Partida Rol por web

Me pregunto donde llevara guardadas las joyas. ¿Y de qué tipo serán? ¿Zafiros, rubíes, esmeraldas? ¿O llevara mezcla de todas? ¿Y qué valor tendrían en el mercado? Seguro que con una sola de ellas podría sobrevivir en cualquier ciudad durante un buen tiempo. Es probable que merezca la pena…

Estos pensamientos sobre las joyas no paraban de pasar por mi mente durante toda esta primera parte de la travesía. Ante las indicaciones de Eremy sobre la formación, le respondía siempre diciendo que sabía lo que hacía, que no era un novato en estas cuestiones. No pensaba perder mi posición de ventaja con respecto a las joyas así como así.

Pero tan absorto estaba en mis pensamientos sobre las joyas que no me percaté del ataque de una de las carroñeras aves que pululan por el desierto. Despiste que me costó un arañazo en la mano izquierda. ¡Agh, maldita bestia inmunda! ¡Me las pagaras! grito lleno de rabia y dolor, incapaz de actuar con la rapidez que acostumbro debido a la sorpresa de ser atacado en medio de tan agradables pensamientos.

Casí  con tanto asombro, veo ese avichucho gigante que viene hacia nosotros y lo único que puedo decir es un "Por los dioses", ¿que es eso?.

Sin embargo mi asombro es tal que a pesar que veo el ataque me quedo paralizada. Nunca en mi vida habia visto semejante cosa, y nunca pense tener que lidear con un ave de tal tamaño.

Recuerdo a mi abuela, y comienzo a pensar que puedo hacer para atacarlo y defenderme.

Caray...

Sutu callaba y no hacía mucho caso a la discusión sobre la mejor forma de viajar a través del desierto. Sentía la amenazadora presencia de las bestias de la arena merodear en la oscuridad de la noche, y poco le importaban las estrategias de las que discutían por el camino, salvo una.

Maldita gente de ciudad. Ninguna forma de viajar servirá si no se callan de una vez. Pensó irritado.

El bárbaro iba atento a las arenas nocturnas que los rodeaban por todos lados, pero pese a ello la conversación que se daba entre sus compañeros de viaje no le permitió la suficiente concentración como para percatarse del ataque de la enorme ave que se abalanzó sobre ellos. En un instante, el bárbaro escuchó cómo al otro lado del carro, comenzaba el primer incidente del viaje, y se apresuró a hacer aquello por lo que lo habían contratado.

Toda el grupo os veis sorprendidos por el ataque del enorme pajarraco, que araña las ropas de Willem como si de un momento a otro se lo fuera a llevar en volandas, sus picotazos y arañazos hacen titubear al muchacho que a duras penas consigue esquivar los insistentes ataques del animal, la nueva luz que aporta Habib le hace parpadear un par de veces, un párpado blanco, translúcido y lateral recorre su nívea mirada.

Eremy murmulla tranquilo, resoplando complacido de no haber sido él el objetivo del animal y haciendo avanzar el carromato por las arenas, echando un vistazo atrás por el lateral para ver como llevais el combate

~Debo poner a salvo al ciempiés, no debe recibir ni un rasguño a poder ser~

El animal grazna, grita, como si fuera él quien hubiese sido atacado, como si tuviera miedo de la presa que él mismo a escogido, grazna con fuerza y repetidas veces haciendo que Crik, la mascota de Habib, busque escondrijo bajo la solapa de la mochila del aventurero

Rhazt rapidamente saca el arco he intenta dirigir una flecha hasta el buitre, con la mala suerte que es distraido tras el chillido de uno de sus compañeros por el ataque del animal. El picaro chirria entredientes, maldiciendo por su gran fallo.

Intente sacar la espada de la vaina, pero aquel bichejo asqueroso seguía lanzándome picotazos y arañazos. ¡Apártate de mi asquerosa criatura para que pueda darte tu merecido! le grito mientras doy bruscos manotazos al aire.

Finalmente el buitre se aleja lo suficiente como para que pueda desenvainar mi espada larga ahora veras lo que les pasa a los que se meten conmigo. Una vez la espada esta fuera de la vaina, lanzo una estocada frontal con toda mi fuerza, intentando ensartar al pajarraco aquel.

Enarbolando sobre su cabeza el enorme hacha con las dos manos, Sutu cargó contra la bestia. A esas alturas poco importaba el silencio y el musculoso hombre rugió un terrible grito de batalla cuando apareció por la esquina del carro corriendo hacia el colosal buitre.

-¡GROOOOOOAAAAAAAAAAAAARGH!

La hoja de su hacha describió un arco en el aire cortando el viento de la noche, directa al animal que se preparaba para enfrentar a sus presas, pero a Sutu le faltó el aliento por la carrera desde el otro lado del carro, y el golpe no fue ejecutado con la fuerza suficiente.

Maldita criatura del infierno, avanzo hacia ella   con el fin de que el liquido la ciegue. Muere maldita ave del demonio. Grito con todas mis fuerzas mientras grito y trato de proyectar mi hechizo hacia ella.

Las flechas vuelan y silban, atraviesan certeras las plumas de sus inmensas alas y le hacen titubear en su ataque, Sutu le propina un golpe con el hacha que casi le hace caer al suelo remontando el vuelo para coger la altura necesaria para saltar con ambas garras a la cara de la siguiente víctima.

