Partida Rol por web

Decidís ir a tierras Fénix atravesando el territorio Escorpión, por el camino Hidenaga y los que sabéis cazar vais consiguiendo algo de comida para el viaje sin que apenas os retrase.

Ninguno saca nada en claro con lo que comenta Oni sobre el segundo pergamino.

Tras seis días de viaje debéis decidir si queréis desviaros dos días hacia el interior de las montañas para ir a las tierras Yogo e investigar allí. Eso sí, por el camino no habéis visto ningún antiguo samurai escorpión, los caminos están vacíos y no hay rastro de ronin del antiguo Clan. Algo muy extraño.

Los heridos sanan por completo durante el viaje sus heridas.

Llevas jade? Creí que no tenías

En tercera no es un objeto disponible para todos, pero si quieres te lo concedo. Haremos lo siguiente, dejamos tu corrupción como está 1'7 pero al tener jade este hace que evite que siga extendiéndose, normalmente te lo retrasaría 7 días pero una de las técnicas de Oni te permite retrasar la mancha el doble, es decir 14 días a partir de ahora.

Los días transcurridos desde que el lago quedó atrás habían permitido a Shiroi recuperarse completamente de las heridas que el remolino le había causado, y eso había permitido acelerar ligeramente la marcha. Sin embargo, a pesar de que se movían de forma discreta, no pudieron pasar por alto la extraña, casi antinatural, ausencia de samuráis en su camino. A pesar de la sombra de la guerra en el norte, a pesar de que el clan había sido desbandado, los antiguos Escorpiones convertidos en ronin deberían continuar rondando sus tierras. Su ausencia, cual bosque en absoluto silencio, resultaba un presagio funesto.

Fue por eso que, cuando se detuvieron a descansar al caer la noche, Shiroi no dudó en exponer el tema al resto de Truenos.

-Una nueva encrucijada se abre en el camino, y debemos tomar decisiones. Muy cerca, hacia las montañas, se alzan las Torres Yogo... donde bien podría esperarnos el antiguo daimyo con información sobre el Pergamino que buscamos. Por otro lado, no creo que a ninguno os haya pasado desapercibida la ausencia de todo rastro del Escorpión. Algo extraño está sucediendo en estas tierras... y creo que no seríamos muy sabios si simplemente lo ignoráramos. -Dijo, mientras se giraba para mirar hacia el norte, hacia la cercana y oscura silueta de las montañas del Espinazo del Mundo, en cuyas estribaciones se había alzado la fortaleza de la familia de shugenjas, como si creyera que desde allí podría obtener las respuestas que guardaba la fortaleza. -Incluso aunque no lográsemos obtener el Pergamino, creo que deberíamos dedicar un par de días a investigar todo esto. No quiero dejar peligros a nuestra espalda.

Tras el episodio en el lago, el espíritu del antiguo León parecía definitivamente renovado, su semblante liberado por completo de las sombras de duda y pesar que lo habían aquejado casi desde el inicio mismo de su travesía y con un brillo de esperanzada determinación en la mirada que ninguno le había conocido.

Para sorpresa de varios, se había vuelto de los más activos de la partida, siempre ofreciéndose a reconocer el terreno por delante del resto, y alejándose en soledad casi cada atardecer para conseguir algo de comida en cuanto encontraban un sitio de acampada. Por sobre todas las cosas, parecía haber reiniciado con inusitada disciplina sus kata matinales, los que practicaba antes de cada puesta de sol y también justo cuando Amateratsu ascendía nuevamente a los cielos. En cada una de estas oportunidades, el León acompañaba invariablemente al Cangrejo, de quien parecía querer aprender cada movimiento...

- Apartarnos otro par de días para averiguar dónde diablos se han metidos los antiguos miembros del Escorpión. - masculló casi para sí mismo el Akodo cuando la muchacha manifestó sus dudas, riendo sin gracia y dejando escapar un suspiro de paciencia infinita - Quizás no sea una mala idea...

