Partida Rol por web

Era un día tranquilo.
Andrei Bolkonski, El Ruso tal y como le conocían sus socios, se sentía satisfecho del resultado del negocio. Teniendo en cuenta la procedencia de su clientela sumado a la situación privilegiada de su gimnasio dentro de la zona controlada por la familia De'Eustachio, pocos problemas le surgían más allá de alguna refriega entre sus clientes que solía aplacar sin miramientos. Tal era así que El Ruso se había forjado su particular fama de "hombre con pocas pulgas" al que más valía no invitarle a que mostrara su vena más violenta.
Sangui era uno de los clientes más viejos del Gimnasio de Andrei. Entre Bolkonski y Sanguinetti había una relación cordial, ya que el paso de los años forjó lo que se podría llamar un aprecio que más bién produjo una admiración profesional mútua. Se trataba de dos personas que hacían bién su trabajo.

Ese día agún olor diferente quebró el incipiente hedor a calurosa sudor que solía reinar el lugar. Un fuerte chirriar de las puertas de entrada del gimnasio dieron paso a dos personajes. Uno se encontraba malherido mientras el otro le ayudaba a andar apoyandolo en su hombro.
Nadie mas había a esa hora, ya que la mayoría de los hombres de De'Eustachio se encontraban en el Blue Note como cada jueves a la noche.
En un rápido vistazo le sirvió a Andrei para descifrar la identidad de esos dos tipos. Uno era Sangui, que llevaba casi a cuestas al otro, que no era nada mas y nada menos que Franco De'Eustachio.
Andrei despreciaba a Franco De'Eustachio, hijo de Davide De'Eustachio, un chaval de unos 21 años. Según palabras de su padre, Franky no tiene las formas finas y sutiles que debe tener un miembro de la hampa neoyorkina. Y tal era así que se comportaba como un bruto maton de tres al cuarto, apalizando por gusto a cualquiera que le llevase la contraria. Violento y nervioso, así era Franky.

-¡Maldita sea! ¿Donde esta el Ruso?... ¡Andrei, joder, trae vendas!- Escupe Franky con desdén provocado por un fuerte dolor. -... me estoy desangrando...-
-Mataré a ese hijo de puta... ¡Prometo que lo mataré!...- Tras decir eso cae de rodillas y escupe sangre que mancha el suelo del local.

Andrei se encontraba plácidamente en el pequeño cuarto que tenía por despacho en el fondo del gimnasio, simplemente releyendo alguna libros de cuentas y ordenando unos pocos fajos de billetes atados con gomas. Al oír la puerta abrirse con tal escándalo el Ruso, con más bien ninguna urgencia alza la vista y observa el panorama por la ventana de su despacho. Entonces, con tranquilidad manifiesta, recoge los papeles y el dinero y los guarda en la caja fuerte que hay tras su mesa. Una vez puesto sus asuntos a buen recaudo, sale del despacho y se queda parado viendo desde el otro lado del local como Vito y Franky reclaman su ayuda...

El Gimnasio aún estaba frecuentado por lo que Andrei rápidamente toma la decisión de vaciar el local. En un fugaz instante quizás podéis ver resignación en sus ojos, pero quizás no. Andrei es a menudo poco más o menos que una roca. Con un gesto de cabeza consigue que un grupo de chicos jóvenes y fuertes que había desparramados por la sala se den media vuelta y gradualmente vacíen el antro saliendo hacia los vestuarios. Una vez solos, con otro gesto, indica a la pareja que entren por la puerta de la Enfermería. Así es él, nunca malgasta su tiempo en palabras innecesarias. Acto seguido y sin esperar la reacción de los recién llegado entra él en la enfermería...

-¡Joder...!- Se queja Franky. -¡Como duele!...-
Mientras maldice sin cesar, colocas a Franky encima de una litera llena de trastos que apartas de un manotazo. La sangre está empapando el suelo por donde pisaba el chico y te das cuenta que la herida es grave. No tiene orificio de salida y comprendes que tendrás que sacarle la bala que tiene dentro antes de curarle la herida para que no se desangre como un cerdo el día de su matanza.
No es mas que un niño consentido, te dices.
Sangui, a su tiempo, lo tenía agarrado para evitar que se moviese en exceso durante la operación.

