Partida Rol por web

Alaszor deja de prestar atención a Habib cuando este empieza sus malabarismos acrobáticos y Willem puede sentir que ahora tiene toda la atención del Rey Brujo para él solo - Parece que tu curandero queda muy lejos ahora, ¿verdad muchacho? - En el interior de su oscura boca no hay lengua tan solo el aire que silva entre las hileras de dientes tan finos como hojas y tan largos y afilados como puñales, su voz sale entre siseos, voz siseante, que esperais apagar en breve... por vuestro bien

 La zarpa del brujo choca directamente contra el vientre el explorador, sus uñas se cierran entorno a la carne como si pretendiera cogerle entero pero Willem siente que una segunda mano entra en su cuerpo arañando su alma, da un empujón separándose de él y logra evitar la muerte por los pelos, jirones de ropa han quedado en su huesuda mano cayendo suavemente sobre el suelo.

Vaya que eres resistente muchacho, pero tú te vas a quedar aquí conmigo.....

Habib había volado y tocado el cielo. Pero el momento de la verdad había llegado. Vertió el mágico líquido en los labios de Rhaz y aguantó el aliento un segundo, pero no podía esperar y bajar las defensas. Se giró y miró hacia sus enemigos y los amigos, que estaban detrás de sus líneas. Había un esqueleto que le miraba. Se preparó para el ataque mientras intentaba despertar a Rhaz de su letargo.

Venga, amigo, estás vivo, pero estamos en peligro. A luchar!

Rhaztamel se pone en pie, sentís un gran peso encima y no sabeis qué es, Habib levanta la antorcha y esquiva un sablazo mientras que Rhaztamel aún aturdido trastabilla evitando otro fatal golpe que lo hubiera mandado de vuelta al más allá. El cercano calor del fuego hace que las gotas de sudor ardan por vuestra piel y una pizca de polvo y ceniza entra por vuestra nariz provocandoos una desagradable sequedad.

Willem se queja por el golpe recibido por Alaszor y Sutu detiene con el mango de su hacha una torpe estocada de su huesudo contrincante, por un momento os parais a hacer recuento, quedan tres esqueletos, pero Alaszor golpea demasiado duro, si no neutralizais pronto al Rey Brujo, vais a perder a Willem, y después vaya a saberse por quién se encaprichará el malvado ente de largos colmillos, los esqueletos por ahora parecen inofensivos, pero dada vuestra precaria situación, un golpe mataría a cualquiera de vosotros, bueno no, el bárbaro resiste como recién llegado, bajo su estandarte de pésima precisión sigue atacando incansable viendo como esos esqueletos parecen no tener final.

Habib tenía serias sospechas de que el esqueleto de Rhaz era el que estaba ya muy tocado por Willem y él mismo. Pero el esqueleto que tenía casi delante le iba a atacar a él. Estaba herido y no sabía si aguantaría. Así que pensó en dejarle el paso libre a Rhaz y que pudiera tomar su arma y defenderle luego. Se apartó un paso y lanzó su hechizo de ácido al esqueleto que cortaba el camino de su compañero.

Rayo ácido menor.

Sus palabras invocaron una pequeña saeta de color verde que al impactar en los huesos del muerto viviente, le acabaron de destruir.

Rhaz, ármate y ayudame, compañero.

Sutu sonrió al comprobar gracias a las palabras que llegaban desde el otro lado de la refriega, que por lo que decía Habib, Rhaztamel aguantaba el tipo ante las amenazas que suponían los monstruos que querían segar sus vidas.

Con el viento refrescante que era saber que continuaban todos ilesos, el bárbaro volvió a golpear con su hacha al esqueleto frente a él, con renovadas energías, y dispuesto a terminar con aquella amenaza, para así poder apoyar a Willem en su combate contra el brujo que siseaba cerca suyo.

-¡CÓMETE ESTO! Gritó al tiempo que hacia caer la hoja sobre los huesos del no muerto, que chasqueaba mientras blandía su arma contra el bárbaro.

Si el brujo me hubiese dado ese mismo golpe hace tan solo una semana seguramente hubiese gritado de dolor mientras caía de rodillas y probablemente liberaba el contenido de mi vejiga en los pantalones. Pero después de todo lo sucedido desde la llegada a Zalas el golpe del orco no es que fuera una caricia precisamente, pero había sufrido mayores penurias. Así que apreté los dientes, solté un pequeño gruñido y seguí combatiendo, pues si paraba lo siguiente que el orco tendría entre sus garras sería mi cabellera. Claro que me voy a quedar contigo… ¡como trofeo para entregar a la bruja de Zalas y ganarme la recompensa! Le digo tratando de devolverle el favor y atacando con la espada en la zona del abdomen.

