Partida Rol por web

El viaje habia ido segun lo planeado. No habiais tenido mayores problemas en la carreta y vuestra aventura os habia servido para uniros un poco mas tras la aventura de Confido.

- Mis señores, llegaremos en breves a Aalburg. Tendría que estar tras esos arboles.

Dice señalando una ladera.

Antes de llegar salir del bosque les pedía a mis compañeros pararnos un momento. Quería mostrarles mi verdadero aspecto antes de que hubiera más gente que pudiera verlo.

Mi figura femenina estilizada, mi piel oscura y mi larga melena azabache ondeaba mostrándome tal y como era. Mis ojos aún permanecían mirando al suelo, casi cerrados. Quizás por miedo a ver sus reacciones, quizás para ocultar mi rasgo más distintivo hasta el final. Al alzarlos y mirarlos pudieron ver dos pozos negros de oscuridad absoluta, la clase de oscuridad que tan sólo se ve en lo más profundo de las cuevas pues en el firmamento de noche al menos hay estrellas.

Ahora sí me quedé mirándolos dejando que aceptaran lo que veían ante ellos, quizás esperando reacciones de miedo como había visto tantas otras veces, incluso entre algunos sodalis, puede que incluso deseando que hubiera preguntas que poder responder.

Antes de salir del bosque retomé el aspecto de Alejandro, al menos hasta que estuviéramos en el Tribunal.

Durante los siguientes días guarde bastante silencio dejando que las aguas volviesen a su cauce.

En algún momento determinado, si nadie más sacaba el tema, me tocaría a mí hacerlo.

- Magnus, cuando regreses, me gustaría hacerlo contigo. – comencé dirigiéndole un pequeño asentimiento de cabeza – Si alguno más se decidiera a regresar con nosotros… - sin dirigirme a nadie en concreto – podríamos establecer allí un Alianza. Creo que debemos ser al menos 3 sodalis y podríamos aprovechar el Tribunal para declarar que nos establecemos como tal… quizás incluso para establecer algunos contactos que nos ayudasen a empezar… - dejé la propuesta en el aire.

Un alma desgarrada. Angelus se había preguntado alguna vez si eso era posible. Si el alma era un elemento que se podía romper, destruir, del mismo modo que podía corromperse y controlarse. La escena de la cueva le había dado esa respuesta de la forma más insana posible. Una parte de él seguía en ese lugar, contemplando la misma escena, ahogado en el horror y el espanto que esas pobres gentes habían recibido antes de perecer.

Pero un nuevo sentimiento habría de tapar aquella sensación. La traición.

Su estómago se torció, igual que el cuello de un criminal bajo la soga. Sus ojos incrédulos contemplaron aquella mujer que decía ser Alejandro, que los había acompañado desde el inicio de este viaje. Una mentira. Por un momento sintió ganas de reír y llorar al mismo tiempo. Sabía que Alejandro ocultaba algo y creía haber sabido lo que era, pero esto... no podía. No ahora. Su mente se ahogaba entre tantas emociones.

Corrió. Era lo único que podía hacer, lo único que podía concederle algún alivio. Corrió, cayó al suelo, se levantó y siguió corriendo. No pensó en los demás, en que pensarían o si tratarían de seguirlo. Su único deseo era seguir, seguir hasta que su cuerpo no pudiera más, seguir hasta estrellarse con los muros de la Alianza o donde fuera. Ya no importaba.

                                                                            ***

Habían pasado días desde el incidente. Los demás lo alcanzaron pronto, cuando su cuerpo exhausto cayó sobre el camino. Una vez que despertó en el camino ya no tenía más ganas de huir. Tampoco de hablar, comer o cualquier otra cosa que lo alejase del sueño, el único compañero de viaje que deseaba en estos momentos.

No era consciente, pero había perdido varios kilos en el corto tiempo de viaje. Sabía que debía sobreponerse, pero no lo lograba. Cada noche, rodeado de oscuridad, rezaba, esperando que Dios enviase algún consuelo, un consejo, una señal. Algo.

Sin entenderlo muy bien, la inminente llegada consiguió que una leve sonrisa dotara de ilusión a su rostro. Y más sorpredente aún, hizo que sintiera ganas de levantarse y tratar de echar un vistazo. Una leve pulsión de vida lo recorría y aunque su mente y su cuerpo seguían heridos, su espíritu estaba dando los primeros pasos para ayudarlos a sanar.

