Partida Rol por web

Los cuervos de Llandwydd

La llegada de los Evans

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10/09/2014, 19:37
Director

 

Navidad de 1915. 23 de Diciembre.

Llandwydd: el hogar.

Las empinadas praderas. Las riberas florecientes y el río con sus dos afluentes. Todo tendría que estar exactamente igual desde que se marcharon. Bueno, casi todo, pero ahora, en su llegada, parecía no haber cambio alguno, pues en breves. Casi año y medio había transcurrido desde que marcharan, alla por el verano del año anterior, al frente de batalla (nada más empezar la guerra) como voluntarios durante el gran reclutamiento que Gran Bretaña organizó en pos de de tomar parte en la campaña bélica europea. Horror, muerte, pericia, galones... guerra. Cruenta si, pero por una buena causa. O al menos la mayoría de soldados y gentes que no habían vivido estas épocas decían aquello, pues son difíciles de digerir los horrores que las trincheras ofrecen como macabro y constante espectáculo durante meses y años. Pero no era tiempo sobre reflexonar sobre ello, ahora era Navidad.

Navidad.

Cole y Sarah (Papá y Mamá) les esperan. Una corta misiva de los cuatro hermanos los hizo ponerles en sobreaviso: comerían el pavo de la Nochebuena todos juntos. ¿Habría cambiado papá un poco? Siempre estricto y poco sociable, metódico y carpintero impoluto. Menos mal que mamá sabía "ponerlo en vereda" con su carácter afable y tranquilo. Aquella familia, los Evans, habían salido muchas veces adelante por la paciencia y el buen hacer de Sarah, sin duda. Pero entre otras cosas, había algo que también preocupaba a los hermanos Evans (no sólo lo horrores de la guerra): era la enfermedad de Cole, la gota; una enfermedad dolorosa que, desgraciadamente, ha reducido notablemente su movilidad. De ahí que Huw recogiera el testigo de su padre en su carpinteria antes de marchar a Francia, al frente.

_____________________________________________________

Mientras ya estábais a pocas millas de Llandwydd, encontrásteis un pescador de un pueblo vecino que amablemente os acercó en su carro dede la estación de Glynnwick hasta entraros en el valle, donde una carretera polvorienta se desviaba de la principal y os conducía a vuestro hogar. Pasásteis la ribera norte del lago Gweld y os internásteis finalmente en el pueblo, no sin experimentar un intensa niebla en ese recorrido, la cual confería al paisaje copiasamente nevado un aire un poco opresivo y gris. Era la primera hora de la tarde.

No tardásteis en vislumbrar la taberna del pueblo, y minutos después llegásteis hasta la puerta de la casa donde habíais crecido: una casa de tamaño medio y dos plantas, no muy alejada a la estructura del resto de casas del pueblo: tejados de piedra negra, mamposte de la ribera y cimientos sólidos. Las ventanas estaban abiertas y pintadas de un blanco reluciente (aunque no era nieve), quizá mamá habría pintado.

Estábais delante de vuestra puerta.

 

Notas de juego

Comenzamos.

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11/09/2014, 07:17
Christopher Evans

Christopher recorrió con paso cansado los últimos cientos de metros que lo llevaban hasta la entrada del pueblo. Allí estaba el molino de los Rhys, al otro lado del río, donde siempre había estado. Desde allí, contempló el pueblo en que había crecido y respiró hondo. Allí todo parecía igual. Podía ver iglesia, destacando entre el resto de edificios, que seguían allí tal como los habían dejado. Como si la guerra no fuese más que un cuento de viejas, algo de lo que todo el mundo habla pero que en realidad no existe. Una sensación de paz interior se apoderó de él. Allí se sentía seguro. 

-Vamos...-dijo sin más. Parecía absorto en sus pensamientos. Quizá melancólico, quizá emocionado. Nunca era fácil saberlo con Christopher.

