Partida Rol por web

Rhaztamiel, avanza solo y en la penumbra a través de la grieta del túnel, viendo al maltrecho Willem que ya tan solo cuenta en los minutos de vida que le quedan a causa de las tremendas heridas, al imbatible bárbaro que aprovecha para sentarse y mirarse las heridas con gesto preocupante, y a Habib que se mantiene al margen observando aún el cuerpo de Matrirna iluminándolo con la lanza que antes le había servido de guía a todos en el mortal salto.

Rhaztamiel.... desaparece de la vista....

Avanzas tu solo en la penumbra, nadie te sigue, todos están exhaustos y agotados, tanteas la pared y avanzas despacio, la suela de tus zapatos rasca precavida el suelo en busca de un posible detonador que no aparece, y de repente, al final del túnel, algo de claridad. A un lado del túnel un montón de rocas deslizadas sirven de cobertura para una persona, debes agacharte bien para permanecer escondido, frente a tí, una gran sala.

Por unas grietas del techo se filtra la luz que cae por toda la estancia, una escalerilla de cuerda cae desde arriba revelándose como el camino principal de los lagartos. En el centro de la sala, un pilar con agua, y a su alrededor, un montón de sacos y objetos varios, botines probablemente.

Tres gigantescas estatuas de piedra oscura rodean el lugar en sus pedestales, y a los pies de una de las estatuas, charlan siseantes y animados dos hombres lagarto, sus escamosos rostros y su frío idioma son algo totalmente alieno a ti y tan solo puedes distinguir los susurros reptilianos

Shsshsh ksh!! Shsssss KL Klaaack shh aaaaL kASHHH !

El picaro avanza a escondidas como una sombra y logra sorprender a uno de los guardias apunta con la ballesta y lanza un virote no muy certero que  le clava en el muslo de la criatura, seguidamente con gran destreza Rhaz corre hacia la posición de sus compañeros para avisarles del peligro.

Rhaz llega corriendo al encuentro de sus compañeros como alma que lleva el diablo y casi sin aliento por la carrera - Chicos, estooo......, creo que tenemos un problemilla, buff buff,  justo delante hay una sala con un botín, esa es la parte buena la mala es que he clavado un virote a uno de los dos hombres lagartos que estaban de guardia y creo que no le ha hecho mucha gracia, poneos en posición porque estan al llegar rapidos - termina diciendo este con palabras entrecortadas por la falta de oxigeno, mientras que carga su ballesta y espera a que aparezcan los guardias. - Habib, tira la lanza con luz al final del pasillo así podremos ver antes cuando se acerque y poder disparar con mas precisión - dice este al Clerigo.

Si los dioses existen, definitivamente he tenido que hacer algo para cabrearlos a base de bien. O eso o el infierno a decidido que ya es hora de que vaya para allá, porque si no la mala suerte que me persigue desde que empezó el viaje no es normal. Tengo el mal presentimiento de que no saldré de esta…

Con estos funestos pensamientos en mente me preparo todo lo que mi cansado cuerpo me deja para el combate, agarrando la espada larga con ambas manos para poder sujetarla mejor.

Sigiloso, eh? Cuantos son? Digo mientras lanzo la lanza lo más lejos que pueda en la dirección que me pide Rhaz.

Ven Crik. Llamo a mi familiar para que me se quede conmigo.

- Dos amigos dos - dice el picaro sin apartar la vista del frente.

Sutu asintió con la cabeza sin decir nada, a las palabras de Rhaztamel, y se quedó a la espera de su regreso, al tiempo que vigilaba la oscuridad que tenían tras ellos, alerta ante cualquier sonido que indicara el paso de alimañas como las que acababan de combatir.

Y no tardó mucho en ponerse de nuevo en guardia, puesto que su compañero reapareció apenas unos segundos despues, corriendo y jadeante, dando el aviso de lo que se les venía encima.

-¡Maldición! Exclamó. ¡Parecemos condenados a dar el aviso de nuestra presencia a todas las criaturas que habitan este sucio submundo!

Observó cómo sus compañeros se preparaban para atacar a los enemigos que se acercaban con sus armas a distancia, y apretó su gigantesca hacha entre sus nudosas manos, preparándose para la nueva refriega.

Apenas pasa un segundo tras el aviso de Rhaztamiel para que se escuchen a las bífidas criaturas, acto seguido Habib reacciona arrojando la lanza luminosa con lo que puede verse las siluetas de los escamosos acechantes que sisean cansados de seguir a Rhaztamiel y ahora se ven sorprendidos al número de incursores en su morada y sisean unas palabras de exclamación

Shassss'laack !!

