Partida Rol por web

Dicen que las primeras luces son las mejores para salir de cacería. Mientras que la noche es nefasta, pues todos los animales están en sus madrigueras; al amanecer la vida comienza. O termina para algunos de los animales que salen de sus madrigueras en busca del alimento y la bebida que les permitirá afrontar su día, ignorantes de que que esa rutina es la misma que practica el mayor depredador de aquellas tierras.

El patio de armas aún estaba oscuro bañado por las sombras que se producían en contraste con las primeras luces que bañaban los torreones de Pazo Pajar. En su interior los caballos preparados para la empresa relinchaban y pifiaban impacientes por partir al galope bajo la voluntad de sus jinetes.

La claridad era lo suficientemente dañina para el joven Rickard Thalassos quién había llegado para cuando todos estaban en la cama. El criado que acudió a recibirle le puso al día de las noticias que habían sucedido en la noche anterior confirmándole como ciertos los rumores que había oído en los últimos días. 

Habiendo faltado a la cena, no sería conveniente eludir por más tiempo sus obligaciones para con la Casa. Su padre, que era el único que le acompañaría en esta ocasión le seguía en el momento que llegaron al patio de armas. La explanada cuadrangular ya acogía a un nutrido de madrugadores entre los que destacaban Lord Damien y su hijo Gabe Blackstorm, Lord Cleon y Ben Horpe y el bastardo Marcus Storm por supuesto no podrían faltar a la ocasión el adulador Alfric Gower y su hijo Gyles quién parecía haberse repuesto del incidente de la noche anterior según pudo comprobar Lord Cleesten. Parecían estar departiendo como una forma de pasar el tiempo mientras unos cuantos criados, tal vez coperos como delataban las botas de vino que colgaban cruzando su pecho; cepillaban a los caballos que les acompañarían en la cacería. 

A lo lejos y distante del resto de invitados se encontraba Ser Brus Buckler quién al comprobar que parecían estar todos volvió a meterse en el castillo, tal vez para avisar a su señor de que el momento de partir había llegado.

-Tsk tsk. -Pudieron oír decir padre e hijo a un un joven mozo que buscaba calmar a un corcel que se había preparado para la ocasión.

El joven Rickard saca de su juventud todas las fuerzas necesarias para estar un día persiguiendo bandidos como a la mañana siguiente listo para la caza, aun habiendo hecho largo viaje en la noche. Aunque una mirada atenta y su ausencia en la noche pasada pueda decir mucho a personas perspicaces. 

Mientras se preparaba para la caza ha resumido a su padre los resultados de su busqueda -encontramos a las bandidos, gente simple, algunos cayeron, pero la mayoría se rindieron sin bajas entre los nuestros. Por desgracia estaban mancillando a otra muchacha pero gracias a eso escuchamos los ruidos que nos llevaron a ellos. 

Mande dejar a 3 de ellos en las mazmorra para ser juzgados como usted mandó padre. y los otros 2 que provenían del Pazo del Pajar, incluido al molinero, los he traído. Sería un buen detalle mostrar a Lord Buckler como trabajamos por restaurar la paz y el orden después de la guerra. 

Al escuchar al muchacho intentando calmar al corcel se fija en, ver su posición a quien sirve. 

Bien hecho Rickard.   Estas ayudando a restaurar el orden en nuestras tierras.   Movió el caballo, en señal de que estaban listos para partir, pero haciendo el tiempo necesario para platicar con su hijo de tantas cosas que habían pasado.

A nuestro regreso pondremos a un juez y jurado a decidir el destino de los dos encarcelados de fuera.  Y los que has traído, del propio pueblo, caray...  su mirada pareció irse.  Una comunidad tan pequeña no podía empezar a tener estas divisiones, porque todo se desmadejaría, y sería su responsabilidad, la de los nobles de la tierra, que eso no pasara.  Y era señal de que las cosas no estaban bien, ni de orden ni prosperidad.  

He de hablar con ellos, el molinero y el otro, para ver si su arrepentimiento sirviera de algo.  Luego pareció pensar en algo más, ceño fruncido. ¿Ellos participaron en la violación de la muchacha? 

Si fuera así, no habría perdón posible, teniendo que servir sentencia.   Habrían de hacer un juicio aquí, escucharlos él y sus hijos,. 

