Partida Rol por web

Fue como caer desde lo alto de un edificio... bueno, lo que vosotros pensabais que era algo así, porque cada uno tocó suelo de una forma diferente y encima unos de otros, amontonados como si fueses naranjas.

Pero entre todos los "uy", "ay", "quién me ha caído encima" y todo eso, otras voces fueron haciéndose sitio.

-¿Y estos de dónde han salido?

-Pues del mismo sitio que nosotros, imbécil.

-No puede ser. Nade conoce la entrada.

-A lo mejor mataron a Smiley.

-Smiley era idiota.

Cuando por fin levantasteis la vista... era como estar en una maldita película de Piratas del Caribe... pero sin Johnny Depp.

Al fin uno de ellos se adelantó y os preguntó.

-Bueno, chicos. ¡Hablad... o de lo contrario, empezaremos a cortar lenguas. ¿Cómo habéis llegado aquí? ¿Qué hacéis aquí? ¿Y dónde está Smiley?

Jopelines! Espero que tenga razón el director del museo, que no hacían nada malo a las niñas...Ainsss  XD

Pero... pensé mientras oía las voces a las que posteriormente les puse cara al incorporarme con esfuerzo.

- Mi nombre es Alex Walsh... ¿dónde ha dejado al loro, capitán? - añado con sorna pensando que esto no puede ser más que una alucinación tras el golpe...

—Aghhh, mi cabeza... —me masajeé las sienes con lentitud. Tenía la sensación de haber estado dando vueltas como una peonza y el resultado es que ahora me encontraba bastante mareado—. ¿Dónde... —miré a mi alrededor, con expresión de desconcierto— estamos?

La sorpresa para mí, y creo que para todos, fue vernos tirados en la cubierta de un barco. Y no en la de un barco cualquiera. De repente, me llegó la imagen del cuadro del "Inferno" y supe que estábamos subidos en él. Habíamos sentido un efecto hipnótico al mirarlo antes de aparecer aquí. "Esto tiene que ser un sueño" —pensé, intuyendo que me había golpeado en la cabeza cuando nos caímos y que todo era fruto de la imaginación, pero pronto descubrí que estaba bien despierto. Al ver a los piratas, mis ojos se abrieron como platos, primando primero el escepticismo, después a la curiosidad y por último el temor, por sus amenazas, básicamente.

—Yo... eh... Hemos llegado de arriba —señalé el cielo, pues creía que habíamos caído a plomo desde ahí—. ¿Este barco es el "Inferno"? ¿Quién es Smiley, señor? —dije, controlando los nervios y haciéndole yo las preguntas a él.

Qué mareo, qué mareo...Sintió náuseas, escalofríos y triple vértigo. -¿Dónde narices estamos? -fue lo primero que preguntó, mientras gateaba por cubierta  acercándose a su hermanita y protegiéndola en su abrazo. Que Hailee era un coñazo, pero de la familia.

Miró de hito en hito a aquella gente. Luego paseó la vista de Álex a Billy. ¿Loro? ¿Se burlaba?¿Inferno, dijo Billy?

Becca no comprendía. ¿Es alguna clase de atracción del museo? ¿De esas teatralizadas?

Quizá ese pirata era Willy el tuerto...Aunque tenía los dos ojos...-Está muy bien montada, porque apestáis de verdad...¿Y el torbellino ese era necesario?

Dio unos pasos para atrás medio arrastrándose en la cubierta de tablones de madera.- Paul, Gordi, ¿estáis bien?

Estaba a punto de llegar al cuadro, pues los demás apenas si me dejaron sitio, cuando de repente no supe si me encontraba en el Mago de Oz o en Twister...

Un remolino... si, han oido bien, un remolino gigante nos absorbió... y tan pronto como apareció hizo lo contrario... desaparecer... y eso es de mala educación, hasta para un remolino mágico, pues el costalazo que dimos todos fue de órdago.

Pero lo más extraño es que lo dimos sobre un suelo de madera... de madera vieja y maloliente... alcé la vista y me vi frente a una postal de lo más extraña... era como... era como una película de Errol Flyn...

Tragué saliva...