Retomó el camino que se adentraba en el pueblo preguntándose cuántos de sus amigos de infancia habrían muerto en la guerra. Cuántos seguían en el frente y cuántos habrían tenido el privilegio de poder volver para disfrutar de la navidad en familia. Lo sabría pronto. Aunque no era una conversación agradable hablar de muertes y guerras, estaba seguro que la conversación saldría durante estos días. Aunque solo sea para acordarse de aquella gente, aque solo sea como método de desahogo contra la acuciante situación de todas estas familias que habían entregado lo mejor de sus casas por la gloria de Gran Bretaña. ¿Gloria?.¡Bah!, el no había visto gloria en ningún lado. Solo muerte y destrucción y gente muriendo sin sentido. Todo aquello era un disparate. Un disparate en el que se había visto envuelto sin pedirlo y del que no podía escapar. Y como él, sus hermanos y tanta otra gente de los cuales muchos abandonarían la vida sin siquiera poder disfrutarla con plenitud. La suerte les había sonreído a los Evans hasta entonces y daba gracias a Dios por ello. No quería ser él quien diese la noticia a su padre de que uno de sus hijos había muerto. Al fin y al cabo era el mayor y siempre se había sentido responsable del resto. Prefería ser él el que muriese antes que tener que dar una noticia como esa.

Y con estos pensamientos llegó, casi sin darse cuenta a la puerta de la casa de los Evans. Todo parecía igual que siempre. El poste para el correo que él mismo había pintado, los cordeles de tender la ropa sobre los cuales dos sábanas blancas ondeaban al viento, como si se tratase de banderas anunciando una tregua...

Se detuvo un momento a contemplarla. No quería ser él quien llamase a la puerta. 

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12/09/2014, 15:52
Dylan Evans

Dylan avanzo con energías renovadas detrás de Christopher, desde que había divisado el pueblo su alma había retornado a su cuerpo. El ultimo año y medio había sido duro para el. El frente de batalla había sido totalmente diferente a lo jamás imaginado por el y la propaganda militar lo pintaba como una excursión de campo, los muertos apilados entre el barro y la lluvia siendo devorados por millares de ratas para luego ser sepultados por las bombas. El terror a las bombas es algo que todavía le quita el sueño, el sonido peculiar del obús segundos antes de caer paraliza al mas valiente pero jamás a su hermano mayor, quien en mas de una ocasión le salvo la vida empujándolo al suelo en la trinchera antes de la mortal explosión. Pero lo pero era el gas, aquella terrible invención del demonio mismo, el usar la mascara era todavía peor, no poder ver nada al punto de acumular sudor, lagrimas y saliva con la prohibición de muerte por quitarse el chisme y morir asfixiado escupiendo sangre. Todas las ideologías del joven Dylan fueron puestas a prueba pero ahora al regresar todo es perdonado y olvidado. Estas navidades serian diferentes al año pasado cuando durante la tregua canjeaba chocolate alemán por budín con frutas secas, ahora cenaría pavo. Parecía que no comía pavo hace siglos. – Vamos hermanos, mama nos espera. Ya puedo oler su pastel de frutas.  

Mientras Dylan camina junto a sus hermanos no puede recordar aquellas palabras de la navidad anterior en medio de la tierra de nadie tras enterrar a sus compañeros.

El Señor es mi pastor, nada me falta.

Sobre pastos verdes me hace reposar,

por aguas tranquilas me conduce.

El Señor me da nueva fuerza,

me consuela, me hace perseverar.

Me lleva por el buen camino,

por el amor de su nombre.

Aunque camine por un valle oscuro

no temeré mal alguno porque Él está conmigo.

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13/09/2014, 00:02
Dafydd Evans

Todo parecía extraño. La mayor parte del recorrido el menor de los Evans la vivió como una ensoñación de la que no sabía si quería despertar, pues tal vez, significara estar aún en el frente.

