Partida Rol por web

El poblado portuario de Khuul es muy conocido por los Chimer por su amplio y variado mercado. Las aguas entre Vvardenfell y Solstheim están repletas de vida marítima, eso lo saben bien los pescadores de la zona, y encima la navegación no es tan peligrosa como en mar abierto. Pero vosotros no venís de visita a Khuul, a pesar de su delicioso marisco.

Os encontráis en el puerto, llegando uno a uno a distintas horas, pero todos habláis con un bullicioso marinero nórdico que no para de gritar "¡BAAARCO A SOLSTHEIM! ¡DIRECTO AL FUERTE FROSTMOTH! ¡SÓLO POR 5 MONEDAS DE COBRE! ¡BAAARCO A SOLSTHEIM!". El marino no transmite la mejor de las impresiones: borracho, sucio, manco y bizco. Aun así, es el único transporte disponible para llegar a la isla. Pasado un tiempo, al ver que ha juntado un grupo de viajeros lo suficientemente grande, cambia su berreo: "¡TOOODOS A BORDO DEL HVALFET! ¡EL KNARR MÁS RÁPIDO DE TODA TAMRIEL! ¡TOOODOS A BORDO!".

Unas diez personas se acercan y embarcan en el Hvalfet. Sin duda es el grupo más mixto que el marinero jamás había visto. Pero poco le importaba mientras todos le pagasen por su servicio. A parte de vosotros, la embarcación se completa con un Argoniano con una toga negra y roja, una pareja Orsimer con bártulos a sus espaldas y un Khajiit con una carreta de madera llena de bienes. El viaje durará unas horas...

Katla se aproxima al marinero de aspecto andrajoso y cruza algunas palabras con él. Él le sonríe y asiente varias veces. Al final (Katla) rebusca en una pequeña faltriquera de cuero que lleva atada al cinto y saca unas monedas de cobre que deposita en la mano del marinero.

El aspecto de la Chimer es de complexión atlética y altura media. No parece poseer gran fuerza al juzgar por su musculatura, pero si alguien que se mantiene en forma. Viste ropas oscuras, cuero ceñido sobre telas a modo de poncho y capa, con broches de metal sobre cuero. El aspecto de una nómada y exploradora, con la ropa sucia salpicada del salitre y el barro húmedo en sus botas altas. Cubre su cabeza con una capucha, y su pelo mojado y sucio del camino cae por ambos laterales de la cara. Por último, un pañuelo cubre uno de sus ojos a modo de parche...no es lo más sutil pero cumple su función. Su cara está cubierta por profundas cicatrices que afean lo que posiblemente una vez fue un hermoso rostro. Su rostro es serio y profundo, sin tratar de transmitir ni compartir emociones con las personas de alrededor.

Porta un bastón de casi 2 metros (Bo) con las puntas de metal reforzado en sus manos, las cuales están cubiertas por guantes y protectores de cuero en los antebrazos. A su espalda una pequeña mochila también polvorienta pero robusta...no parece cargada, sino que viaja con lo justo.

Al montar en la embarcación mira al resto de la tripulación con detenimiento, en especial al pequeño ser y a los orsimers... sopesando en donde colocarse. Decide sentarse en la parte diametralmente opuesta a donde se instalan los orcos, sin importarle el resto de los tripulantes que la rodean. Pega su espalda contra el lateral del barco y mantiene su bastón entre sus piernas sosteniéndolo con una mano mientras con la otra rebusca en su mochila, la cual ha depositado también entre sus piernas para poder adecuar la postura.

Saca una ración de pescado de su mochila y come algo mientras espera que el barco acabe de zarpar...sin quitar ojo al resto de los tripulantes... en especial los orsimers, a los cuales observa constantemente.

Sahak estaba apoyado en una valla del puerto con la mirada perdida fumando de su rustica pipa. Parecía ignorar al basto marinero pero cuando pasa junto a él, le extiende la mano con unas monedas y asiente con la cabeza. Instantes después mira hacia abajo y se vuelve a sumergir en sus pensamientos.

