Partida Rol por web

Los compañeros de Habib habían hecho su guardia sin novedades, mientras el hechicero había podido descansar para recuperar sus conjuros de curación. La noche estaba acabando y Habib tenía que hacer la última guardia. Apenas recordaba haber soñado. Es como si su mente se hubiera desconectado del mundo esas nueve horas que durmió.

Paseó un poco para despejarse y trepó la duna. Sólo asomó la cabeza hacia el círculo de piedras. Se tumbó para que su figura no sobresaliese. Además se puso su capucha color arena. Miró alrededor y escuchó atento. Los leves rayos de luz le permitirían ver a lo lejos cada vez más. Sin embargo, no se enteró de nada llamativo. Todo parecía tranquilo.

Tarde, lo escuchas tarde, el bramido de algo grande un flechazo atraviesa la arena, te giras, y es por un costado que te están disparando, desde un lado de la duna, un jinete encapuchado dispara su arco, subido sobre un enorme lagarto gigante que lanza su bramido al notar la agitación de su amo sobre él.

El cazador controla al animal y maldice su mala suerte, se ha precipitado antes de tener mejor visibilidad, pero al estar sentados y agachados, es más dificil acertaros entre el sube y baja del terreno.

Habib observa la flecha aún parado, el viento sopla entre ambos levantando una nube de arena que por unos segundos parece hacer desaparecer al fantasma del alba, Habib no puede creer la suerte que tiene, y se medio-incorpora pensando en qué hacer, antes de que el cazador se acerque más.

Habib es atacado por un jinete montado en un lagarto gigante mientras hacía la guardia. Debía tener mucha vista para poder verle tumbado en la duna, así que quizá era un perseguidor, uno experto, por lo que se ve. Disparaba desde su montura, la cual nos vendría muy bien en estos momentos. Así que Habib debía reaccionar. Sus compañeros dormían y si quería lanzar un hechizo, sólo podría despertar a uno. Pero si había una gran suerte, ese hombre podría darles su montura e informarles. Pero era demasiado arriesgado, mejor despertarles.

El hechicero se lanzó a Willem y le empujó con brusquedad.

DESPERTAD, COMPAÑEROS, NOS ATACAN! Desoierta a los demás.

Luego se agachó y lanzó un hechizo al atacante.

Saeta infalible.

El jinete se sujeta el pecho, resentido por el disparo, la montura trepa lentamente, torpe y bamboleante por la duna, ahora os ve perfectamente a todos tumbaditos, como si una sucesión de dardos se tratara lanza dos flechas que vuelan hacia Habib, clavándose en la arena a su alrededor, el jinete maldice en su interior tan mala suerte con su puntería, y a través de la capucha, una mirada fría y asesina llega hasta el alma de Habib, algo oscuro y siniestro espolea a este ser a daros caza, y aún suerte que os ha encontrado con las primeras luces del día.

Habib veía la situación difícil si no despertaban o si no paraban a ese arquero montado. Primero despertó a Rhaz con una sacudida fuerte.

DESPERTAD, NOS ATACAN!

Quedaba Sutu por despertar y le necesitaban pues enseguida iba a llegar el enemigo cuerpo a cuerpo.

Su proyectil mágico era insuficiente y su hechizar era difícil que fuera efectivo, pero debía intentarlo.

Pronunció las palabras mágicas que podían confundir la mente del jinete.

Soy tu amigo, no tu enemigo.

Habib seguía tumbado.

Willem, despierta a Sutu.

El lagarto bufa y la arena frente a él se echa a un lado, el jinete tira de las riendas deteniéndolo en el lugar privilegiado en el que ahora está, parece estudiar detenidamente a las víctimas que hay frente a él, Habib parece levantar la cabeza por unos momentos, ¿Habrá surtido efecto? Una flecha pasa junto a su oreja dándole la respuesta y otra se parte en la arena junto a él dándole a entender que aún les quedaba guerra. Por delante

Ahora Rhaztamel se desperezaba y Willem se revolvía en la arena observando al jinete del lagarto, que desde lo alto de su escamosa montura, disparaba una y otra vez sin demasiado equilibrio ni acierto.

Ya estaba bien de sutilidades. Ese cazador no tenía una gran puntería, pero si le dejaban disparar todo el rato, al final le daría.

Saeta infalible.

El proyectil le había impactado en una zona dolorosa (el cuello), lo tendría entumecido unos intantes.

Se arrastró lo justo para darle una patada a Sutu en el trasero.

DESPIERTA, NOS ATACAN!

Ya me parecía a mí que habíamos estado tranquilos demasiado tiempo. Pero no parece ser una criatura del desierto, sino más bien alguien enviado para matarnos. ¿De parte de quien vendrá? ¿Del brujo orco o de aquel maldito viejo? Venga de parte de quien venga será mejor que le demos la cálida bienvenida que se merece.

Sin levantarme del suelo por miedo a ser ensartado por uno de aquellos proyectiles agarro mi arco y colocó una flecha en el. Apenas tenía sitio para tensar la cuerda al estar tumbado, pero levantarse para tener un mejor ángulo de tiro era un suicidio. Así que tome aire, lo exhale con lentitud y una vez mis pulmones estuvieron vacios y mi pulso estabilizado dispare la flecha.