Mientras la pareja entra en la enfermería el Ruso se enciende un cigarrillo y se remanga la camisa blanca que lleva sin corbata. Una vez que el herido reposa en la mesa se acerca e inspeciona la herida, mientras que sin quitarle ojo al fluir de la sangre busca a tientas con la mano en la mesa del instrumental para encontrar las pinzas.

La botella de ginebra que oportunamente andaba sobre la encimera de la enfermería es el esterilizante perfecto para la herida. Andrei vierte un poco al rededor y sobre las pinzas, para, a continuación, hacer arder el alcohol de la herramienta y apagarlo con un fuerte soplido. Concentrado en la operación y con ningún remilgo hunde en la herida la pinzas y comienza la caza de la punta que había penetrado el cuerpo de Franky...

Sangui se sorprende de la facilidad de la operación. No le supone ningún esfuerzo retener el reflejo de Franky al intentar zafarse cuando Andrei le extrae la bala de su hombro.

-ARRGG!- La aguda exclamación de Franky resuena en aquella mugrienta enfermería. Seguidamente se queda recostado mientras le realizais el bendaje sin poder reprimir algún que otro gemido al pasarle la venda por encima de la herida.

-Me lo cargaré...- Dice una vez recuperó el aliento momentos después de ajustar la venda. -¡Andrei! Acompañanos, ese maldito bastardo no tiene nada que hacer contra Sangui y El Ruso...- Dice fuera de sí mientras se intenta incorporar con dificultad apoyandose en el hombro de Sangui.

El Ruso una vez a terminado con la operación saca las pinzas de la herida y observa la bala a la luz que entra por una ventanuco alto de la enfermería, mientras sigue fumando del cigarrillo que lleva en los labios. Deja el instrumental en una bandeja y pone un trapo limpio sobre la herida, haciendo gemir ligeramente a Franky por el dolor de la presión.

Tras practicar unos rudimentarios y potencialmente antiestéticos puntos en la herida, Andrei la venda mucho más fuerte de lo normal, asegurándose que no se soltase a corto plazo. Mientras hace esto escucha despotricar a Franky contra un desconocido, apelando a su propia ayuda, lo que le hace enarcar una ceja y levantar la vista hacia Vito interrogativamente.

Vito observa la mirada de Andrei y suspira negando con la cabeza.
-Vamos Franky, tienes que recuperarte de esta herida...- Le dice intentando calmarlo. -... además, el bar ahora estará lleno de policias...- Ahora Sangui devuelve la mirada a Andrei.-... será mejor que te quedes aqui, yo ire a comunicar a tu padre lo ocurrido... si no lo sabe ya...-

-Si... como siempre tienes razón, Sangui... ni siquiera sé quién es...- Franky cae pesadamente de nuevo sobre la camilla resignado.
-¡Enteraos de quién demonios és!- El tono imperativo del chico se debía más a su estado de shock que a su determinación natural. -... está muerto... ese tío está muerto.-

EL Ruso, ahora mas distraído, sin hacer mucho caso a las febriles palabras de Franky, cogió la botella medio vacía de ginebra y le ofreció un trago acercándosela a los labios con insistencia, por si estuviera demasiado débil como para hacerlo solo.

Luego, dándoles la espalda a los dos, se volvió hacia un fregadero que había colgado de la pared opuesta y enjuagó el instrumental dejandolo secar. A continuación volvió a colocarse correctamente las mangas y se preocupó de no llevar demasiadas arrugas en la camisa. Por alguna extraña razón Andrei conseguió que no le salpicase ni un sola gota de sangre, mientras que Franky y Vito habían acabado lo bastante salpicados como para estropear cualquier prenda.