En el momento de subir a bordo, Sahak voltea la pipa y la sacude con un tocón de la valla. Acto seguido agarra su baston enraizado (foto), y se dirige hacia la embarcación.

Al llegar al punto de embarque el argoniano se recoloca su fina capa de hombreleón, adornada con un broche de su tribu.

Sahak es un argoniano de escamas oscuras (negras y grises) y unas llamativas escamas amarillas que se encuentran en su rostro. Su complexión es atlética, pero no musculada. Su altura de casi dos metros le hace mirar a todo el mundo desde una posición dominante, lo cual unido a su cara de pocos amigos, le hace resultar bastante distante al resto de viajeros.

Al entrar en la barca se situa junto al otro argoniano que ya esta sentado. Al pasar por delante de este (para sentarse en el lateral) le realiza un pequeño gesto con al cabeza a modo de saludo. Al sentarse, se recoloca sus pieles y se palpa la faltriquera. Una vez acomodado, coloca su bastón entre sus piernas, agarrándolo con ambas manos y apoya su frente sobre este, cerrando casi en su totalidad los ojos.

Fichigon llega el primero al puerto, por lo que cuando los demás tripulantes llegan, lo que ven es lo siguiente.

Un hombre de pequeña estatura, claramente con enanismo y una altura no superior a la de un niño de 8 años está sentado en un barril del puerto, las piernas le recuelgan a cierta altura del suelo. Fichigon mueve las piernas al compas de una música de feria que tararea con una voz aguda. En las manos, va dando cortes a una manzana seca con una daga que es sus manos tienen un aspecto cómico. Todo esto junto con unas ropas ajustadas semiocultas tras una capa oscura, le dan al hombrecillo el aspecto de una marioneta de circo que se mueve sola.

El cuerpo del nórdico no es ni muy voluminoso ni robusto y sus miembros, a diferencia de otros casos de enanismo que hay, están proporcionados con su torso. A su lado en el barril, descansa una mochila con una tienda de campaña desmontable atada a esta.

Al tiempo que llegan los demás Fichigon levanta la cabeza de su manzana y dedica una sonrisa y un saludo efusivo con la mano al recién llegado, para después volver a concentrar su atención en la manzana que tiene en las manos. De vez en cuando, levanta la vista y dedica unos segundo a observar a alguno de los demás que esperan en el puerto, para después, sin mas, volver a la manzana. Cuando alguien cruza la mirada con el, Fichigon sonríe y vuelve a la manzana y a su pegadiza melodía.

Por fin llega el barco, Fichigon espera a que la cola se forme y de un saltito baja al suelo, coge su mochila y se pone el ultimo de la cola, tras una breve conversación con el capitán y una risa estridente de Fichigon que el hombre no acompaña, este le da el dinero y se monta en el barco. Tras una mirada a todos los tripulantes, una sonrisa aparece en su rostro y se dirige al argoniano de las escamas amarillas en el rostro.

¡Wuaalaaa que broche mas chulo! ¿Puedo verlo de cerca? dice con una sonrisa infantil en el rostro.

Al tenerlo cerca, el argoniano puede ver que el enano tiene los ojos claros y el cabello oscuro, una cicatriz que le cruza la cara desde la ceja izquierda asta el pómulo del mismo lado y si se fija bien un pequeño arete a modo de pendiente en la oreja izquierda

Sahak reacciona lentamente a la voz chillona que le saca de sus pensamientos.

Coge su bastón y lentamente acerca la parte superior al pecho del enano, sin ningún movimiento violento, pero constante. Al llegar junto al pecho le da un leve toquecito.

-Creo que puedes verlo perfectamente desde donde estas pequeñín. 

Su gesto es serio pero sin ira, firme pero distante.

