Partida Rol por web

Mey se sintió repentinamente culpable. Probablemente era una equivocación pero ver que se disponía a irse le hizo recordar que viajar sola era peligroso.

Señor... Sombragris. dijo Tal vez pueda usar la compañía. Me dirijo a Emerisia a falta de otro destino mejor. No soy una combatiente y el camino bien puede recorrerse acompañado. Si conocéis la zona tal vez me podáis decir algo de la ciudad a la que nos dirigimos... Si es que todavía buscáis compañía para el viaje.

Hizo una pausa

Tal vez me he comportado de un modo algo brusco.

Era lo más cercano a una disculpa que podía verbalizar en aquella situación.

El joven se giró de nuevo. Había temido que alguien le dijera algo mientras marchaba y había sucedido, pero las palabras de la muchacha parecían serenas y amables ahora. Desde luego habían empezado con mal pie. 

Siento no conocer de primera mano algo sobre el destino de este camino. Me temo que soy tan forastero como vos, mas recuerdo algo que he leído. Me dirigía a la ciudad sólo por reemprender mi viaje en un barco. Mas, si el desencuentro que he provocado puede subsanarse haciéndoos más seguro el trayecto a la gran Emerisia, será para mi un placer, ya que ando solo desde que naufragó mi barco en las cercanas costas. 

Mirándola, no pudo evitar fijarse en sus rasgos y el color de su piel. No había visto nunca un miembro de su especie. Parecía una mezcla de elfa y duende del bosque. 

La Rasha Ai perdió unos segundos para despedirse del anciano y la niña y juntó sus pasos al del recién conocido. Respondió con cuidado a sus palabras.

Siento mi recelo anterior. Sois hombre de armas y yo una mujer sin grandes capacidades en ese aspecto. Me dedico a la sanación y el tratamiento de las heridas y dolencias del cuerpo y viajaba acompañada por otro de mi raza hasta hace un par de días.

Hizo una pausa para respirar.

Lo cierto es que me siento preocupada por mi amigo Toer, a quien no logro encontrar y no puedo quedarme en medio del camino así que me dirijo hacia la ciudad de Emerisia donde por lo visto hay un asentamiento de Sanadores de Zalassa y aunque no me había relacionado con ellos espero que me orienten por lo menos en el ejercicio de mi profesión. Ahora mismo necesito ganar algo de dinero para seguir con mi viaje.

Algo guardaba la mujer de piel verde porque no terminaba de explicar el fin último de su viaje. Tenía una extraña sonrisa y era debido a la conformación de sus dientes, que no correspondía a la de los humanos. Eran más planos y anchos y los incisivos pequeños. Y no tenía colmillos.

Tenéis algunas heridas. Aunque ya parecen casi curadas tal vez pueda revisarlas si no os molesta. No debéis permitir que se infecten o podéis perder movilidad muscular o pérdida de fuerza en algún miembro.

El viejo miró a Mey'lle una última vez, como si quisiera asegurarse de que estaría bien, y se despidió saludando con la mano. Instantes después el carromato volvió a iniciar la marcha alejándose de la ciudad.

Mientras tanto ambos desconocidos continuaron la marcha hacia Emerisia, charlando tranquilamente.

No os preocupéis. - Le respondió, más tranquilo. - Llegué de manera inesperada y en mal momento. Pero dejemos de disculparnos continuamente o no llegaremos nunca a hablar de otra cosa. - Sonrió. 

Entonces, habéis perdido a un amigo. Lo siento. Conozco la sensación de no saber qué ha sido de seres queridos y es realmente dolorosa. Podéis describirme a vuestro compañero y si le veo, le daré noticias vuestras. 

No pudo evitar empatizar con la viajera. No solía hacerlo, pero sentía deseos de ser amable con ella. 

Sigamos pues el camino. Antes o después llegaremos para bien o para mal.

Su vida había constado de claroscuros. La muerte de su hermana a veces le traía algo de nostalgia y otras le llenaba de determinación. No sabía si le esperarían grandes cosas en el futuro pero todo camino comienza dando un paso.

Mi compañero es de mi raza. Algo más alto y más fornido y porta bastantes collares de diferentes colores. Porta un bastón que puede usar con destreza y una incipiente barba de color grisáceo como suelen tener los de mi raza el cabello. Porta vestidos confortables, fabricados con las pieles de animales y tiene los ojos amarillos pues ha sido tocado con el don del shaman. No es fácil de olvidar.

Reflexionó.

Si le véis le indicaréis que dejaré contacto en el templo de Zalassa.

Se mostró cohibida.

Pero he hablado y hablado y parece sólo sé hablar yo. Habladme vos, decidme cuál es vuestra profesión y habladme de los barcos, habéis mencionado uno antes. Sé que son artilugios que nadan sobre el agua portando cosas. Y que son grandes. ¿Cómo es posible que algo tan grande se mantenga sobre el agua sin hundirse?

Así lo haré si la fortuna nos hace coincidir,... Oh, creo que no sé cómo llamaros. 