- Y tal vez seguir un par de días más, si no encontramos nada. Y otro más, si es que no aparecen. Y otro más. Ya puestos, hasta podríamos echar un vistazo en las Tierras Sombrías, que no deben de estar muy lejos. Luego recién podríamos dirigirnos al Norte. Incluso detenernos a resolver el conflicto entre el León y la Grulla mientras vamos de paso. Todo sea para no dejar peligros a nuestras espaldas...

- Después de todo, ya hemos perdido 6 días persiguiendo misterios. 6 días en que nos hemos internado en estas tierras, alejándonos del único destino real y concreto que tenemos por delante...

El tono del antiguo León se volvió más grave y duro de repente, mientras su rostro afable perdía la sonrisa y se tornaba imperturbablemente serio.

- Ya hemos tomado una decisión. Y es avanzar lo más rápido posible hacia tierras Isawa. No perdamos más tiempo. Los secretos del Escorpión seguro seguirán aquí cuando volvamos. Como todos los otros que se crucen por nuestro camino...

Valkai comenzó el trayecto hacia Tierras Fénix con un humor no demasiado bueno.

Se puso en cabeza cabalgando su poderoso corcel Gaijin, tratando de evitar cualquier conversación, ensimismado y serio.

No es que no quisiera hablar con nadie, al contrario, pero algo en él había cambiado desde que leyera el oscuro pergamino.

Lo notaba, y no sabía cómo hacerle frente. No era un enemigo al que poder cortar, no era un acertijo al que poder contestar... no, era él, sólo, contra el inmenso poder de la Mancha.

No sentía miedo a la muerte, pero si empezaba a temer no tener la fuerza de voluntad suficiente para controlar el mal que ahora latía en su interior.

Cuando acamparon una de las noches, ya en el interior de Tierras Escorpión, Shiroi expuso una obviedad; no había rastro de los Samurai que hasta hace poco habían poblado esas tierras.

También sugirió investigar más sobre el asunto, ante lo que Hidenaga reaccionó de manera impulsiva y con un sarcasmo que Valkai no habría esperado en el hasta entonces calmado Samurai.

El Unicornio no estaba de buen humor precisamente, y lo último que quería era una discusión de grupo.

Entiendo la postura de ambos.

Miró a la ronin y al antiguo Akodo.

Pero si algo seguro que no va ayudarnos es el sarcasmo y el tratar de imponer las cosas al resto.

Su mirada con atisbos de enfado se posó sobre Hidenaga.

Yo estoy con Shiroi-san. No tanto por saber lo que le ha ocurrido a los Escorpión, cosa que no creo que tenga que ver con nuestra misión, si no por que tenemos a dos días de viaje la posibilidad de adquirir un nuevo pergamino.

¡Y esa es nuestra misión leches! 

Dijo de mal humor, apretando su puño. Respiró profundamente y trató de calmarse.

Perdón... lo que quería decir es que no aprobaría desviarnos por cualquier cosa. Pero sí por un pergamino. No sabemos cuánto tiempo nos queda para poder reunirlos, para que nuestros enemigos los encuentren antes que nosotros o para que el peso de cargar con su lectura nos consuma...

Así que yo opto por ir a las Torres Yogo. Que voten el resto...

Dijo, apartando la mirada de sus compañeros y mirando al cielo estrellado, como esperando que su visión pudiera calmarlo.

El cangrejo ayudó en todo cuanto pudo a abrir el camino de sus compañeros cazando aves y dando las gracias a cada una de las Fortunas tras cada jornada por haberles permitido seguir una ruta segura y tranquila, con la que poder descansar de cuerpo y alma, tras el gran esfuerzo tomado en las orillas del lago Avispa.

Cada mañana realizaba los ejercicios físicos habituales para retrasar la acción del poder de la mancha en la voluntad de sus compañeros y poder alargar la protección del sagrado jade. Sin dejar de lado sus katas propias necesarias para mantenerse en forma.

