Partida Rol por web

Willem se levantó cojeando, apenas podía consigo mismo y necesitaba ayuda para caminar, Sutu cargaba con el saco más pesado del tesoro y Habib, que apenas tenía fuerza también cargaba con la bolsa de piedras preciosas, Rhaztamel, también muy malherido debía ayudar al malparado explorador a avanzar por la arena suelta, las nubes os protegían de la despiadada luz solar pero no podíais perder ni un solo segundo, no sabíais porqué sucedía este extraño fenómeno meteorológico, ni sabíais cuanto iba a durar, pero era una auténtica bendición, con todos los conjuros de Habib gastados, vuestras reservas de comida y bebida reducidas y las heridas que la necrópolis os había dejado de recuerdo, no ibais a cruzar con vida.

Calculábais estais a veinte leguas del Reloj de Has'sara, si consiguiérais llegar.... es un lugar donde múltiples bestias descansan a su sombra, tal vez podriais recuperar allí algunas raciones de comida y beber de las tripas de alguna bestia.

Y finalmente la bestia cayó. Me quede quieto, esperando que alguna otra criatura del más allá apareciese de algún recodo y nos atacara. Pero nada de eso sucedió. Aún así me mantuve sin mover siquiera una ceja durante varios minutos, tratando de hacer el menor ruido posible al respirar. Pero los signos eran evidentes: nos había costado sangre y sudor, pero finalmente habíamos logrado vencer a Ok´Ragna.

Cansado y abatido, pero no derrotado, me levanto de suelo. Un terrible dolor me recorre la pierna la derecha y me hace cojear, pero no es momento para las quejas. Habíamos vencido a la ciudad de los muertos, pero si no poníamos tierra de por medio sería una victoria inútil.

Y en ese momento sucedió el milagro. Cuando parecía que sería la caminata la que terminara el trabajo que iniciaron las huestes del rey brujo, cuando parecía que sería el sol quien nos diera el golpe de gracia, las primeras nubes que veíamos desde que partimos hace lo que parecía una eternidad ocultaron el sol y nos dieron un respiro. Al parecer por primera vez los dioses nos sonreían. Vamos compañeros, se que todos estamos cansados, pero no podemos desaprovechar esta oportunidad. Dudo mucho que podamos alcanzar el Reloj de Has´sara y mucho menos Zalas si dejamos que vuelva a salir el sol. Ya tendremos tiempo de descansar cuando lleguemos a la ciudad o cuando muramos, lo que sea que nos depare el destino.

Las palabras de Willem sacaron a Sutu del trance en el que se encontraba, cuando arrodillado en la arena, se quedó absorto en el cuerpo inmóvil de la reptiliana bestia.

Sentía todo su cuerpo entumecido, falto de energía, y totálmente apaleado, pero vivo al fín y al cabo. Aún así, necesitó de casi toda la poca reserva de fuerza que le quedaba para poder incorporarse de nuevo, ayudado por el apoyo del hacha.

-Tienes razón... Dijo con un suspiro, un intento de recuperar el aliento. No se qué nueva brujería es esta, pero... volvió a tomar aliento ... ya no nos quedan muchas más opciones. No se si es una bendición, u otra nueva maldición, pero tenemos que aprovechar para volver.

Retomar el viaje fue muy penoso, y los cuatro compañeros arrastraban los pies por la arena,  más que caminaban, sin embargo un rayo de esperanza acudió al corazón del bárbaro cuando vió que tal vez viviría pata seguir buscando a su familia.

Nuestro viaje aún no ha terminado, pero hemos logrado lo impensable al acabar con esa abominación de Alaszor cuando todo estaba en nuestra contra. Pensó Sutu mientras caminaba. No se de nadie que pueda decir haber regresado de esa ciudad muerta, y lo que no te mata, te fortalece. Estoy preparado para encontrar a mi familia. Haré pagar su deuda a quien nos la debe.

Habib seguía observando el cielo cambiante mientras caminaban por el desierto en busca de la supervivencia. Era un maremágnum convulso de fuerza, amenazante y esperanzador al mismo tiempo. Es como si hubiera un poder más grande que el del sol, un poder capaz de ocultarlo del cielo como si no fuera más que un lucero.

