Partida Rol por web

- Falara Das - dice formalmente a modo de saludo. - Mi nombre es Elora, Álfix de la ciudadela. ¿Cuál es el motivo de vuestra visita? - pregunta.

A pesar de la educación mostrada no se os escapa que mantiene la mano derecha sobre el puño de su espada.

Mey da un respingo y un paso atrás. Nunca le han gustado las armas y tampoco la violencia pero se tranquiliza y asiente. En Kroburgo la gente caminaba a sus asuntos y ser abordado en plena calle podía ser el preludio de un asalto. Y Mey no tenía experiencia de otras ciudades.

Saludos Elora. Que tu marcha sea larga y placentera antes de llegar al claro al final del camino. Me llamo Mey'lle. Soy una sanadora laica sancionada en Kroburgo por el maestro Bieloth. Vengo a establecerme en la ciudad si esto es posible.

Sombragrís se mostró sorprendido e interesado por la irrupción de la guerrera.

Saludos, Elora. Es un placer estar en presencia de una majestuosa mujer de armas como vos. Me llaman Sombragrís. Acompaño a la sanadora Mey´lle en su camino, para así protegerla de los avatares y peligros. Soy más poderoso con las palabras y el ingenio que con la espada, así que, aunque no sea gran guardián, se me valora por mi buena compañía y ser alguien de recursos. Sólo estaré temporalmente en esta acogedora ciudad, ya que mi destino es otro. Cual? Todavía no lo tengo claro, pues estoy abierto a... posibilidades... De negocios, quería decir. Nunca se sabe cuando mis servicios pueden ser requeridos. Y ya hace tiempo que dejé de gastar mis monedas en adivinos y oráculos. Tendremos la suerte de ser escoltados por vuestra merced? Si no es así, no me resigno a perderla sin más. Decidme, si no es atrevimiento, dónde os podría hallar. 

Mey´lle podía percibir claramente la "mentirijilla" o exageración de Sombragrís ante la autoridad. Pero... acaso él tenía una excusa para estar en la ciudad que no fuera contar una larga historia que incluía un naufragio? Quizá era más fácil esa "mentirijilla". Lo que no quedaba claro era si sus dotes seductoras eran por verdadero interés o simplemente por despistar la atención de la mujer armada, cargada de autoridad. 

La mujer pareció relajar un poco el tono formal y hasta aflojó un poco la tensión de su brazo sobre la empuñadura de la espada, pero sin soltarla. Aunque sí parecía un poco cansada de tanto saludo protocolario.

- Mey'lle - dijo pronunciando el nombre cuidadosamente, - temo que debo pedirte que me acompañes inmediatamente y sin mostrar resistencia. Tú puedes acompañarla - añadió mirando hacia Sombragris como si se estuviera mostrando más generosa de lo que debía ser.

Su actitud con vosotros no era hostil pero tampoco amistosa. Era más bien formal, como de alguien que cumple órdenes.

Señaló con una mano una de las calles principales e hizo un ademán para empezar a andar pero se detuvo y esperó a que vosotros pasarais delante.

- Yo os guiaré.

La Rasha Ai se quedó verdaderamente paralizada. ¿Ella? ¿Qué querrían las autoridades de ella?

No le gustó nada, absolutamente nada, aquello de no mostrar resistencia. Quedaba implícito que no le estaban pidiendo que fuese a una fiesta. Estaba cansada del viaje, preocupada por la desaparición de su amigo, confundida por toda aquella situación y la violencia implícita que aquella mano en el pomo de la espada implicaba. Pero ella ... ¿iba ella a convertirse en una delincuente resistiendose a la autoridad? ¿Sin un motivo concreto? ¿Sin saber de qué le acusaban?

Suspiró, tendría que llegar hasta el final de aquello. Se puso en marcha siguiendo a la Alfix.

Espero que haya una buena justificación para esto.

Habló más para sí misma que para los otros dos pero no le importó que le escuchase Elora. Sin dejar de caminar, pero tratando de mostrarse firme sólo se le ocurrió preguntar.

Perdone, ¿qué cargo es un Álfix?

- Una álfix es una guardiana de Laikhos - respondió con naturalidad como si fuese lo más obvio del mundo.

La mujer os guió por un laberinto de callejuelas hasta llegar a una imponente plaza. En uno de sus lados se erguía un alto edificio de mármol blanco, con una amplia escalinata franqueada por estatuas similares a la álfix. Tras subir veis la fachada del templo donde dos álfix más custodian la entrada.

Mey se paró. Observó el edificio.

¿Me lleváis a la cárcel señorita Elora?

Había límites para lo que pensaba tolerar. Mey tenía las manos en jarras apoyadas sobre las caderas y la actitud no era muy amistosa.

En todos los lugares que conozco si se detiene a alguien al menos se le dice porqué.

Mey no tenía mucha experiencia pero en Kroburgo, único lugar que conocía, al detener a alguien se le informaba del delito así que esperaba que por lo menos se lo dijesen. Se sentía muy desprotegida.