Un gran khajiit monta en ese instante en el barco. Parece un poco perdido, tal vez no acostumbrado a las embarcaciones. Olisquea el aire en un gesto típico de los felinos, levantando el hocico y entrecerrando los ojos. Parece satisfecho con lo que olfatea, a entender claramente por cualquier otro khajiit por el movimiento de sus bigotes.

Echa un vistazo a los integrantes del barco y estos a su vez lo miran a él. Es un khajiit bastante grande, de cerca de dos varas de altura. A primera vista, parece algo delgado, pero es difícil de saber bajo la capa ocre que viste. Lo único llamativo de su apariencia es un pañuelo rojo que lleva atado al cuello. No se ven armas a primera vista, más allá de una daga que le cuelga del cinto. Parece cansado, con cara de pocos amigos. Al mirarlo más a fondo, puede verse que está desaliñado y parece llevar algún tiempo sin darse un baño como los dioses mandan. Si no fuera por que las ropas que porta parecen bastante nuevas podría pasar fácilmente por un vagabundo.

Sin reparar mucho en los demás, el cathay paga al barquero y busca una esquina tranquila donde sentarse. Apoya la cabeza sobre una rodilla levantada y parece quedarse medio dormido.

Ambos Orsimer se rien a carcajadas al escuchar el comentario del argoniano hacia el enano.

- Eso, "pequeñín", súbete a una seta para ver mejor - dice el hombre con tono jocoso y se gira hacia la mujer - Jiak gelnaj oza naj-ri tek ij shatap.

La mujer comienza una nueva risotada con el último comentario del hombre.

Jhaqam hace caso omiso de los comentarios de la cubierta. Está recolocando los bienes de su carreta mientras tararea en voz baja lo que parece una canción regional. Sus ropajes de seda parecen caros, pero se ven viejos y usados, llenos de polvo y con los extremos humedecidos. Al terminar su tarea, se da la vuelta y se coloca en una posición erguida, con el pecho hacia delante, la mirada levemente alta y los brazos cruzados bajo sus pectorales. Tras inspeccionar a los integrantes del barco, se decide a visitar a su tocayo de raza. Aunque Na'ir se encuentre en una postura que no parece aceptar conversación, Jhaqam le saluda efusivamente.

- ¡Dras'kay, trevan! - Jhaqam hace una reverencia hacia Na'ir - ¡Jhaqam sentirse emocionado de compartir viaje con Khajiit! No todos los viajes ser interesantes. Cienaga Negra ser húmeda. Skyrim ser frío. Jhaqam echar de menos sol de Elsweyr, ser mejor clima para él - se sienta a un metro del otro felino -. ¿Qué haber en Solstheim para Khajiit? Jhaqam comerciar, y mejor lugar para comercio ser tierra en guerra. ¿Khajiit pelear? Khajiit parecer fuerte...

Katla observa como la gente toma asiento acabando su bocado antes de partir. Observa la escena del medio-humano interaccionando con el argoniano... desde la distancia, mira el broche que tanta curiosidad suscita, tratando de visualizarlo mejor ahora que ha captado su atención...hasta que los orsimer deciden participar...

-¿Cómo osan atentar contra la dignidad de otro ser...ellos?...despreciables hijos de Malacath... igual de patéticos que su Dios caído, atacando a los débiles...solo mereceis...morir...

Ante la risa burlona de ambos orsimer, Katla golpea con su vara la cubierta del barco con el suficiente sonido como para hacerles notar a los orsimer su presencia, pero sin molestarse en levantarse ni cambiar de posición...

- Gee'hous! hijos de Malacath...no olvideis lo lejos que estais de vuestra tierra... aquí en Morrowind los dioses son los únicos que pueden juzgar a los humanos... así que conten tu lengua... Kwah-Kai... no pongas a prueba la paciencia de nuestro pueblo...y menos la mía...

Katla mantiene la mirada fija con su ojo sobre el orsimer que profirió la burla. Aunque su postura muestre estatismo, su cuerpo ha cambiado hacia una postura más recia, manteniendo la espalda recta y no contra el barco como estaba al principio.

