Partida Rol por web

Hasta hace una hora, apuntaba un dia rutinario y tranquilo. Los tres se encontraban en los cuarteles de los Magistrados Escorpion, haciendo las tareas que suelen asignarseles a los jovenes sin una reputacion. 

Hitomi tenia a su cargo el archivo y papeleo. Estaba lejos de ser una tarea diplomatica o politica que hubiera podido desempeñar mejor, pero como recien llegada debia "ganarse el lugar". Al menos, su vista alegraba la de los otros dos estacionados. Chumoku, el mas joven del escuadron bushi de refuerzos, tenia que hacer guardia. Era bastante obvio que nadie iba a atacar este lugar, asi que su funcion era tan decorativa como un adorno floral, pero debia cumplirla si aspiraba algun dia a estar entre los grupos que hacian de yojimbo de los magistrados. Hablando de los cuales, solo habia uno presente, que inspiraba cierta... digamosle, inquietud. Shosuro Sichi no hacia amigos con facilidad, no tanto por su actitud como por su apariencia, que incomodaba a la gente. Era normal que los otros magistrados le hicieran un aparte, en este caso, saliendo a atender los casos reportados durante la noche y dejandolo alli para que estuviera alerta si Yogo-sama necesitaba algo. En este momento, ella era la unica otra persona en el lugar, encerrada en su privado. Yogo Osako, una mujer cercana a los teintas, madura, seria, bien entrenada y muy caprichosa. Tambien es la actual jefa de los Magistrados de Clan en Ryoko Owari, respondiendo directamente a la gobernadora. 

Asi fue que los tres estaban ocupando su tiempo cuando Kazu, un ronin que actua como yoriki de Yogo-sama, entro rapidamente. Paso de largo frente a los tres, para entrar a hablar con ella. Al cabo de unos minutos, ambos salieron, pero mientras el ronin se iba veloz, Osako se quedo, mirandoles. Su mascara es muy pequeña realmente, una venda de red sobre los ojos que apenas cubria nada, una señal clara de que no tenia mucho que temer u ocultar. Parecia meditar algo.

-Arriba.+ordeno, con voz suave pero terminante.+ Los tres vendran comigo a la embajada Dragon. 

Sin mas explicaciones, ni tan siquiera considerar en cerrar el lugar, salio a la calle. No quedo otra que seguirla. El edificio en cuestion tampoco estaba lejos, solo unas pocas calles. Los Dragon habian adoptado como embajada una bella mansion, de jardines sencillos y bien cuidados. Alli los sirvientes reconocieron de inmediato la autoridad de Yogo-sama, y les hicieron pasar a uno de estos, ubicado dentro de la finca. En el se encontraba, Mirumoto Eikatsu, el embajador, y su esposa Kitsuki Rei, desayunaban en paz. Imperturbables a pesar de vuestra imprevista llegada, invitaron a Yogo-sama a beber el te con ellos. A ustedes tambien les fueron servidas tazas, pero desde luego no cabian en la mesita ni fue ordenado que trajeran otra, asi que permanecieron arrodillados en el suelo al costado, escuchando, mientras los de mayor rango hablaban. El tema en cuestion no era el sabor del te, ni el clima, ni una visita social, sino algo mucho mas serio...

El dia despunta bello. Solo hace un par de dias que han llegado a Ryoko Owari, y por ende es inevitable que despierten tan pronto los ruidos de la ciudad que amanece se hacen fuertes. En las montañas nunca se encuentra un ajetreo asi. Pero claro, ninguna ciudad Dragon es siquiera la cuarta parte de grande que La Ciudad de las Historias, ni mucho menos tiene una poblacion tan variada en sus costumbres y tiempos. La misma embajada, no es uno de esos altos y firmes edificios que se acostumbra usar alla, sino una mansion de una sola planta, con amplios y sencillos jardines, rodeada por una muralla, al estilo Grulla. Mas parece una casa de familia que un edificio oficial. En efecto, la pareja de embajadores la han convertido en su hogar. La funcion formal es solo un añadido.

