Partida Rol por web

El túnel resultó no ser demasiado largo y tener pendiente, con lo que en muy poco tiempo, todos se encontraron fuera de él, cayendo de nuevo al agua, solo que esta vez, no era un lago.

Estaban en el mar.

Las olas sonaban a su alrededor y al mirar, vieron que se encontraban junto a un acantilado. El rugido del agua era ensordecedor y el mar los empujaba arriba y abajo constantemente, amenazando con hacer que se estrellasen contra las rocas.

Al mirar arriba, todos visteis en dónde os encontrabais. El faro estaba justo encima de vosotros.

En un abrir y cerrar de ojos, quizá en un poco más, estábamos en la superficie. Empecé a bracear, chapoteando, para observar mejor dónde nos encontrábamos. Si estábamos en mitad del mar los problemas se habrían trasladado de lugar, pues no aguantaríamos el fuerte oleaje mucho tiempo sin estamparnos contra alguna roca. Con esfuerzo, pues el agua me cubría casi por completo, clavé mis ojos en la estructura que se erigía imponente y majestuosa en frente de nosotros. Era una figura muy familiar; de hecho, era el faro que habíamos presenciado en el cuadro del museo. ¿Cómo era eso posible? 

—¡Al faro! ¡Tenem... —me hundí un poco y tuve que volver a aupar la cabeza—, tenemos que llegar allí! —instigué a mis amigos, comenzando a nadar en aquella dirección. "Si la persona que creímos ver en el cuadro era el pirata al que atacó el pájaro en el museo, tal vez podamos regresar de nuevo a casa..." —reflexioné, nadando con todas mis fuerzas, empleando brazos y piernas para ello.

Otra vez al agua. Se dejó llevar, no estarían todos sus amigos equivocados, ¿no? ¿O sí? ¿O no? O a saber. -No te despegues de mí, Hailee.- la sujetó bien fuerte a su costado y cuando llegó el momento, no dudó.

-¡Uaaaáaaaaaaaáaa!!!

Se hundieron, choff...en el mar abierto.-¡El mar, el mar! ¡Y el faro, el faro! Y no está el Infernoooo! ¡Bieeeeennnmghhhhh glu glu...-

Tragó agua y casi vomita, ay, qué mala se iba a poner. -A mi lado, enana. No sueltes al señor Pebbles.-Comenzó a bracear, casi sin fuerzas, extenuada, al límite, siguiendo a Billy luchando contra el terrible oleaje. Unas gigantescas olas que primero la empujaron hacia las amenazadoras rocas pero que con un supremo esfuerzo se alejó de ellas sin dejar de sujetar a su hermanita.

Cambiamos el agua dulce del lago por el agua salada del mar cuando logramos salir del túnel. El faro... pienso al ver frente a nosotros el faro del cuadro. Cualquiera diría que hace sólo unas horas que estábamos en el museo frente a él y todo lo que ha pasado desde entonces.

No sin esfuerzo consigo sobreponerme al oleaje cuando veo como Rebecca y su hermana tienen problemas para mantenerse a flote, por lo que me dirijo hacia ellas para ayudarlas a llegar a la seguridad de las rocas.

- Tranquila Rebecca... agarraos a mí...

El sonido fue como cuando vuelcas un bol de patatas en la olla de cocido... así fue como pasará a la posteridad el paso que dimos en el ciclo del agua... como patatas.

Pero, más allá de cualquier comparativa, por absurda que sea, la realidad es que donde caímos no fue en una olla calentita... fue en el mar... en un mar, por cierto, embravecido. Si alguna vez han contemplado una fuerte marejada romper contra unos acantilados, sabrán que es una imagen que te empequeñece, te hace sentir insignificante frente a la fuerza de la naturaleza. Y eso, desde la atalaya segura que ofrece la tierra... verse ahora en el mar... era aterrador...

Estábamos perdidos... teníamos que llegar al faro como pudiéramos... que se alzaba imponente a pocos metros de nosotros...