Al escuchar a Katla, Krol deja de reir y se levanta, desafiante. El Orsimer mide más de dos metros y su cuerpo parece esculpido para la guerra. No obstante, su ropaje no corresponde con su musculada apariencia. La pareja Orsimer va vestida con prendas de lino que cualquier pueblerino podría llevar en el día a día. Krol da un paso en dirección a Katla.

- Ya no estamos en Morrowind, Chimer. Tus sucios Dioses no gobiernan estos mares. Y tu pueblo debería estar avergonzado por lo que Boethiah hizo a nuestro pueblo - escupe en la cubierta -. Tenéis merecido todos los males que os ocurren, como La Tragedia de Ald'Vethor.

Al ver la escena, Mariat se levanta con cara de preocupación. La mujer es baja de estatura, y más al lado de Krol, pero tiene una figura muy esbelta. Su cara, de tez pálida y bellos rasgos, tiene marcas blancas tribales y todos sus abalorios son creados a partir de huesos y colmillos. Mariat se pone frente a su marido, queriendo tapar el cruce de miradas con Katla. Pero al ver que su altura no se lo permite, alarga su brazo izquierdo y con una dulce caricia en la dura mejilla de Krol, consigue que éste mire sus ojos, brillantes y oscuros.

- Krol, no nos hemos ido para pelear. Buscamos una nueva vida, ¿recuerdas?

El gran Orsimer relaja su cuerpo, asiente, y vuelve a sentarse, no sin antes dedicar una última mirada a la Chimer.

Ante el paso del orsimer, Katla se apoya en su vara y se incorpora, mantiene la distancia y la pose distendida para dar a entender que no han tiene intención como para hacer llegar la sangre al río pero mostrando su disposición a no ceder ni un centímetro ante la actitud altanera del orsimer.

Observa la escena entre ambos orcos...como la mujer consigue hacer entrar en razón y como este vuelve a tomar asiento.

La Chimer espera hasta que su mirada se cruza los la de la fémina orca, a la cual dirige una reverencia con su cabeza a la vez que extiende la mano en señal de bendición (señal de bendición aplicada por los sacerdotes Chimer en Morrowind). acompañandolo de unas palabras en voz suave.

- Khas 'En. Dunad'wynn.

Y tras ellos vuelve a sentarse y recuperar la misma posición que inicialmente había adoptado al tomar asiento. Deja de mirar a los orsimer de manera directa e inquisitiva y se deedica a dejar la mirada libre hacia el infinito mientras se unde en sus pensamientos.

-Al menos una parte sigue manteniendo la cabeza en el mismo sitio que el resto de las razas...

Fichigon que en un principio ha ignorado los comentarios de los orcos, se da la vuelta con los ojos muy abiertos al ver que alguien sale en su defensa. No hay q ser muy inteligente para saber que la Chimer odia a los orcos y que hubiese saltado igual con otra persona siendo el blanco de las burlas, pero por lo menos sabe que contra los orcos en un hipotético caso, tiene algo de apoyo.

Cuando todo se calma, Fichigon le dedica una sonrisa a la piel oscura y se gira de nuevo hacia el lagarto. 

Como si nada hubiese pasado, mirando el broche dice

Y...¿Qué simboliza la serpiente? 