El acechador dispara y recula, parece que hoy sus flechas no están por la labor, y retrocede tal vez pensando en volver otra noche y dejar para mañana lo que al parecer no es capaz de hacer hoy, a vuestro alrededor sus flechas quedan enterradas en la arena, y Sutu quien recién abre los ojos y se despierta, ve su ropa claveteada en la arena y escucha los gritos de sus compañeros, de manera casi imposible Willem dispara su arco desde el suelo, y Habib lanza conjuros mientras una lluvia de flechas cae sobre vosotros, ¿es éste el armaggeddon?

Sutu se voltea pero tan solo ve una sombra, un tipo encapuchado sobre una gran bestia escamosa, estais en peligro, y aunque la suerte por ahora os tiene en brazos, no es frecuente en vuestro desafortunado grupo aguantar un ataque como este sin un solo rasguño.

Rhaz se despierta rapidamente la llamada del mago era de claro peligro de un salto se incorpora y carga su ballesta y empieza a apuntar a la criatura para poder disparar

Habib veía que el cobarde huía. Al ver que su sorpresa no tenía efecto, no se quería enfrentar a cuatro ya despiertos. Pensó un segundo si imitar a Rhaz con la ballesta o disparar un nuevo proyectil mágico. Sabía que no le mataría, pero si acababa muy herido, otro día sería un rival menos imponente. Tumbado como estaba pronunció las palabras mágicas:

Saeta infalible.

Una flecha de fuerza del color de la sangre voló hacia el jinete. Pero este proyectil no le debió hacer más que unos rasguños en el costado, nada importante.

Huye, cobarde, que si vuelves, te daremos más fuerte.

En vez de levantarse, preparó la ballesta para después.

El bárbaro rodó velozmente para ponerse en pie aprovechando la fuerza de la inercia del movimiento, y despues escrutó con la mirada más allá de las dunas, buscando al atacante que osaba enfrentarse a ellos.

Sutu gruñó cuando lo vió, y despues su vista fue hacia el enorme arma que era seña distintiva del bárbaro hombre, echando mano a ella para enfrentar al jinete de la tosca bestia del desierto.

La fortuna nos seguía sonriendo en parte, pues al parecer aquel ser tampoco estaba demostrando una gran puntería. Al menos por el momento, pero me daba en la nariz que eso no duraría mucho. Por fortuna ya estaban todos despiertos, así que había alguna posibilidad de acabar con el combate antes de que nos convirtamos en cuatro nuevos cactus para el desierto. Así que volví a cargar el arco y dispare una nueva flecha rezando a los dioses para que diera en el blanco.

La flecha de Willem vuela sobre la arena, parece desviarse pero finalmente alcanza al acechante en pleno pecho, ha sido un disparo más que certero y realmente mortal, por unas décimas de segundo os dais una tregua viendo tambalearse al guerrero de las arenas, pero éste aún se incorpora más sobre la silla de su lagarto que empieza a retroceder asustado por el intercambio de flechas.

Sin pensarlo ni un instante, y al ver a Sutu en pie, focaliza sobre él sus proyectiles, una de las flechas no alcanza a superar la resistencia del viento que empieza a levantarse en su contra, desviándose y cayendo cerca suya, pero la segunda toma bien la ruta y se clava en el antebrazo del bárbaro, el plumón verde teñido casi alcanza la carne mientras buena parte del asta sale por el otro lado

Rhaz intenta un disparo muy lejano pero su virote se va muy desviado del objetivo, seguidamente se dispone a cargar de nuevo la ballesta - Esta muy lejos, deberiamos acercarnos al el todo lo que podamos - dice el picaro al resto del grupo.

Habib se arrastró lo justo para poder apuntar sin problemas. Disparó y el virote se acercó mucho a donde había apuntado, aunque no llegaba a apreciar si le había dado o no, pero si le había impactado, no había sido en una zona vital.

Mierda!

Exclamó con rabia. Quería ver muerto a ese bandido. La rabia contenida estos días le estaba surgiendo en el combate.

¡Bien! Ya te tengo criatura de los infiernos. Ese era el primer plato, ahora toca el segundo comento emocionado al ver como la flecha impacta de lleno en el enemigo. Pero al parecer no era el único que había mejorado su puntería. Uno de los últimos virotes alcanzo al bárbaro en el brazo. Y el siguiente podría ser yo. Así que rápidamente volví a disparar otra flecha rezando de nuevo para alcanzar al objetivo.

Sutu gruñó de dolor al sentir la flecha atravesar su brazo. La miró con furia y desprecio, y la arrancó de un tirÓn mientras se lanzaba hacha en ristre contra el atacante. Para cuando la flecha ensangrentada cayó al suelo, el bárbaro ya había abandonado el campamento y corría con el rostro lleno de ira a por el dueño de la misma.

-¡WAAAAAAAAAAAAAAAARGH!

El bárbaro redujo metro a metro la distancia que lo separaba del enemigo gritando como un demonio salido desde la sima más profunda del páramo, con el hacha levantada sobre su cabeza preparada para matar.

-¡BESA MI HACHA!