 Si los encontramos culpables, al Muro los enviaremos.  Por exiguos que fueran nuestros recursos, es lo que corresponde.  Matarlos es demasiado, va contra la isonomía.  Mejor una donación de nuestra pobre Casa a la defensa de los 7 reinos allá en los hielos de los free-folk. 

Así deberá ser.  

Se reservaba juicio hasta el final.  Según sus propias reglas, a las que se atenía estrictamente, pero explorando sus límites, le marcaban que... Habremos de encontrarles una voz defensora. 

Ve pensando en ello Rickard. 

Movió el caballo, dispuesto a partir.  

Debo contarte de la cena.  Las reglas son misteriosas pero claras.  Nos estarán observando.  A quienes vean más dignos los elegirán como nuevos señores de Pazo Pajar.  Pero no será en combate, o no solo en eso, o quizá nada de eso.  Se fijarán en más, múltiples cosas. 

Por lo tanto, a estar atentos a las reglas del misterio oculto, y a actuar como te nazca.  Eres una gran persona y sólo siendo tu uno podría ver que eres merecedor de guiar gente y cuidar de ella.   Lo mismo tus hermanos.  

Estaba muy orgulloso de él, de todos ellos.

Los dos se encontraban hablando y poniéndose al tanto con los acontecimientos acaecidos durante el día anterior cuando se abrió nuevamente el portón del castillo dando paso a Ser Brus, éste abría el paso a su señor quién se dirigió con decisión y alegría a todas las personas que se encontraban por allí reunido.

-Desde luego que hace una mañana maravillosa para cazar. -Dijo a modo de saludo antes de empezar a entretenerse repartiendo comentarios y saludos a cada uno de los asistentes.

-¡Rickard Thalassos! Anoche se os echó en falta. Me alegro de veros, creo que será la primera vez que os vea de cacería. Lord Cleesten. -Le nombró al tiempo que estrechaba su mano con afecto antes de pasar al siguiente grupo. Apenas un par de apretones y saludos más empezó a dirigirse al corcel que uno de sus sirvientes le tendía.

-¡Vamos o a este paso dará tiempo al sol a levantarse y a volver a ponerse! -Animó al grupo desde lo alto de la grupa.

Los perros sintieron la llamada del señor de aquellas tierras y empezaron a ladrar, sabían que había llegado el momento de la cacería, el momento de buscar presas y perseguirlas para que sus amos las dieran muerte.

Lord Cleesten salió a caballo, detrás de la comitiva, los ojos muy atentos a todo, incluyendo los jabalíes. 

Sus ojos recorrieron el cielo, tratando de adivinar el clima para el resto de la mañana.   Por otro lado iba viendo a cuántos soldados de guardia llevaba Lord Buckler y los demás.  Estaba buscando cosas inusuales, sólo por precaución, pues no pensaba que hubiera ningún incidente mayor. 

Espero. 

Gozó el aire del galope sobre su cara.   La alegría de cazar era algo que se disfrutaba, siendo noble o no.  Algo tenía que ver con el buscar alimento, y con la emoción del riesgo y la habilidad vs la suerte.

¡Vamos Rickard!  

Para Rickard no había diferencia entre cazar y labrar la tierra, esfuerzo físico que no conquistaba nada mas que comida, cosa claramente ignoble. ¿No había vasallos para eso? No era un cobarde ni le asustaba arriesgar su vida como demostró el día anterior pero andar persiguiendo y provocando a un cerdo que no suponía ninguna amenaza para nadie le parecía estúpido. 

En cualquier caso su padre como la mayoría de nobles disfrutaba de ese "privilegio" y el montaría a su lado para cazar alguna maldita bestia si la suerte les agraciaba como el día anterior. En cualquier caso si le gustaba montar en la compañía y jaleo de los canes de caza quienes claramente disfrutaban dando rienda suelta a su instinto. 

A veces comparaba mentalmente a los otros cazadores con los perros, volviéndose toscos y primitivos cazadores guiados por el hambre e instinto. Y como a perros pensaba en cómo domarlos y tenerlos a su servicio. 

Aparecio Ser Brus, y a su saludo -Espero que no mucho, aunque traigo algo que bien vale mi excusa y ya puesto devuelvo con ello lo que a estas tierras pertenece. 

Cuando las puertas se abrieron, dejo a su padre tomar la iniciativa y a siguiendo su salida espoleó a su caballo para ponerse al mismo ritmo. 

