Partida Rol por web

Recorrer la ciudad, en la inmediatez de la noche es algo que no termina de haceros un ánimo tranquilo. De forma natural os sentis observados, y no sólo por las patrullas de la guardia que escrutan las intenciones de grupo tan variopinto, preguntan de forma sagaz en las puertas comprobando el verdadero estatus de samurai que ostentáis. Es un engorro, pero necesario. La actitud a vuestro paso va haciéndose algo más taciturna y falta de paciencia al tiempo que las luces de las lámparas de papel escasean.

El distrito pescador, nauseabundo. Pero os decis que sólo es un barrio de las clases bajas, aunque eso no quita de vuestra nariz el olor del pescado en diversos estadios de frescura. Pareciera como si todo el lugar, hasta el rincón más recóndito oliera como un puesto de mercado. Y también da la impresión que sólo vosotros sois capaces de distinguirlo. Andais entre casas bajas y apiñadas, no pocas con lenguas de negrura; testimonio de antiguos fuegos. Heridas no mortales para las casas.

Mientras recorreis las profundidades del distrito os acompañan los maullidos de los gatos que pululan por los rincones degustando trozos de pescado, las luces y el alboroto de una casa de té de bajo nivel; dónde heimin se relajan, beben sake barato y algazaran con alegría sobre su vida (Pues podría ser más triste). os cruzais con algunas luces solitarias que no parecen desear la compañía de nadie más pero que esconden pasos de samurai. Al fondo de otra de las calles un grupo de Kanijin, con sus colores distintivos se pasean vocingleros y felices como si todo les perteneciera...Es, en definitiva un muno distinto, pocas veces atisbado por samurais que pretendan ser decentes. Pero vuestro honor y el deseo de encontrar a Chisato-sama os impulsa a seguir.

Finalmente llegais a vuestro destino, pese a que nada indica alguna característica distinta a cuantas hayais observado ya. Otra calle estrecha, llenas de casas pequeñas y apiñadas. Con cuatro heimin sentados a un lado de la casa que os indicó el escorpión; sucios, apenas vestidos y pasándose de unos a otros una botella de licor y rebañando cuencos de alguna pasta de mijo y pescado. Ignorantes del hecho que en cualquier momento el cielo romperá a llover. Al principio hacen caso omso de vuestra presencia, pero un presentimiento os dicen, que desde el momento en que vuestra lámpara era visible han estado escrutándo, analizando y llegando a la conclusión de que no veníais con intenciones hostiles...de momento.

Okita encabeza el grupo, atento a los alrredores, mirandolo todo con una mirada glacial. Al llegar al lugar, no se molesta en mirar mas de la cuenta a los Heimin de la puerta, y directamente entra en el edificio.

Claro, ahora todos estaban alabando a la grulla, nadie se acordaba de la intervención del escorpión y las palabras que se dijeron para dar pie al acto de la joven. Incluso Okita parecía haberse puesto en ese modo, la verdad era que no lo entendía y porque Nakato estaba tan silencioso de repente?

Okita entro directamente al lugar, no tenia intenciones de ayudarlo otra vez si se metía en problemas, así que me frené en la puerta.

-"Alguien tiene que quedarse a vigilar"- dije para luego acercarme a los samuráis que estaban jugando a los dados. 

Los heimin, observan como os acercáis hasta ellosn y la casa junto a la que se hallan aposentados. Aún cuando poseen un ambiente distendido mientras llegais, no podeis estar seguros de si se ríen de algo que pueden haberse comentado entre ellos acerca de vosotros o es simplemente sana paranoia el pensarlo.

De todas formas, logran anteponerse a vuestro internamiento en la casa cuando todos se inclinan de forma más o menos adecuada; y uno de ellos, el más agraciado y osado quizás se postra en el suelo asiendo la punta del kimono cuando okita va a entrar.

Soshuro-sama, decidnos que podemos ayudarle y seremos hombres felices hasta que amateratsu ilumine un nuevo dia. Se lo rogamos, dejenos ser útiles. No es digno que se ensucien caminando por aquí, se pueden mojar las sandalias.

En tono aunque cortés, y adecuado posee cierto toque de sorna bastante punzante. Aromas etílicos azotan vuestros olfatos; borrachos, puede, pero no tanto para que sean inconscientes de sus actos.

Cuanto más conocía Ryoko Owari, más sórdido le parecía a Jin.

El olor que rezumaba el lugar, a alcohol barato le resultaban de lo más desagradable y desde luego no creía que fuera el lugar adecuado para Midori-san, pero ella así lo había querido por lo que el Kakita no dijo nada. Debía mostrarse alerta. Desde luego, era necesario que Haku estuviese de su lado y consiguiesen trabajar juntos en caso de problemas. La Grulla no sería bien recibida allí y debían cubrirse las espaldas mútuamente, así como defender a Midori en caso de necesidad.

Jin no paraba de observar a Shosuro Okita quien no parecía ser del mismo tipo que el resto de Escorpiones. Quizás eso le hiciese aún más peligroso...

