Partida Rol por web

Eran hombres agiles y decididos, eso tenia que reconocérselo. Pero atacar a un jinete no era la mejor estrategia. Reconociendo sus identidades cuando se aproximaron, Nathan incluso llego a sentir algo de lastima mientras espoleaba su corcel hacia el mas próximo de los asaltantes. Realmente, podría haber sido un buen negocio.

Su espada trazo un arco descendente rápido y un tajo se abrió en la armadura del asaltante, aunque la herida no fue muy profunda. Afortunado.

El castellano apartó a la joven de un empellón. Podría haber intentado huir con ella más aquello era una afrenta contra él así que picó espuelas y cargó al galope. El caballo relinchó obedientemente y fue en línea recta contra el que estaba más cerca. El arma golpeó a través de la defensa de uno de los bastardos provocando un leve corte en la armadura de cuerpo. Sobreviviría.

Había sido inesperado pero se les veía como tipos acostumbrados a cobrar, y a repartir. No perdieron el tiempo con florituras y usaron sus armas, no eran las mejores del mundo pero estaban siendo eficaces.

En el fragor de la batalla se escuchó el grito de una de las fulanas. ¿De cuál de las dos? No era el momento de saberlo, bajar la guardia en aquel momento podía ser fatal

No había tiempo de preocuparse por las mujeres. Aguantando aquellos tajos como se podía, Nathan mantuvo firme su caballo y dejo caer otra estocada sobre el atacante que ya había herido, centrándose en acabar con uno antes que defenderse a tontas y ciegas de ambos a la vez.

Pero la fortuna parecía estar del lado del malnacido, puesto que aunque el golpe fue mejor que el anterior, no lo bastante como para cegar su existencia. Un chasquido despectivo escapo de los labios del castellano...

El golpe esta vez fue más eficaz tal y como atestiguó el hombro sangrante. Fruto del impacto pareció caer durante medio metro pero enseguida se revolvió como un perro herido buscando la yugular del que le atacaba. Su compañero hizo lo propio pero el violento embate del bandido herido suponía un riesgo por lo que tuvo que frenar su ataque a la espera de una oportunidad más definitiva.

Comenzaban a mosquearse y eso era excelente, parecía que afectaba su técnica. Aprovechando esto, y pese a recibir otro pequeño pero doloroso tajo, Nathan invirtió el ataque de su hoja y entro por el costado abierto al herido. Esta vez, la espada hendió sin esfuerzo hasta el pecho, acabando con el hombre definitivamente.

Mientras la sacaba envuelta en sangre, se volvió hacia el otro, que había permanecido ileso.

-Espero que tu vida realmente valga menos que estas monedas, muchacho…+declaro fríamente. Este pensamiento se lo inspiraban los criados del castillo, y en ese sentido se podía decir que hasta respetaba a los bandidos, que sí habían tomado el riesgo por el oro. Pero tal vez la muerte de su compañero le daría pie a reconsiderar la idea.

-Por el guerrero que peleáis bien. -Reconoció con sinceridad mientras miraba con cierta ira a su adversario quién le miraba como un rey desde su punto de vista superior. Entonces dedicó una mirada a su compañero caído ayudado de la antorcha, a un metro más allá se encuentra la otra antorcha que portaba éste antes y que está brillando cada vez con menos intensidad por la húmeda tierra.

No había pena en sus ojos, del sicario, si no una mirada calculadora en lo que valoraba sus posibilidades.

-Supongo que ninguno de los dos tiene interés en ver cómo acaba esto...

-Supones bien. +replica, sin bajar la guardia, ni mover el caballo+ Además, creo que seria un desperdicio de tu vida. Debo decir que me sorprende encontrar soldados tan capaces cuidando un burdel… y arriesgando el cuello por unas pocas monedas.

Incluso aunque estas fueran de oro. A todas luces la ambición era un motivo importante en esto, por lo que Nathan decidió utilizarlo.

-Si te marchas ahora sin mirar atrás, no te perseguiré. Pero podría ofrecerte algo mejor que “parte de botín” como sin duda acordaron... Un buen sueldo de por vida, mejor espada, menos riesgos, y una respetabilidad que no se encuentra guardando putas… para empezar.  +añadió, enumerando algunos de los beneficios que implicaría servir a una casa noble. Incluso una tan pequeña como los Thalassos+ ¿Te interesa?

