Partida Rol por web

Cegado por la furia de la batalla, el siguiente ataque del bárbaro fue más impetuoso que certero, y el hacha no alcanzó su objetivo cuando Sutu intentó rematar a la bestia.

Otro grito de batalla fue lanzado a la oscuridad del desierto, cuando la garganta del hombre volvió a dejar escapar el aire de sus pulmones.

  MALDITA SEA!

Trato de hacer un conjuro para atontar el pajarraco, pero algo ocurre,  de repente me siento debil, y  mi ataque resulta una total perdida de tiempo, sólo espero que mis compañeros que son más guerreros logren causarle daño.

Rhaz carga de nuevo la ballesta y se coloca en una zona en la que puede apuntar mejo. Pero de nuevo su virote sale volando por encima de las cabezas de sus compañeros. - Pero.... que.......?? - dice este sorprendido ante tantos intentos fallidos consecutivos.

Ni uno solo de los ataques durante la lluvia de golpes es capaz siquiera de rozar al torpe, grande y estúpido pajarraco, que parece convencido ahora de que puede coger a Willem y llevárselo por los aires desapareciendo con su presa en la inmensidad de la noche

Qué grupo tan poco aconstumbrado a combatir. La hecicera muy poco eficiente, el guerrero no da una y los demás patéticos. En fín deberé seguir atacando con mi magia, qué remedio.

Saeta mágica.

Un nuevo proyectil sale de mis mano cuando señalo al enorme carroñero y le da de pleno, aunque no le hace tanto daño como antes. Parece que es un monstruo resistente.

Willem, aguanta, en seguida te curo. Digo mientras me acerco a él.

El buitre está mucho más asombrado que vosotros mismos ante vuestra mala suerte, y con un enorme graznido y el cuello extremadamente estirado se arroja sobre su presa graznando a su alrededor y aleteando con furia esperando espantaros a todos para que os aparteis y le permitais llevarse a Willem, tras demostrar vuestra competencia como cazadores, habeis perdido la imponente imagen de hombre fuertemente armados, tan solo sois unos indefensos viajeros a la espera de la muerte del desierto, sois unos ingenuos pensando que podeis sobrevivir a esto.

Sutu sacudió la cabeza ante la incomprensible situación que se estaba dando, sin conseguir aceptar la lamentable actuación del grupo defendiendo el carro de la bestia.

Con su hacha colgando de las manos, el bárbaro se tomo una fracción de segundo para tomar el aire que le faltaban a sus pulmones y volvio a la carga, dispuesto a dar lo mejor de si mismo.

Pese a mis fuerza de voluntad, los últimos ataques del pajarraco resultan ser demasiado para mi, y me desplomo en el suelo inconsciente. Mientras caía al suelo y en las garras de la inconsciencia, estire mi brazo derecho en la dirección en la que Eremy se había escondido mis joyas…. Al parecer, esta vez si los dioses no obraban un milagro la codicia iba a resultar mi fin.

Veo a mi compañero caer y de repente  hago un gesto de rabia, bicho inmundo ya verás que es ponerme furiosa

Tomo mi lanza y de manera muy agil se la clavo en toda  la cabeza, esperando que talvez este golpe faltal mate  a esta ave de una vez por todas.

La lanza de Matrirna se clava en el ave, y un chorro de sangre baña por primera vez una de vuestras armas, Matrirna al retirar el arma atrae hacia sí el pajarraco, y es necesaria una patada que saque al ave del cruel ensartamiento, todos respirais aliviados, pero el ave ni mucho menos ha perdido aún su vigor, y grazna feroz agitándose vivaracho, clavando sus ojos en la víctima abatida deseando desaparecer en la oscuridad del desierto con él

Matrirna me sorprende con su lanza. Por lo visto sabe manejarla mejor que los hechizos. Bien pues.

Pero Willem está indefenso y la criatura de rapiña quiere tomarlo en vuelo para hacerlo su presa. No lo permitiré monstruo famélico.

Invoco mis poderes curativos al situar una de mis manos sobre la frente ensangrentada de Willem. Soy el canal de tu curación. Un resplandor blanco ilumina mi mano y traspasa al cuerpo de Willem desapareciendo, al tiempo que sus heridas se cierran y deja de sangrar.

Luego agarro fuertemente las ropas de Willem para evitar que el animal se lo pueda llevar mientras despierta.

El buitre suelta a Willen, ante el agarre de Habib, ni siquiera intenta agarrarlo, y observando a su alrededor da algunos golpes de ala al viento creando una nube de plumas oscuras y elevándose unos metros para echar a volar alejandose en pocos segundos recortando su silueta contra la blanca luna llena

Bien, Willem se ha salvado.

Willem, compañero, me debes una, jejeje. Vuelvo a imponerle mis manos mientras recito las palabras mágicas. Soy el canal de tu curación. Con esto ya deberás aguantar hasta que descansemos. Así que no te arriesgues en exceso. Le doy unas palmadas suaves en el hombro.

Como mi bastón aún ilumina un tiempo más, corro hasta el carro y lo sitúo en la esquina delantera izquierda de manera erguida. Para ello busco alguna manera de sujeción.

A Eremy cuando me acerco (en principio sólo lo oiría él):

Estamos algo oxidados Eremy, pero creo que mejorarán las cosas a partir de ahora. Sólo necesitaban un estímulo y ya lo han tenido. No ha habido necesidad de lamentar víctimas, al menos. Le sonrío tranquilo y con un guiño de complicidad.