Aiko y Kazumi comparten una habitacion en el sector este. La primera ya ha tenido un par de entrevistas con Kitsuki-sama, la esposa del embajador. Es una mujer madura, cordial, callada y misteriosa. Supo ser magistrada antes de casarse y dedicarse a la vida cortesana. Hasta ahora, Aiko ha llevado la voz cantante en sus encuentros, contandole de ella, mientras la mujer escucha con atencion y piensa... Kazumi, por otro lado, aun espera para cumplir sus encargos. El embajador Mirumoto Eikatsu ha estado ocupado fuera, y Jotomon-sama no ha respondido los mensajes enviados. Sin embargo, esta mañana ambas estan invitadas a desayunar con la pareja que dirige la embajada. Es una oportunidad para la primera de obtener una impresion masculina bastante erudita, y de la segunda de cumplir una de sus tareas.

Por su parte, Shiro ha sido alojado con los guardias, media docena de bushi Mirumoto que custodian la finca. El tambien espera un momento para hablar con Eikatsu-sama sobre los permisos y papeles que necesita. Al menos, en ese lapso, ha podido entretenerse con los soldados, (todos ellos estacionados hace tiempo en la ciudad) y con sus compañeras de viaje cuando pueden reunirse. Hoy, que el embajador al fin se ha liberado, tambien ha sido invitado a desayunar junto con el, su señora, y las muchachas. Con algo de suerte podra sacar a colacion el tema...

Osako, luego de saludar cortesmente y sentarse, disfruta el te. Lo huele, sonriendo ante su aroma, le da un buen sorbo y lo deja en la mesita.
-Delicioso. Es penoso que los asuntos por los cuales les importuno esta mañana, disten muchisimo de ser tan agradables como este té, pero es mi deber ponerlos en conocimiento cuanto antes. +pone las manos sobre sus rodillas, mirandoles fijamente+ Siento informarles que hace pocos minutos, un yoriki a mis ordenes me informo del descubrimiento de un cuerpo en el distrito Curtidor, en una casa cerca del puente. Es un hombre, que viste los colores del Dragon, y claramente muestra signos de haber sido asesinado. Su nombre era Ag...

-Agasha Iesada, verdad? +Interrumpe suavemente, con rostro compungido, el embajador Mirumoto. Es un hombre en sus cuarentas, de hombros anchos, y probablemente un espadachin en su juventud..+ Es el único de los nuestros en la ciudad que vive alli, o tiene algun motivo para estar por esa zona. 
Suspira con tristeza. 
-Pobre Iesada. Siempre le dijimos que cambiara sus costumbres, pero el no queria escuchar...

-... correcto. +dice, reponiendose rapidamente de la interrupcion+ Pensaba simplemente pasar a avisarles antes de proceder con las investigaciones, pero noto que era algo... casi esperado. Seria mejor que me dijerais cuanto podais sobre el. En especial, porque habia un samurai viviendo en el distrito Curtidor. ¿Era un ronin?

-Similar, si se lo ve desde cierto punto de vista. +contesta+ Iesada es... era, un alquimista notable, siempre a la busqueda de novedades. Se mudo aqui hace unos tres años, para proseguir sus investigaciones aprovechando la gran variedad de materiales que pueden encontrarse en esta ciudad, productos que en las tierras Dragon son raros o incluso desconocidos. Sin embargo, sus exprimentos producian.., olores. Fue excluido de la comunidad, y las quejas de los vecinos llegaron a oidos de la gobernadora Hyobu. Iesada recibio intimaciones para abandonar sus trabajos o irse de la ciudad. Se nego a hacer ambas cosas, y en vez de eso mudo sus pertenencias al barrio Curtidor. Dijo que preferia vivir entre los etas y continuar siendo el mismo, a... bien, a dejarlo todo por "la mascara" de la diplomacia. Tambien hubo otras frases que no tuvieron un mejor tono, al menos a oidos de sus antiguos vecinos... Era un hombre devoto a su trabajo, comprendera usted.

