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Partida 4 - Tras la lucha con los Marca Roja

Tras el combate con aquellos rufianes conseguisteis acabar con ellos y no dejasteis huir a ninguno. A uno de ellos lo dejasteis con vida. Era un humano, con pelo largo y desaliñado. Vestía con un jubón de cuero de no muy buena calidad y portaba dos armas cortas, viejas pero bien afiladas. En su espalda lucía una capa de color escarlata algo andrajosa, puesta mas por lo que simbolizaba que por el uso que ésta le daba. Estabais en una zona entre el centro y el limite en el oeste donde no transcurría nadie y era una zona de restos de las ruinas del antiguo Phandalin y algunas casa en construcción o a medio construir. Sin duda un buen sitio para una emboscada, no había sido fortuito el encuentro. El tipo despertó del golpe que le habíais dado por la espalda, en un primer momento buscó con las manos sus armas, que no estaban y miró a su alrededor. Enseguida entendió lo que había pasado. Tenia la voz aguda, entrecortada y bastante desagradable. - Oh vaya... ahora si que estáis en un grave problema. Habíais tenido la oportunidad de vuestras vidas para marcharos de aquí y ahora la habéis cagado. Vara de Cristal no estará nada contento con esto, no soporta a la gente como vosotros.

—¡Y yo no soporto a la gente como tú, grano revenido! Extorsionando a los más débiles. ¡Meteos con alguien de vuestro tamaño!— la gnoma estaba totalmente fuera de sí. No solo estaban abusando de pobre gente inocente y débil, algo que Tassae odiaba con todas sus fuerzas, también le habían herido, especialmente el orgullo, cortándola el movimiento para alejarse  y esquivando todos y cada uno de sus mortíferos (o eso creía ella) ataques. Además, le habían hecho un tajo enorme a su túnica favorita. Vale, que podría arreglarla con un par de pases de manos o incluso cosiéndola, pero eso no se le hacía a una dama. Especialmente a una que rebosaba poder, como ella.—Ahora nos vas a decir dónde está y quien es ese "Cara" de Cristal porque se la vamos a romper. Con su vara.

Con ese nombrecito fijo que es un mago con ínfulas

—¡Ah! ¿Y cuantos sois?

El drow estaba sentado en el tejado y mientras movía sus piernas limpiaba su espada corta con un trapo rojo escarlata, exactamente del mismo material que la capa del hombre al que habían hecho prisionero.

Pues si Cara de Cristal sigue enviando a bandiduchos como vosotros no vamos a tener ni para empezar.- el drow se mostraba calmado, aunque su cara no podía evitar desprenderse de unos ojos bastante entrecerrados, sobre todo cuando recordaba que había una bola de fuego gigante en el cielo que no paraba de sobre-iluminarlo todo.- ¡Responde a la gnoma y dinos quién coño os ha enviado a aquí!

Ajo seguía registrando a los demás mientras Tassae iniciaba el interrogatorio.

- Tendremos que pensar que hacer con estos que no se mueven… Creo que clavar sus cabezas en unas picas en la entrada del pueblo mandará el mensaje correcto a ese Vara de Cristal. – comentó con su voz ronca comenzando a juntar los cadáveres. Algo tendrían que hacer con ellos.

Aquel tipo miró a su alrededor mientras la gnoma estaba gritándole a la cara. No se sentía especialmente intimidado por ella pero la situación era grave, siempre atacaban en ventaja y salían ganadores, era la primera vez que alguien les plantaba cara. Por otro lado estaba el jefe...

El tipo parecía debatirse internamente, abrió varias veces la boca para contestar pero no decía nada. Parecía dubitativo. Tras unos instantes se puso a gritar.

— NO OS CONTARÉ NADA, LA MARCA ROJA PERDURARÁ — era extraño, su cara no acompañaba aquellos gritos, luego os hizo un gesto con la mirada y un leve cabeceo. Susurro con la boca medio abierta:

— ... aquí no puedo, nos pueden estar vigilando. Si queréis que hable, necesito que me den por muerto también. — dicho esto, se dejo caer como desmayado, un tanto exagerado y se quedó con los ojos cerrados.

Ajo clavó violentamente la lanza a apenas la distancia de una moneda del vientre del bandido que se hacía el moribundo.
- ¿Drow, ves desde ahí una carretilla para llevar todos estos cuerpos? - tirarlos en las ruinas parecía una buena idea.