Okita miro a los que le bloqueaban el paso, con un geston conciliador.

-Queremos hablar con el dueño de esta casa por asuntos privados. Si estais aqui para vigilar la puerta, no os andeis con rodeos y etiquetas que nos hagan perder el tiempo. Id a avisarle, y recompensare vuestra eficencia.

De ninguna manera quisiermos ofenderlos, ¿podemos pedirle que tenga la amabilidad de saciar nuestra indiciplinada curiosidad sobre el tema de la conversación?... no tiene porque hacerlo Soshuro-sama, es un favor que me hace. Es raro ver tantos samurais y tan bien ataviados por aquí; normalmente esperan que el salitre destroce sus kimonos viejos.

En todo caso, si no nos considera merecedores, seguiremos con nuestra charla indigna de sus oídos. No pretendemos retrasarles lo más minimo.

Se miran entre ellos murmurando disculpas y asintiendo a las palabras dichas.

Okita rie secamente.

-Como entendereis, si estamos aqui es por un motivo que no podemos revelar, menos aun permitir que vendais dicha informacion. Y no finjamos ofensa, teneis que ganaros la vida en un distrito como este, y aunque sea de una forma y otra, no es a vosotros a quien hay que castigar por el mal que cubre esta zona. Asi que, si no teneis nada que ver con el dueño de esta zona, os agradeceria que simplemente nos dejeis pasar.

La voz de Okita era seca, dejando claro que se acabo el momento de intercambio verbal, podrian colaborar o apartarse, pero no hacerle perder mas tiempo.

Los hombres habían mantenido una actitud no hostil y servicial y precisamente en ese momento no iban a cambiarla. Sin nada más que puedan añadir se callan permitiéndoos continuar con lo que hacíais. Entrais. os sorprende que desde afuera apenas se escucha parte de la algarabía del interior, aunque no sea tanta.

El interior de la ca no es nada suntuoso, sino que comprende apenas dos habitaciones y una pequeña cocina. En la habitación principal se esparcen algo mas de media docena de hombres en una nube dulzona de tabaco y sake barato. Dos de ellos son claramente ronin, con sus espadas apoyadas en la pared a su lado. Los demás, sin duda, pescadores y ottros trabajadores del distrito. Sobre el tatami se esparcen monedas pequeñas a la luz de la única lámpara. Juegasn a fortunas y vientos.

Al entrar se hace el silencio y los ronin llevan sus manos a la saya instintivamente. Los rostros se ladean y giran mirándoos y frente a vosotros un hombre, no muy agraciado y flaco aunque joven, con una espada a su lado(no una katana, una de inferior calidad). el hombre abre los brazos. bienvenidos a mi casa amigos. No tenemos huéspedes tan distinguidos todos los días.

Mantengo el silencio todo el rato. Okita es mejor tratando con la escoria heimin. Pero cuando los ronin acercan las manos a sus armas, miro a ambos despacio, sin temor, para indicarles que si se exceden un ápice habrá sangre.

Una vez más me interpongo entre Midori y el peligro. Cuando el dueño de la casa nos habla, hago una leve inclinación a modo de respuesta al saludo pero me quedo callado. Prefiero que sea el escorpión el que trate los asuntos turbios. Seguramente tenga más experiencia.

Una vez los demás entraron me acerque a los samuráis que estaban jugando a los dados.

-"Discúlpenlo, a veces llego a pensar que los kamis lo pusieron en el clan equivocado o que vive estreñido todo el tiempo-dije soltando una risilla- entonces a que jugamos?"- comente inclinándome para observar mejor su juego. 

la situación aunque había vuelto a un cauce lúdico pese al primer momento en tensión había hecho que la mayoría aún os sintiérais tensos y remisos a actuar con confianza. A las preguntas que hizo Kyo, cuando volvierona sus partidas fueron sencilla.

fortunas y vientos, hermano.(dicho como Escorpión-sufijo de hermano) de hermano

Nakato observó la naturalidad con la que la escena continuaba y los Heimin no mostraban la pleitesía debida a unos Samurai. Si le plantaba al tipo cuatro palabras para devolverlo al sitio que le correspondía quizás correría sangre, pero era un Escorpión, y no temía a la muerte. Miró al tipo a los ojos:

- ¿Es usted el dueño de la casa supongo no? En ese caso, quizás deba mostrar el respeto que su clase debe prestar a los Samurai y contestar a alguna de nuestras preguntas antes de seguir con la partida. Y digale a sus guardaespaldas que se relajen, no somos bulgares matarifes que se embocen en capas y planeen en nocturnos conclaves, asi que no hagamos de esto un baño innecesario.

Okita mira la escena y asiente ante lo dicho por Nakato.