El rostro de Rhaz reflejeba su derrota tras no lograr acertar ninguno de sus virotes a aquel pajarraco, maldecía interiormente su suerte, no podía volver a ocurrir, a este paso serían carne de cañon antes de se pusiera la siguiente luna. - Y bien cuando querais podemos seguir con el viaje - Fuerón las únicas palabras de este al grupo.

Con mi lanza ensangrentada lamento no haber matado al ave esa,  creo que para la próxima vez es bueno tener fuego, eso los alejara...Me siento cansada, como si mi cuerpo estuviera  pasándome cuota por los hechizos fallidos, parece que he desperdiciado mi tiempo. Es mejor continuar, debemos organizarnos en la noche, hacer turnos... 

soy un ser con cuerpo guerrero  pero alma de hechicero...

¿Está mejor Willen?

Recuérdame que te invite a algo en la siguiente posada amigo le respondo a Habib con una sonrisa mientras me levanto aun algo dolorido del suelo. Tenía el cuerpo completamente plagado de pequeños cortes, los cuales si bien por separado apenas podrían molestar, todos juntos hacían que en un principio el simple hecho de respirar doliese varios infiernos.

Pero el mayor de los dolores lo tenía en un lugar menos visible, pues era en mi orgullo donde tenía la más grande de las heridas. Había cometido un error de novato, de esos que cometen los niñatos nada más salir del nido. Y eso dolía una barbaridad. Pero no iba a dejar que volviera a pasar. No me volverían a pillar con la guardia baja.

Si, ya estoy mejor gracias a su ayuda le respondo a la semi-orca . Podemos continuar cuando queráis, ya estoy en condiciones de proseguir la marcha.

Que las arenas del desierto nos protejan

Espero que al menos aguanteis hasta el castillo....

Eremy parece bastante preocupado, y visto lo visto, debe estar dispuesto a aprovechar al máximo lo que ahora mismo, desde su punto de vista, son vuestras insignificantes vidas. El viaje continúa, nadie sube al carro, nadie tiene un respiro, nadie tiene un descanso, caminar por la arena es durísimo y agotador, aún con el frescor de la noche, la marcha resulta lenta y cuando empieza a clarear el cielo, da la impresión que no llegareis a tiempo a las montañas.

En ese momento, en el cercano horizonte se recorta una cresta de piedras que señala el inicio de las montañas, a partir de allí el camino estará chupado, pero hay mucha arena por delante, y vale la pena esforzarse por llegar, pues cuando el sol se alce, freirá todo cuanto haya en el desierto, ni una sola ave sobrevuela el cielo, algunos insectos hacen los últimos sonidos antes de ocultarse

Aunque parecía que no lo lograríais, llegais hasta las abruptas montañas, refugiandoos en unas grietas en las que podeis guareceros del sol, no quereis ni imaginar la cantidad de monstruos que igual que vosotros se ocultan en estas montañas durante el día, cuando caiga el sol, esto será un hervidero de criaturas, ¿Qué hareis entonces? ¿Ser depredadores? ¿O un buffet ambulante?

- Bien, creo que si vamos a pasar la noche aqué tendremos que estar muy atentos, creo que esto es la maldita boca del lobo, pero a mi no me disgusta, así que decidid vosotros, mientras me sentaré un rato - dice Rhaz mientras se sienta en una roca mas empinada y se echa la capucha por encima de la cabeza tampando lo suficiente como para estar atento con la mirada por si algún imprevisto sucediera.

Sutu lanzó un nuevo grito de furia, intentando provocar a la bestia para que diera media vuelta, y el lado salvaje del bárbaro hombre rivalizó por un momento con la animalidad del ave. Luego, exausto, dejó caer pesádamente la hoja del hacha sobre la arena, y se apoyó de brazos cruzados en el otro extremo de la misma, con la cabeza gacha, absorto en sus pensamientos.

¡Maldición! ¿Tanto tiempo he estado viviendo dentro de esa basura de ciudad como para que la civilización haya terminado por reblandecer mis músculos y mi habilidad? Se preguntó reflexionando en la batalla que acababan de afrontar. El bárbaro se miró las palmas de las manos, callosas y sucias para asegurarse de que seguía siendo el mismo hombre. Al menos, su carácter seguía siendo el mismo y sabía que la dureza de su espíritu no se había visto sometida a la civilización.

El hombre se giró, volviendo a recoger su hacha sobre su espalda y se acercó al carro mirando de soslayo al que era su patrón. Sin decir nada, al igual que el resto esperó a que Willem terminara de ser atendido por Habib y evitó hacer ninguna mueca de repugnancia ante las artes místicas del hombre sanador. Para él, no había ninguna diferencia entre esa brujería, la de los reyes hechiceros, o la de la muchacha de la posada.

El resto de la jornada estuvo inundado de vergüenza por la actuación contra la bestia de los cielos, y cuando llegaron al que sería su refugio diruno, el bárbaro, se dedicó a meditar profundamente sobre lo que la noche les traería en cuanto los rayos del sol volvieran a ocultarse. No estaba dispuesto a morir hasta encontrar a su familia, y menos por los tejemanejes de la gente de la ciudad, pero aquel era un riesgo que debía afrontar.