Más relajado, sin embargo, guardó silencio unos instantes antes de contestar. 

Como os he dicho, me llaman Sombragrís. Soy un viajero para muchos, un aventurero para unos pocos románticos y un vagabundo para el resto. Allá donde voy encuentro personas dispuestas a pagar por mis servicios, aunque casi nunca sé qué les puedo ofrecer hasta que la providencia me ilumina. Se puede decir que resuelvo problemas, aunque no siempre como desea el cliente, por lo que en ocasiones no son remunerados mis servicios y aún las veces me encuentro en complicados pleitos con la justicia, de los que huyo hasta que las aguas se calman. Por cierto, una expresión muy marinera. 

He viajado en algunos barcos. Son artilugios creados por alguien con un estómago de hierro, sin duda. Los que estamos más acostumbrados a la tierra firme no siempre soportamos los vaivenes del viaje sobre fluidos. Y quieran los astros que no navegueis durante una tormenta, pues podéis acabar naufragando, como me pasó a mí. En respuesta a vuestra pregunta, yo también me interrogo sobre ello, aunque sé que la magia no es necesaria, quizá sería recomendable, pues no me parecen muy seguros...

La conversación con Sombragrís podía derivar de un tema a otro tan rápido y de manera tan amena que el camino se acortaba por momentos. 

...Así que venís de lejos? No conozco vuestro pueblo. Nunca había visto a alguien como vos. Acaso vivís en entornos agrestes? Disculpad si soy demasiado curioso. No tenéis que responder a todas mis preguntas. Sólo contadme lo que os apetezca. Dejar algo de misterio siempre es un buen acicate para desear encontrarnos en otro de los numerosos caminos de este mundo. 

No daba la sensación de intentar seducir a la joven, pero, sin duda, sabía rodearse de misterio y disfrutar del juego de las palabras y las sensaciones que provocaban, como en un baile que compartían juntos. 

Soy Mey y mi clan es el de los Ry'lle por lo que mi nombre completo es Mey'lle. Pero podéis llamarme Mey.

Hizo una pausa imperceptible. Debía estar poniendo en orden sus pensamientos.

Somos una raza pacífica. Tenemos guerreros pero los usamos sobre todo para defender nuestras tierras. Aunque no se puede decir que seamos una nación. Vivimos en las estepas y nos movemos con el ganado y el crecimiento de las diferentes estirpes de plantas y los que pueden controlar y asegurar una zona de tierra se establecen dedicándose a la agricultura de modo más permanente.

Mey hizo una pausa.

Nuestra piel es verde. Mi padre siempre dijo que somos como las plantas y no le falta razón puesto que sacamos energía del sol como hacen ellas y no comemos carne puesto que no nos alimenta e incluso comer según que animales puede intoxicarnos. Nuestro tracto digestivo sólo está preparado para el consumo de plantas y eso hace que tengamos también unos dientes apropiados para masticarlas.

Y sonrió señalándose la zona de los colmillos ... ¡que no tenía! Los dientes en lo general eran más planos y recordaba un poco a los de los animales herbívoros.

La rasha ai había escuchado atentamente la diatriba de Sombragris y se extrañó mucho al escuchar que los barcos llevaban hierro. Siguieron caminando mientras hablaban de estas y otras cosas.

Sin duda alguna sois fascinante. - Dijo con total sinceridad. - Así que os alimentáis de los vegetales y la luz del sol... Nunca hubiera imaginado algo así. Veo que he tenido suerte al encontrar compañera del camino. 

Siguieron charlando de cualquier cosa. Sombragrís esquivaba hábilmente las preguntas personales con humor y simpatía. Sin embargo, sus respuestas parecían sinceras, directas y alegres. Estaba de buen humor. De repente le preguntó algo curioso. 

Decís que os dedicáis a la sanación. Es algo admirable. Sois acaso sacerdotisa? Aunque os dirigís a un templo, creo que no lo sois, pues no me habéis hablado de ningún Dios. Lo cual os agradezco, sinceramente. Adoro a la libertad y a ninguna divinidad especialmente. 

No me dedico a la clerecía. No me molestan quienes se dedican a ella pero mis talentos tienen más que ver con el trabajo y la ciencia y ... con algunas capacidades especiales.

Era difícil explicar su arte a un extraño pero debía hacerlo. Muchas veces la gente rechazaba aquello que no comprendía y sentía que debía explicar cómo funcionaban sus dones. Así, al verlos cercanos y comprenderlos, no se mostrarían recelosos por ellos.

Mi maestro Bieloth nos enseñó el ritmo respiratorio, el acompasamiento de los fluidos corporales y otros muchos conocimientos que son bien apreciados por cualquier físico pero para aquellos que eramos algo más dotados nos hizo estudiar otras cosas. Por lo visto el cuerpo puede sanar más rápidamente si es convenientemente estimulado.

Hizo una pausa. Ahora venía la parte complicada.