Alaszor detiene la estocada de Willem con sus propias manos y aún con la espada cogida trata de darle una dentellada que podría haberle arrancado la cara, Willem lo esquiva soltando su arma y Alaszor queda unos segundos extrañado al ver la espada en sus manos, Willem también queda unos segundos pensativo y como si se hubiera arrepentido y aún hubiera tiempo de enmendar todos los errores sujeta la espada y se la arranca de las manos dándole una patada.

Alaszor sonríe aún cuando ve al esqueleto de su lado caer bajo el hachazo de un salvaje de piel cobriza que ahora planta su mirada sobre él, no parece en absoluto asustado y en su cabeza suena la melodía de la muerte, habeis matado muchos esqueletos, habeis matado a los que ya estaban muertos y un día estuvieron aquí, como vosotros, y vosotros estareis aquí cuando vengan los siguientes, es el ciclo de la muerte, alguien debe sustituir a los guardianes, y él lo sabe.

Lo que no sospecha ni siquiera imagina por un instante, es que seais capaces de destruir aquello que estaban guardando, eliminando así la necesidad de unos vigilantes, ¿sobrepasareis sus expectativas? ¿O cumpliréis la profecía de otro Rey Brujo?

Rhaz tras ver como gracias a sus compañeros la vida de nuevo vuelve a su cuerpo, da un paso atras para separarse de su enemigo y rapidamente coje una daga de su cinturón y se la lanza a este rezando a todos los dioses para que el lanzamiento sea certero. - Habib debemos acabar primero con uno!! - se dirige el picaro al mago.

La daga vuela certera y se cuela entre las costillas del esqueleto cayendo luego al suelo rebotando por la huesuda caja torácica sin haber tenido efecto ninguno, los esqueletos siguen a sus presas que se adentran en la estancia donde el cuerpo de Alaszor reposaba sin ver nada que llame su atención salvo un montón de inscripciones y garabatos irrelevantes como los de los pasillos.

Uno de los esqueletos salta sobre Habib, que lo esquiva dejando que en su rápido movimiento se escuche el familiar sonido del fuego al raspar el aire, pero Rhaztamel no ha tenido tanta suerte, aún mareado por su repentina y inesperada vuelta al combate, recibe al esqueleto con los brazos abiertos, la cimitarra del huesudo se clava directamente en su pecho, tocando hueso, Rhaztamel cae al suelo con los ojos aún abiertos, levantando la cabeza para ver la mortal herida que acaba de recibir.

La llama de la vida nunca salió de esta habitación - Susurra una voz

Con su enemigo abatido y convertido en un montón de huesos astillados, el bárbaro volvía a tener el camino despejado para avanzar. Lanzó una mirada a los dos combatientes junto a él, y se movió con la intención de dar apoyo táctico a su compañero, colocándose tras Alazszor y asestando un tajo que no dió en el cuerpo de su enemigo a causa de la penumbra que le impedía ver con claridad a Sutu.

El bárbaro gruñó y maldijo, preparándose para el siguiente golpe.

El rey Brujo trata de agarrar a Sutu, su mano toca el vientre del bárbaro al pasar rasgando fragmentos de su propia alma, sin llegar a causar mayores daños el Rey Brujo se dedica a apartarse del certero y mortal hachazo que muy probablemente le hubiera partido en dos, una suerte haberlo esquivado, y ahora no parece tan contento, y mirando a Sutu y Willem va pensando en quien será más rápido de eliminar, el moribundo espadachín o el bárbaro bestial....

El combate se estaba volviendo cada vez más desesperado debido a la penumbra. Apenas podía ver lo que estaba delante mio. Sabía que Sutu, tras derrotar al esqueleto con el que estaba combatiendo, iba a intentar rodear al rey brujo, pero lo único que pude ver fue el destello de la garra del orco. Suficiente para hacerme una idea aproximada de su posición, así que lance una estocada, pero no con la misma fuerza que antes, sino que conteniéndome más para no perder el control y poder así defenderme mejor.