-No se me ha perdido nada por el ejército. -Contestó escupiendo despectivamente al suelo. Pasaron varios segundos de silencio y su tono cambió. -Sé lo que hay ahí, lo he vivido, y no hay nada salvo miseria y muerte por órdenes de un extraño. Aquí al menos sirvo al oro y a mí.

-¿Quién dijo algo del ejercito? +replico Nathan, y ladeo su caballo la izquierda lentamente+ Eres mas capaz que eso y lo sabes. También yo. Ponerte en un batallón de infantería no seria distinto a desperdiciarte en el burdel, e incluso menos divertido me imagino.

Con calma cruzo la espada sobre su pierna, reduciendo la hostilidad de su porte considerablemente.

-Hablo de trabajar para mí, como guardia personal de la nobleza. Se paga mucho mejor que el rancho de soldado, te codeas con gente de más clase, y deja pie a mejores recompensas. Eso te lo garantizo. +dijo, irguiendo el pecho y dejando que la antorcha del hombre iluminase los detalles de plata y la buena tela del jubón, aunque ahora estuviera algo cortado por las estocadas recibidas. + ¿Qué dices? ¿Te interesa la oferta?

-Guardaespaldas de putas y de nobles, igualito ... -Resolvió irónicamente. -Me has convencido. Puedes llamarme Sak-Contestó envainando el arma como ratificando aquel acuerdo que acababan de firmar.

-No sé si servirá de algo, pero fue La Dama la que me dio el soplo, que llevabas dragones. No tenía ningún interés en las putas.

Las putas... hacía tiempo que no se oía de ellas, desde que la melé comenzó y un grito se escuchó en la lejanía.

Al dedicar una ojeada en derredor confirmó que la noche era oscura y era fácil ocultarse en ella, afortunadamente una estaba a la vista y empezó a aproximarse en cuanto parecía que todo había terminado. Era Sue, ni rastro de Nealie.

Nathan hizo lo propio, envainando también su hoja. Meneo la cabeza ligeramente en negación, ya que era tal como lo había supuesto. 

-Bien Sak, has sido un hombre inteligente. No como la Dama… Que poca visión de negocios la de esa mujer. +comento despectivo. De seguro sus hermanos, que había preferido quedarse a llenarse de monedas y joyas en la casa materna a venir a servir a los humildes Thalassos, tendrían palabras incluso peores. Pero el no iba a preocuparse demasiado por ese asunto, en este momento.

En su lugar, volvió la mirada hacia Sue, humedeciéndose el labio inferior. La ausencia de Nealie era mucho más que un problema, pero seguramente la niña, si era quien pensaba, se asustase y corriera. A no ser…

-¿Tu no tienes nada que ver con esto, verdad? +inquirió a la mujer, moviendo su caballo hacia ella.+ ¿Y tu hermana?

-No... No sabía nada... -Contestó asustada sin dejar de mirar el cuerpo que parecía ya estar seco y exangüe, entonces devolvió la mirada al caballero que había terminado con aquel con una facilidad pasmosa. -Nealie... Ella no es mi hermana.

-Oh, ¿de verdad? +replico, alzando la ceja y sonriendo a medias con sarcástica sorpresa.

Miro hacia el bosque, decidido a no perder más tiempo y darle demasiada ventaja a la chica.  Todavía debía estar relativamente cerca, ya que iba a pie. Pero con este par junto a él, no podría concentrarse debidamente en encontrarla… y además, necesitaba mantener el secreto un tiempo más. Hasta escuchar la otra versión de la historia.

-Muy bien, esto es lo que haremos. Sak, será tu primer encargo... y el ultimo cuidando putas. No conviene que Sue vuelva con la Dama, pero tampoco voy a matarte, si te comportas bien muchacha. +añadió, volviendo la vista un instante a la mujer. Silenciarla era desde luego una opcion, pero tambien un derramamiento de sangre evitable. De seguro seria lo bastante lista para entenderlo.+ Llévala al campamento en torno al castillo de Pazo Pajar. Busca a las tropas Thalassos y diles que Nathan te envía. Quédense con ellos hasta que llegue.  

Sujeto con fuerza sus riendas.

