Partida Rol por web

El templo de Helm tiene el guantelete con un ojo grabado encima del portón, pero tiene más aspecto de mansión que de fortaleza. Hace treinta años un noble cuyos tres hijos fueron salvados por un paladín de Helm donó su propia casa a la religión. La casa sigue siendo de grandes ventanales y un amplio patio ajardinado, pero ahora allí practican con armas de madera los acólitos. Mientras que lo que era el saón debanquetes es ahora una capilla. Una muchacha vestida con la túnica gris metálica y las hombreras de acero de una iniciada te llevan hasta la celda del superior del Hogar, frai Galdren.

Su entrada a la Casa fue tan solemne como lo era siempre su imponente presencia allí. En silencio, con respeto, sólo el peso de sus pasos se hacía oír de su parte mientras era escoltado por la iniciada hacia el salón principal. Un asentimiento, serio y firme, no en señal de agradecimiento sino reconocimiento por un deber cumplido.

- Frai Garden. - Saluda y anuncia su llegada arrodillando por un momento su pesado cuerpo, tomándose un momento de mutismo antes de continuar.

- He venido aquí en busca de iluminación, y guía. Un nuevo mal atormenta las calles y los habitantes de Velén... Una maldad encarnada en la forma de un Licántropo. - Comienza con un tono humilde, ya que sabiduría era lo que buscaba, y tiempo era lo que menos poseía. - Ni el filo plateado de mi espada, ni el poder de nuestro símbolo, ha sido suficiente. Necesito respuestas, si aspiro a proteger y vengar a nuestra gente. - Termina solicitando, con claro tono de pena. Ya que aquello no era sólo una petición, sino también una dura confesión... La confesión de un Paladín que había fallado en su labor y juramento, y buscaba redimir sus actos.

Frai Galen está contemplando los entrenamientos en el patio des de la ventana cuando llegas. Se mesa su larga barba rojiza, que casi cubre su barriga.

- Un licántropo dices... Terribles noticias son. Siéntate hijo mío y almuerza conmigo. Pues solo adecuadamente alimentado podrás cumplir con tu deber de guardia. No se deben olvidar las comidas, pues sin pan el centinela no sujeta el escudo.- Te invita a sentarte a su mesa, donde sirven queso, pan, embutido, y migas revueltas. Le cuentas lo que sabes.
" He oído decir que algunos licántropos son de especial linaje, que no se ven heridos por la plata, como lo son de piel lobuna. Pero desconozco qué clase es ese con el que cruzaste acero contra garra. Tu coraje, hijo mío, es en cualquier caso digno de nuestra orden.
"Repartiré mis acólitos con la Ronda para que puedan ayudaros.
"Como saben hasta los tontos, el que es mordido por licántropo germina dentro de si la misma maldición. No obstante, Helm perdona a los que son víctimas inocentes. Conozco un ritual que puede ayudarnos a curar a los que sufran este azote. Si encuentras alguno, traelo y lo curaremos.
Todo eso lo ha dicho mientras zampa una prodigiosa cantidad de comida.

El Paladin se acerca y toma siento. Cogió el trozo de pan servido, observándolo con una mirada perdida durante varios segundos...

- No... No soy digno de este pan. No sino hasta que acabe con la bestia que he dejado escapar. - Suspira de manera baja pero audible, si bien para sí. Era parte de su penitencia, no podía considerarse justo si se permitía gozar de este fin tras haber fallado y comprometido la vida de cientos.

Escuchó con atención las palabras de sabiduría de su superior. Asintió ante la posibilidad, si bien... No sacrificaría o arriesgaría la vida de más inocentes, con tal de perdonar a un infectado. No podía permitirse volver a fallar. Sin embargo, cuán probable era el hecho de poder derrotar a uno de esta casta era aún incierto. Quizás aprehenderlo y llevarlo al Templo, al fin y al cabo, era su única opción.

- En cuanto a eso... - Menciona, llevando su par de dedos hacia la rendija izquierda que separaba entre su casco y su armadura. La cicatriz en su cuello. - Mi cuerpo ha sufrido una de esas mordidas, en la pelea. Tengo fé en que Helm me protegió de su corrupción. No obstante... - Sin necesidad de completar su frase, supuso que era claro lo que insinuaba. Si era posible una aseguranza, no podía rechazarla. No era por su inquebrantable creencia, sino una cuestión de reducir cualquier riesgo y duda.

- Hijo mío, no te fustigues. Aunque seas fuerte, valiente y firme en tu fe, el éxito o el fracaso siempre es decisión de los dioses. Yo te absuelvo de cualquier falta. Come o no podrás cumplir con tu deber.
"En cuanto a tu herida... Esta noche hay luna llena. La pasarás rezando en la capilla y si tu sangre está corrompida, Helm te curará.

- ... - Su mirada aún seguía perdida. Por más que el Frai lo absolviese, él no podía perdonarse tan fácilmente... Nunca se había perdonado, desde que había nacido, por lo que era. Lo que representaba.

- Debo despejar mi sangre, y mi mente, primero. No volveré a fallar. - Se levantó, si es que le daba su bendición para retirarse. Si bien estaba implícito que carecía de apetito o la comida le sentaría mal en este estado, seguía siendo en el fondo una respuesta esquiva. No había comido ni dormido junto a alguien en años, y nunca se sentiría cómodo haciéndolo. Hasta su mismo cuerpo, quizás de manera casi subconciente, nublaba el hambre y el sueño en estas circunstancias.