Al anochecer del sexto día de viaje Shiroi, retomó la palabra una vez sus heridas sanaron totalmente. Sin embargo nada cambió en su tono, pues su voluntad era inquebrantable y por ello la respetaba más que por otra cosa. Por desgracia la Ronin no desechó la idea de ir a tierras Yogo, aun cuando habíamos tomado una decisión antes de abandonar el lago, lo cual era dar pasos hacia atrás en lugar hacia a delante. 

Los reproches se sucedieron entre Hidenaga y Valkai, la tensión se mascaba y Oni Negro creyó que ese silencio tenso que se creó era una señal de que debía tomar parte y tratar de poner paz entre sus hermanos.

Su mirada se posó sobre Shiroi en primera instancia. -"Veo que estás recuperada del todo Shiroi-san, eso es una muy buena noticia para todos los que formamos el grupo, pues contar con tu velocidad siempre lo es..." Dijo mientras se le arrugaba la comisura de los ojos sonriendo ámpliamente detrás de su máscara. Pero antes de continuar su gesto se suavizó -"Entiendo la postura que tomas, pero ya decidimos a la orilla del lago y todos tuvimos la oportunidad de dar nuestro voto a un destino u otro..." La mirada del Cangrejo se posó entonces, sobre los ojos del Unicornio antes de continuar. -"Tuviste tu oportunidad en su momento, Moto-san. Ahora no podemos volver a votar, puesto que estaríamos faltando a nuestra palabra dada. Yo acepté la voluntad de la mayoría aunque no estuviera de acuerdo, sin embargo mi destino es el castillo Isawa. Aunque nuestra misión se encuentre al borde de lo que es moralmente aceptado o no, no podemos olvidar que somos Samuráis en ningún momento. Ya sé que mis modales no son los correctos y os pido disculpas a todos por ello, pero mis palabras son todo lo sinceras que puedo ofreceros".

El Cangrejo tomó aire antes de continuar. -"Recordad que debemos ir a la tumba de una enemigo muy poderoso en tierras sombrías y que atravesar tierras conocidas por Kaori-san o Kioshiro-san ahora, quizás no sea tan mala idea. Puede que consigamos algún tipo de protección para ser utilizada en el futuro. Las cosas no pasan por casualidad, siempre es la voluntad de las Fortunas y debemos aceptarla con la mayor dignidad posible".

Dicho eso la mirada del Cangrejo se posó sobre el ExLeón. -"Tus sarcasmos no ayudan a que el grupo esté unido, existen muchas maneras de decir las cosas, pero no podemos dejarnos llevar por nuestros sentimientos sin pensar y yo soy el primero que falla en ese aspecto, pero debemos buscar la manera de unirnos en lugar de separarnos. A veces una disculpa a tiempo puede evitar daños mayores e irreparables. Piénsalo un instante Hidenaga-san".

Durante todo el trayecto, la mente de Tameiki estaba dispersa, pensando en otras cosas al tiempo que observaba el paisaje. Habían sido muchos días de viaje en los que la conversación no había sido reseñable. Tameiki había cambiado sus hábitos de entrenamiento a la noche, tal y como había hablado con Shiroi, pero aún madrugaba para practicar su propio arte. Días más tarde, cuando el camino se acercaba a las tierras Yogo lo más que lo haría en el resto de su recorrido, una nueva discusión tomó forma: Shiroi, como ya había indicado, pretendía ir a tierras Yogo, pero Hidenaga... después Valkai tomó la palabra, y de nuevo, conciliador como siempre, Oni zanjó el problema. Era cierto que habían votado y no había marcha atrás, o no debía haberla. Pero también era cierto que cada uno había hecho aquellas votaciones bajo unas premisas, a veces más abiertas, otras veces ocultas. Su mirada fue al fénix y después a la monje, los otros dos samurái que no habían tomado la palabra aún. Respiró profundamente, como pensando qué dirían sus palabras cuando salieran de su boca, pero enmudeció antes de hacerlo. En cierta manera, como protectora del grupo, se sentía en la obligación de reprender a Hidenaga, por otro lado, la última vez que lo hizo con otro Trueno aquello desembocó en una cruenta discusión grupal.