Walia, acaba de llegar al poblado pesquero, lleva bastantes días de viaje tras la pista que busca y se siente ya cansado de las duras jornadas. Aunque él está acostumbrado a la vida aventura que siempre ha vivido y se mueve con soltura a donde quiera que vaya. El poblado es pequeño, y el muelle es sinónimo de transporte perfecto para él, para ir a Solstehim. Ve que la gente se agolpa en un barco y percibe en la distancia, mientras se va acercando al barco mercante, la gran variedad de razas que se agolpan en la pasarela mientras un viejo marino va pidiendo los billetes. Es espectacular lo que ve, khajitas, orcos, hasta le parece ver a un enano... La escena le resulta graciosa, parece un teatro. Antes de subir al barco, en los múltiples puestos compra algo de alimento. Seguidamente va directo a lo que parece ser el capitán, un auténtico marino de cabo a rabo, un viejo lobo de mar. Ve que es el último en subir, entonces, a prisa le comenta al capitán si queda hueco, para su suerte, está casi completo pero todavía queda sitio, le paga las monedas y va subiendo. A medida que sube por la pasarela, empieza a ver a la fauna del barco, y en sus pensamientos solo cabe lo siguiente: voy a intentar colocarme los ropajes bien y entrar con dignidad, ya que la banda que hay aquí son de risa, jajajaja, al menos que uno tenga algo de porte. Sus ropas están preparadas para la aventura, son fuertes y de calidad. Y aunque Walia sabe que no son ropas de un rico, se siente orgulloso de su vestimenta de aventurero. Está perfectamente pertrechado, mochila con varias mudas, brújula, yesca y sílex, cuerdas, un libro, un pequeño cuchillo y una espada de acero, que aunque de aspecto corriente, la tiene en perfecto estado, ya que sabe perfectamente que no la necesita, es más bien para intimidar. La confianza en sí mismo es su garantía para triunfar, allá a donde va.

El barco es casi tan pequeño como el pequeño zagal que ve por cubierta comiéndose una manzana, aunque enseguida se da cuenta que de zagal no tiene nada. Va buscando sitio mientras con la cabeza va observando a los personajes que tiene ante sí, los que más le llaman la atención son los khajitas, ya que solo conoció a una en su vida, y ahora tiene a dos delante de él. El orco es espectacular, arquetipo de guerrero, y enseguida ve al chimer, quizás el que más recelo le dé, ya que es un tanto siniestro. Va pasando por delante de ellos con gesto cordial y seguro, les va sonriendo uno a uno y saludando brevemente mientras ve un sitio al final en el que colocarse para partir cuanto antes. Se sienta tranquilamente y empieza a comerse una bolsa de castañas asadas que acaba de comprar, mientras disfruta del olor a mar y del ajetreo del barco.

Sahak suspira, sabe que no va a quitarse al incomodo enano de encima por mucho que lo ignore. Vuelve a mirarlo, "tampoco se le ve maldad, quizás he sido demasiado duro de primeras... " se dice mientras ve como finaliza el breve altercado entre la Chimer y los orcos. Mira a Fichigon a los ojos mientras con una mano se agarra el broche.

- Esta es Ninaga, el espíritu de mi tribu. Es un ser mitológico ancestral que se encarga de cuidar y proteger a los Hist en su letargo.

Siendo consciente que con esta declaración solo le ha abierto la puerta a cien preguntas más, Sahak intenta cortar por lo sano y añade.

- Si tienes mas interés te recomiendo que leas algún pergamino sobre mitología argoniana, yo no soy ningún cuenta cuentos. Si no te importa, tengo mucho en lo que pensar...

Consciente de que el argoniano está dándole largas, y no queriendo abusar de su paciencia el enano se despide

Ninaga...ummmm... Me gusta ese nombre, seguro que lo doy algún usó mas adelante, dice con una sonrisa picara mientras mira al infinito, después de eso se despide con la mano ¡Adiooooos!

Se da la vuelta y se dirige hacia la Chimer, se acerca a ella y se queda parado a su lado esperando a que esta lo mire, tras eso, dice Muchas gracias por lo de antes, pero tampoco hace falta que la sangre llegue al río jijijji, ríe mientras se da cuenta de lo acertado de su comentario. Uuhhh menuda cicatriz tienes ahí, dice señalando una en su cara de las que tiene medio tapadas por al venda. Yo también tengo una  parecida ¡Mira! ¡Mira! Dice mientras acerca la cara y señala su cicatriz (Que al lado de la de la chimer no es comparable) Esto no puede ser coincidencia, no no no agita la cabeza de lado a lado... ¿Qué te trae a estas tierras heladas tan lejos de tu casa? pregunta enfatizando todo su interés en la entonación.