Partida Rol por web

Todos vosotros por distintos motivos y circunstancias os encontráis en Otosan Uchi el día en que Bayushi Shoju asesinó a Hantei XXXVIII y se hizo con el control de la ciudad imperial. Parece que Hantei XXXIX también ha fallecido, porque nadie sabe con certeza que es de él.

Poco a poco van llegando a Otosan Uchi todas las fuerzas de los clanes, excepto el Fénix. Pero cualquier intento de tomar la ciudad es fallido y sólo se consigue sitiarla frente a los Escorpión. Por otro lado, Akodo Toturi no aparece y tampoco estaba junto al emperador cuando sucedió la tragedia. Tras varios días de asedio aparece el Daimyo del Clan del León y forja una estrategia que hace que todas las fuerzas combinadas de los clanes consigan entrar en Otosan Uchi.

Al conseguirlo la victoria es en contra del Escorpión. Akodo Toturi consigue vencer y matar a Bayushi Shoju en un duelo y tras esta situación Akodo Toturi es proclamado Emperador. Hasta que aparece el Clan del Fénix salvaguardando a Hantei XXXIX. 

Al aparecer el Emperador las cosas cambian. Lo primero que hace al llegar es castigar a todo el Clan del Escorpión, que dice que desaparece por lo que todos pasan a ser Ronin. Tras ello dice que el cadáver de Bayushi Shoju será tratado sin honor a lo que Akodo Toturi se opone. Debido a la oposición de Toturi, este también es castigado por lo que pasa a ser un Ronin y el nombre de Akodo deja de existir en el Clan del León, Matsu Tsuko pasa a ser la Daimyo del Clan y todos los Akodo tienen tres opciones: Seppuku, Ronin o servir a Matsu Tsuko.

Tras una conversación que mantiene Bayushi Kachiko con el Emperador, esta pasa a ser la mujer del niñato que es ahora el Emperador, digo niñato porque esa es la impresión que da a todos tras su actuación con los Akodo.

Antes de que suceda la caída de los Akodo, Hiroaki se reúne contigo en Otosan Uchi y te dice es el momento de que abandones el servicio a tu Clan y me sigas. Al monje se le ve muy anciano y parece enfermo.

Estas en Otosan Uchi, antes del Golpe Escorpión, todo se está llevando a cabo, pero antes de que suceda la muerte de Hantei XXXVIII aparece un monje y te dice ya ha llegado el momento Tameiki, soy Hiroaki y como te dijeron no estás sola, ven conmigo. Se le nota como si estuviera enfermo o quizás sea la edad.

Has estado presente en los últimos acontecimientos, en la batalla te enteras que ha muerto Doji Satsume y que Doji Hoturi pasa a ser el Daimyo de la grulla. Justo antes de la caída de los Akodo cuando Toturi es Emperador aparece Hiroaki, se le ve cansado o quizá sea la edad Shiroi, ha llegado el momento, debemos cumplir con nuestro destino, ven conmigo

Cuando ha caído Hantei XXXVIII, te encuentras allí presente en Otosan Uchi, eres una de las pocas monjes que han mandado a la guerra, al caer también el Escorpión por la estrategia de Akodo Toturi este último es nombrado Emperador al no encontrar señales de vida de Hantei XXXIX, es entonces cuando aparece un monje que parece enfermo y también tiene ya sus años y te dice Soy Hiroaki, imagino que tu Daimyo te ha hablado de mi, acompáñame.

Cuando cae el Escorpión, muchos samuráis Unicornio os encontráis allí. Ahora mismo Akodo Toturi ha sido proclamado Emperador, es en ese momento cuando aparece Hiroaki y te dice Ya ha llegado el momento, sígueme parece que está enfermo.

Tras la caída del Escorpión y el nombramiento de Akodo Toturi como Emperador se te acerca Hiroaki, parece que está enfermo Ya ha llegado el momento, aquí tienes el regalo prometido y te entrega cuatro trozos de jade que junto con el que ya tenías hacen 5. Ven conmigo

Sorprendida ante la aparición del viejo monje, Shiroi asiente con solemnidad. A pesar de que su rostro está sereno como un lago en calma, en su interior se debaten fuertes emociones. A pesar de las revelaciones acerca de su origen, Doji Satsume había sido y siempre sería su padre. Y ahora estaba muerto. Sólo esperaba que sus pasos lo llevaran hasta Yomi. Con reverencia, tocó la tela que cubría en mon grulla en la tsuba de su espada. Un recuerdo de lo que un día había sido. Pero ahora, el Destino había llegado para exigirle que fuera otra cosa.