El cuerpo se controla desde la cabeza. Es ésta quien ordena al resto cómo moverse y cómo reaccionar. Tal vez hayáis oído hablar de los mentalistas, gente que es capaz de afectar la mente de otros. Pues bien, algunos de los que estudiabamos allí teníamos algún talento en esto y se nos enseñó a estimular al paciente, la mente del paciente, para que ésta hiciese que el cuerpo sanase más deprisa. De este modo se pueden curar lesiones más graves con menores inconvenientes.

Hizo una pausa para dejar que aquello entrase en la conciencia de Sombragris.

Ese es mi verdadero arte. Nos llamamos Lay Healer, Sanadores Laicos, puesto que nuestras capacidades no provienen de las plegarias sino de la ciencia y la razón. Espero haber conseguido que comprenda mi profesión.

Sombragrís escuchó atento. Una leve y esporádica sonrisa le traicionaba de vez en cuando, dejando claro para un observador agudo, que no sólo no le sorprendían sus explicaciones, sino que las conocía de antemano. 

Oh, no sabéis de lo que me alegro! - Respondió casi teatral. - Así que sois en parte mentalista... el caso es que os envuelve un halo de misterio. - Dijo adulador. - Vuestra mirada penetra allá donde muchos sólo ven sombras. 

Desde luego sabía cómo hacer sentirse especial a una chica. Pero sería así con todas? 

Alegres siguieron hablando de ésto y aquello hasta que divisaron las puertas de la ciudad, realmente llamativa. 

Y vos sois un zalamero. Tal vez muchas damas hayan caído ante vuestros halagos, pero yo estoy muy ocupada ahora como para permitirme ninguna distracción emocional.

Y creo que sabéis lo que es un mentalista. Y me habéis hecho hablar como una cotorra mientras no decíais nada concreto sobre vuestra persona. Tenéis algo escondido, eso no es muy educado cuando yo os cuento mi vida.

Y miró al viajero después de la pulla. Pero no parecía enfadada.

Ya lo descubriré.

Sombragrís rió divertido como cuando se divierten dos amigos. 

Jajaja, veo que no puedo engañaros. Pero no tengamos prisa. Habrá tiempo de conocernos. A pesar de lo que aparente, no me gusta hablar de mí, pues las palabras, sonidos en el viento son. Lo que importan son los hechos. 

Desde luego tenia respuesta para todo. Mas no parecía con intención alguna más que de disfrutar de su compañía. Era ambiguo, pero parecía natural en él, no un subterfugio. 

En efecto, maravillosa Mey´lle, conozco vuestro arte por un ser querido. Pero es una larga y dolorosa historia que prefiero no recordar ahora. Sólo deciros que admiro vuestras capacidades y comprendo los principios en que se basan. Un trotamundos como yo ha visto muchas cosas y conoce otras tantas... Bien, estamos llegando. Me permitiréis acompañaros al templo que mencionasteis? Sólo por el favor de vuestra compañía de la que me costará prescindir. 

Continuasteis vuestro camino hasta llegar a las inmediaciones de la ciudad.

La puerta más cercana a vosotros estaba abierta y por ella transitaban en aquel momento multitud de viandantes de todo tipo y condición. Cuatro guardias velaban porque todo transcurriese correctamente y, de cuando en cuando, paraban a algún viajero para hacerle unas preguntas.

Tras entrar os encontráis en una amplia avenida, bastante larga, con casas y comercios a ambos lados. La ciudad se ve próspera hasta el punto de que la avenida está empedrada.

Nada más poner un pie en el interior de la ciudad os veis asaltados por niños que os miran con curiosidad, mendigos que suplican una limosna y vendedores que tratan de espantarles y ofreceros ricas viandas a bajo precio.

Mey'lle sabía qué eran esos críos. Muchos de ellos necesitaban el dinero pero otros lo tomaban sin permiso.

Sujeta tu bolsa con fuerza

Susurró a Sombragris. No podían fiarse. Algunos de aquellos chicos recaudarían dinero para verdaderos delincuentes. En Kroburgo también sucedía algo preferido y los recién llegados eran su especialidad. La Rasha ai evitaba el contacto de los pilluelos como mejor podía.

Sombragrís hizo caso a Mey´lle... aunque había bien poco que guardar. 

Esos rapaces miran más curiosos que hambrientos, pero mejor ser prudente. - Sonrió. El gesto de susurrarle le era más interesante que el magnífico paisaje y los novedosos sucesos. Era divertido. - Mas si os mostráis desconfiada, os mirarán como una presa y no como una bella mujer de piel verde y de origen exótico. 

Los chicos apenas os molestan. Sí es cierto que alguno intenta, torpemente, apropiarse de vuestra bolsa pero no tardan en huir asustados cuando un desconocido con armadura completa se planta ante vosotros.

Resulta ser una mujer, joven, de apariencia humana aunque con un aire extraño que os hace replantearos vuestra primera impresión acerca de su raza. Por su apariencia parece pertenecer a alguna orden de caballería, posiblemente de la ciudad.