Rhaz al ver asomarse a los dos hombres lagarto lanza agil y rapidamente un virote bastante certero que se le clava a la criatura en la parte inferior del estomago, al mismo que le metio otro en el muslo. - Siiii!!!!! - exclama el picaro contento por su gran disparo. - ¡ Vamos a por ellossss!!!!! No caeremos aquí atacaaaadddd!!!! - Grita el picaro.

Sutu apretó el hacha con aún más fuerza. No era el momento de heroicidades, y por una vez la razón se impuso a sus instintos bárbaros, de modo que esperó a que los seres se movieran hacia ellos incitados por el ataque de sus compañeros, y de esta manera no arriesgarse a perderse en la penumbra de más allá.

-Vamos... venid a besar mi hacha... Susurró antes de morderse el labio inferior como efecto de respuesta al esfuerzo que estaba haciendo para no cargar contra aquellos seres reptilianos.

Pues si los dioses... me reclaman no me... ire solo. Que vengan... esas criaturas si tienen... lo que hay que tener... aunque valiente no voy a ser estupido. No pienso lanzarme de cabeza contra ellos pienso mientras adopto como buenamente puedo una postura que me permita defenderme pese a mi precario estado fisico.

La flecha se clava en el hombre lagarto, provocando que este emita un quejido siseante y lastimero al mortal impacto, enseñando una larguísima y bien alineada fila de colmillos toma carrerilla y arroja una jabalina contra Rhaz, pero esta rebota contra una pared perdiéndose en algun rincón del túnel entre la penumbra a la izquierda de la lanza.

El hombre lagarto maldice su suerte y el segundo saurio se arroja contra Habib, encontrándose éste con un saurio que lleva una larga jabalina de punta de hueso y un escudo grande de acero, no será un rival fácil, menos aún con el segundo saurio cargado aún con otras dos jabalinas listas para ser lanzadas a discreción.

El tablero está dispuesto, las fichas se mueven, y es vuestro turno, para decidir como preferís morir en esta profunda gruta...

¿ o acaso deseais vivir para siempre?

Ya se ven claramente los saurios con sus jabalinas. Los dos lanzan pero fallan. Pero uno se acerca a Rhaz y tiene un escudo. El otro va a cargar, se le ve venir. He de evitar que Rhaz tenga dos oponentes, así que le digo a mi cuervo, mientras apunto con mi ballesta:

Crik, coge arena del suelo y suéltasela en los ojos. Pero no te acerques demasiado.

Toma tierrecilla suelta con su pico y sale volando disparado, tan rápido que la arena cae sobre todo a la espalda de la criatura. Luego gira en el aire y se dispone a regresar.

No ha logrado distraer al hombre-lagarto como pretendía, pero era difícil. No pasa nada!

Disparo, pero por miedo a darle a Crik, mi virote rebota contra las rocas. Cargo la ballesta.

Bueno, quizá haya que acabar con ellos a las bravas.

Rhaz se aparta del hombre lagarto lo justo para poder disparar su ballesta pero esta vez la suerte no esta de su lado, la flecha sale disparada al techo. - Bien prcisamente ahora, maldita sea..... - se lamenta el pícaro.

Sutu no podía creer lo que veía. Pese a estar siendo atacado, ninguno de sus compañero corría a ayudar a Rhaztamel, y pese a que muerto, jamás volvería a reencontrarse con su familia, su orgullo y honor podían más que cualquier fuerza familiar.

Por ello, el bárbaro se lanzó a ayudar a su compañero, harto de esperar a que las escamosas criaturas fueran a por ellos, y deteniéndose junto a la más cercana a Rhaztamel, ataco sin piedad.

-¡WAAAAARGH! ¡Besa el filo de mi hacha! Gritó con energía al descargar el golpe, tratando de darle más fuerza al ataque imponiéndose enérgicamente ante el enemigo con un buen grito de batalla.

Intento llegar hasta el combate con la intención de ayudar, pero el cansancio acumulado en mi cuerpo no me deja llegar tan cerca como quisiera, así que decido quedarme detrás de Sutu para poder ayudarle lo antes posible. Seguramente podría acercarme un poco más, pero eso me dejaría a merced del hombre lagarto. Y una cosa es ser un valiente y otra muy diferente es ser un estúpido.