Cada paso que hacía crujir la nieve del camino y los edificios del pueblo se levantaban como oscuros fantasmas entre la niebla. Cada paso que hacía crujir la nieve, provocaba que Dafydd diera un respingo y el vello se le pusiera de punta con el miedo de que de las sombras de los edificios comenzasen a salir soldados enemigos. 

La angustia llenaba su pecho, estaban en casa pero su mente no podía dejar de perturbarle con los miedos del frente. Estaban en casa, todo parecía normal, las cosas seguían en su sitio pero para Dafydd nada era igual. Esa idea, y pensar que nunca volvería a ser igual, provocó que las lagrimas brotaran de sus ojos rompiendo la imagen de serenidad que quería mostrar a sus padres.

-Padre no me puede ver así, soy un soldado.

Se retrasó unos metros para poder recuperarse respirando profundamente el frío aire de la tarde. Se secó las lagrimas y siguió a sus hermanos hacia la paz.

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14/09/2014, 00:08
Huw Evans

Lideré la marcha como de costumbre. Hemos vuelto a nuestro hogar tras la guerra, y, la verdad, creo que todos nos sentimos un tanto extraños en este lugar. Después de tanta pólvora, disparos, sangre, y muerte, esta tranquilidad es mucho más que inquietante. Al menos estamos de vuelta. Tendremos la oportunidad de ver a nuestros padres de nuevo, y podré ver de nuevo a Rhonda. Ese tipo de cosas son las que le hacen a uno tener ganas de volver a casa.

- ¿Estáis listos, chicos? 

Me adelanté a cualquiera de mis hermanos para tocar la puerta de casa. Me siento impaciente por empezar mi vida de nuevo, lejos de los horrores de las batallas.

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16/09/2014, 20:22
Sarah Evans

Llegásteis a casa. Estábais delante de la puerta y por nada del mundo se os ocurriría iros así como así. Teníais la casa de vuestros padres en vuestras narices, el hogar donde nacísteis y crecísteis. Era como un caramelo en medio de un patio de juegos; o un simple sorbo de agua en mitad del desierto. Y los horrores de al guerra son muchos y muy crueles como para no apreciar situaciones como ésta.

Enseguida Huw, el mayor de los hermanos Evans, tocó a la puerta. Estábais seguros de que papá y mamá estaban locos por veros, y sin más preámbulo los nudillos del mayor hicieron resonar el portón. Oísteis por dentro el ruido de pasos correteando, ligeros, llegando hacia la puerta. en cuestión de segundos la entrada dio paso a una mujer de ojos negros y profundos. Era mamá.

¡¡Hijos!! ¡¡Hijos mios!! -dijo extendiendo sus manos y saliendo al porche- ¡Christopher! ¡Dafydd! ¡Dylan! ¡Huw! ¡¡Mis queridos hijos!! -la voz de mamá lo coloreaba todo. Llandwydd había dejado de ser, por un momento, un lugar grisáceo y copado de fantasmagorica nieve, para comenzar a colorearse a través de vuestra visión. Incluido el viejo y decadente roble de vuestra casa, cuyas ramas no parecían sino brazos huesudos, parecía tomar un cariz más atenuado, más hogareño. ¡Cuánto tiempo! ¡Sois ya hombres de mundo! -decía, acordándose que fuísteis a Francia-. ¡Tendréis muchas cosas que contarnos!

¡¡Pasad mis pequeños!! -aunque érais hombres en edad y en mentalidad-. Papá esta dentro, sentado... -daba a entender lo de la enfermedad de la gota-. ¡¡Se alegrará de veros!!

Fue entonces que pasásteis al salón. Papá estaba leyendo un librito pequeño, una especie de rosario. No es que fuera un santurrón, pero desde que marchásteis a la guerra, pese a que le interesaba la ciencia y la política (pese a que sus estudios y saberes no fueron más allá de la carpintería), parecía haberse vuelto un hombre piadoso ¿acaso rezaba por sus hijos idos a batalla?