Lo visto en la cueva, o lo percibido, aun permanece en su mente. Y no solo en la suya. Parece que hay otros en el grupo que aun recuerdan lo visto en la cueva. A pesar de todo, cree que ese lugar merece ser investigado y, tras eso, sellado para  que nunca más vuelva a usarse. Pero es algo que deberán dejar para más adelante. 

Antes de dejar el bosque, "Alejandro" decide revelar su verdadera forma. Aunque ella ya la había visto al inicio de todo ese viaje. Pudo ver a través de su disfraz. A pesar de eso, no se espera la exagerada reacción de Angelus. Quizá todo ha sido demasiado para él. Desde de lo de la cueva, Angelus no parece el mismo.

-Quizá deberíamos ir a por él. Parece bastante afectado... por todo.

Mira a "Alejandro".

-No es tu culpa - le dice a la mujer oculta bajo el disfraz.

La imagen de aquellos jóvenes masacrados me habían revuelto notablemente el estómago y me habían obligado a apartar la mirada y casi también a vomitar, las náuseas de las imágenes y el olor fueron terribles. Los hombres del grupo habrían tratado de ahorrarnos la imagen, pero yo iba prácticamente en cabeza (aunque siempre por detrás de Magnus), así que fue imposible. Las lágrimas bañaron mis ojos, pero más que quitármelas me las arranco con un furioso movimiento del brazo, llevándomelas con la manga. Para colmo de males, no habíamos hallado al bebé y tampoco teníamos más pistas de las que tirar. Decir que estaba frustrada era poco, y esta vez no había forma de malinterpretarlo.

Al salir del bosque, "Alejandro" decide revelar su auténtica forma, y desde luego mi reacción tampoco es el summun de la tolerancia.

- ¿Una pagana...? -comienzo sin ser muy negativa al principio de su transformación- Líbrenos Dios del Diablo. -replico mientras me santiguo, mirándola con un cúmulo de emociones negativas que era difícil de identificar, y al parecer incluso algo precavida ante ella, desconfiada- Si la Orden ha tenido a bien darte un Sigil, bien por ellos, pero no te me acerques de más en lo que queda de trayecto. -le advierte, replegándose sin perderla de vista los primeros metros antes de empezar a seguir a Ángelus.

- ¡Ángelus, vuelve! -se la oye gritar en el bosque, tratando de traer de vuelta al joven.

La norteña había llevado a Ángelus, con los pies a rastras, de vuelta al carro, echándole una mirada que no parecía querer decir nada bueno a Aysha. Durante lo que quedaba de viaje, cuando pararon para hacer un fuego y cocinar, también se rehusó a cocinar para ella, pues "incluso los buenos actos pueden traerte malas consecuencias con esos seres". También le molestaría si alguien decidía darle su comida a ella, pero no se metería, cada cual elegía con quién tratar. Por otro lado, lo que también hizo fue estar relativamente encima de Ángelus tras aquel episodio, presionándolo con bastante firmeza para comer y beber, aunque no quisiera hablar. Ella misma apenas dormía y se notaba en su rostro, pero poco podía hacer. No se sentía segura con "Alejandro" cerca.

La revelación de la verdadera identidad de "Alejandro" parece haber afectado a más de uno. La misma Mía ha cambiado su forma de tratar a "Alejandro". A pesar de todos los desencuentros con ella, decide darle apoyo en esos momentos difíciles. Al fin y al cabo, fue ella la que le dijo que debería decírselo a los demás. Aunque no habla demasiado con "Alejandro", le ofrece comida y algo de compañía.

-Siempre habrá alguien que te juzgará por cómo te ver y no por tus actos. No escuches su palabras ni juzgues sus acciones como ellos te juzgan a ti. Has sido muy valiente por descubrir tu verdadera identidad a tus compañeros - le susurra en algún momento del viaje.

El camino hacia el tribunal no es lo más ameno que uno puede esperarse. Escuchar que ya están a punto de llegar, hace que se muestre un poco más animada y curiosa. Se pregunta cómo será todo y qué les deparará el tribunal.

─Sois una belleza, emmmm, Alejandra ─dijo Magnus mirando directamente a los ojos a la joven de ojos negros como pozos─ Y no hay problema en regresar conmigo. Tú o los demás.