Los caballos empezaron a trotar suavemente al tiempo que iban dejando atrás las diferentes tiendas que se habían plantado en los alrededores de la muralla, apenas vieron hombres salvo un puñado de personas -presumiblemente los pobres pringados que les había tocado velar y patrullar durante la noche- con un aspecto somnoliento que al advertir la llegada del grupo se cuadró adquiriendo un aspecto más marcial y acompañaron su gesto con un saludo militar con el paso de los caballos.

Poco llevó dejar todo aquello que recordaba al castillo atrás y empezaron a adentrarse en la espesura.

-¿Devolver lo que a estas tierras pertenece?  -Preguntó sorprendido mientras comenzaban a adentrarse al interior de la masa boscosa -Disculpadme pero no sé muy bien de lo que me estáis hablando. Sonáis como un santero.

¡Oh que va! cosas mucho más mundanas. Canalla de bandidos que llevan algún tiempo paseando por estas tierras sin que nadie haga mucho por detenerlos cometieron el error de entrar en las tierras de mi señor padre. Nada más saberlo nos preparamos para el asalto, y aunque eso me ha retenido más de lo apropiado, mantener el orden lo merece. 

Pero si como decía traigo algo más que historias, pues entre esos malnacidos se hallaba el molinero de estas tierras. Si estas tierras van a tener un nuevo señor, podrá mostrar que tipo de justicia va a hacer con este vasallo huido, pues lo he traído conmigo. El resto los hemos dejado en el calabozo, cuando mi padre regrese podrá juzgar si merecen un pica o un viaje al norte. 

¡La cacería comenzaba!   

Lord Cleesten estaba de suerte, inmediatamente al salir alcanzó a ver en una zona fangosa huellas de lo que seguro eran jabalíes.  ¡Y de que tamaño serían!   Sus ojos recorrieron la zona, viendo donde había roto la vegetación para entrar.   El rastro era un poco viejo, pues el lodo se estaba secando ya, pero era claro por donde había venido. 

¡Vamos! -espoleó a su caballo en esa dirección.  Vio como Rickard ya estaba platicando con Ser Brus.  Importante que lo haga.  Sabía que su crío se manejaba bien en intrigas, así que esa relación la trabajaría.  

Lord Cleesten se centró a la vez en otra presa.  Estaba buscando a aquellos nobles que veían con buenos ojos al menos el tener jueces, o una forma de balance político en sus tierras.  Aquel que aceptó un "consejo de septos", este otro que puso un "juez de mercaderes", pequeños pasos que daban, no por bondad, sino porque les daba estabilidad y fortalecía sus tierras, especialmente contra abusos discrecionales de su propia gente, abusos que les daban ganancias de corto plazo a la nobleza, pero ahuyentaban a mediano y largo plazo a la gente que traía prosperidad.  

Espoleó hacia ellos, haciéndoles partícipes de su pista.  Una ventaja que les daba, a cambio de más adelante tener plática con ellos, pues los pondría cerca.     Todo en esta vida es comercio, como bien decía el abuelo.   El abuelo pirata.

-Todo está muy bien, chico -contestó con una sonrisa sincera -pero por encima de eso está la lealtad. Al final cabo a esos villanos, según me cuentas, les juzgas por desleales, pero ¿qué es eso si no cumplimos con lo que predicamos?... ¿En qué nos convierte?. -Antes de que el joven pudiera responder alzó la mano como pidiendo silencio para concentrarse.

Los perros empezaron a ladrar como si no hubiera un mañana.

-¡Parece que hay algo! ¡Soltadlos!

No puedo estar más de acuerdo, ¿quien soy yo para juzgarlos? Yo me limito a atrapar a la canalla que trajo su jaleo a las tierras de mi señor padre. Y ahora los traigo aqui, para que vuestro hermano a quien debo lealtad y el honor de servir, use su derecho de juzgarlos o entregarlos a quien el desee para que los juzgue. 

Viendo que ya ha podido lograr su objetivo y que los perros anuncian la acción inminente, decide que es mejor no alargar mucho la charla. 

¡Pero bueno disfrutemos ahora de la caza y brindemos luego por las hazañas del día!

La velocidad del movimiento hacia la presa lo desconcertó.  Ya cuando reparó, Lord Cleesten estaba mirándole la grupa a un noble que la tenía más grande que su propio caballo.  

