoso. Meneé la cabeza y me di la vuelta, no debería entretenerme.

- Cuando muramos, si hay suerte- respondí con cinismo. La verdad es que nuestra madre era terriblemente sobreprotectora. No, esa no era la plabra. No es que no nos dejara hacer cosas sino que nos obligaba a hacer lo que ella consideraba una "vida normal".

- Es lo que tiene tener una madre tirana y un padre dictador- dije encogiendome de hombros.- No le des más vueltas.

Miré de reojo a mi hermano. En ocasiones podía ser tremendamente fatalista. Pero no tenía intención de pasar toda mi vida representando una especie de comedia de adolescentes. Iba a necesitar encontrar la forma de convencer a mama de que me dejase investigar tranquila. Pero no habría sido prudente comentarlo delante de uno de sus hombres-objeto.

-          Será divertido cuando te elija la novia – respondí burlona

No comentamos gran cosa mientras íbamos a las habitaciones de mama. Siempre me habían recordado a una cueva marina, pero sin el agua. Los corales luminiscentes de las paredes le daban un aspecto extraño y la cama, de aspecto carnoso, me recordaba a un corazón arrancado.  Hoy sólo había cuatro atlantes en la habitación, uno de ellos aún seguía vivo, debía ser bueno. Mama sonrió, la imagen de la belleza fatal.

Lilith sonrió a sus hijos, casi podía ver cómo sus verdaderas naturalezas se iban mostrando. Era cuestión de tiempo que sus genes despertasen, que empezasen a sentir el hambre. Entonces serían depredadores como ella y toda buena madre tenía que enseñar a sus crías a cazar y sobrevivir. Tenían que comprender la naturaleza de sus presas.

Acarició el cuerpo desnudo y aún caliente de una chica que había encontrado borracha después de su visita al campus. Se había tatuado un lince en el hombro, la mascota de su universidad.

-          Mirad lo que ha encontrado mama – les miró por un segundo para ver si habían entendido. – Parece que hay noticias en Texas. ¿No os morís por saber cuáles? – soltó divertida.

- ¿De tejas?- pregunté- ¿cual es la noticia?¿han vuleto a prohibir la teoria de la evolución?- inquirí, sabíiendo que molestaría a mi hermana.

De todos modos Tejas era un destino bastante cutre para mi gusto, pero si mamá lo decía ya me veía en el maldito Dallas. Si por mi fuera me hubiera ido a Nueva York con el tío Scorpio.

Pongo los ojos en blanco ante el comentario de Adam, siempre que mama le daba malas noticias me lanzaba una pulla. Lo del creacionismo no era nuevo y, seamos sinceros, era uno de los motivos por los que había intentado persuadir al tio Scorpio para que bombardease algunos puntos estratégicos de Texas. Total, eran premios Darwin sin remedio.

De todas formas mama esperaba que preguntásemos y era como una obra ensayada. Solo que teníamos que hacer la pregunta correcta. De alguna manera su último juguete tenía que ver.

-          Deben de ser interesantes para que te molestes en mencionarlas – aventuré - ¿Cómo nos afecta?

Me estiro flexionando los músculos ligeramente. En estos momentos rebosaba de energía, puede que luego saliera a nadar por las profundidades o que visitase Francia para darle una paliza a unos cuantos estirados.

-          Una academia de superhéroes. Con el Capitán Poderoso, la pedorra de Lady Esmeralda y el Rector Q. Están reuniendo un montón de supers novatos para vete a saber qué. Seguro que traman algo. – Sonreí – Así que vais a ir allí.

¿Una academia de supers?¿En tejas? no veía mucho sentido en el tema. Es decir, ni el Capitán ni la señorita Esmeralda eran lo suficientemente listos o imaginativos para emprender un proyecto así. Y el RectorQ no era... eeeh... un altruista vocacional. ¿Para que puñeta quería una academia? ¿violar alumnos? Demasiado mayores para él, ¿no? Por lo que había oído comentar al tío Scorpio ya tenía un instituto para jovenes (jovencisimos) talentos en alguna parte de Georgia del sur ¿Weschester?

- Aja, ¿va a ir mucha gente?- pregunté, había que conversar de forma delicada o me arriesgaba a la ira de mamá.

Consumí lo que quedaba de la chica, tenía un regusto no del todo humano, aunque eso no importaba mucho. La energía vital de la chica me hizo sentirme mejor, poderosa, fuerte. Luego sonreí a mis pequeños.

-          Lo importante no es cuántos estudiantes habrá, lo importante es quienes. Todos tienen poderes y potencial, pero aún no se han desarrollado.

Me senté sobre la cama, su tacto era el de la carne cálida, palpitante. Era artificial pero podría haber sido el corazón de una gran bestia.

-          El Rector Q ya tiene un grupo, es extraño que cree otro ahora. Quiero saber porqué. Y quiero saber porqué las presas de la universidad Texas State tienen algo no humano. Aprended a cazar u haced que mama se sienta orgullosa.

La obsesión de mama con la caza era una constante. A veces tenía la impresión de que esperaba que en cualquier momento nos volviésemos como ella, me recordaba que había algo no del todo humano en nosotros. Tampoco puedo decir que fuese algo que me inquietase, no la inhumanidad en sí misma. Era más todo el tema de la caza, consumir la energía vital y, sobre todo, lo que la caza exigía de nosotros. Concretamente: mezclarnos con retrasados intentando no parecer peligrosos. ¿Por qué tenía que parecer normal? ¿Por qué tenía que ir a una universidad de segunda? Peor, ¿por qué tenía que ir a un estado religioso? Lo único que alegraba mi día es que al menos eran partidarios de las armas.

-          Claro mama, descubriremos lo que esconde y si tenemos suerte la congregación creacionista sufrirá un desgraciado accidente. – sonreí de forma inocente – Por cierto, ¿Cuándo decías que será la próxima reunión familiar?