Estaba sin habla... yo... ¿se lo pueden creer? *

Miré a los lados... los demás parecía que se recomponían... 

Yo... yo... seguía con la lengua pegada al paladar...

E... e... estoy bi-bi-bien, Becca... ¿qué ha pppp... pppp... pssssado? 

Me puse de pie como buenamente pude e hice lo único que se me ocurrió... levantar los brazos... 

No dispalen... nos lendimos...

El que parecía ser el jefe se acercó a vosotros, entrecerrando los ojos y mirando de muy mala manera.

-¿Loro? ¿LORO? Esto es un barco pirata, no un zoológico, maldito mocoso. Pero si le habéis hecho algo a Smiley... -dijo, sacando su sable y amenazandoos con él -, no viviréis demasiado. ¡Y da igual que os rindáis o no! Nosotros no hacemos prisioneros.

El pirata sonrió sardónicamente y se volvió hacia los demás.

-¿Qué decís, muchachos? ¿Creéis que han matado a Smiley y se merecen ser pasados por la quilla?

Nada más preguntar, el resto de piratas parecieron saltar de alegría, como si de repente hubiesen encontrado un tesoro o a vosotros os hubieran dicho que el colegio se había incendiado y no tendríais que volver a ir nunca más.

—Glups... —tragué saliva, con un nudo en la garganta al ver cómo el capitán blandía su sable tan afilado hacia nosotros.

Exhalé un suspiro, con el corazón palpitándome con fuerza dentro del pecho. "Piensa, Billy, piensa. ¿Qué haría papá en una situación como esta?" —reflexioné, intentando ponerme en la piel de mi progenitor. Traté de serenarme, pese a que estuviese acojonado, y haciendo alarde de toda mi fuerza de voluntad, busqué interactuar de una manera concisa y cordial con los piratas para que no decidieran tirarnos por la borda.

—Se-señor... nosotros no le hemos hecho daño a nadie. Solo somos niños, nunca le haríamos daño a nadie. En todo caso habrá sido el pajarraco —le expliqué—. Nos atacó antes de que llegáramos aquí. Quizá él haya sido quien ha atacado al tal Smiley...

Le dio un poco la risa, a pesar de las delicadas circunstancias de su situación actual, cuando escuchó a Paul. Incluso lo miró, perpleja, mientras se reía, ¿Qué era eso de  "nos lendimos?"

Billy les siguió la corriente, hablando de Smiley, 

-¿Quién es Smiley? Nos encontramos un muerto en el museo, empapado de agua. Y de sangre. Con un montonazo de mordiscos, y un bicho volador. Que Álex se ha hecho daño y mi padre os va a poner una demanda que te cagas. Sí, el señor Richard va a tener que vender su alma para pagar por daños y perjuicios. 

También ella se sumó al rollo, le guiñó un ojo a Billy. Se estaba emocionando y entusiasmando con participar en una historia interactiva, al punto de arrinconar si miedo. Se puso en pie, siempre cubriendo a la pequeña Hailee. Muy arrogante y con desparpajo:

-Yo soy Becca Bonny y esta es mi tripulación de salvajes. ¿ Quiénes sois vosotros? Arrgg! *

¿y qué le digo yo ahora?... pensaba mientras oía las amenazas del que parecía ser el líder de los piratas. Cuando hablaba del tal Smiley ¿se estaría refiriendo al pirata muerto que habían encontrado en el museo?

- Verá señor mi nombre es Alex Walsh - comencé a decir intentando mantener la calma y comenzando a creerme que todo esto era real - de los Walsh de los muelles de Goon. Estos son mis camaradas - añadí señalando al resto de los chicos - y hemos llegado hasta aquí desde un sitio muy lejano, tan lejano, que ni siquiera sé donde estamos...

No conozco a Smiley, pero es cierto que antes de que apareciéramos aquí vimos a un hombre que estaba siendo perseguido por un monstruo con plumas... por su apariencia, podría haber sido su compañero Smiley... al ver que estaba siendo atacado corrimos hacia él para protegerlo de su agresor, pero nos caímos... y hemos aparecido aquí en su barco - continúe mientras me señalaba el tobillo hinchado como queriendo enfatizar mi relato.