Dame un segundo.

Vorndar se incorporó y echó un vistazo sobre los alrededores mientras se guardaba la espada corta en el cinto.

- Grrrrrgg... venga, Durum, cógelos tú por los pies y yo por los hombros. Echémoslos en esas ruinas. - agachándose para coger al bandido superviviente - y si quieres seguir respirando, más te vale que ese sitio sea lo suficientemente bueno para que hables. - le dijo en un gruñido sordo al lado de su oreja.

Entre todos, apartáis los cadáveres del medio del camino y los dejáis escondidos entre las ruinas y edificios a medio construir. También cargáis con el rufián que estáis interrogando que se está haciendo el muerto, que lo dejáis también algo apartado.

- Os diré lo que sé, pero me tenéis que dejar irme. Me tendré que marchar de aquí o acabaré mal igualmente. - dicho esto, señala hacia la dirección de la mansión en ruinas a lo alto de la colina - Ahí, debajo de esas ruinas está nuestro escondite, podéis encontrar a Vara de Cristal en el sótano. Hace un par de días que nuestro jefe se reunió con un tipo misterioso, un tal Araña Negra... tras esto nos ordenó que os intimidásemos y espantásemos para que os fuerais de Phandalin.

Aquel tipo parecía preocupado, miraba todo el rato alrededor por miedo a ser descubierto.

- Mirad, yo llegué hace poco... creo que he sido el último reclutado, pero no me gusta nada el rollo que hay. No se mucho mas, si queréis indagar mas, tendréis que hacerlo por vuestra cuenta. No se cuantos hay de los nuestros, al ser el "nuevo" no se me permitía la entrada a todas las zonas.

Tras terminar de informaros se os quedó mirando.

- He cumplido con lo mío, ahora... ¿puedo marcharme?.

Ajo gruñó. Aquel era el mismo sitio donde se había metido el amigo de Sindal. Tampoco le gustó que la Araña Negra estuviera también en esto y que tuviera un interés particular en ellos, pero eso quería decir que tal vez Vara de Cristal tuviera más información sobre ese drow y podrían sacársela a golpes. Sí. Ese era un buen plan. Sacarle información a palos a Vara de Cristal.

- ¿Y la mujer y los hijos de Drendar el tallista? ¿Qué habéis hecho con ellos? – le gruñó

Miró a los demás dando a entender que a él le daba igual acabar con aquel rufián allí mismo que dejarlo libre.

—¿Y quien es Cara Cristal?—  preguntó Tassae intentando sin conseguirlo mantener la voz baja—  Dinos todo lo que sepas de él.

Estaba claro que Tassae no tenía mucha puntería ni fuerza, de modo que prefería tener toda la información posible para  enfrentarse a él. Como había sobrevivido la gnoma durante tanto tiempo con tan escasas habilidades era un misterio. Quizás tuviese que ver con la suerte, quizás tuviese algo oculto que salía cuando hacía más falta.

—Si nos convences, te dejaremos marchar.— Al contrario que Ajo, y por muy enfadada que estuviese, ella era partidaria de dejarlo ir aunque no dijese nada, pues tenía buen corazón. Además, la vida era más divertida cuando dejabas cabos sueltos con los que poder jugar más adelante, cuando pensabas que y no quedaba nada.

El cautivo había cantado y sin demasiado esfuerzo. Meneo la cabeza con desaprobación. Los maleantes se habían ablando des de mis tiempos en la compañía. 

- Entonces al final parece que la mansión no está encantada y probablemente la desaparición del amigo de Sildar también tenga que ver con estos patanes. 

balbuceo con murmuros inteligibles mientras me acerco al bandido y esbozo una sonrisa calida y amable. 

- No te podemos dejar sin antes enseñarte el verdadero camino de Ilmater. 

Saco mi martillo sin borrar la expresión de serenidad. 

- De lo contrario correríamos el peligro que volvieran a aceptar te en ese grupo criminal o algún otro. Así que por tu bien... 

lanzo un potente martillazo contra su rodilla izquierda, dispuesto a triturarle la pierna de forma irreparable. 

Os miraba a todos alternativamente, buscando la compasión del mas débil.

- Vara de Cristal es el "jefe", apenas llevo una sem...  ¡¡AAGHGH!! - exclamó de dolor al recibir el martillazo contra su rodilla, la rotula le reventó en varios pedazos y empezó a notarsele coágulos de sangre debajo de la piel. Aquel rufián os miró con ojos implorosos y luego con pavor.