De alguna manera comprendió que habían hecho los cuatro algo impensable, que habían vencido y sobrevivido ante un poder mayor. La magia había dado forma al mundo, le había privado de su agua y casi toda su vida. Resultaba inimaginable, hoy en día, un lago o un mar, los bosques de árboles o los animales y criaturas que poblaban la tierra antes de convertirse en un desierto. Pero cuatro humanos habían acabado con Alaszor y su poder. Algo estaba cambiando, algo en el cielo lo señalaba claramente. Alguien, en su ignorancia había destapado la caja donde habitan todas las cosas, las buenas y las malas. Pero estos cuatro héroes habían desterrado a una de las peores: la ambición absoluta y sin sentido, la corrupción que sangraba a la tierra.

Amigos, pues no os puedo llamar menos que eso. Me siento orgulloso de haberos conocido y haber luchado a vuestro lado. Tengo la sensación de que hemos terminado con un mal que asolaba el mundo. Que, nosotros, pobres mortales, hemos logrado reponer algo que estaba corrupto. El cielo parece amenazante, pero cada vez me da menos miedo. Nos protege. Tengo esperanzas por el mundo, y cada vez más por nosotros. Pero si morimos, estaré contento de hacerlo a vuestro lado.

Durante todo el dia caminais bajo la capa de nubes, por supuesto no cae ni una gota, el viento sopla templado, y os hace sacar las mantas de la noche para ir caminando, la arena está fría, caminais durante horas y horas, apenas os parais a descansar para comer algo y reponer fuerzas cada hora, y cada hora siguiente parece más larga, vuestros gemelos parecen que estén a punto de abrirse y desgarrarse y por alguna mente pasa el deseo de que una bestia aparezca y os devore para acabar con este sufrimiento, nadie que haya hecho una caminata tal es capaz de entender qué es estar exhausto de verdad.

Caminais todo el día..... caminais toda la noche..... caminais hasta que os desplomais bajo la luz de las estrellas en un cielo ya despejado, definitivamente no podeis más, vuestro cuerpo golpea contra la arena y resoplais cansados dejando que esos molestos granos de tierra se acomoden en las comisuras de los labios, en la noche profunda, bajo una luna llena, veis la sombra del Reloj de Has'sara, ese círculo gigante de monolitos que señalan las direcciones a tomar a los que se extravían en el desierto.

Y lo veis no por la claridad de la noche, sino por el pequeño campamento que hay montado en el medio, una enorme hoguera chisporrotea en el medio, una sombra envuelta en mantas permanece despierta junto a él jugando con una espada en las brasas, a su lado, una enorme tienda de campaña y un par de postes bien alejados, en uno, un par de camellos adormilados, en el otro, un velocirraptor igual de tranquilo

La sombra mira a las estrellas, preguntandose si seria la hora en que las últimas predicciones de la bruja se hicieran realidad

El hechicero, con la piel reseca, deshidratado, los ojos entrecerrados y sin aliento, parecía más un muerto viviente que un humano. En el campamento resplandecía la luz del cálido fuego y una figura tranquila esperaba, pensaba o quién sabía qué hacía. Quiso gritar, pero la voz no le salía. Sus compañeros no estaban mejor que él, así que se levantó con gran esfuerzo, arrastrando sus piernas por la arena.

Au... aus... auxilio! Pudo pronunciar por fin, a pesar de la sequedad de su garganta. El sonido era leve, más bien un susurro en el bullicio de una ciudad, pero en el silencio del desierto, se podía oír a varias yardas de distancia.

Mi cabeza hacía tiempo que había dejado de pensar y de ser consciente de lo que sucedía a mi alrededor. El cuerpo se movía por su cuenta, de forma automática, moviendo un pie primero y el otro después con la esperanza de no tropezar, ya que de caer al suelo sería incapaz de levantarme de nuevo.