Espero que cuele...

El cuadro era precioso, y tal como vimos en el del faro a alguien andando por él, en este veíamos a la tripulación manejándose por el barco. En un momento algo extraño sucedió. Nos vimos atrapados en alguna especie de torbellino que nos arrastró y nos llevó hasta la cubierta de un barco. ¡Un barco pirata! Estaba atónito ante lo sucedido y casi no me salían las palabras. Al sacar el que parecía el mandamás de esta gente un sable, por casi me cago encima... y había comido mucho. ¡Estaba muy nervioso!

-"¡Espere señor, no nos mate! ¡Se lo contaré todo!" Las palabras salían de mi boca atropelladamente, casi llorando..

-"Mis padres no querían venir pero yo les convencí de que lo hicieran. No se llevan muy bien últimamente y están todo el día discutiendo. Viniendo en el coche les he dicho que olía a quemado y se han puesto a aspirar fuertemente para detectar el olor. Me había tirado un pedo acuoso y olía fatal a mierda. Se lo han comido sin pelar y casi vomitan. Nos hemos tirado treinta minutos con las ventanillas bajadas y mi madre se ha cabreado mucho porque se le ha despeinado el pelo. Al llegar a Goon solo quería ver a mis amigos y casi ni he saludado a sus padres. En el restaurante me he comido cinco hamburguesas con sus patatas fritas y sus refrescos y también me he comido la de Rebecca. Al dar un paseo hemos visto las puertas del museo destrozadas y hemos entrado, asustados por unos ruidos extraños. Nos hemos encontrado el cuerpo sin vida de un pirata que estaba lleno de mordiscos y picotazos. Justo en ese momento nos ha atacado un monstruo con forma de pájaro demoníaco o algo así, era muy feo y no me he atrevido a mirarle de frente. Después hemos caído por unas escaleras y he aplastado a Hailee. He encontrado el cuadro de Jack el Tuerto y algo nos ha hecho venir hasta aquí. Y ahora ustedes nos quieren matar con esas espadas oxidadas, que seguramente nos peguen de todo. Muaaaaaaa..." Dije de carrerilla y casi sin respirar.

Era todo muy raro. Estábamos en el sótano y ya casi había dejado de llorar, cuando de repente me encontré dando vueltas, gritando y llorando de nuevo, hasta aterrizar en un sitio muy sucio y rodeado de gente que olía muy mal.

-Rebecca, Rebecca. ¿Esos quiénes son? -pregunté, aferrándome a ella.

No me gustó nada como nos miraban, así que me acerqué con el señor Pebbles.

-El señor Pebbles dice que tienen que lavarse más y que son unos maleducados -le dije, muy enfadada, volviendo después a mi sitio, enfurruñada.

Mientras todos los demás trataban de negociar con esos piratas - aun no podía creer que tuviésemos enfrente a un grupo de desalmado de tal calibre - continué con los brazos en alto, bien visibles... *

Clink!

Tras esa onomatopeya susurrada a mi mismo que venía a decir que una brillante idea había acudido a mi mente me dispuse a elaborar una manera de hacerla llegar a los piratas... ese debía de ser mi momento... 

Cerré momentaneamente los ojos... necesitaba un segundo de tranquilidad para ubicar todo lo que necesitaba en los mil y un bolsillos...

Las palabras de Hailee despertaron la risa en todos los piratas, que dejaron ver sus dientes putrefactos con demasiada facilidad. Acto seguido, escucharon las palabras de Alex, y el pirata que parecía el líder, se acercó a él para observarle más de cerca, compartiendo su ropa sin lavar desde hacía varios años y su cabello lleno de grasa.

-Está bien, supongo que estáis diciendo la verdad, aunque eso no significa que no vayamos a mataros. 

El pirata se giró hacia los demás.

-Encerradlos abajo. El capitán decidirá qué hacemos con ellos.

Los piratas se acercaron entonces a vosotros, os agarraron entre todos y os llevaron a empujones a la cubierta inferior.

-Yo quería degollarlos -dijo uno de ellos.

-Y yo ahorcarlos, pero no desesperes. Estoy seguro de que el capitán al final nos los dará a nosotros para que hagamos lo que queramos.