Hizo un amago de levantarse pero la pierna no le respondía, la tenia como un palo y trastabillo y cayó de nuevo al suelo. Ahora volvió a abrir los ojos, pero su mirada era diferente, estaba perdida. Pasaron 4 segundos y se desmayó.

- Bah, ya se ha desmayado sin decirnos que han hecho con la mujer y los niños – dijo Ajo con un refunfuño – Dejémoslo ahí y ya se ira cuando despierte… si puede. – con el evidente tono de quien le da igual que viva, muera, se vaya o no.

- Vayamos a ver al frutero ese y después de completar las compras, vayamos a limpiar esa casa de rufianes y romperle la cara al cristalito ese. Con suerte encontraremos al amigo de Sildar. – propuso a los demás con la resignación de quien tiene trabajo por hacer y preferiría hacer otra cosa.

La mandíbula de Tassae cayó a la misma velocidad que el martillo del enano ¡Ni siquiera le había dado la oportunidad de responder a su pregunta! Pero mira que eran burros los enanos. Y eso que su primo tercero Yuancarl Zook Ethesumo  Cierratabernas utilizaba su diminuto puño en vez del martillo, pero lo de Darumg era cosa de otro mundo.

—¡No seas animal!— regañó agitando las manitas— Al menos espera a que termine de dar la información. Y tampoco hace falta romperle la rodilla. Con meterle unas flores de rascaviles que le causen urticaria unas semanas hubiese bastado. Y al menos eso sería divertido.

La gnoma examinó al herido. Era un chavalín que se había metido en líos que además no parecían gustarle, pero sus violentos compañeros de viaje no opinaban igual, de modo que sacó la legendaria lengua gnoma para convencerlos de lo contrario.

—No nos conviene que la palme— aseguró— Ni que esté tan herido. Será mejor que le entablilles o le lances una cura rápida. Tener de nuestra parte a alguien que haya pertenecido a ese grupo nos vendrá bien para cuando les hayamos vencido. El gordo bastardo del burgomaestre insistía en que era gente que no causaba problemas y nos intentará pintar como asesinos de "inocentes"... Tener alguien de dentro que reconozca que tenía tratos con drows malvados (que no malvados drow) y que eran más mezquinos de lo que parecían nos vendrá bien. ¡Y eso por no hablar de que puede sernos de utilidad  para encontrar más información del grupo! Incluso puede que consigamos que se una al asalto al castillo a cambio de su vida y su salud. Puede también decirnos quien del grupo está como él en contra de los métodos de La Marca Roja y conseguir que se unan a nosotros para liberar a Gundren 

- Lagartijilla, no sé como has sobrevivido tantos años viendo el mundo tan rosa… - negó Ajo con la cabeza sin conmoverse por sus palabras – El bu… burgo… alcalde, estará compinchado con ese Vara de Cristal. Ya nos encargaremos de él cuando llegue el momento. Un alcalde sin guardia, no tiene poder real, y aquí no hay guardia, por si no te has fijado. – le explicó como si se lo explicase a una niña pequeña aunque la forma de hablar propia de un niño era la suya.

- Por si no te has fijado, nosotros tenemos más que callar en lo de tener tratos con drows y buenas suerte convenciendo a nadie de que hay drows que no son malvados – importándole un comino que Vordnar estuviera al lado.

- Si te hace sentir mejor, prometo dejar inconsciente a quien se rinda dentro de esas ruinas en lugar de matarlo. – le dijo con una gran sonrisa satisfecho de su gran corazón para hacer sentir mejor a Tassae.

Aunque a estas alturas ya me estaba acostumbrando a tener esa vocecita enfadada a mis espaldas, levanto las cejas cuando me doy cuenta que su retalía de improperios esta vez se dirigen a mí en particular.

- Oh, va a sobrevivir. Aunque tendrá que elegir una profesión distinta, está claro.

Palmeo el cuerpo inerte del joven, orgulloso de mi trabajo.

- Le puedo curar, pero eso no hará que despierte hasta mañana como pronto.

digo encogiéndome de hombros y luego cojo al bandido del cuello y recitando una palabra en enano, aprieto su garganta y un leve resplandor aparece en las yemas de mis dedos. *