Escucha con seriedad, y hace memoria. 
-Lo entiendo, si... y ahora lo recuerdo con claridad. ¿Fue hace cerca de un año, no es verdad? Iba a tomar cartas en el asunto, pero Hyobu-sama se hizo cargo personalmente. Cuan triste que un trivial malentendido asi halla tenido este final...
Bebe otro poco de te, dejando un claro espacio abierto tras esta frase, que ninguno de los dos Dragones llena.
-No deseo perturbarlos mucho mas. +continua, al cabo de un momento+ Solo quisiera saber si Agasha-san tenia algun pariente en la ciudad que deba ser notificado. Pondre de inmediato a mis magistrados en este caso, y yo misma tomare parte, para asegurarles una rapida y expeditiva justicia.

-Iesada solo tenia una hija, Rika-chan.+interviene la señora de la casa, una mujer madura, de ojos oscuros y penetrantes+ Ella estudia en Shiro Kitsuki. Su esposa murio al darla a luz. Creo que tambien tiene un hermano, el cual sigue en tierras Dragon. Ciertamente, no estamos al corriente de que tuviera otro pariente en la ciudad. No obstante, me ocupare personalmente de informar a la pequeña de esta triste eventualidad, y confio en que daran lo mejor de si para solucionarlo pronto, Osako-san.

Me agradaban mis compañeros de viaje. En cierto modo me resultaba tranquilizador que siguiéramos viéndonos tras llegar a Ryoko Owari.

La idea de venir a esta ciudad ruidosa y llena de gente para conocer a mi nakado no me inspiraba demasiada tranquilidad. Especialmente cuando recordaba las palabras de Yogo Souta. Por eso me aferraba a todo lo que me recordase a las montañas dragón y la calma que se respiraba en ellas.

La embajada era un edificio agradable, pero no haber podido visitar el templo para meditar y presentar el debido respeto a las fortunas me pesaba. 

Me apliqué en el regalo para Kitsuki-sama. Practicaba con el pincel al tiempo que repasaba las palabras que años atrás le había dedicado mi madre. 

Mirada sagaz

que comparte la siembra, 

futuro fértil

Aquellas palabras se las había dedicado hacía años, cuando las dos estaban labrándose un futuro. En aquella época, ambas habían buscado marido y esperaban tener descendencia. Imaginé que, tal vez, mi madre había esperado que creciese conociendo a los hijos de su amiga. Pero sus caminos se habían separado. 

En cierto modo me intimidaban los lujos de la mansión y las sutilezas de la etiqueta aquí. Temía no estar a la altura y me habría gustado poder dedicarme a algo sencillo, como la atención de los enfermos. O tal vez poder ayudar en los quehaceres del templo. Tal vez, si las fortunas me sonreían, tendría ocasión de preguntar a nuestros anfitriones si había algo en que poder ayudarles. El trabajo me sentaría bien y tranquilizaría mis nervios...

Me sorprendí cuando fuimos llamados por Yogo-sama. No era habitual que yo hiciera trabajos fuera de los cuarteles, debido a que yo me encargaba del papeleo. No tanto cuando fuimos a la embajada Dragón, ya que sabía que si se producía un crimen mayor era común avisar a los representantes de respectivo clan, por lo que apenas me tomó por desprevenida cuando supe que se trataba de un asesinato.

Mientras Yogo-sama, el embajador Dragón y su esposa hablaban yo tomaba nota mentalmente del asunto, ya que, obviamente, si la jefa nos llamó es porque quería que nos hagamos cargo del caso.

 La rápida orden de yogo-sama lo había sacado de sus pensamientos, aunque no tardo casi nada en despabilarse y seguirle el paso, mas en su mente nuevas preguntas, las cuales se respondía casi con la misma inmediatez *¿que había pasado?, ya seré informado ¿a donde vamos? lo sabre cuando llegue ¿que tan grave era como para salir tan apresuradamente y dejar todo abierto? un asunto de vida o muerte, tal vez esto último. Toda la corriente de preguntas y respuestas había terminado de fluir al llegar a la embajada y, luego de ser recibidos, tomaron sus posiciones y las tazas de te.