- No estáis detenida, aún - repuso la mujer. - Pero os esperan dentro para responder unas preguntas. No temáis, si no habéis hecho nada malo de nada tenéis que preocuparos.

E hizo un gesto señalándote el interior. Al final de la nave principal puedes ver tres figuras ataviadas con largos ropajes (sin armadura) que conversan frente a una puerta.

No tengo nada que ocultar. Espero que después de toda esta confusión quede claro qué es lo que ha pasado y espero una disculpa de sus superiores. A fin de cuentas usted sólo cumple su trabajo.

Mey trató de mostrar aplomo en la voz pero no supo si lo había conseguido. No podía ser considerada una delincuente, no tenía nada que ocultar. ¿Qué estaba pasando?

Al mentalista no le gustaba la idea de un interrogatorio. Sin embargo, siguió para ver qué pasaba. Tenía curiosidad... una malsana curiosidad. 

Oh, todos tenemos cosas que ocultar. Nuestra mente es como una caja estanca y portamos ropas sobre nuestros naturales cuerpos. - Sonrió. - Bien, veremos de qué tienen ganas de preguntarnos. Nos acompañará un rato más, mi valiente Elora?

Camináis por el interior de la galería sintiendo que varios pares de ojos os vigilan aunque no podáis ver nada. Elora os sigue, en silencio, un par de metros detrás.

Cuando llegáis hasta el otro extremo podéis apreciar mejor a las tres figuras que os aguardan. Una es una simple álfix cuyo rostro no llegáis a apreciar. Las otras dos os llaman algo más la atención.

La mujer parece alguien importante. Irradia una sensación de paz pero también de poder. Su rostro, serio, esboza una sonrisa cuando os ve aparecer.

El hombre a su lado no tiene un porte especialmente imponente pero detectáis algo en él. No sabéis muy bien el qué pero tenéis una sensación que no os termina de tranquilizar.

- Gracias Elora - dice la mujer con una voz que parece derramarse por la estancia como si fuera líquida. - No es la persona que buscamos pero será interesante charlar con ella igualmente.

Sin que haya habido gesto alguno Elora asiente con la cabeza y da la vuelta, marchándose de allí. La mujer mientras, os mira un instante.

- Bienvenidos al Hogar - saluda. - Lamento haberos traído aquí a la fuerza - continua como si os hubieran traído atados y a rastras, - pero era necesaria vuestra presencia aquí. Sois libres de iros ya, por supuesto, pero me gustaría que os quedarais un rato más si no os molesta.

El hombre, sin decir una sola palabra, se dirige a las puertas dobles y las abre con facilidad accediendo al interior. Una vez dentro os hace una seña para que le sigáis.

Sombragrís se sorprendió de la magnificiencia de la orden de los álfix o lo que quisiera que fueran. Bajando el tono hasta casi no ser percibido, le dijo a Mey´lle:

Debes ser muy importante... Espero no haberme metido en un lío por acompañarte. - Sonrió sin hacer ningún ruido, aunque sus ojos reían. Era curioso que no perdiera el humor ni siquiera en una situación de asombro e incertidumbre. 

No me lo puedo creer.

Volvió a decir para si misma la Rasha Ai. Por lo visto debía ser una costumbre propia, Mey tenía una mente incapaz de parar y hablaba consigo misma en voz baja de vez en cuando.

Bueno, no es que me sienta muy honrada. Se me ha conducido como a una delincuente hasta aquí. Si soy una invitada al menos se me podría ofrecer una bebida. Estoy cansada del viaje.

¿Aquello trataba de ser amable? Porque parecía que Mey quería irritar a sus interlocutores. Por lo visto había olvidado que estaba en un sitio desconocido, en un centro de poder importante de una ciudad que no conocía y donde no tenía amigos y había sido conducida allí en calidad de delincuente. Podían deshacerse de ella probablemente sin demasiados problemas.

Exijo una explicación. Y si tiene que ver con alguien de mi raza me interesa. Por lo visto no tienen capacidad de distinguirnos a unos de otros.

Incluso ella al escucharse hablar se dio cuenta de lo ofensiva que había sonado esa última frase y de que estaba caminando por el filo de un cuchillo. Se ruborizó. Su rostro cogió un tono verde brillante.

Lo siento. Estoy indignada y he hablado tal vez sin tener mucho en cuenta con quien hablo. Soy Mey'lle.

¿Aquello era una disculpa? Lo cierto es que no quedaba muy claro.

La situación podía tensarse considerablemente. Quizá era el momento de bajar un poco los humos. 

Lo que mi querida acompañante quiere decir es que el cansancio del viaje y el polvo del camino no predisponen para sorpresas. Y más si un ser querido se halla en paradero desconocido... Dejó una pausa dramática para que los interlocutores se interesaran y así captar toda su atención... ...Mas parece que habéis requerido nuestra presencia por algún motivo. Por favor, os pido dejar los preámbulos y confiarnos el motivo de esta invocación... fuera de lo habitual. 