Empujados como si fueseis ganado, os llevaron a rastras y os empujaron dentro de un húmedo y sucio calabozo, a donde os lanzaron sin contemplaciones, entre risas y malos olores. Paul no tuvo tiempo de hacer nada, rodeado por los demás, comprimido por sus amigos y vigilado con piratas sucios y malolientes que llevaban sables más grandes que él mismo.

La celda era un asco, estaba oscura y se notaba la humedad por todas partes. Además tampoco es que oliera precisamente a rosas. Era como si una piara de cerdos hubieran estado viviendo allí dentro. En verdad era uno de los lugares menos higiénicos que habíais conocido. Había muy poca luz y en las paredes distinguisteis trozos de uñas rotas, sangre... y algunas sustancias más que era mejor no intentar identificar.

Pero sobre todo lo que impresionaba era el esqueleto que había colgado de las paredes.

Nuestros intentos por convencer a los piratas surtieron efecto... en parte, pues tampoco permitieron que nos marcháramos. Incluso diría que esta opción era peor por lo que suponía convertirnos en prisioneros y esperar el veredicto del auténtico capitán.

—Puagh, qué mal huele —tuve que contener las ganas de vomitar como buenamente pude al entrar en la celda, cubriéndome con una manga la nariz. Sin embargo, solté varias arcadas—. Chicos, tenemos que salir de aquí. ¡He leído suficientes novelas de esta temática y casi nunca salen con vida a quienes encierran en los calabozos! Al contrario... la mayoría se convierten en pasto para los peces... —terminé susurrando, alicaído. 

Hasta entonces no me había percatado de los huesos que decoraban una de las paredes, pero cuando vislumbré el cadáver encadenado la vista se me nubló. Me giré de súbito hacia la puerta, ya con los nervios a flor de piel, y grité con todas mis fuerzas, liberando parte de la tensión que llevaba acumulada (no dejaba de ser un chico de trece años que estaba viviendo una situación demasiado increíble para su edad).

—¡Papá! ¡Mamá! ¡Sacadme de aquí!  

¡Auch!

Apenas llevábamos cinco minutos dentro del museo y mis posaderas ya llevaban dos golpetazos. Esos "piratas" nos arrojaron dentro de la estancia con poco miramiento... es decir... ningún miramiento. Les daba igual que fuésemos niños/jovencitos apenas destetados, lo cual no podía traer nada bueno.

Vi como Rebecca seguía tomándoselo un poco a broma... ¿en serio? No podía ser una atracción, eso estaba claro, las heridas que hemos sufrido son reales... no se expondrían como decía a una demanda...

Esto era real... por muy extraño o increíble que pareciese... y nosotros estábamos en medio de todo ello... otra vez...

¿Habéis leído algo soble esto? ¿tenía socios... mmm... Willy el Tuelto? - me mantuve hablando en susurros, lo suficiente como para que me escucharan mis amigos... lo cierto es que daba un poco de miedo estar ahí dentro...

¿Quién pensáis que puede seg el capitán? Mmmm... ¡¡Uau!! - exclamé - ¿cleéis que el pgofesog Agmitage está también aquí dentlo? Eso explicalía lo de su extlaña desapalición ¿no? Y eso lleva a otla plegunta... ¿Kingston? ¿De vegdad estaban guestaugando el cuadgo? Yo lo vi muy bien... en demasiado buen estado... ¿de veldad necesitaba una guestaugaión? No lo cgeo...

Debemos estal plepalados pala todo...

Y acto seguido me puse a mirar, pese a lo nauseabundo del lugar, cualquier cosa que pudiera servirnos como arma defensiva...

Saqué los alicates pequeños que llevaba encima y traté de cortar parte de la cadena que sujetaba los pies del esqueleto... quizás pudiera usar el fémur como maza...

Al final, muy al final, Rebecca tenía que admitir para sí misma que esto no tenía pinta de un espectáculo interactivo. Pero si no lo era, ¿qué diablos sucedía? Se le estaba pegando las formas de hablar de esta gentuza- No se quienes son, Hailee. Pobres vagabundos sucios y feos. Tú tranqui.