La huida de Angelus hizo que Magnus parpadeara sorprendido. No se dignó a perseguirle, iban al mismo lugar por el mismo camino. Tal vez necesitaba tiempo para asimilar la noticia. No entendía su miedo, pero tampoco le importaba especialmente. No les había puesto en peligro y cada cual era libre de pensar lo que le diera la gana mientras no perjudicase a sus compañeros. Ellos, en este caso.

─Dejad al necio que corra y se canse. A lo mejor luego piensa con la cabeza ─sentenció.

Al alcanzar de nuevo a Angelus, Magnus no hizo mención alguna de su huída, ni lo haría en adelante a menos que él quisiera aclarar algo.

La reacción de Mía tampoco pasó desapercibida a ojos del enorme ExMiscellanea. No dijo nada, pero esperó hasta un momento en el que hablar a solas con "Alejandro" para darle ánimos.

─Llevan toda la vida juzgándome por mi aspecto, pero lo que no saben es que, además, mi mater es pagana. *Muy* pagana. Eso no quita que sea una excelente persona, aunque algunos le llamen bruja. Bah ─añadió finalmente con un ademán difícil de interpretar. Y no dijo más.

─Sois una belleza, emmmm, Alejandra ─dijo Magnus mirando directamente a los ojos a la joven de ojos negros como pozos

Una tímida sonrisa devolvió el cumplido de Magnus, aunque no se ruborizó lo que al ojo entrenado revelaría fácilmente que era consciente de sobra de su belleza y que no caía en la falsa modestia de negarlo, ni en la baja autoestima de no creerselo. Tampoco alardeaba de ello. Simplemente lo aceptaba como aceptaba su altura o el hecho de que Magnus era una cabeza y media más alto que ella.

- Sois muy amable, Magnus. Mi nombre real es Aysha ex Miscellanea - añadió con tono suave y haciendo una leve reverencia. 

Entonces Angelus salió corriendo y ella se quedó petrificada un momento. 

 -Quizá deberíamos ir a por él. Parece bastante afectado... por todo.

Asentió. Se disponía a salir tras él, cuando

- ¿Una pagana...? -comienzo sin ser muy negativa al principio de su transformación- Líbrenos Dios del Diablo. -replico mientras me santiguo, mirándola con un cúmulo de emociones negativas que era difícil de identificar, y al parecer incluso algo precavida ante ella, desconfiada- Si la Orden ha tenido a bien darte un Sigil, bien por ellos, pero no te me acerques de más en lo que queda de trayecto. -le advierte, replegándose sin perderla de vista los primeros metros antes de empezar a seguir a Ángelus.

La dejó clavada en el sitio, agachando la vista. Dejaría que ella fuese a por él. Probablemente sería lo mejor.

 ─Dejad al necio que corra y se canse. A lo mejor luego piensa con la cabeza ─sentenció.

En parte quería darle la razón, sabía que tenía razón, pero por otra Angelus... había sido tan amable hasta ahora... sus palabras, sus promesas, sus juramentos a pesar de sus advertencias... 

Se limitó a asumir en silencio de nuevo su aspecto de Alejandro y asentir a las últimas palabras de Leonor...

-No es tu culpa - le dice a la mujer oculta bajo el disfraz.

 A pesar de todos los desencuentros con ella, decide darle apoyo en esos momentos difíciles. Al fin y al cabo, fue ella la que le dijo que debería decírselo a los demás. Aunque no habla demasiado con "Alejandro", le ofrece comida y algo de compañía.

-Siempre habrá alguien que te juzgará por cómo te ver y no por tus actos. No escuches su palabras ni juzgues sus acciones como ellos te juzgan a ti. Has sido muy valiente por descubrir tu verdadera identidad a tus compañeros - le susurra en algún momento del viaje.

Suspiró levemente a la par que sonreía cansada y agradecida a Leonor. No podía errar más en su suposición, pero su intención era bondadosa y compasiva.

- Gracias – le dijo de corazón – Siempre ha sido así desde que salí de la corte de mi madre. – explicó – El disfraz fue lo primero que me enseñó mi Parens para poder relacionarme con los mundanos… - continuó – Tenía la esperanza de que si me conocíais antes mis actos pesarían más que mi aspecto… - encogiéndose de hombros al final y torciendo levemente el gesto – No sé, esperaba que personas instruidas como magi fueran capaces de ver más allá del aspecto externo…

La reacción de Mía tampoco pasó desapercibida a ojos del enorme ExMiscellanea. No dijo nada, pero esperó hasta un momento en el que hablar a solas con "Alejandro" para darle ánimos.