No obstante, tomaría un poco para comer más tarde, si es que el rechazo llegase a provocar alguna ofensa. Primero... Debía arrodillarse a la Capilla y rezar por su purificación. Sólo luego, podría permitirse a sí mismo desayunar, en privado ya dentro de sus aposentos.

El Paladín permaneció varias horas rezando, meditando, reflexionando... Pidiendo la guía y la vigilancia que sólo el Ojo de Helm que todo lo ve, podía otorgarle. Necesitaba no sólo de su purificación y bendición para continuar, y asegurarse de no suponer un peligro más ni traicionar a la causa de su iglesia; sino también para hallar el camino correcto hacia la justicia de estos seres.

Sabía que el destino que le deparaba no era fácil. Él había escogido esta vida, a sabiendas de eso. No obstante... ¿Cuán duro, sería su camino?

No consigues concentrarte en la oración... Será el hambre o será ese follón que montan los vecinos? Parece que tienen algún tipo de disputa doméstica que incluye platos rotos y gritos furibundos.

Demasiados problemas, pensamientos oscuros, turbios aún deambulaban en su mente... Su pasado y origen aún le perseguían. La oración y valores de Helm siempre le ayudaban a oprimir aquello, aquellos demonios internos que aguardaban durmientes en el fondo de su subconsciente... Aquella lucha interna que combatía cada vez que cerraba los ojos.

Una vez más, logró paliarlos. No obstante... Incapaz de hallar esa pureza y paz mental que jamás tuvo, fue igual de incapaz de ver a través del augurio del ojo que todo lo ve. Aún así, confiaría en que contaba con la bendición y sanación de su deidad, reenmarcando así el favor que ésta le otorgaba cada día para combatir y purificar la corrupción de este mundo.

Tras aquellas intranquilas horas de meditación Blarc se levantó, para dirigirse a sus aposentos y terminar el pan que le debía a su cuerpo, en privado. Tras ello, no tocaba perder mucho más tiempo. El deber llamaba. Y su destino... Un hombre llamado Carrack, aguardando en la Puerta del Mar.

Te meto en la escena de la puerta del mar.

Con un suspiro, recoges tus armas, te pones el yelmo (no tienes secretos delante de tu dios) y vas a unirte con tus compañeros. Comparada con la disciplina del templo el bullicio de la calle te resulta desagradable, y aun se oye el follón de la disputa doméstica. Menudos pulmones tiene la vecina. Te encaminas en dirección al puerto.

Cuando llegáis al templo de HElm hay una multitud ante las puertas debido a la noticia de que han atrapado al demonio asesino que ha aterrorizado la ciudad. Os abrís paso y los guardias os abren la puerta. El templo es pequeño y tiene pocos servidores. Pero sus mazmorras tienen buenas rejas y argollas clavadas en la pared donde encadenar a los presos. El sujeto que capturó Zook.

El clérigo al cargo del templo, Frai Galen os dice que ha preparado una ceremonia para liberarlo del mal.

- Será uno menos... Mas temo que no es el último. Aún permanece un cabo suelto... El primero Licántropo que vislumbramos en el muelle. Frai Galen ¿Sabe usted cómo podemos hallarlo? - Le preguntó con firmeza y rigidez al padre y maestro. Estaban agotados de pistas para continuar, quizás el caballero en su mayor poderío tuviese más medios para poder detectar la fuente de todo este mal.

- Blarc tienes razon, necesitamos hablar con ese hombre, el se transformo delante mia ... y temo que ha sido de los ultimos, pero tal vez tenga mas informacion de donde se contagio y nos ayude a saber donde estan el resto, y acabar con la enfermedad- 

Dice de forma cortes Zook tras el comentario de su compañero

Fray Galen y Blarc pasan varias horas recitando plegarias y cantos sagrados delante de la estatua de Helm. El plebeyo encadenado se retuerce y gime en el suelo. Pero finalmente una sombra desaparece de su rostro. 

No obstante Galen está exhausto. 

- Este ritual pone a prueba mi vínculo el Dios de los Centinelas. Este era solo una víctima de un hombre-bestia de mayor poder. Debéis encontrarlo lo antes posible.

- Eso temia Frai Galen .... vi ante mis ojos como pensaba que le habian envenenado al los primeros sintomas y se transformaba delante de mis ojos ... sin embargo, es dificil ... me temo que deberiamos tomar represalias mas duras, una cuarentena en la ciudad en la que nadie salga de las casas, para evitar que puedan ser atacados por una critura y tal vez asi poder controlar o encontrar a la criatura, siempre vamos un paso por detras, resultados de peleas o de conflictos en la calle terminamos con mas problemas del resto de ciudadanos que otra cosa ... no se que pensaran mis compañeros, pero ya llevamos 4 o 5, y a sido el primer dia, ... debemos solucionar esto rapidamente -

Dice Zook pensativo estaba claro que andaba pensando en voz alta, mascullando y diciendo obviedades y conclusiones aproximadas en busca de una solucion favorable para todos sus objetivos

- Creo que podríamos saber algo hablando con la primera víctima... Si pudiera acceder a su cuerpo, podría usar un conjuro para hablar con su espíritu.