Mis compañeros por fin reaccionan y Eremy se va marchando con al carro poco a poco. Mi conjuro ilumina al ave de rapiña, así que deberían tenerla ya a su merced, pero la sorpresa del ataque les ha hecho titubear. Para ayudar en el combate, lanzo un protectil mágico al animal. De mis manos surge una energía dorada ectoplasmática que se concentra en la forma de una saeta, mientras pronuncio las breves palabras mágicas.

Saeta de fuerza.

Mis gestos señalan a la criatura elegida: el buitre.

Éste le da irremediablemente y le produce cierto daño. Espero que así en poco acaben con él.

Mi cuervo está nervioso con el jaleo desorbitado de la bestia, por lo que le tranquilizo un poco más con una caricia y mis palabras serenas.

Tranquilo, precioso, no te hará nada mientras tu amo te cuide. Buen pájaro, buen pájaro,...

El pajarraco apenas siente la fuerza del proyectil, aunque es evidente que este le a herido, el no percibir visualmente el origen del golpe disminuye a modo de placebo el daño recibido, el pájaro observa inquieto a su alrededor, se siente gravemente amenazado, y se encuentra dubitativo entre quedarse o emprender de nuevo el vuelo en busca de una mejor ocasión, pero por ahora, la falta de golpes a pesar del escándalo que organizáis no hace que se amedrente, y vuelve a arrojarse sobre la cara de Willem sin conseguir apenas rozarle, pero sí creándole una gran angustia con el contínuo aleteo y la sensación de ser la presa escogida entre el buffet que representaba la compañía.

Recuperado de la carrera hacia el ave, Sutu tomó aliento, apretando con fuerza el hacha entre sus poderosas manos y alzándola de nuevo sobre su cabeza mientras la inmunda bestia se entretenía atacando a su compañero. Los poderosos y nudosos músculos se tensaron cuando la fuerza del bárbaro se concentró en el golpe, y las innumerables venas que se extendían por sus brazos, bajo la sudorosa piel, se hincharon al ejecutar el golpe.

-¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAARGH! Gritó el Desolado en una mueca de furia primitiva carente de todo vestigio civilizado, y que rivalizaba con la naturaleza animal de la bestia a la que el hombre atacaba con fiereza.

Rhaz vuelve a cargar la ballesta y esta vez consigue lanzar un virotazo directo al pajarraco que le atraviesa de lado a lado su pequeña cabeza haciendo caer al animal cual saco de papas que habia perdido la gravedad, habiendo ascendido y repentinamente hubiera vuelto a tener gravedad y hubiera caido como un plomo al suelo. - Maldito despojo, quizas pensabas que ibas a tener la misma suerte esta vez, sttuufff - dice este escupiendo en el suelo

¡Se acabo, ahora sí que estoy enfadado de verdad! grito completamente furioso mientras me limpio la sangre de la cara con la manga derecha. Se acabaron las delicadezas, había llegado el momento de usar la fuerza. Agarro la espada a dos manos y lanzo un tajo ascendente con todas mis fuerzas en dirección al bicharraco. Ahora ya no me bastaba con matarlo, tenía que despedazarlo y destriparlo, e iba a disfrutar haciéndolo.

No se ustedes, pero hace mucho quiero comer pollo.  Furiosa, viendo esta situación me concentro y trato de impactar con acido los ojos del animal, ciego no servira de mucho. Trato de  usar mis manos para eso. Brustimmmbrreetteeel  digo el hechizo en voz alta

El golpe de Sutu hace brotar la sangre del animal que emite un sonoro graznido de dolor, moviendo la cabeza a un lado a otro y agitando las alas algo desorientado, pero aún capaz de moverse, la saeta de Rhaz pasa por el combate peinando a todos los presentes y el ataque de Willem vuelve a fallar. La salpicadura ácida de Matrirna sale disparada perdiéndose más allá del combate, en las arenas del desierto

Mis compañeros, salvo el guerrero Sutu, están haciendo poco en el combate. La semiorca me sorprende que sea tan rácana con sus hechizos. Aunque quizá no sea muy competente, no esté acostumbrada o subestimara a la criatura.

Camaradas, este animal tiene mucha hambre y no es fácil de matar, así que empleemos lo mejor que tengamos.

Cumplo dando ejemplo y lanzo un nuevo proyectil mágico desde mi defendida posición detrás de Sutu.

Saeta de fuerza! Digo con rabia en mi voz y la luz dorada impacta en el cuerpo del animal, el cual no puede mostrarse indiferente.

La confianza que estoy mostrando le llega a mi cuervo gracias a nuestra conexión emicional.

El buitre picotea y araña la cara de Willem, que a estas alturas, es todo un mapa de tortura, pero el combate se alarga demasiado, y ya que su presa inicial no parece caer, el buitre mira a su alrededor buscando ya una salida, es un animal y como tal, tras un primer ataque relámpago, se marchará en busca de una presa más vulnerable. Si deseais cenar pollo, este asalto debereis ser menos piadosos de lo que habeis demostrado hasta ahora.

Grooooaaaaaakkk

Los incesantes ataques de la bestia me hacen hincar la rodilla derecha en tierra, completamente cubierto de cortes y magulladuras de los arañazos y picotazos. Mi respiración es lenta y trabajosa, y la vista comienza a nublárseme por culpa de la pérdida de sangre.

Pero no iba a dejarme vencer por un simple bichejo. Nunca me había rendido y esta no iba a ser la primera vez. A base de fuerza de voluntad me vuelvo a incorporar lentamente utilizando la espada como punto de apoyo. Ya en pie, vuelvo a enarbolar la espada y a la lanzar una estocada lanzando un tremendo bramido de guerra. ¡Grrrrrrrrraaaaaaaaaahhhhhhhhhh!