─Llevan toda la vida juzgándome por mi aspecto, pero lo que no saben es que, además, mi mater es pagana. *Muy* pagana. Eso no quita que sea una excelente persona, aunque algunos le llamen bruja. Bah ─añadió finalmente con un ademán difícil de interpretar. Y no dijo más.

Sonrió amable y agradecida también a Magnus.

- Gracias – le dijo también de corazón – Yo no sé si soy pagana. – reconoció con una sonrisa divertida - ¿Si no se cree en los dioses también se considera pagana? – preguntó entre divertida y un poco más animada, ahorrándose el comentario de que los fae no tenían necesidad de creer en los dioses, ellos eran los dioses.

Poco tiempo despues la admirable fortaleza de Aalburg aparecía ante vuestros ojos. Majestuosa era un adjetivo que se la quedaba corto, un imponente castillo se alzada semienterrado en la ladera del monte donde se erguia, rodeado por una muralla. A traves del portón de la muralla podeis ver bastante ajetreo de grogs moviendo cosas, llevando animales, dando gritos entre ellos. Se notaba que estaban en medio de un evento importante y que querian tenerlo todo a punto. Una vez llegais al portón dos guardianes os dan el alto. Uno de ellos, el que parece el capitan, se os acerca con una tablilla de cera.

- Buenos dias mis señores.

Todos podeis entenderle perfectamente, aunque os dais cuenta que no esta hablando latín si no germano.

- Supongo que vienen al Tribunal, si son tan amables de mostrarme sus sigiles... -todos mostrais vuestros respectivos sigiles y va tachando nombres de la tablilla- muchas gracias, porfavor pasen, un grog les acompañara a sus estancias.

Dicho esto se cuadra, os saluda y os deja pasar. Dentro podeis ver que hay una minivilla que rodea la alianza a lo largo, casas, talleres, cocinas... todo lo que los grogs y los magi necesitaran se debia producir alli, lo unico que no veis, y por razones de espacio suponeis, son fuentes de alimentos. Cuando llegais a la entrada un grupo nutrido de grogs comienzan a bajar vuestro equipaje, uno de ellos se os aproxima y comienza a hablar. De igual manera que el guardia le entendeis aunque sabeis que no esta hablando vuestra lengua.

- Mis señores, si nos pueden acompañar porfavor, les mostraremos sus estancias.

Giorgio os mira y se despide sonriendoos.

- Señores, ha sido un placer viajar con ustedes, ojala les vaya todo bien y cuidado... -dice en un tono mas misterioso- en un futuro podrían encontrar mas problemas de los que esperan... y las cargas pueden ser muy pesadas...

Extrañas palabras para una despedida, sin embargo el grog sirviente os apremia antes de que podais interrogar a Giorgio, quien ha hecho moverse a la mula dirección a las caballerizas.

- Perdonen la prisa señores, pero siendo mañana el primer dia oficial del Tribunal vamos con el tiempo justo.

Entrais en aquel castillo que se hunde en la roca y os quedais maravillados con la vision de la recepción, una gran estancia bien iluminada por la magia con el suelo de roca pulida y dos columnas a cada lado que se alzan hacia el techo. La nave central desemboca en una escalera tambien de piedra pulida con algun adorno de tematica herbal, que lleva al piso superior donde hay una gran puerta de madera. Sin embargo el grog os lleva por la nave izquierda que lleva a una puerta algo mas modesta y os hace pasar.

Esta desemboca en un pasillo del mismo estilo que la recepción, aunque algo mas parco. El techo esta sujeto y decorado por cruceros simples y multitud de puertas se van abriendo a ambos lados del pasillo. Llegais hasta el final y volveis a pasar por otra puerta, esta vez bajais por una escalera llegando a otro pasillo igual al anterior, 6 puertas a cada lado detras vuestra los grogs se detienen frente a las siguientes puertas.

- Señores, estas seran sus estancias, los anfitriones se disculpan por la disposición, pero debido a la cantidad de magi en este Tribunal ha sido necesario crearlas a la carrera y casi sin planificar. La comida se servira en una hora en el comedor principal. Lo encontraran en el piso superior, detras de la puerta grande de madera al final de las escaleras que suben. Si necesitan cualquier cosa mi nombre es Adalbert y soy el amo de llaves. Mi estancia es la primera a la derecha en el primer pasillo por el que han entrado.