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16/09/2014, 21:10
Cole Evans

Mientras que Sarah ya pensaba en qué iba a traerles de tentenpié de la tarde a sus hijos, marchó al salón y se encontraron con Cole, su padre, quien se quedó con las gafas en su mano, boquiabierto, pues pensaba que el que había llamado había sido un vecino o vecina. Hizo esfuerzos por levantarse, pero vosotros le retuvísteis, comentándole que no era necesario (para no empeorar su dolencia del pie, zona más afectada).

¡Muchachos! -dijo efusivamente cerrando el supuesto misal y alargando también sus manos-. ¡Venid aquí!

Los Evans siempre habían sido una familia humilde y cariñosa entre sí. El espíritud de familia les había llovido del cielo, y como dijimos antes, Sarah Evans, pese a su aspecto delicado y aséptico, había sabido mantener la compostura de la familia: era como la espina dorsal que manejaba a todos los varones Evans con objetividad y perspectiva. Mientras olíais una especie de comida tardía cocinándose (era ya entrada la tarde) procedente de la comida, Cole os invitó a sentaros en el sofá del salón.

Cuatro soldados en mi casa -decía orgulloso mientras os ojeaba de abajo a arriba de nuevo-. Mis cuatro hijos... Esta Navidad será especial, ¡lo presiento! Por cierto -se acordó-, hemos oído cosas en la radio: según las noticias el frente avanza rápidamente y los alemanes corren para atrás como ratas... Dicen que pronto acabará la guerra, y ahora que habéis venido, parece que va siendo cierto... ¡Mis hijos! -parecía no creer que estuviérais allí mismo, de regreso-. Venga, ¡vamos! -dijo amistoso-, ¡no os hagáis de rogar! ¡contadme una de esas historias de guerra! ¿Cómo son las trincheras, eh, eh? -estaba intersado como un niño se interesa por una novedad, no creyendo que las trincheras y los frentes de batallas fueran tan malos ni hediondos (sin mencionar balas o muertos) como en realidad lo pintaban por las noticias o entre boca y boca. Además, las noticias de la propaganda de guerras era muy distinta de la realidad: donde meses de combate y muerte tan sólo equivalen a un centenar de metros en el avance de las lineas...

Estoy deseoso de escucharos -confirmó Cole-.

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17/09/2014, 09:31
Christopher Evans

Chris se echó en brazos de su madre al verla a parece. La diferencia de tamaño era considerable y la mujer casi desapareció entre los brazos del hombretón que ocultaba su cara para que no se viera que estaba llorando, pero era inútil. El temblor de su cuerpo y sus sollozos lo delataban. La emoción contenida durante todo el camino salía ahora desbocada.

-Madre...te he echado tanto de menos...

Dándose cuenta de lo inútiles que estaba siendo sus intentos por ocultar sus solllozos, liberó a su madre y se secó las lágrimas dejando sitio al resto de sus hermanos y entró en la casa.

Su relación con su padre había sido buena, pero un tanto más formal que con su madre. Con él no procedían semejantes muestras de cariño. Eran hombres y esas cosas son de niños y mujeres. Un abrazo contenido sería más que suficiente, pero en esta ocasión se prolongó algo más de lo habitual.

-Hola padre ¿Qué tal va esa gota? Ya te tengo dicho que abusas de la carne, pero nunca me has hecho caso. 

Pero su padre no quería hablar de su salud. Quería escuchar sobre la guerra, sobre las trincheras, sobre las hazañas de sus valientes hijos en la guerra. No sabía cómo decirle lo que había aprendido. Que no había honor, ni hazañas en la guerra; solo horror, insensatez y sufrimiento.  Que no convertía a los niños en hombres; que convertía a los hombres en bestias, que había visto morir amigos cuyo mayor crimen era querer servir a su patria con las tripas perforadas o con la cara convertida en una masa informe. Una muerte sangrienta y dolorosa que no le desearía ni a su mayor enemigo.