Pero finalmente el cansancio vence y mi cuerpo se acaba desplomado sobre la arena, tendido cuan largo es. Pero antes de caer algo llamo mi atención. Con un esfuerzo sobrehumano conseguí alzar un poco la cabeza y mirar al frente.  No había sido un espejismo producto del cansancio. Dentro del reloj de Has´sara se divisaba la luz de una fogata. Alguien había montado ahí un campamento. No sabía si era amigo o enemigo pero daba lo mismo. De seguro que acabaría con nuestro sufrimiento, ya fuese ofreciéndonos ayuda o el descanso eterno. Así que con las últimas fuerzas que me quedaban estire el brazo derecho de forma suplicante en dirección a la hoguera a…a….agua…agua.

Habias conseguido lo imposible, era todo una proeza salir vivos de aquella maldita Necropolis era un regalo de los dioses. Sutu, Habib Y Willem, al igual que el picaro, estaban exaustos, con muchas heridas pero al fin y al cabo respirando. - Bien hecho chicos, bien hecho - son la unicas palabras que salen de la boca del picaro. Este va en busca de Willem y lo levanta, para ayudarlo a caminar, pues de todos era el que se encontraba en peor estado, con una herida bastante fea en la pierna.

Tras entender por fin que aquello no era un sueño y con la ayuda del cielo que parecía por una vez estar dando un poco de tregua. Empezamos a caminar de vuelta.

Todo el día caminando sin apenas descanso, el agotamiento, el hambre, la sed se apoderaba de todos nuestros cuerpos, llegada la noche ya caminabamos casí por inercia, no era dolor pues ya no había, mas bien pareciamos un grupo de muertos vivientes que personas. Y llegada la noche la fuerzas llegaron a sus fin, uno a uno nos fuimos desplomando a la fria arena. Cuando oigo un susurro del mago y otro de Willem. Al abrir los ojos y mirando hacia la dirección donde señala el dedo de Willem veo luz, - Tiene que ser un espejismo chicos, estamos delirando - piensa para si mismo pues no es capaz de articular palabras debido al agotamiento y la sequedad que se agarra a su garganta.

La caminata a través del desierto había sido la prueba más dura a la que habían tenido que hacer frente.

Los enemigos que habían combatido, habían sido terroríficos. Algunos de ellos ya habían estado muertos una vez, y otros ni siquiera fueron nunca de aquel mundo, pero de todos ellos habían dado cuenta con el filo de sus armas, y la fuerza de sus músculos.

El enemigo al que ahora enfrentaban era bien diferente ya que no se podía herir, ni matar, ni vencer en combate, y aún así, Sutu se negaba a ser derrotado por la furia implacable del desierto, que lejos de amedrentarse por la extraña fuerza que ahora los ayudaba a cruzarlo, amenazaba con tragarse sus vidas.

La piernas pesaban como losas de granito, y cada nuevo paso, era un nueva victoria, pero estas estaban a punto de acabarse, y una derrota en aquella titánica batalla, supondría el final. Los pies de todo el grupo se arrastraban por la arena, mas que caminaba, y mientras tanto el bárbaro callaba. Cualquier queja, cualquier lamento, era humedad desperdiciada, bien lo sabía él, criado en las afueras de Zalas.

Finálmente, llegó la esperanza como un rayo de luz en la noche más larga, y sus compañeros fueron los primeros en pedir ayuda cuando en lontananza, apareció la figura de alguien aguardando en medio del páramo desértico.

Unos pasos más... y sabremos si hemos vencido, o solo sobrevivimos para ser derrotados aquí. Pensó mientras lanzaba una mirada a su compañero caido en la arena, y se prestaba a ayudarlo a incorporarse para continuar caminando.

La figura se levanta y corre hacia vosotros, vuestros párpados se cierran y perdeis entonces la noción de seguir existiendo.

Os levantais, os sentís descansados, revitalizados, tumbados sobre petates, con la boca reseca y un agujero en el estómago, abrís vuestros legañosos ojos y os veis en el interior de una tienda de mantas, afuera debe ser mediodía por la luz que se filtra a través de la tela, os veis desnudos y sin ningun objeto más vuestras mochilas, sacos y armas se encuentran a la vista apiñados en un rincón.