Aprovechando una de las subidas del mar, pude ver como Billy se ponía a salvo... y Alex también... pero... 

Oh no! ¡¡GUEBEEECCAAAAAAA!! - Grité, cuando vi que mi amiga tenía ciertos problemas para alcanzar tierra... Alex sin dudarlo trató de ayudarla...

No podía perder más tiempo... nadé y nadé, con todas mis fuerzas... activé mi chaleco salvavidas casero... una pequeña modificación a uno de esos airbags que llevan ahora los pilotos de motos... y nadé... y nadé... ya casi estaba junto a Becca... le di un pequeño empujón, lo único que le faltaba para cogerse a Alex y todos saltamos a tierra firme...

Uau... ¿estáis bien? ¿Y los demás?

Todos nos metimos al agua y nadamos hasta el túnel que parecía ser la salida de la cueva. Aguanté la respiración y empecé a bucear, esperando que dicho túnel fuera ancho y no muy largo, ya que no aguantaba mucho bajo el agua. Si encima me quedaba atascado, pues apaga y vámonos...

Poco a poco fuimos saliendo, para encontrarnos en el mar. El fuerte oleaje nos empujaba hacia las rocas, que eran afiladas como espadas. Imprimí toda mi fuerza en mantenerme a flote y seguir a los demás, pero poco a poco iba acercándome al acantilado. Rebecca era la que más estaba en problemas, ya que no podía nadar bien al llevar a Hailee.

El profesor fue el último en empezar a nadar hacia las rocas. Vio como la joven Rebecca lo pasaba mal y se acercó para ayudarla o al menos, evitar que Hailee se hundiese.

-Ya voy, tranquila -dijo, viendo como se aproximaba Alex. Aliviado al verlo, siguió a las muchachas de cerca.

La fuerza de las olas era tremenda y a todos les costaba mucho mantenerse a flote y no tragar agua. Pero aun así, lograron llegar a las rocas.

El proferesor aprovechó un breve momento de paz para recuperar el aliento mirar hacia arriba. El acantilado no era muy alto, pero sobre él se erguía el faro, aquel maldito faro que era su vía de escape. Tendrían que llegar a él como fuera.

Pero antes, todos debían conseguir alcanzar las rocas.

-¡Venga, chicos! ¡Ya os queda poco! -les dijo.

El faro estaba sobre vosotros, y la luz giraba 360º iluminando hasta el último punto del horizonte. Un pequeño muro de rocas os separaban del camino principal que llevaba al interior del faro, así que solo teníais que subir por él. El único problema fue que al asomaros, pudisteis daros cuenta de que no estabais solos. Sadie se agarró a las rocas igual que los demás y casi estaba pensando que quizás había debido quedarse en la cueva cuando vio a un par de piratas muy cerca, hablando de espaldas a vosotros.

-¡¡Shhhhhh!! -os dijo, mientras se agachaba.

Un par de piratas parecían estar hablando entre ellos.

-Willy está enfadado de verdad -dijo uno.

-Se ha asomado por el agujero y su hija no estaba, así que imagínate -comentó el otro -. El pobre Smiley ha recibido un tajo en la garganta solo por decírselo.

Los dos piratas se echaron a reír.

Becca estaba tiritando de frío, mucho frío. Aupó a su hermana sobre las rocas y luego ella trepó, sentándose al lado, a cubierto. Se abrazó a Hailee, recostándola a su lado. Le castañeaban los dientes, pero vio con alegría en sus ojos que todos, incluido el profesor y la chica, estaban sanos y salvos. 

-Gra...graaa...cias...-logró articular para los dos mayores, Paul y Álex. 

Estaban siendo unos auténticos héroes. ¿Qué  podía ofrecerles la vida después de semejante aventura? Lo cierto era que, aunque la vida de todos ellos corría peligro a cada instante, ella estaba disfrutando muchísimo. Se sintió extraña, desconcertada ante este pensamiento. ¿Seré masoca? Se preguntó. ¿O es que me gusta vivir al límite?