 Al sentarse, comenzó a escuchar la conversación entre Yogo-sama, el embajador y su esposa, mucho mas no podía hacer, y si podía rescatar algún dato útil mejor.

Problemas. Lo había olido en cuando Kazu llegó y se fue raudo como el viento para que poco después Osako-sama saliera de su encierro, pero la auténtica naturaleza de éstos permaneció siendo un secreto hasta anunciar la muerte del Agasha. Mi té intacto ya estaba frío por aquel entonces.

Continué escuchando con la mirada perdida mientras la conversación continuaba, deshilando la madeja de datos que iban liando, como el detalle de que la gobernadora hubiera tomado partido en los problemas ocasionados por el difunto, que la hija pudiera inmiscuirse en nuestra investigación tentada por descubrir la verdad sobre la muerte de su padre, que los materiales que usaba seguramente no sería muy legales si terminó por mudarse a ese lugar tan apestoso en el que, de seguro, terminaría teniendo que entrar.

Y entretanto, la convesación llegó a su fín, por lo que me permití el lujo de levantar la mirada a la espera de la orden de mi superior al tiempo que intentaba descubrir que pintaban Chumoku e Hitomi en éste asunto, aunque la única opción lógica a mis ojos era entretener al Dragón para que no metieran las narices en nuestro camino. En especial esa Agasha Rika.

Después de una semana en la ciudad, Kasumi empezaba a acostumbrarse a los sonidos con que ésta anunciaba el comienzo del día. 

Se había despertado antes del amanecer, como cada día desde que dejara su casa. Ahora solo importaba una cosa y era llevar a buen puerto su misión para tachar la falta de su padre. Se había levantado, vestido y bajado a dar un pequeño paseo por el jardín mientras salía el sol, los colores del alba le recordaban a su casa y a su madre, le daban paz y le ayudaban a encontrar el camino para sosegar su intraquilidad, a veces se llevaba el sho y tocaba mientras las luces de la aurora jugaban en el cielo. No era fácil para ella esperar para poder llevar a cabo a su labor, esforzarse de forma pasiva nunca había sido una virtud de la que pudiera alardear, pero no le quedaba otro remedio si quería conseguir el objetivo que ocupaba su mente cada segundo del día, así que se aferraba a ello como si de un último suspiro de vida se tratara y sólo eso le hacía que consiguiera encontrar la voluntad necesaria para aceptar y enfrentar su espera con total entereza.

El hecho de no haber podido salir de la mansión del embajador tampoco le hacía fácil la estancia, acostumbrada a la libertad de las montañas, saberse encerrada no era algo fácil de dirigir. Al menos seguía con sus compañeros de viaje, quienes se hacían compañía siempre que otras labores se lo permitieran. Kasumi había encontrado buen escape a su impaciencia siempre que estaba en compañía de la joven Kizuki, habían hecho buenas migas y compartir la habitación, lejos de ser un suplicio, le había endulzado mucho esa primera semana en Rioko Owari. 

Pero aquel día acaba la espera, por fin podría empezar a buscar su destino y cumplir la promesa hecha a su padre antes de salir de su casa, promesa q no dejaba de resonar en su cabeza y en su alma.

-No lo dude, Kitsuki-san. No comisionare yorikis o doshin a esto, sino que hare que estos jovenes magistrados se ocupen personalmente de la investigacion en el terreno, mientras mis hombres mas experimentados y yo nos encargamos del... otro aspecto. Tomaremos todos los enfoques, para hallar lo mas pronto posible a los culpables. 

Escucha. No solo oye, escucha. Mira a los tres. Esos ojos negros los examinan..
-Entiendo. Dejeme decirle, Osako-san,... en estos momentos hay una joven visitandome. Es la hija de una amiga, y tiene talentos que creo podrian servir a esta situacion. ¿Te importaria que ella y sus yojimbo les acompañen? Tal vez el punto de vista Dragon les ayude, aunque desde luego no intervendran para estorbarles. Si lo hacen, los retirare de tu camino, tienes mi palabra...