Sin embargo, la cacería era secundaria.  El verdadero juego estaba tras bambalinas, así que se fijó en Lord Buckler y quienes manejaban su montura a su alrededor.  Cualquier amenaza al lord la podría detectar desde su posición de ventaja hasta atrás.  Ojos atentos alrededor, por si había alguna trampa.  En fin, cuidando al principal, que es lo que todo buen señor de casa menor debe hacer.  

A consecuencia de los ladridos varios animales echaron a correr en estampida tras los que corrieron como alma que llevaba el diablo los demás asistentes. Había de todo: ardillas, jabalíes, corzos sin embargo la pieza más hermosa era un venado de gran tamaño. 

Las reglas quedaron claras, cazar estaba bien, cazar aquella pieza que corría como un condenado esquivando ramas y troncos caídos... Eso era la hostia. No había nada que explicar y todos lo tenían claro... Sin embargo no tardaron en conformarse dos grupos, los jóvenes y los lores. Demasiado ímpetu y peligro como para jugársela, mejor dejar aquello a los zagales debieron resolver y se decantaron por bestias de menor tamaño.

En la vanguardia seguía avanzando el venado mientras los jinetes iban recortando tamaño, de pronto apareció un tronco caído que esquivó con un salto grácil. Menos grácil fue el salto que dieron otros que le seguían pero bastó para que Gyles Gower y Ben Horpe no tuvieran que tirar la toalla, el resto tuvieron que quedarse atrás para no partirse la crisma.

Nadie vio más.

-Parece que este tronco nos ha dejado fuera... -Musitó el joven Blackstorm sin apenas traslucir su boca tras la barba. -A ver quién se lleva el pastel ¿Por quién apuestas? Yo por Horpe, les he visto en el campo de batalla y desde luego que son bastante habilidosos.

Dedicó una mirada en derredor. Se habían alejado demasiado del resto, y además estaban quedando aislados de la vanguardia.

-Deberíamos seguir, al menos para ver cómo acaba esto.

-Buff estoy muy viejo para estas cosas. -Resopló Lord Blackstorm sin bajarse de la grupa- Prefiero algo más cercano, un corzo o un jabalí. Eso sí que sería buena pieza, no tan jugosa como ese mal bicho que andaron persiguiendo. Como no lo cacen nos vamos a reír. 

-¿Hacia dónde se metió? -Preguntó al tiempo que escudriñaba sus ojos como si le costase enfocar. Su voz sonaba ronca. Al oír aquel último detalle el que le asignaron como copero le tendió un odre de vino.

-Gracias. Desde luego Lord Bucker, no tendrás queja de tus coperos.

-Para eso están. O te crees que somos como los cazadores que están varios días persiguiendo a su presa muriéndose de hambre hasta que finalmente dan con ello. Déjame que te aclare... ¡Esta!, es la diferencia entre el ocio y el trabajo.- Sin embargo como sigas durmiéndote en los laureles no verás ni jabalí ni jabato... Porque será mío -Tras ello echó a reir al tiempo que instó a su corcela  ponerse en marcha.

Vaya eso si que me sorprende, lo del árbol son cosas que pasan pero que tú, Gave Blackstorm, no tengas un plan alternativo eso si que no lo esperaba. -elogia a Gave. -Estoy contigo, Ben tiene todo para llevarse la presa y mis mejores deseos. Gower como su padre la tiene con los míos y si apostase por él de seguro lo tomaría por una ofensa, así que si me perdonáis no apostaré por él.

Pues sí marchemos -dice mientras ojea en la distancia por algún peligro o por si un golpe de suerte les presentase a una jugosa presa ajena a la persecución que hasta hace un momento les ocupaba. 

La distancia a la que se encontraban era insuficiente para saltar aquel obstáculo así que llevaron a sus monturas de las riendas para que sorteasen el tronco caído rodeándolo, para cuando se alejaron lo suficiente empezaron a trotar nuevamente, esta vez con menos ímpetu pues no iba a ser ninguno de ellos el que se llevase la pieza.

En la lejanía sólo se percibían troncos y ramas hasta que un par de puntos en la lejanía se revelaron. Para cuando estaban más cerca se desveló el tercer punto caído en el suelo: la presa la cual se encontraba ensartada por una lanza.

No tardaron en darles alcance, para cuando llegaron había mucha tensión en el ambiente.