Miró por encima del borde un segundo con el aviso de Sadie. Se volvió a sentar. ¿Y ahora qué?

-¿Cómo lo hacemos? Hay que montar alguna distracción. Paul, ¿llevas algún trasto de esos guardado que nos pueda ayudar?-susurró con un hilo de voz.

Me abracé al llegar a tierra a las rocas cual lapa, sintiendo auténticos escalofríos en el cuerpo. El agua del mar estaba congelada y tantos contrastes de temperatura en tan poco tiempo me estaban matando. Si lográbamos salir de esta, como mínimo terminaría resfriado. Y eso tirando por lo bajo. Mientras me recuperaba e iba respirando de una manera menos convulsa, agucé el oído, al ver la reacción de Sadie, para enterarme de lo que hablaban los piratas que se hallaban prácticamente encima de nuestras cabezas. "Si Willy nos atrapa será nuestro fin..." —me dije, tragando saliva, con la tensión dibujada en mi rostro.

—Quizá podemos tirar una piedra en otra dirección para que se acerquen a curiosear y así aprovechamos para alcanzar la puerta del faro... —sugerí mirando a mi alrededor en busca de una que tuviera un tamaño idóneo para tal propósito.

Alcancé las rocas y trepé como no lo había hecho nunca.

Es extraño - pensé, mientras trataba de entrar en calor con escaso éxito - ¿qué probabilidad había de que viviéramos una aventura análoga a la de nuestros padres? ¿Acaso habíamos creado alguna especie de bucle en el espacio tiempo? ¿Nuestros hijos tendrían su dosis de locuaventura?

Miré alrededor y vi que todos alcanzamos terreno firme, en más o menos buenas condiciones. Sadie nos mandó callar, había por lo visto dos piratas al otro lado del muro.

¿Qué podemos haceg contla ellos? Emm... pgofesog... ¿clee que puede usted con los dos? - pregunté al profesor Armitage. Y es que, en el fondo, éramos niños, y esos dos seguro que tenían pinta de indeseables, hombres curtidos en mil y una escaramuza y que no les temblaría el pulso en acabar con todos nosotros.

Paul, ¿llevas algún trasto de esos guardado que nos pueda ayudar?

Oí que me preguntaba Rebecca, sacándome de mis ensoñaciones...

Ey, si, clago... espela... - y me puse a rebuscar, mientras algunos tornillos, una bobina de hilo, un sacapuntas, varias canicas, un gorrión disecado y hasta ¡si! Una réplica del Cadillac de los Cazafantasmas.

Un momento... segulo que tengo algo...

Y más y más objetos seguían cayendo al suelo.

Voilé... ¿clees que selvilá? - pregunté mientras cogía entre dos dedos un pequeño muñequito de Mario sobre un kart - si te espelas un segundo - añadí, mientras me afanaba en ponerle una especie de tamagochi para que hiciese más ruido.

Ya... ¿haces los honoles?

Nadamos todos hacia las rocas y conseguimos auparnos no sin dificultad. Hacía frío y estábamos exhaustos, pero aún así, todavía teníamos fuerzas para seguir. Nos encaramamos a las piedras y fuimos escalando, hasta que Sadie nos dijo que nos detuviéramos, ya que había dos piratas enfrente. Nos quedamos todos agazapados, esperando a ver qué se nos ocurría y ponerlo en práctica. El faro se veía en lo alto, estaba tan cerca...

Miró todo lo que Paul se sacaba de sus bolsillos. Jopelines. Parecía Doraemon. Mario Kart y un tamagochi...hmm... canicas...

-Dame las canicas. ¿Tienes un elástico o algo semejante? A lo mejor podríamos improvisar un tirachinas o así. Tengo buena puntería. -propuso, un poquito más animada.

Toma - le dije a Rebecca, pasándole algunas - no tengo elásticos pelo, ¿clees que la goma de la coleta de Haylee selvilía paga agojag una piedla? *