Cuando decidís que habitación toma cada uno los grogs dejan vuestro equipaje en vuestras respectivas habitaciones.

- Si me dispensan los señores, me retiro.

Justo antes de llegar al portón Aysha aprovechó para cambiar el aspecto al suyo propio, salvo por los ojos, que los mantuvo negros pero con iris, algo que los humanos podrían aceptar y tan sólo se centrarían en el tono de su piel. El efecto debería mantenerse a pesar del Aegis de la Alianza, pero una vez dentro seguramente no habría sido capaz de superarlo.

Siguió educadamente las indicaciones de los grogs mientras admiraba la suntuosidad del castillo. Desde luego era impresionante que hubieran construido habitaciones adicionales para todos los magi. Algo que también hablaba mucho de su orgullo.

- Muchas gracias, Adalbert - Se despidió educadamente sin más preguntas en este momento, dispuesta a entrar en una de las habitaciones, pero esperando a ver cuál ocupaba cada uno de sus compañeros de viaje, los cuales habían ignorado por completo su propuesta de fundar una Alianza juntos, algo que tampoco le extrañaba después de las reacciones de Mía y Angelus.

Magnus fue el último en entrar en Aalburg, cerrando la marcha del grupo de magi, su enorme martillo al hombro, su voluptuosa mujer a su lado, diríase protegida por su enorme sombra. A pesar de todo, era como si la abrumadora mole del castillo intimidase al sangre de gigante, puesto que se tomaba su tiempo para entrar en sus dependencias. Pero no, pronto pudo verse a qué se debían sus reticencias: su enorme estatura, una gran ventaja en el combate, era un claro problema en lugares bajos y estrechos. Así como por el recibidor del castillo no había ningún problema, el enorme ExMiscellanea se veía forzado a agacharse al traspasar cada puerta. Cada vez que se cruzaban con alguien en un pasillo, él debía apartarse para dejar paso o de lo contrario no cabían. Cada vez murmuraba una disculpa, pero su grave voz la convertía sin duda en una maldición y más de una vez el grog causante de la molestia se escurría rápidamente, temeroso de una represalia.

Al menos gracias a la organización no le habían confundido con un grog (inteligente idea la de registrar cada magus llegado a la Alianza). Lo que no habían pensado era dar cabida a alguien de su tamaño. Pero estaba más que acostumbrado a que el mundo a su alrededor estuviera hecho para gente más de dos pies más pequeña que él.

Al llegar a la habitación dejó sus trastos a los pies de la cama y dejó que Auria se encargara de ellos. Le dio unas instrucciones en euskera y tradujo lo que le pareció importante de lo que le había dicho el tal Adalbert, como la hora de la cena y cómo llegar al comedor.

─Voy fuera.

Algo en el gentío despertó la conciencia de Angelus. Tardó unos segundos en definir lo que sentía y la respuesta lo sorprendió: nostalgia. Sí, puede que esta Alianza hiciese parecer a la suya poco más que una choza, pero el ambiente que se respiraba era similar. El eco de los pasillos, el susurro del aire en las piedras, el olor de la gente... no sabía cuanto lo había echado en falta hasta este preciso instante.

Se dejo guiar, admirando cada rincón del castillo y también agradeció al grog antes de entrar en su cuarto. Se apoyó contra la puerta y se dejó caer al suelo, hundiendo la cabeza entre las manos. Todo el cansancio y el hambre del viaje hicieron su aparición, junto con sentimientos mucho menos agradables.

Se levantó de un salto, frotándose los ojos. Ahora que había empezado a salir de su letargo se daba cuenta de que no quería volver. Lidiaría con ello, de un modo u otro, pero no lamentándose, no. Y con esa decisión salió del cuarto e hizo exactamente lo que sentía; llamar a la puerta de Alej... Aysha.

-¿Podría... podríahablar contigo?

Apenas había comenzado a disponer mis cosas en mi cuarto cuando oí que golpeaban en la puerta. Me acerqué sin prisa pero sin demora hasta ella. Al abrir me quede sin palabras al ver a Angelus. Quería abrazarlo fuertemente, pero su huida de mí en el bosque me seguía doliendo y me refrenaba de hacerlo.

Tras la sorpresa inicial una sonrisa amable se dibujaron en mis carnosos labios.

- Por favor, pasa - lo invité sin demora a pasar, cerrando la puerta tras él para tener intimidad en nuestra conversación. 