En el medio, en un cojín, hay un par de jarras de agua, y una vasija de dátiles y higos, un poco de pan y queso, vuestras heridas están vendadas y al levantaros con vuestra recién adquirida energía, sentís el dolor de los golpes de nuevo en el cuerpo, al fin y al cabo, tan solo habeis disfrutado de una noche de descanso, los milagros solo vienen a cuenta gotas.

Mientras os levantais y avanzais por la tienda, desde el interior podeis ver afuera a Vadrian, que con un barreño de agua da de beber a dos camellos que barritan agradecidos

Habib despertó y pudo verse a él mismo vendado, así como a sus compañeros. Estaban en cueros, pero eso no le avergonzaba. Un hombre estaba fuera dando de beber a los camellos. Por un momento, pensó que era un sueño, pues ese hombre era Vadrian, el cual les odiaba a muerte. Simplemente no tenía sentido para él. Pero su dolor era real, así como su sed y su hambre. Iba a decirle algo al comerciante, pero quería esperar a que sus compañeros despertasen. Pero se moría de impaciencia... así que les despertó con suaves movimientos y voz baja.

Vamos, camaradas, estamos a salvo. Creo.

Una vez despiertos, podía dirigirse a Vadrian sin peligro de que les atacara indefensos.

Señor Vadrian, saludos. Cómo usted por aquí? Era el de la hoguera del campamento? Nos ha tenido a su merced. Por qué no nos ha matado? Dijo que nos hacía culpables de la muerte de su discípulo. Ha cambiado de opinión? Si es así, me alegro. Pero sea como sea, sepa que le estoy agradecido por ayudarnos. Dice mucho de usted que sea capaz de hacerlo. Gracias, nos ha salvado la vida. Cómo podría agradecérselo? 

Poco a poco me voy despertando, con una sensación pastosa en la boca y la cabeza dándome vueltas, además de tener todo el cuerpo dolorido. Pero pese a todo no era una sensación tan desagradable, pues al menos significaba que aun seguía vivo, cosa que no esperaba después de todo lo pasado hasta ahora.

Aunque el despertar sí que nos deparaba alguna sorpresa. La persona que nos había salvado la vida resulto ser aquel viejo cascarrabias que servía a la reina de Zalas y que nos culpaba de la ineptitud y estupidez de su discípulo. Esto es muy extraño. No me fio ni un pelo de él, seguro que nos ha salvado para torturarnos lentamente. Mejor me mantengo alerta pienso mientras me pongo a desayunar con los sentidos alerta y sin apartar la mirada del viejo.

Incluso la fortaleza de un bárbaro como Sutu termina cediendo ante el esfuerzo constante, y los músculos de Sutu acabaron por decir basta a unos pasos del campamento que parecía estar esperándolos. Sutu se derrumbó junto a sus compañeros y por mucho que le pesara, perdió la noción del tiempo, la realidad y su propia vida.

Pero esas tres cosas volvieron cuando despertó bajo la tela de una tienda de campaña junto a sus compañeros. Abrió los ojos, y en cuanto la realidad lo golpeó, se movió con la rapidez de una pantera en busca de un arma, y al no encontrarla, se colocó en una pose defensiva con la que saltar sobre cualquier enemigo. Defendería su vida con sus propios dientes de ser necesario.

Pero no lo era.

O al menos, no de momento.

Sutu miró alrededor suyo, y sus ojos se cruzaron con los de sus compañeros. Relajó los músculos y se sentó con las piernas cruzadas, momento en el que su rostro adquirió un gesto de dolor tras pasar la repentina sacudida de adrenalina causada por la alarma. Ahora volvía a sentir el dolor físico que le recorría el cuerpo por el castigo recibido en aquella misión.

-¿Dónde estamos? Se limitó a decir. Luego observó cómo Habib hablaba con un hombre que reconoció como Vadrian, y esperó a las respuestas de las preguntas formuladas.