-la guerra...ojalá que tengan razón esos que dicen que acabará pronto-fue todo lo que alcanzó a decir antes de que otro de sus hermanos tomase la palabra.

 

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18/09/2014, 17:58
Dylan Evans

La vieja casa e incluso el marchito roble seguían igual al ultimo recuerdo de Dylan antes de partir aquel día nublado hacia Francia. Pero todo cambio cuando su madre abrió el portón, la nieve parecía desaparecer para dejar lugar a los brotes primaverales y hasta incluso el sol brillo fuertemente por instantes. Chris apenas pudo contener su emoción para terminar abrazando a mama pero ya todos nosotros acompañábamos en sentimiento a nuestro gran hermano. Dylan abraza a su madre en llanto sin disimular, sus lagrimas limpiaban su pasado y sus recuerdos de Francia cada segundo quedaban muy atrás en un pasado olvidado entre los brazos de su madre. – ¡Mama…m..! – mas no pudo esbozar palabra alguna hasta tiempo después cuando su padre les recibe desde su silla. Tampoco puede evitar las emociones pero en menor medida porque la relación con su padre no había sido la mejor desde que Dylan seguía el camino de la religión y su padre el de la ciencia y el escepticismo pero el joven soldado quedo sorprendido por ver a su padre leer una texto sagrado y no pudo evitar sonreír durante la bienvenida de su padre. Luego al sentarnos en el sofá y disfrutar de los perfumes de la cocina de Mama nuestro padre nos acosa con preguntas sobre la guerra y Dylan no puede evitar cambiar de tema o hablar de temas circundantes. Aquí la guerra no tenia cabida dentro de casa y menos frente a sus padres.  – El vino y el queso de francia no es mejor que el de aquí padre mio, tampoco el clima pero nada se compara a la comida de mama, ¿verdad?

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18/09/2014, 20:51
Huw Evans

Como mis hermanos, me lancé a los brazos de mamá incrédulo de que aquello fuera real. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que la vimos, pero ella seguía igual, tan afable y cariñosa. Era un gusto volver a sentirse en sus brazos, protegido como un bebé, sin recordar todo lo que hasta hacía poco habíamos vivido... Fui incapaz de esbozar palabra, y me separé de ella para volver a mirarla con ojos lagrimosos. Estamos en casa de nuevo...

El trato con papá es algo más formal, pero es normal entre nosotros. Le proporcioné un rápido abrazo como signo de cariño, sentándome a su lado a continuación.

- Creo que las historias podrán esperar un poco, ¿no? - le contesté sonriendo.- Antes nos gustaría saber cómo va todo por aquí. ¿Qué tal está Rhonda? 

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18/09/2014, 22:07
Dafydd Evans

La puerta de la casa se abrió y un viejo mundo asomó por debajo del dintel de la casa. Una madre feliz de ver a sus hijos los abrazaba y besaba con alegría y la calidez del hogar los atraía hacia el interior, pero justo ahí apareció una frontera para Dafydd que se encontró besando en la mejilla a su madre con media sonrisa en los labios a la par que la rozaba sus manos levemente.

Los olores que le habían acompañado toda su vida permanecían allí, la casa seguía igual, sus padres eran los mismos pero el menor de los Evans no se sentía igual, estaba convencido de que ya no era igual y nunca lo sería.

-Hola padre- susurró al entrar en la habitación y situarse junto al sillón en el que se sentarían sus hermanos. No hubo un acercamiento para él. Apenas un minuto atrás se decía a si mismo que debía ser un hombre cuando le viera su padre. Ahora, tras verle sentado, tras ver su rostro no se sentía capaz de acercarse. 

Su padre les preguntaba por la guerra, pero Dafydd sentía que en ese lugar en el que todo permanecía en calma, la guerra eran ellos.