Miró hacia el norte, a las montañas, donde sabía que se encontraba el hogar de Junzo. Volvió a mirar aquellas planicies por las que viajaban: ni un sólo alma. Ningún escorpión dejaría su tierra libre sin luchar, ya fuera de forma más directa o más oculta. Su mirada ardiente recorrió cada milímetro del horizonte, en busca de cualquier señal de hostigamiento. Se giró para ver en todas direcciones. Nada. Miró de nuevo al resto de integrantes del grupo, uno por uno: Shiroi, dispuesta a todo por la misión, incluido a fallar a su palabra; Oni, esclavo de su honor y determinado como sólo él había demostrado poder serlo; Valkai, un auténtico hijo del Ki-rin, temperamental; Hidenaga, el león, ya fuera dormido o furioso; Kyoshiro, el introvertido yojimbo; y Kaori, o así decía llamarse, la enigmática monje. Después de ese breve repaso miró de nuevo a las montañas. Tan cerca y tan lejos, como siempre, como en el lago, como cuando se quedó fuera de la tienda de Toturi. Siempre tan cerca, siempre tan lejos. Sus ojos almendrados se entrecerraron, echando cálculos.

Tras partir del lago, los ánimos del grupo no parecieron mejorar. Todos parecíamos cambiados, el silencio del Valkai y de Tameiki, la repentina transformación de Hidenaga. Tan solo Shiroi y Kaori parecían seguir igual... y Oni Negro, aunque prefería no prestarle demasiada atención, por eso prefería mantenerme alejado de el. Tras seis días de viaje hacia el norte parecía nuestros compañeros se habían recuperado de sus heridas, pero para nadie paso desapercibido la total ausencia de samurais del antiguo Escorpión. Los caminos se hallaban vacíos como si el edicto Imperial se hubiese llevado también todo rastro de vida.

En el alto del sexto día, justo en la encrucijada por la que debíamos decidir por donde seguir se reabrió el tema de la dirección a tomar.

Fue Shiroi la que propuso dirigirnos a las torres Yogo y de paso investigar lo que había preocupado al grupo desde que entramos en estas tierras, la ausencia de cualquier evidencia de Escorpión... pero para mi sorpresa fue Hidenaga el primero en hablar y no sabía la razón pero su tono sonaba sarcástico... fuera de lugar tal vez. Nuestro camino había sido el seleccionado, para evitar la mayor parte de peligros que ahora mismo e inevitablemente golpeaban al Imperio. La idea del barco que fue la otra propuesta, no era mala idea, pero quizás la mas lenta... atravesar tierras Grulla con tres ronin era muy peligroso, mas si uno de ellos era un antiguo León y ahora incluso mas con la guerra a sus puertas, ademas el viaje en barco nos acercaba a Otosan Uchi, donde aguardaba nuestro enemigo y aunque pudiésemos sortear la ciudad imperial y a su barcos, tendríamos que desembarcar en tierras Shiba, a varias jornadas de distancia de nuestro destino. Me sorprendía que un León no hubiese pensado en esas posibilidades.

Poco a poco fueron hablando todos los implicados mientras permanecía en silencio observándoles. Sintió como la mirada de Tameiki se clavaba por un instante en el y cuando parecía que iba a decir algo, se calló. Observó como los ojos de la ronin recorrían todas las tierras que nos rodeaban hasta donde el horizonte permitía... por un momento se sintió culpable...

Ya no protegerás a tu superior, ni cumplirás los mandatos del Fénix...

Las palabras de Isawa Kaede resonaban en su cabeza... 

Solo dos días, no es nada... esta ahí mismo, no va a retrasarnos... 

Ya me imaginaba la cara del Cangrejo, pero si la moral de todo el grupo no era buena podíamos fallar.

- Como yo lo veo, ahora tenemos dos opciones para llegar a tierras Fénix. Señale el este. Continuamos por ahí, atravesamos el Paso de Beiden, nos encontramos de cara con Shiro Matsu y rezamos a las Fortunas por que el León haya partido hacía el sur o... señale hacía el norte, el camino que llevaba a las torres Yogo ...continuamos por ahí y atravesamos las montañas en tierras Yogo, un poco más lento pero mucho mas seguro.