Sutu reconoce bien que os encontrais en el centro del Reloj de Has'sara, estais a veinte leguas de Zalas o del Castillo de Raivah, mientras Vadrian da unas palmadas a los camellos que ya solo lamen con sus ásperas lenguas la madera húmeda del cubo, ya no hay ni un solo rastro de las nubes que ayer cubrieron el cielo durante todo el dia. El cielo se muestra del todo despejado, y el sol de nuevo os vigila rencoroso, Vadrian va juntoa Habib para hablar mostrando las palmas de sus manos, en su fajín, su preciada espada corta de empuñadura de madera.

Vuestra muerte no resucitará a Eremy, lo que no os exime de la culpa de su muerte

He venido por deseo de la Reina de Zalas, y en cumplir su último deseo podeis agradecerle que yo esté aquí para ayudaros

Os enseña su mano, donde un anillo de platino reluce con el símbolo de un triángulo

Ahora soy Rey de Zalas, pero por poco tiempo, no pienso quedarme en Zalas ahora que la bruja no está

Sacrificó su no-vida en cubrir el sol, y daros así una posibilidad  de llegar hasta aquí

Una ráfaga de viento levanta su turbante, vuestras finas túnicas de pijama se agitan diabólicamente tratando de escapar de vosotros, la noticia de que la bruja ya no ampare la ciudad es lo más nefasto que pudierais imaginar, ella proveía de agua y protección la ciudad, ahora sus posibilidades de vida mermarán tan rápido como lo hagan sus reservas de agua.

Me habló de las consecuencias de la muerte de Alaszor, y que por ese equilibrio de fuerzas ella debía desaparecer

Su último deseo, fué que recuperárais el guante en poder de Milaszor, y que lo unais a la gema azul para devolver el agua a nuestro mundo - Dicho esto último saca la gema azul, que convertía a la Bruja en el ser más poderoso de Has'sara, y os la tiende para que cualquiera de vosotros pueda guardársela

Ahora vuestra prioridad seria montar sobre estos dos camellos, y marchar al castillo de Raivah, yo os acompañaré en mi montura, enseguida recojo la tienda mientras os terminais de recuperar - Y si no teneis más preguntas, Vadrian empezará a recoger la tienda para subirla en la alforja de uno de los camellos

Rhaz escuchó las palabras de Vadrian. - Eso quiere decir que si estamos vivos es gracias a la Reina de Zalas. - El picaro agacho la cabeza un poco en señal de respeto a la muerte de la reina. - Es una pena que no podamos darle las gracias. - Despues vadría extendió la mano con la gema de poder y Rhaz la cogió y se la cedió a Habib. - Tú deberias guardar esto Habib. Deberiamos partir ya parece ser que el sol sin la ayuda de la reina de Zalas derritará nuestros cerebros si no nos damos prisa. -

Cuando Habib escuchó que la reina se había sacrificado para salvarles y que lo hacía para salvaguardar el equilibrio de poder, algo se partió en el corazón del hechicero.

Queréis decir que hemos acabado con Milaszor y que la Reina-hechicera se ha sacrificado por nosotros? (pausa con la boca desencajada) Lo que decís es que ahora todo depende de nosotros de nuevo. No hemos terminado todavía. Una ciudad entera agonizará sin el agua, pero el mundo que conocemos está moribundo por la sed. Debemos recuperar el guantelete y restaurar lo que los grandes hechiceros quebraron. Y debemos hacerlo antes de que en Zalas empiece a morir la gente por falta de agua.

Se acercó a Rhaz y tomó la piedra con un gesto delicado, de respeto y de profundo agradecimiento hacia su compañero.

Esta piedra alberga un gran poder, pero no es un poder que pueda controlar ningún ser. La lección que nos han dado los hechiceros es que la naturaleza no necesita de la magia, que el poder acumulado en una sola persona, necesariamente crea un efecto antinatural y rompe el equilibrio de energías que sostiene la vida en este mundo. Yo tengo en mi esencia la capacidad de manejar las energías que componen la magia. Puedo canalizarlas y crear algo que no existía. Mi poder es pequeño, pero no deseo que crezca más allá de lo necesario. Y si así lo hace, no deseo hacer un uso desmedido sin contemplar las consecuencias de mis actos.