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21/09/2014, 21:07
Cole Evans

Veo que al final sabéis apreciar las recetas de vuestra madre -dijo un sonriente papá a Dylan-; bien, bien, dejémoslo para otra ocasión. Perdonadme, seguro que estáis cansados del frente y yo aquí rematándoos a preguntas sobre él, ¿en qué estaría yo pensando? -murmuraba Cole-. Pues lo de la gota, Christopher... prefiero no recordar. Ya se encarga mi cuerpo todas las mañanas de darme los buenos días con la espalda cargada nada más levantarme. ¡Chaval! ¡¡PLAAFFF!! -el señor Evans le dió a Dafydd un suave guantazo en la mejilla. Era, quizá, con el que menos había tratado, pues Dafydd era menor y teniendo tres hermanos mayores no necesitó tanta influencia paterna como sus primeros hermanos-. Eres un valiente -le dijo al menor de los Evans-; y todos -añadió para sus hermanos con decisión-: estoy muy orgulloso de vosotros, al igual que este país... ¡Ah! ¡Y hablando de eso! El día 26, dentro de nada, vaya, se va a hacer un homenaje para...

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21/09/2014, 21:16
Sarah Evans

Nooo, Cole, te lo he dicho dos veces: no es un homenaje -interrumpió por detrás mamá el discurso de papá-. Sara llevaba un puchero entre sus manos, en alto, y lo hacía con guantes de paño de cocina y un mandil-. ¡Venga, a la mesa! -os instó-. Hoy hice un buen guisado... Lo que dice vuestro padre es que el 26 se celebrará una misa en honor a los héroes de guerra de Llandwydd, es decir, vosotros y otros tantos que han vuelto, e incluso los que no han obtenido el permiso. Los gemelos Hughes ya están por aquí y he oído esta mañana que acaba de llegar el chaval de los Devonald, Gareth... Además, Daniel y Gwylim ya me han preguntado por vosotros. ¡Es una alegría tener a los valientes de la guerra otra vez en casa! -mamá estaba contenta, feliz por teneros aquí, y no quería pensar por nada del mundo en vuestro regreso a Francia-.

El puchero de Sarah, una vez puesto sobre la mesa y destapado, comenzó a humear. Era una receta propia, y con tan sólo oler aquello en comparación con la bazofia que habíais llegado a comer en la guerra, parecíais estar ya alimentados.

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21/09/2014, 21:21
Cole Evans

¿Tu estofado secreto, Sarah? -decía como refunfuñando papá-. Cuando te pido que lo hagas dices que "sólo en ocasiones especiales"... tendré que marchar yo también a la guerra para que al volver me prepares uno ¡diantres! -bromeó Cole con una amplia sonrisa-. Luego volvió a miraros. ¡Ah! Espero que vayáis a esa misa, hijos -jamás habríais oído a vuestro padre inquirir "tanto" en las celebraciones religiosas, y de hecho os soprendía-. El pueblo entero os aclamará, y a vuestros amgios. Os digo de antemano que no recibiré un no por respuesta: quiero ver a mis cuatro hijos lleno de orgullo mientras todo Llandwydd les venera como veteranos.

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21/09/2014, 21:29
Sarah Evans

Rhonda está bien... -dijo mamá titubeando, a la cual nada se le olvidaba-. Ya sabes Huw, su padre... cada vez está peor, y ella lleva el peso del negocio en el molino. Es normal, y es que las mujeres, al fin y al cabo, somos quienes sacamos las castañas del fuego a este mundo -Sarah no era vanidosa, pero le gustaba de vez en cuando dar lecciones generales sacadas de pequeñas experiencias-. Huw, deberiás ir a verla -y le guiño un ojo-, se alegrará mucho de verte, querido. Por cierto -ya a todos-, mañana por la noche* se celebra la misa del Gallo. Me encantaría me acompañáseis, hijos mios.

Y Sara trajo manteles y cubiertos, y os pusísteis a degustar el estofado secreto de vuestra querida madre, guardado celosamente de generación en generación.