-Primero y ante todo, calma. No buscamos pelea, y esperamos que sus invitados lo entiendan. Si no esto seria una baño de sangre, y bueno, ya sabes como somos los escorpiones, cuando hay un problema, preferimos cortar la"cabeza" del mismo, antes que perder el tiempo con su brazos o sus piernas. Dicho esto, necesitamos su ayuda para cierta informacion, y esperamos obtener su ayuda. No gratuitamente, claro.

Tras eso, Okita hace un leve gesto hacia la puerta del cuarto.

-Si no le importa, nos gustaria discutir nuestra solicitud en privado.

-"Juguemos entonces-dije sacando un par de monedas para entrar al juego y tomando los dados- y...como los tratan las asperezas de este lado de la ciudad? De seguro es duro, pero debe ser mas entretenido que estar oliéndole siempre las mejillas empolvadas a las señoras de alto cargo"- comente mofandome antes de tirar los dados. 

Me dedico a observar la escena y a todos los allí presentes. El camino ha sido difícil y he tenido que contener las ahorcadas varias veces. Ese lugar me produce náuseas.

Espero que Oshuro sepa lo que está haciendo porque yo me quiero marchar de allí cuanto antes. Me coloco cerca de Haku, como estoy segura de que no se ha alejado mucho de mi y miro a Jin periódicamente, si nos mantenemos los tres juntos todo irá mejor.

Saco el abanico y comienzo a abanicarme.

- Señores... por favor.. tal vez sea que simplemente este... hombre no pueda.. ayudarnos sonrío afiladamente y miro al hombre sin dejar de agitar el abanico y con una sonrisa.

Entre Escorpiones uno no sabía cómo debía de comportarse. Las frases dulces animando a la calma, eran seguidas con provocaciones obvias y Jin se preguntaba cómo terminaría eso. ¿Cederían los granujas allí presentes a las exigencias de nuestros acompañantes o cruzaremos finalmente nuestros aceros por las afrentas?

Observador, como se mantenía siempre, con la mano cercana a la saya de su katana por si las cosas se pusiesen feas, el Kakita se percató de cómo Midori le miraba continuamente, de forma disimulada, pero insistente. Quizás por interés o por un repentino sentimiento de unidad, la cortesana parecía invitar al duelista a acercarse a ella y a Haku y formar un único bloque.

Jin se fue acercando a la cortesana, poniéndose al lado de ella, pero flanqueándola con Haku. De esta manera tendría al menos dos flancos bien cubiertos. Jin esperaba no tener que llegar a desenvainar, menos cuando había una señorita allí presente, pero no le temblaría el pulso si alguno de los allí presentes cometía alguna estupidez.

Acompañar a aquellos hombres era como hacer malabares con cuchillos. Todas mis concepciones sobre la sutileza y la diplomacia escorpión se estaban desmoronando. Era evidente que la Grulla era superior también en ese campo. Miré a Midori cuando habló. El saber que al menos no estaba intimidada por la situación era tranquilizador. Aunque sabía que estaba a disgusto. El movimiento de Jin ayudó a que me relajase. Creo que teníamos la situación bajo control muy a pesar de los esfuerzos de los escorpión por que aquello estallase.

Como si un espíritu burlón de Sakkaku se hallara presente, se dijeron las palabras justas para dejar claro el lugar de cada uno. Mientras bayushi Kyo se sentaba y alcanzaba con sus manos dados y cubilete uno de los dos ronins inflamado por el sake y su orgullo se levanto furibundo. No soy guardaespaldas de nadie. En su alzamiento hacieno volar zenis por todos lados pateó con intención la única lámpara del lugar mientrás se escuchaba el siseo metálico de su espada al salir de la saya.

La lámpara voló contra la pared aplastádose y cayendo la vela casi exangúe sobre la estera: el mundo va volviéndose oscuro a cada instante.

Aún hay algo de luz residial de la lámapara pero no durará mucho; ese último vistazo revela el inicio de una situación dinámica. La habitación de la casa no medirá más de cuatro o cinco metros de lado, midori se halla en la esquina desde la izquierda de la puerta en el lado opuesto a ambos ronin. Hakku y Jin la flanquean desde adelante cubriéndo su cuerpo. Los escorpión(Okita y nakato) apenas han dado el suficiente espacio para que entrárais todos, Kyo se ve sin habrse acomodado en el suelo y las manos ocupadas. Por otro lado, ambos ronin echan mano a sus katanas, así como el dueño de la casa a su arma; pese a ello sólo uno de ellos es claramente hostil, de los hinin, todos empiezan a moverse, es claro que alguno pueda llevar un cuchillo o algo parecido a un jo consigo; pero probablemente no tengan ganas de pelea.

Kakita Jin se puso en la posición del centro, tal y como le habían enseñado en su dojo. Preparado para actuar en caso de necesidad. El hombre había cometido un error muy estúpido, pero incluso los idiotas podían ser peligrosos con un arma en su mano.

Lo importante era proteger a la Dama Midori y hacerse fuerte junto con Haku.

Jin estuvo tentado a hablar para calmar los ánimos, pero sabía que de poco o nada serviría una vez el acero había salido de las vainas.