-Hai, Hiroaki-san. -Responde finalmente con decisión, y comienza a seguir los pasos del monje. Unos pasos que, si la profecía del venerable es cierta, la llevaría hasta enfrentarse con el mismísimo Kami oscuro. ¿Era posible tal cosa? Fu-Leng murió en el Primer día del Trueno, ¿no?-¿Puedo preguntar hacia dónde nos dirigimos?

Vamos a reunirnos con tus compañeros.

Asintió, y se dispuso a obedecer. Su daimyo había sido conciso con respecto a qué debía hacer, y no fallaría. Muchas preguntas se agolpaban en su cabeza (aunque sólo un par de ellas eran vitales), pero consideró oportuno reservárselas para otra ocasión si es que se daba. Ahora mismo se sentía, literalmente, como la extensión del Togashi en Otosan Uchi, y como tal actuaria con diligencia y perfección

Los últimos días habían sido un auténtico infierno en muchos aspectos. Y cuando parecía que las aguas del río volverían a su cauce, el nuevo Hantei las había alterado aún más, incluso borrando de un plumazo al León más ancestral. Su preocupación, por mucho que intuyera que su daimyo lo sabía todo, se había ido introduciendo en sus pensamientos con la precisión quirúrgica de una aguja. Algo no iba bien. Y no sabía qué. Si no era más que una sensación pasajera de desazón, o un presagio inane, o la intranquilidad de un momento histórico que pasaba impávido a su lado, ignorándola. O si los hechos que pasaran a partir de aquel día cambiarían aún más las cosas. Su intuición, proclive a volar con demasiada libertad, se alzaba victoriosa más allá de la razón...
Se ató a sí misma, se obligó a vivir el presente más inmediato y caminó tras Hiroaki en silencio

-Hiroaki-san -afirmo inclinando levemente la cabeza en señal de respeto y obediencia- Le protegeré mientras llevamos a cabo nuestra misión -afirmo mientras le sigo

Seguís a Hiroaki y os lleva a un establo que hay en Otosan Uchi, la primera en llegar allí con el monje es Tameiki una Ronin que espera mientras el monje trae al resto de compañeros, luego llega Shiroi otra Ronin y por último una Monje Togashi llamada Kaori. Mientras vais llegando Hiroaki os va presentando y se va para buscar a más compañeros. En el establo hay seis caballos.

Frunzo el ceño y miró alrededor de quedarme con los detalles de aquel lugar de cara a cualquier posible problema.

Cuando llega la primera ronin le miro fijamente y hago una leve inclinación de cabeza a modo de saludo, sin saber muy bien como actuar, pero apoyando mi mano en el mango de la katana.

Después, cuando llega la monje, también hago una inclinación de cabeza, aunque no tan formal.

-Mi nombre es Tameiki -digo simplemente cuando el monje vuelve a abandonarnos

-Mi nombre es Shiroi, un placer conoceros. Los cauces de nuestros destinos parecen unirse ahora en un gran río. Sólo nos queda por conocer a dónde nos conducirá el cauce. -Responde la bushi con una perfecta etiqueta, respondiendo a la inclinación de cabeza, y entorna ligeramente los ojos. Su mirada recorre la indumentaria de Tameiki de arriba a abajo con serena atención, analizando cada detalle con desapasionada frialdad. De todos era conocido que, de todo Rokugán, tan sólo los magistrados y los duelistas lograban tal nivel de conocimiento del rival con un sólo vistazo. 

Después de ese instante inicial de escrutinio, Shiroi sonríe, una cálida sonrisa que hace realzar sus hermosas facciones, como si el sol las hubiera iluminado de pronto. Sin embargo, a Tameiki no le pasa desapercibido el hecho de que, por un segundo, sus estilizados dedos han rozado también la tsuba de la katana que descansa en su costado izquierdo. Aunque no sabría decir si eso había sido un reconocimiento... o una advertencia.

Al llegar la monje, la ronin también le dedicó una sentida reverencia.

-Mis respetos a una seguidora de Togashi. -Añadió con cierta reverencia. -Puede que vuestra proverbial sabiduría nos sea necesaria, si la profecía de Hiroaki se demuestra cierta.

Apostado frente a las murallas de Kyuden Shinjo Aswad escuchó atento la llamada en armas de su Campeón. 