Asiente sin inmutarse.
-No tengo objeciones, Kitsuki-san,... mientras mantenga las formas y entienda que son mis hombres los que estan a cargo. Estoy segura que podra aportar un enfoque diferente y util, si viene recomendada por usted. 
Se vuelve a vosotros. En especial, mira a Sichi y a Hitomi, tal vez por que él es el unico realmente formado como magistrado y ella la mas diplomatica.
- La joven y los yojimbo les acompañaran a la casa, para brindarles sus impresiones. ¿Tienen algun inconveniente en esta cooperacion, o alguna pregunta, aprendices?

El ruido de la ciudad causó molestias en el despertar de Shiro al igual que en sus dos días anteriores. Desde luego la ciudad no le resultaba agradable pese a que su primera impresión le dejara boquiabierto debido a su tamaño, la gran cantidad de gentes, el movimiento constante y el ajetreo sin cesar que habitaba en ésta no eran costumbre para el joven bushi. De vez en cuando vislumbraba imágenes de su pueblo natal, sus pequeños riachuelos, su aire frío y tranquilizador y su modesta cantidad de gente, esto le ayudaba a despejarse y a encontrar su equilibrio mental.

La relación con sus compañeras de viaje era buena y agradable, le gustaba escucharlas conversar pese a que éste siempre se mantuviese reservado en sus palabras. Una de ellas, la joven Kasumi, le recordaba a su añorada hermana y aunque esto en principio no le causó gratitud alguna con los días comenzó a verla con admiración, Shiro nunca quiso mencionárselo.

Admiraba la tenacidad de algunos guardias veteranos que se alojaban junto a él, y como buen observador prestó atención a todo aquello que pudiese aprender de éstos, sobre todo le gustaba deleitarse con las historias bélicas que cada uno le pudiese contar.

Con ansiedad esperaba el momento del desayuno cegado por su búsqueda personal, pero al mismo tiempo sentía un horrible miedo al fracaso de su elocuencia en estas situaciones, nunca se le dieron bien.

A cada uno de los tres les llega un sirviente a buscarles. Los sirvientes de Ryoko Owari tambien son distintos a los que se encuentran en las tierras Dragon. Son mas temerosos, mantienen la mirada en el suelo, y sin embargo se expresan con mas soltura y elocuencia, aunque en este caso no sea necesario.

Los dueños de casa les esperan en el jardincito interior del lado derecho (uno de los varios pequeños jardines de la casa, este en particular ornamentado al estilo de una arena de rezo). Mirumoto Eikatsu es un hombre de unos cuarentas, ya con la cabeza afeitada. Robusto y sereno, probablemente fuera bushi antes. Su esposa, Kitsuki Rei, es unos diez años menor. No es muy bella, pero lo compensa con una mirada penetrante, y un fuerte intelecto pragmatico. Ambos se encuentran sentados, en distintos lados de una mesita de te. Hay lugar para dos más sin problemas, el tercero tendra que apretarse con alguien...

No hay sonrisas mientras llegan y se sientan. Los dos parecen estar pensativos, viendolos a ustedes y tambien a traves de ustedes. Un sirviente distinto a los anteriores deja al lado de Kitsuki-sama un pergamino, pincel, tinta... y un sello. Es un sello oficial del clan, con el mon del Dragon hecho con oro y acero de las fundiciones Agasha.

-Ohayou gozaimasu, jovenes... sientense, por favor. Tenemos asuntos de los que hablar mientras desayunamos. +les invita Mirumoto-sama. En la mesita hay varias tazas de te ya servidas, y un plato con bollitos dulces.

Me tomó por sorpresa la pregunta de Yogo-sama. No estaba acostumbrada a que ella me pregunte si estaba de acuerdo con su decisión. De hecho, dudaba que alguien lo estuviera.

La idea de que un Dragón me siguiera a todas partes me divertía un poco, asique contesté a la jefa de los magistrados.

-No tengo ningún inconveniente o comentario, Yogo-sama.

Me daba curiosidad las personas que Kitsuki-Sama pondría con nosotros. Y que tan a nuestra disposición estarán.

¿Podremos jugar con ellos?