Dio un paso hacia Vadrian.

Su majestad Vadrian, siento la pérdida de Eremy. Sólo espero que su pérdida no haya sido en vano y que podamos compensar a este mundo por nuestros errores. La Reina de Zalas ha dado su vida y su poder por ayudarnos. No deseo más que cumplir esta misión y hacer valer su sacrificio y el de muchos. Quizá fue una de las que contribuyó a crear el daño a este mundo, pero ha hecho algo noble para resarcirnos a todos. No lo olvidaremos.

Hizo un saludo sumamente respetuoso al rey-comerciante.

Adios, Vadrian. Si no nos volvemos a ver, sepas que habremos hecho todo lo que ha estado en nuestra mano para salvar la ciudad de Zalas. Gracias por todo.

Ahora os curaré lo que pueda y partiremos. No podemos demorarnos más.

Habib se acercó primero a Willem, el más deteriorado por el combate, luego a Sutu. Empleó su poder, pero ya no consideró oportuno curar a Rhaz o a él mismo. A los dos primeros les lanzó su más potente hechizo de curación más dos de los menores. Se reservó uno de los menores para purificar la comida que aún tenían y otro de los mayores por si acaso.

Soy el canal de tu curación...

Purifico estos alimentos canalizando la energía de la vida.

No pudo evitar pensar al revivir la comida, que era un principio mágico semejante al más poderoso de la resurrección de entre los muertos. Había oído hablar de ese poder tan grande. Se preguntó si habría aún alguien en este mundo que lo ostentase.

Sutu dejó que el hechicero hiciera su trabajo tras escuchar sus sabias palabras. Él no era un hombre de palabras, si no de acción, y no hubiera sido capaz de expresar mejor lo que sentía en ese momento tras la revelación que Vadrian le había hecho. No era capaz de mejorar su silencio, por lo que decidió callar, y luego dejar que Habib utilizara su brujería para sanarlo como a sus otros dos compañeros.

Sin embargo, aún había una duda que lo corroía y que comenzaba a teñir su alma con la sombra del temor.

-Entonces... si la bruja a muerto ¿Qué esperanza me queda de obtener la recompensa que me prometio? Preguntó. ¡Me embarqué en la misión de matar al padre no muerto de Milaszor rechazando con ello su ayuda para recuperar a mi familia! ¡Por mucho bien que hayamos hecho, eso no compensa mi pérdida! ¡¿Debo creer que he sido engañado y que nunca debí dejarme convencer por ningún brujo?!

El bárbaro esperó una respuesta convincente por parte de Vadrian.

Así que la vieja bruja ha muerto. Perfecto, adiós a la recompensa. Entonces, ¿para qué he pasado los peores días de mi vida, he visto la muerte de cerca varías veces y he luchado hasta que me salieran callos en las manos? Si ya, por el bien del mundo. Pero con el bien no se puede comprar comida o bebida. Maldita sea mi suerte… pienso apesadumbrado mientras recibo las curaciones del hechicero. Durante este tiempo además lanzo pequeñas miradas de reojo al guantelete que se había quedado Habib. Al fin y al cabo era lo más cercano a una recompensa que habíamos conseguido, y estaba dispuesto a sacar tajada de alguna manera.

Pero aun no era el momento, no estando tan débiles y con aquel viejo que nos quería ver muertos rondando cerca. No terminaba de fiarme de él pues aun nos culpaba de la muerte de su discípulo… ¿y para qué demonios tenemos que ir a Raivah? Se supone que con la muerte de Milaszor el poder de Alaszor desaparecería y este moriría. ¿Acaso nos quiere llevar allí para que sean los seguidores de este quien nos den muerte? Algo apesta aquí.

Un momento viejo digo mientras me levanto lo mas dignamente que puedo, pues aun estoy débil y me cuesta mantenerme recto ¿por qué al castillo de Raivah? ¿Qué se nos ha perdido allí? No creo que nos reciban con abrazos y banquetes teniendo en cuenta que acabamos de matar a su señor. ¿Ahora tenemos que acabar también con sus siervos? ¿Acaso no hemos luchado ya bastante?