Durante demasiado tiempo el Imperio ha subestimado nuestra fuerza y devoción. Durante dos cientos años nos han llamado bárbaros, nos consideran una mancha en estas tierras y demasiadas veces hemos sido olvidados por quienes deberían temernos. Ahora es nuestro momento! Por la gloria de nuestros ancestros, nos apresuraremos contra el Usurpador y nos plantaremos contra su crimen. 

Nuestros corceles estan preparados, nuestras doncellas Otaku guiarán nuestro camino, el alma de las gentes del viento serán liberadas contra las ataduras. El Escorpión ha tomado el Palacio Imperial, se han ocultado tras las murallas, y demandado nuestra lealtad al nuevo Emperador que han creado. 

Nunca!

Cabalgad a mi lado contra los muros, nuestra velocidad será su perdición. Dejad el viento a nuestras espaldas, nuestras katanas preparadas, pues cada latido es un momento despediciado. El tiempo ha llegado para que demostremos nuestra lealtad a la dinastía Hantei.

Por el Emperador, por el Imperio! 

El viento azotaba fuerte, incitándoles a moverse, sus espíritus se alzaron con la llamada de Shinjo Yokatsu, con quien no hacía tanto el samurai se había encontrado. A su lado sus hermanos y hermanas agitaban sus armas al aire, él también agitaba su cimitarra al aire, lanzando vítores. Solo necesitaban lo imprescindible, sería un largo camino, pero uno que el Unicornio sabría manejar. Los Escorpión habían cometido una enorme atrocidad, y sería la gloria para el clan de Shinjo no kami. 

Antes de lo esperado el ejército Unicornio llegó a las Murallas de Otosan Uchi. Bayushi Shoju aun trataba de controlar la ciudad, aun trataba de afianzar su fuerza en los distritos, la mayoría de ellos opuestos al autoproclamado Emperador. Muchos caen, la batalla es cruel a pesar de la ventaja numérica de los fieles samurai contra el Usurpador. Las defensas de la ciudad se muestran impecables, manteniendo a los samurai a raya, mientras tratan de liberar los distritos. Seis días dura el asedio hasta que finalmente el Imperio consigue prevalecer. Aswad se encuentra entre los que han batallado en Vanguardia. Su caballo, Khulan, esta agotado, su cimitarra llena de sangre, como él mismo. Apenas tienen tiempo para ver la proclamación de Toturi, así como su descenso y el ascenso del Hantei. 

Cuando cae el Escorpión, muchos samuráis Unicornio os encontráis allí. Ahora mismo Akodo Toturi ha sido proclamado Emperador, es en ese momento cuando aparece Hiroaki y te dice Ya ha llegado el momento, sígueme parece que está enfermo.

Aswad no es consciente de la presencia del monje a su lado hasta que éste se dirige a él. El Moto lanza una mirada juiciosa al monje, su estado parece extraño, enfermo. Sin embargo las palabras de su Campeón resuenan en su cabeza, y el samurai no tarda en seguir al monje. Vamos bues. Confirmó con su fuerte acento de las Arenas, en su grave voz algo rasposa.

Al oír las últimas palabras de Shiroi, la Togashi pareció ensombrecerse un instante tan fugaz como imperceptible...
Como la mayoría de monjes del Dragón sus ropas eran sencillas, funcionales, y lucían el verde esmeralda tan clásico de su Orden (y Clan). Por lo demás, salvo un petate donde guardaba pequeños enseres, sólo llevaba consigo un bastón sobre el que se apoyaba con gracilidad. Por su aspecto se podía pensar que rondaba la treintena, sin embargo la cabeza rapada y sus delgadas facciones podrían inducir al error

Unió las palmas de sus manos y se inclinó ligeramente ante las ronin
-Domo, Shiroi-san -respondió, con una sonrisa limpia y sincera. No negaba que los halagos la agradaban, por mucho que fueran el pan nuestro de los monjes. Una vida contemplativa y de estudios obligaba a la introspección, pero tenía la sensación de que no estaba allí exclusivamente por su sabiduría

En cualquier caso, nunca estaba de más. Contó seis caballos, por lo que al menos tres más debían unirse a ellas. Se mantuvo a la expectativa, tranquila, repasando en su cabeza la memoria de los días pasados

Siguió observando la escena y a sus dos interlocutoras sin saber muy bien que hacer. Ambas, desde luego, resultaban bastante más mayores que ella, y no estaba segura de cuál era el punto de unión entre las tres. Decidió resultar más informal y amigable dibujando una media sonrisa en su rostro y apartando la mano de su arma, al tiempo que introducía sus brazos en el interior de su kimono.