Mire de reojo a Tameiki... 

Sumimasen Tameiki, no puedo retractarme de mis palabras... pero puedo dar opciones. 

En ese momento agradecía mis años con Isawa Nozomi, los juegos cortesanos no eran mi fuerte pero tanto tiempo observando el fluir de los mismos habían dejado su huella. 

- Perfecto !! - comentó el antiguo León con una sonrisa cansada en sus labios - Ahora estamos incluso mejor que antes...

- Dos de nosotros decidimos respetar el plan de acción que acordamos a orillas del lago. Otros dos creen que ya no es necesario. Otros dos guardan silencio. Y el último simplemente no termina de decidirse... Genial !!!!

El tono de HIDENAGA era relajado, casi divertido, aunque podía adivinarse una profunda frustración en su rostro. Durante toda la conversación no había abandonado la tarea de controlar los cascos de su montura.

- Por eso es necesario establecer una estrategia. Y sostenerla ante las adversidades. La pasividad es la peor de las decisiones en batalla. Les recuerdo que estamos en una guerra. La más terrible que haya visto el Imperio. Y aquí estamos, otra vez inmóviles. Paralizados por nuestras propias dudas. Eso es sencillamente intolerable. Y peligroso.

El tono del Akodo se iba endureciendo por momentos. Aunque nunca se elevaba más allá de un quedo susurro, desgastado por los años y los pesares de la vida.

- Me pides una disculpa, Oni-sama. Y con gusto os las daré. A todos vosotros. Pero no por mi tono ante quien nos ha vuelto a sumir en la parálisis. Tu mismo mencionaste que volver atrás en nuestra decisión sería faltar a nuestra palabra. Y si alguien pretende que haga justamente eso... ¿realmente crees entonces que mi reacción fue intempestiva? ¿Irreflexiva? ¿Cómo debería haber reaccionado?

El antiguo León guardó silencio durante algunos momentos, observando a cada uno a los ojos con una mirada repentinamente ensombrecida por la pena. Y quizás tal vez la vergüenza.

- Hace unos días atrás tuve una reacción imprudente. Y lamentable. Alcé mi hoja contra un compañero, y eso es sencillamente imperdonable. Solo mi sentido del Deber me impide aún hoy limpiar semejante afrenta de la única manera posible. Aunque imploro cada noche a las Fortunas para que así me lo permitan, cuando todo esto acabe.

- Por tan irresponsable acto, ya le extendí en su momento mis sinceras disculpas al honorable Moto Aswad-sama. Y ahora os las extiendo también a todos vosotros...

Al terminar de hablar, HIDENAGA volvió a montar su caballo y le acarició cariñosamente la grupa. Con un chasquido de su lengua el animal se puso otra vez en marcha, internándose en estrecho desvío que se abría entre las montañas.

- Vamos. Ya hemos perdido demasiado tiempo. Si nos apuramos, quizás todavía quede alguien para recibirnos mañana en las Torres Yogo...

No apartó su mirada de Hidenaga en todo su discurso. Hablaba de disculpas y de sentimiento de culpa, pero lo hacía casi escupiendo las palabras, como si hubiera una amenaza en todas ellas o unas ganas insanas por desenvainar de nuevo su hoja. Tameiki le observaba serio, pero no decía nada. Finalmente, cuando se puso en marcha hacia las tierras Yogo, tomó la palabra de nuevo.

-No entiendo a qué os referís, ¿por qué no iba a haber nadie? -preguntó directamente, al tiempo que espoleaba su caballo para ir en dirección a las torres, siguiendo a Hidenaga- Y me alegro de que hayáis formulado esa disculpa, pero os pediría que no volváis a hablar de esa manera, ni el grupo ni cada uno de sus integrantes de forma individual tiene que aguantar los desaires de nadie -dijo, eso ya en apenas un susurro audible sólo por el león, sin hacer partícipes al resto.