-La buscare. Tampoco seria bueno si ella regresa al burdel. ¿Por donde la sentiste irse? +inquirió de nuevo a Sue, para luego ponerse en marcha de acuerdo a la respuesta. Aunque el instinto le decía que la niña volvería a correr hacia la Dama, eso solo lo haría de pensar con la vaga claridad de volver a un sitio familiar. Si estaba asustada, todavía debía estarse escondiendo o huyendo en la espesura, como probablemente se habría salvado esa noche.

Las palabras pronunciadas por aquel hombre armado pusieron en sobreaviso a la joven más optó por callar hasta que la requirieron:

-Echó a correr para allá.- Contestó señalando en dirección a la espesura, se adivinaban unas cuantas ramas rotas de los arbustos que se encontraban a media altura, más allá apenas había árboles y parecía más fácil la búsqueda.

-¡Os serviré en lo que queráis pero no me llevéis! -Clamó temerosa y con los ojos vidriosos como si el armazón de erotismo del que normalmente se rodeaba se hubiese roto. -¿Qué queréis hacer conmigo?

-¡Calla puta! -La imprecó agarrándola del brazo, aquello provocó que la mujer trastabillase más la misma mano que la había desequilibrado la mantuvo en pie. -Como siempre harás lo que se te ordene. Y salvo una cosa, poco sabes hacer.

Un tanto brusco, pero desde luego, era lo que acostumbraba sin duda con las chicas. Así que no reprendió a Sak por su falta de modales. En su lugar le señalo la antorcha del que había muerto. Ya estaba casi extinta, pero tal vez serviría un poco más

-Avívala con la tuya y pásamela Sak, necesitare luz. +indico, demorándose un momento para aclarar las cosas. En tanto se cumplía el pedido, miro a la chica temerosa, y le replico en un tono mas suave y calmado que el del guardia+ Por ahora, solo guarda silencio y ve con él, Sue. Si te comportas, y realmente no tienes nada que ver en esto, tampoco tendrás que temer. Después hablaremos.

Una sirvienta como esa podría servir, pero no era algo que le interesara discutir ahora. Así que ni bien tuvo su luz, Nathan se separo de ellos, y fue a estudiar las ramas rotas, buscando señales mas claras de por donde podría haber ido... Mantuvo el caballo al paso, oteando con cuidado el terreno.

Pero la oscuridad creciente y el dolor en el costado le complicaban las cosas. Le tomo mas de lo usual encontrar un rastro decente, recién tras repasar por segunda vez la zona de los arbustos. Por eso cuando al fin lo tuvo, azuzo el flanco de su corcel y se lanzo detrás. No podía seguir perdiendo tiempo y la chica sin duda habria agrandado su ventaja ahora. Por suerte iba a pie...

Sak hizo lo propio tal y como le ordenaron y tendió su propia antorcha a su nuevo mecenas. Aquella antorcha ardía con un resplandor muy intenso que hacía palidecer la antorcha que perteneció al caído, aquella madera debió de haberse mojado por el contacto con el suelo y la llama luchaba por hacerse de notar consiguiéndolo más en un lateral.

La mujer pareció estar conforme con aquellas palabras, o al menos se rindió a su destino.

-Vamos. Debemos ponernos ya en marcha. -Alcanzó a escuchar Nathan mientras comenzaba a alejarse en dirección donde las huellas comenzaban a aparecer.

Al principio el rastro era firme, la humedad del terreno era la suficiente como para que se perfilasen las huellas pequeñas que la joven marcó en su huída. Tanto por lo espaciado de éstas como por la profundidad en la puntera de las mismas confirmaban que se había puesto a correr.

Empezó a seguirlas raudo hasta que se encontró con una zona en la que abundaba el musgo y no quedaba mucho rastro de las pisadas, la noche no ponía las cosas fáciles no obstante el castellano no desesperó y siguió rebuscando. Las huellas iban rectas por lo que pegando un salto de fe siguió avanzando hasta que volvió a encontrarlas. Estaba claro que la mujer no esperaba que la buscasen tan pronto pues no se había tomado muchas molestias a la hora de ocultarse. 

Bastó apenas un suspiro al galope para encontrarla, en la lejanía se la veía que había bajado el ritmo y para cuando la alcanzó su mano derecha se la llevaba al flato.

-Ayyyyy. ¡Perdóname por haber huído! -Empezó a declamar tirándose al suelo. -Creía que me iban a matar... Corrí por mi vida, nunca quise librarme de vos.