Deshaces el camino andado volviendo aun otra vez a tropezarte con un par de grogs. Finalmente llegas a la entrada desde donde puedes ver la minivilla grog que rodea el castillo. La mayor parte son grogs que andan bastante ocupados con la carga y transporte de materiales. Comienzas a andar observando todo a tu alrededor y puedes confirmar que si, funcionan a todas luces como una villa. Hay herreros forjando el hierro y artesanos dando forma a la madera y a la piedra, una cantina, casas, un par de granjas de pollos y lo que en una villa sería el cuartel de la milicia local alli solo eran los barracones de los grogs guardias, ahora habia un par de cadetes jovenes formandose.

Como es evidente no habia ningun tipo de edificación para ninguna estructura de poder. Los magos debían ser los jueces, ministros y demas figuras de gobierno para ellos.

Otra cosa curiosa que pudiste notar es la cantidad de aprendices de distintos oficios que habian, logico, si no habia granjas ni campos que requirieran la vigilancia de mayor cantidad de población, se podian dedicar a la enseñanza de distintos oficios. Probablemente hubiera mas dentro del edificio.

La visión de la Alianza la deja impresionada. Es espectacular. Nunca ha visto nada igual. Sin duda, es un lugar importante y se puede apreciar en el bullicio del lugar. Aunque lo que más le atrae es la forma en la que el castillo se mezcla con la ladera de la montaña. Lo observa todo sin decir mucho. Nunca antes ha estado en un lugar igual y todo le parece bastante extraño y emocionante a partes igual. Sigue al tal Adalbert en dirección a sus habitaciones. 

El interior es aun más impresionante, si cabe. Aunque a medida que se van acercando a sus habitaciones, todo se va volviendo más parco. Se nota que les ha faltado tiempo y también que no son demasiado importantes pues los han puesto en las últimas habitaciones. Tampoco se esperaba un trato diferente.

Se decide por la primera habitación disponible pues supone que todas van a ser iguales y decide que irá a explorar el castillo. Sin duda, parece un lugar muy interesante y su curiosidad natural quiere descubrir todos sus misterios.

Sabiendo que si esperaba demasiado no se atrevería, las palabras estallaron en su boca nada más se cerró la puerta.

—Losientosientohaberhuidocuandodijistequienerassientonohabertedichonadayhuirsientonohaberdichonadaestosdíasyo-

Su mente y su boca no conseguían conectar. Sabía que hablaba demasiado rápido y en su frustración golpeó la pared. Al instante notó el entumecimiento y se mordió la lengua para ahogar un grito, pero eso le hizo ver las cosas más claras. Esta vez fue capaz de hablar más despacio.

—Losiento. Necesitabatiempo... parapensar. Enti. Yen loque vi. Hevenido porquequiero pedirperdón.

Parpadeé un par de veces, primero tratando de desentrañar las palabras de Angelus ajustándolas a una velocidad comprensible, después procesándolas. Mi cabeza bullía analizando todas las opciones mientras luchaba contra los dictados de mi corazón, el cuál no está hecho para el rencor. Al cabo de unos breves segundos sin decir nada cedí a mi corazón y me limité a abrazar a Angelus conteniendo mis lágrimas mientras simplemente me quedaba así.

Aalburg era un lugar interesante en más de un sentido: una fortaleza que bien podía pasar por mundana, dirigida por magos (que copaban todos los cargos del lugar) y con gran cantidad de habitantes fieles que se afanaban por realizar sus cometidos. En su cabeza se formaban ideas de lo que tomaría de allí si podía, pero estaba seguro que sería de cara a un futuro más lejano que cercano. No obstante, bien podría tomar algunas cosas con carácter inmediato. Tendría que hablar con bastante gente. Demonios, mala idea. Hablar. El semi-gigante come-niños... Casi mejor se lo planteaba a sus nuevos amigos.

Y mientras tanto, a disfrutar de un poco de vino caliente y especiado de ese que tanto les gusta a las gentes germánicas...

De todos los gestos que Angelus esperaba, este era sin duda el más peregrino de todos. Una réplica cortante, quizás una bofetada, eran los escenarios que su mente habría barajado como probables. Había fallado a su palabra y aún así Aysha... sí, ella lo había aceptado. Tan rápido que sintió miedo. ¿Sería una treta? ¿Estaba esperando el momento oportuno para devolvérsela? Su abrazo parecía real, tan real...

—Necesitosaber. ¿Hay algúnotro secreto? ¿Algoque los demásno sepan?