-Yo no sé nada de ninguna profecía... -murmuró, antes de inclinar la cabeza varias veces, algo nerviosa, hacia la monje- Lamento mi falta de respeto -se disculpó- Mi nombre es Tameiki -repitió, antes de mirar a la ronin... juraría que aquel nombre le sonaba de algo

El Cangrejo se encontraba rezando en el altar a Hida ubicado en la mansión de su Clan en la capital. Había recibido las enseñanzas de un monje sabio llamado Hiroaki. Y aunque le estaba muy agradecido, no sabía si esas enseñanzas le servirían en la misteriosa misión que debería desempeñar. Ya era un experto en cumplir su oscuro deber; pero tener que compartir destino con otros a los que no conocía no le parecía muy buena idea, pues sus habilidades solamente le servían para mantenerse a sí mismo con vida, al menos de momento.

Unos pasos alteraron a la sombra arrodillada en el tatami de la capilla. Sabedor de que alguien se le acercaba desde la espalda. Una voz conocida rompió el silencio de la sala. -"Ya ha llegado el momento, aquí tienes el regalo prometido. Ven conmigo".

El Oni Negro abrió sus grandes y negros ojos para posarlos sobre la figura enfermiza de Hiroaki. Abriendo sus manos de la postura de rezo y abriéndola para aceptar el obsequio del monje. -"Estoy listo para cumplir con mi cometido, Danna" Comentó mientras se ponía de pie delante de su interlocutor, el que solamente le llegaba al pecho y le ofrecía una reverencia profunda. 

Después de eso se colocó su máscara facial y siguió los pasos del monje sin mediar palabra.

Shiroi correspondió también con su sonrisa a la bushi más joven, un gesto que se acentuó cuando ésta volvió a presentarse, algo nerviosa, ante la ise zumi.

-Bueno, en ocasiones se puede formar parte de una profecía incluso sin saberlo. –Respondió la ronin con lentitud, como si estuviera meditando el alcance de cada una de sus palabras. –Incluso, en ocasiones, puede que sea mejor que el final de un camino no sea visible desde el principio, Tameiki-san. Pero por el momento, basta con saber que los caprichos del destino nos han unido hoy, aquí, en mitad del conflicto reinante, para dirigirnos hacia conflictos aún por venir. El primer relámpago de la tormenta ya ha estallado, pero no es sino un aviso…

Y tras esas palabras, que también parecían haber oscurecido su ánimo, Shiroi guardó silencio y cerró por un momento sus ojos oscuros, meditativa. Tameiki pudo observarla entonces. Cubierta de unas sobrias ropas de viaje de color marrón, un primer vistazo a su persona no revelaba nada destacable, salvo la belleza de sus rasgos, que desentonaban fuertemente con el resto de su aspecto, como un crisantemo en mitad de una ciénaga. Sin embargo, un observador más atento podría percatarse de su lenguaje corporal, sus movimientos, estaban cuidadosamente medidos y no eran en absoluto casuales, fruto de un entrenamiento nada habitual en un hombre ola. Por otro lado, la tsuba de su katana, cubierta por tela, hizo recordar a Tameiki algunas historias acerca de una ronin cuya descripción coincidía con la de Shiroi. Historias que hablaban también sobre su maestría en el arte del duelo.

Sin saber en qué momento exacto, Tameiki descubrió que Shiroi ya había abierto de nuevo sus ojos, y la observaba con algo parecido a la diversión reflejándose en su rostro.

-¿Ocurre algo, Tameiki-san? –Preguntó con una media sonrisa.

Al poco llegan al establo de Otosan Uchi donde os encontráis un samurai Unicornio junto con Hiroaki, viene con una montura gaijin y el monje os lo presenta como Moto Aswad, después uno a uno va presentando Hiroaki al resto de vosotros. Primero señala a una ronin y dice ella es Shiroi, señala a la otra ronin y ella Tameiki, por último señala a la monje Togashi Kaori después Hiroaki se marcha diciendo que aún faltan tres y al poco viene con un samurai Cangrejo al que presenta como el Oni negro, que como característica fuera de lo común para un cangrejo lleva una máscara. Después vuelve a marchar en busca de otros dos, tras presentar de nuevo a todos frente al Cangrejo.

Dentro del establo hay seis monturas rokuganesas (ponis) ensilladas para la monta.