Notas de juego

*A la noche del 24 al 25, a medianoche.

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21/09/2014, 23:17
Christopher Evans

- ¿¡Podríamos dejar de hablar de la maldita guerra, aunque solo fuera durante la comida!?-Christopher sonó un tanto brusco-.

Durante un instante se hizo el silencio y Christopher sintió como todas las miradas se clavaban en él. Miradas de sorpresa y reproche por traer con  su exabrupto la nota discordante en el ambiente alegre que reinaba en la casa.

-Lo...lo siento, pero tenía la esperanza de que al volver a casa, podría olvidarme de la guerra, aunque solo fuera por unos días. Entiendo que queráis saber, pero yo al menos, no quiero recordar. Daría lo que fuera por olvidarme para siempre de lo que viví en esas trincheras.

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23/09/2014, 23:45
Dylan Evans

- Padre, no me perdería la misa por nada del mundo. Parece que fue hace toda una vida desde que asistí a la última misa del reverendo Llewellyn y ade... -  responde Dylan mientras saborea un gran bocado de estofado para luego darse cuenta de la falta de educación por hablar con la boca llena de comida. En el frente había perdido ciertas costumbres y modales que de a poco volvían a él. - … perdón, es que el estofado es revitalizante madre mía. -  dylan proseguía con su charla hasta que su hermano mayor abruptamente niega hablar sobre la guerra pero la verdad es que tenía razón. Ninguno de los cuatro deseaba hablar de aquello. Solo unos pocos días nos separaban de volver a Francia y la sola idea les aterraba. – padre, madre allí todo es muchísimo peor de lo que hablan aquí. Por favor olvidemos lo que ocurre en el continente por ahora. ¿Sí?

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25/09/2014, 21:56
Dafydd Evans

No le había gustado el gesto de su padre y no le gustaba que su madre preparara un guiso especial. Tampoco le gustaba que hubiera cualquier tipo de acto para los que habían podido escapar en navidad. El guiso tenía un olor esplendido, pero Dafydd no tenía apetito. Tenía hambre, pero no ganas de comer.

Escuchó como Christopher quería dejar la guerra de lado en la noche, cómo Dylan hacía comprender la situación a sus padres y cómo Huw como era normal se preocupaba por Rhonda. Escuchó todo eso con lagrimas en los ojos y los puños apretados debajo de la mesa. 

-No pienso ir a misa.- dijo Dafydd de forma cortante y enérgica. En su cabeza las ideas chocaban unas con otras y como al resto, unos días retirados de las trincheras no iban a impedir que recordara todo lo vivido.

Dylan probablemente le discutiría, su madre con toda seguridad y aunque en otros tiempo habría intentado buscar a su padre como aliado ante esa decisión, esta vez no sería tan fácil.

Todo era demasiado extraño ahora y el mejor de los Evans se estaba viendo desbordado por todo lo que le rodeaba y lo peor es que aquí no había una trinchera donde agachar la cabeza.

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26/09/2014, 16:24
Christopher Evans

-Vamos, vamos. Nadie va a obligarte a ir a esa maldita misa, si no quieres ir-dijo Christopher pasando el brazo por encima del hombro de su hermano Dafydd, para intentar reconfortarlo-Yo tampoco tengo interés alguno en ir. Me quedaré contigo e iremos a dar un paseo por las colinas hasta el viejo molino como cuando éramos críos ¿Qué te parece?

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27/09/2014, 00:35
Dylan Evans

Dylan aprueba la decisión de su hermano menor. Luego de sobrevivir un año en el frente allí en la lejana Francia Dafydd tiene el derecho de no ir a la misa, todos tienen derecho de hacer lo que les plazca siempre y cuando no generen problemas a la familia. – Esta bien hermano, no vayas a la misa. Ve con Chris a ver si el viejo molino sigue igual e incluso podrían pescar algo del rio para la cena de mañana. Yo rezare por ti y por Chris. -