Rhaz caía de nuevo. Este no era su día, desde luego. No dijo una palabra para no distraer a los demás. Habib se había equivocado al determinar quién era el esqueleto tocado. Ya sólo podía ser el otro. Debía eliminar uno o le atacarían dos esqueletos. Se puso en posición defensiva y atacó con otro de sus rayos ácidos, esta vez al que se había librado de ser destruido por puro azar. Pero el hechizo ni siquiera se acercó a darle. Las cosas se ponían feas así que soltó la antorcha y movió huyendo de los esqueletos a un lugar donde no podían atacarle más que de uno en uno.

Alaszor arruga los morros por la traicionera maniobra del bárbaro y gira sobre sí mismo encarándose a Sutu, pero en un último momento se gira y trata de agarrar de la cabeza a Willem que de nuevo se aparta justo a tiempo de evitar un golpe mortal, pero el golpe no parecía demasiado atento y entonces se os escurre de la mortífera trampa que Sutu había ideado colocándose junto a la pared, la luz tintineante de la antorcha ilumina su silueta, sus violáceos ojos incapaces de entrecerrarse fulguran con especial odio como si ahora sí realmente estuviera en más problemas de los que pudiera preveer, de igual manera ha dejado de lanzar amenazas y jocosos comentarios para mantener la boca entrecerrada y mirando a su alrededor tratando de tomar el control

Habib, muy astuto, estudia su alrededor y ve dos enormes piedras entre las que se escurre como una ratilla, justo cuando llega se gira alerta al ataque que seguramente le venga, y el esqueleto le golpea directamente en la cabeza con el mango de la espada, era un golpe directo a partirle el cráneo en dos, pero demasiado cerca y torpe el golpe se ha pasado de largo reduciendo los daños a mínimos, pero Sutu no ha tenido tanta suerte, y el aullido de dolor del bárbaro desolado resuena en la tumba por el doloroso ataque recibido.

La espada del esqueleto sale de su cuerpo, dejando que la sangre se deje oir contra el suelo y preparando un nuevo ataque de manera automática, sin saber siquiera si ha dado o no, el no-muerto no detiene en sus mecánicos movimientos y sin embargo, en su calavera podría sospecharse una malvada y aviesa risa.

Sutu se movió dolorido por el golpe recibido, tratando de abatir a la infame criatura con un ataque lateral, pero el inmenso dolor que le recorría el cuerpo no le permitió moverse con la suficiente velocidad, y el siguiente golpe de su inmesa hacha fue a dar a la pared, sin llevarse por delante la no vida de ninguno de sus enemigos.

El bábaro volvió a maldecir, y mordiéndose el labio inferior de rabia, continuó luchando.

Gotas de sudor frio me recorrían la frente. Otra vez había esquivado aquella macabra mano por los pelos. Sabía que si me daba una sola vez estaba completamente perdido. Pero recular no me iba a servir más que para alargar lo inevitable, pues el orco iría matándonos uno a uno. No, había llegado el momento de dar el todo por el todo, de atacar al máximo, sin contenerme.

Con esa idea en la cabeza aferre con fuerza ambas espadas y di un pequeño paso para acercarme al rey brujo. Apenas veía su silueta, pero esperaba que bastara para poder dirigir bien los golpes. Lance una plegaria a la espera de que algún dios estuviera a la escucha mientras descarga un tajo vertical simultaneo con ambas espadas, esperando que alguna diera en el objetivo.

El hechicero lanzó su hechizo más mortal.

Saeta infalible.

Con tan mal suerte que toda la energía se concentró en un hueso de la caja toráfica, la cual destrozó, pero no el puñetero seguía moviéndose.

Alaszor trata de agarrar de nuevo al escurridizo explorador, pero ahora parece distraído, está pensando en otra cosa, nada bueno seguramente, pues no está en su naturaleza y con una misteriosa sonrisa se retira del combate con Willem hacia la sombra, ocultándose tras la esquina del muro del hacha de Sutu*, espera conseguir algo de tiempo para preparar algo, por una parte sentís curiosidad de saber qué planea, y por otro lado... no estais para tonterías, pues todos y cada uno de vosotros apenas resistiría ya un tonto golpe. Lejos quedan ya las burdas tácticas de caza de buitres y murciélagos, cazadores aficionados y las cuevas de los hombres lagarto, ahora mismo daríais todo lo que teneis por salir de nuevo de esta tumba, y volver a sentir sobre vuestras cabezas el ardiente calor del sol abrasador.