Álex les soltó un rollo, ella lo mismo, y Bernie desembuchó un patético relato que recordaba a la manera de conversar de su padre. Y luego este nauseabundo lugar, frío, tétrico, con un cadáver nauseabundo.

-No mires, enana. -Le tapó los ojos a su hermana y ella misma se puso un pañuelo en la boca. -¡Me voy a morir del asco! ¡AHhhhh! ¡Una rataaaa!

Billy se puso a llamar a sus padres, en un ataque de nervios, y ella también perdió el control, a la vez que Paul no se le entendía nada con esa maldita forma de hablar. Becca sucumbió al estrés entonces.

-¡Bobobot, a ver si te llevan a un logopeda y te arreglan la boca, que no puedes seguir así! ¡Joder!

Estaba cabreada, frustrada, asustada, y lo pagó con sus amigos y después se puso a patear frenética con los patines al esqueleto, rabiosa, fuera de control. Era eso o ponerse a llorar y gritar como una patética niñita. Eso nunca. 

De momento no nos iban a matar, ni a pasar por la quilla, ni a cortarnos la lengua. Pero estábamos encerrados en una asquerosa celda, llena de bichos, maloliente y con un esqueleto en una pared. ¿Qué demonios pasaba? Me saqué una chocolatina del bolsillo de la chaqueta y noté que se había pegado al forro de dentro. Lo que restaba me lo comí, chupándome los dedos después. Mis amigos estaban muy nerviosos, como yo, y no sabíamos qué iba a ser de nosotros.

-"Todavía no me puedo creer que todo esto sea de verdad. Paul, pellízcame el brazo, pero no muy fuerte. Por un lado es flipante, pero por otro estoy cagadito de miedo. ¿Qué pensáis que harán con nosotros? ¿Terminarán cortándonos la lengua? Debemos de pensar en algo para escapar de aquí, antes de que venga el capitán y decida tirarnos por la borda."

Aunque habíamos conseguido salvar la vida, de momento, la situación únicamente había mejorado minímamente; habíamos  cambiado una muerte segura por una prisión acompañados de un esqueleto...

- Rebecca intenta tranquilarte - le digo con delicadeza dándole un pequeño abrazo después de que se meta con la dicción de Paul - bastante tiene ya el pobre con hablar así... - añado susurrándole al oído de forma que este no nos oiga.

Observo con atención a mi alrededor intentando encontrar algo útil. Me acerco hacia el esqueleto y reviso sus ropas por si nuestros captores hubieran dejado algo de utilidad allí. Paul se pone a trastear con unas alicates sobre la cadena que aún sujeta los restos.

- ¿Qué mas tienes ahí? - le pregunto señalando sus múltiples bolsillos - tal vez se nos ocurra algo a todos juntos.

En este momento me viene a la mente la fiesta de Courtney en la que debería estar en ese preciso momento. Que le den... eso ya no importa...

-Dudo mucho que eso vaya a servirte de algo, jovencito -dijo una voz que salió de las penumbras, refiriéndose a lo que estaba intentando hacer Paul de cortar la cadena. La celda era bastante más grande de lo que parecía y había una parte de ella que estaba en las sombras. Cuando por fin le visteis la cara, todos ahogasteis un grito.

Era el profesor Armitage.

-Yo llevo aquí más tiempo que vosotros y puedo aseguraros que no hay forma de romper esas cadenas, ni de abrir la puerta, a no ser que lo hagan ellos, claro.

El profesor tenía un aspecto algo demacrado y sucio, pero en líneas generales, no estaba demasiado mal.

-En cuanto a lo de tirarnos por la borda... yo no lo descartaría, jovencito, aunque espero que mi presencia logre tranquilizarlos un poco.

Armitage caminó hasta situarse en el centro de la celda, apartando una rata con el pie y sonriéndole a la pequeña Hailee.

-No te preocupes, pequeña. Esto es como un parque de atracciones y no te ocurrirá nada, ya lo verás.

Después, se giró hacia vosotros.

-Supongo que habréis entrado por el cuadro del Inferno, al igual que yo, ¿pero cómo lo habéis hecho?