Al cabo de unos instantes llega uno de los sicarios de D'Eustachio. Queda parado al ver la escena y vacila antes de empezar a hablar.
-Davide os quiere ver...- Dice el hombre sin demasiada seguridad. -...ahora está en el Blue Note... tendreis que poneros algo más elegante...- Tras decir esto mira largamente a Franky. -Esta vez tu padre está cabreado, Franky... la has armado gorda...-

-Maldición...- Escupe Franco mientras se coloca en pié. -No fué culpa mía, Sangui, tú se lo dirás, ¡no fué culpa mía!- Te dice casi rogando mientras se encamina hacia la puerta con dificultad y se coloca una guardapolvos largo que le cubre practicamente el cuerpo y disimula la herida.

Ante esto Andrei decidió deliberadamente hacerse el remolón, como si la situación le fuese ajena él fuese un involuntario actor de reparto. Dando la espalda nuevamente a los presentes en la enfermería, finge que ordena y limpia el intrumental, la sangre seca sobre la repisa y demás, sin intención de colaborar demasiado de no ser excesivamente necesario.

Llegas al gimnasio de Andrei tras un largo paseo por la 5ª avenida. Suficiente tiempo para reflexionar lo ocurrido en el Blue Note Club... La pequeña Itália estaba llena de sorpresas.

Te sorprende ver el local vacío... aunque crees que la fiesta que en esos momentos tenía lugar en el Blue Note tenía la mayor parte de culpa. Apesar de todo oyes voces en lo que parecía un pequeño office. Alguién estaba hablando... y crees reconocer la voz de Franco D'Eustachio. Franky, el hijo del Don Davide, era un chico despreciable y violento. Al parecer disfrutaba metiéndose en líos y eso era algo que aborrecía Davide de su hijo y le irritaba de sobremanera, hasta el punto en que le puso un protector... una espécie de mentor para la bestia salvaje de su projénie. Sanguinetti era un tipo de confianza, discreto y con las formas más sutiles de la hampa neoyorkina, cualidad que sabías que apreciaba el Don, quizá por eso lo elijió como protector de su hijo Franky. Y de paso a ver si se le pegaba algo...

¿Y que hay de El Ruso? Andrei Bolkonski es un tipo duro de verdad, El Ruso tal y como le conocían sus socios, y el dueño de este mugriento gimnásio, se sentía satisfecho del resultado del negocio. Teniendo en cuenta la procedencia de su clientela sumado a la situación privilegiada de su gimnasio dentro de la zona controlada por la familia De'Eustachio, pocos problemas le surgían más allá de alguna refriega entre sus clientes que solía aplacar sin miramientos. Tal era así que El Ruso se había forjado su particular fama de "hombre con pocas pulgas" al que más valía no invitarle a que mostrara su vena más violenta.

Al Ruso no se le escuchaba por ningún lado, cosa normal en él. Es un tipo de pocas palabras.

Me acerco discretamente al office, perdido en mis pensamientos. Ha sido un dia muy pesado. Se me hace extraño no ver a nadie entrenando o golpeando uno de los numerosos sacos que cuelgan del techo. Solo veo la cara de Mark en todos ellos  'Maldito bastardo, ya lo cogeré...'

Golpeo la puerta, y digo:

-Soy yo. -aviso, en un intento de que no me cosan a balazos-  me manda el Don a buscaros. -miro hacia dentro y continúo- Tenemos trabajo.

-Vaya, ¿Quién tenemos aqui?- Dice el tipo con una mueca de desdén. -¡Pero si és el perro guardián del club de la zorra de mi padre!- Se levanta con difícultad acausa de las heridas.

-Ey! ¿Como te va Dylan?- Pregunta intentando disimular el fuerte dolor que sentía en el costado, justo donde le había perforado la bala. -He oido que esta noche había fiesta en la pequeña Italia...-

-No ha sido nada- digo intentando quitar importancia al asunto, sobretodo después de ver esa herida- Eso no tiene buen aspecto, quieres que traiga algo?

La verdad es que no me sorprende demasiado la escena, se me ocurren mil maneras de como debe haber sucedido eso. Demasiada gente le tiene ganas al loco de Franky.

'Davide cuenta con que lleve a los chicos al Blue Note Club, no debería entretenerme demasiado.'