Su sonrisa era maravillosa y más cuando adornaba sus palabras. Su mirada, fija en Gaidan, provocaba el efecto sugestivo que buscaba. No convencer... si no interesar. 

La mujer entró unos segundos después que vosotros y os señaló unos confortables sillones que allí había.

- Bien - comenzó, - no me andaré con rodeos. No os culpo de nada, por ahora, pero habéis de saber que vuestra presencia aquí es bastante... ¿cómo diría?... casualidad.

Sus ojos se posan en los de Mey'lle como si pudiera leer sus pensamientos más profundos.

- Buscamos a uno de los de tu raza. No sois muy comunes y hacía años que no veíamos a ninguno por aquí. Y da la casualidad de que aparecen dos de repente. Y uno de ellos roba algo que es muy valioso para mi orden. Es un poco sospechoso, ¿no creéis?

Se dio la vuelta dejando claro que, si bien no te estaba acusando abiertamente, no dejaba de lado aquella posibilidad.

- Dime, Mey'lle, ¿podrías ayudarnos con nuestro pequeño... problema? - preguntó, muy atenta a cuáles serían tus próximas palabras.

Mientras tanto Suhr se mantenía cerca y no le quitaba ojo a Sombragris.

Mey se quedó estupefacta. ¿Podría ser que Toer hubiese llegado allí por su cuenta? ¿Habría robado algo en un arrebato estúpido? De repente se sintió muy pequeña allí sentada. No iba a entregar a Toer, al menos no sin saber si era completamente culpable o si era él o no el delincuente. Tenía que meter las narices en aquel asunto e investigarlo a conciencia. Las cosas se habían vuelto de repente ... peligrosas.

El alma aventurera de la que llegaría a ser llamada la famosa Mey despertaba y comenzaba a sentir ese extraño gozo que tenía ante un problema complicado o una intriga y se extrañaba de sentirse así. Gaidan le miraba de modo que parecía que iba a perforarle el cerebro.

No soy investigadora. Me dedico a sanar enfermos, fui entrenada en Kroburgo. Mi vida hasta ahora siempre ha sido muy tranquila. Pero este asunto no me deja indiferente. Los nuestros somos pocos y no podemos permitir que se nos relacione con delitos de ningún tipo.

Mey vaciló momentaneamente, tenía que medir mucho las palabras. Su padre siempre decía que uno era dueño de sus silencios y recluso de sus palabras. Si iba a comprometerse lo haría en sus términos.

Trataré de encontrarle y averiguar qué es lo que ha sucedido. Trataré de recuperar aquello que les han robado y restituirlo, dentro de lo que esté en mis capacidades.

No había dicho que fuese a entregar a su amigo a la justicia de la ciudad, no era su intención a no ser que la acusación fuese completamente cierta. Y más le valía a Toer que no lo fuese o desearía estar en una celda cuando ella le encontrase.

Tal vez puedan darme los detalles para tener algo por donde empezar.

Miró a Sombragris.

Es de confianza. Dijo dando a entender que podían hablar con libertad delante del aventurero. ¿Cómo podía confiar tan rápido en alguien que acababa de conocer?

El pie que le había dado su compañera de viaje le increpaba a intervenir. Sombragrís podía haber callado y ser prudente. Podía haber hablado y ser prudente. Pero nada de eso formaba parte de su estilo. Prefería hablar (siempre) y ver qué pasaba, provocar un cambio en la situación atascada que percibía delante. Lo de la prudencia... sonaba taaaan aburrido.

Por lo que parece, todos tenéis un problema de difícil solución. Bien, a eso me dedico. Soluciono problemas difíciles. Cómo? Eso es mi arte. Por supuesto, no lo suelo hacer gratis... salvo para Mey´lle, con la que ya me siento pagado por haberla conocido. Encontraré a tu amigo y aclararé este enredo... Si a las autoridades les place y hay una pequeña recompensa por mis servicios, por supuesto. Que conste que pocos pueden disfrutarlos. No los ofrezco a cualquiera. Sólo a las personas que me parecen interesantes. 

La sonrisa pícara y seductora no dejó su rostro. No importaba si le tomaban o no en serio. Siempre era encantador. 

La mujer negó con la cabeza.

- No, no - musitó. - No me habéis entendido. No dudo que no hayáis sido vosotros los que lo habéis robado. Pero algo me dice que la identidad de nuestro ladrón no te es del todo desconocida. Me gustaría que nos hablaras de él.

Y se cruzó de brazos, sin parecer amenazante pero en una actitud inflexible.

- Y - añadió mirado a Sombragris, - me temo que no es un tema de dinero o recompensas si no que seguís estando bajo la mirada de la justicia como posibles cómplices. Antes de pensar siquiera en buscar a ese ladrón necesitamos toda la información que podáis proporcionarnos.