Partida Rol por web

RESUMEN DEL EPISODIO

El museo celebra una importante exposición:

En el museo se exponen algunos de los restos de Willy el Tuerto, como una maqueta de su barco, algunos platos, vasos y muebles del barco... y por supuesto, el propio Willy.

Pero también hay un cuadro que se encontró junto a él, llamado "Un paraje junto al mar".

El director del museo explica que hasta el día antes no vio la luz, así que sois los primeros en verlo. También explica que hay otro que sobre su barco, el " Inferno", pero que actualmente se encuentra en los sótanos, siendo restaurado.

Cuando los chicos pasan por delante del cuadro, "alguien" debe hacer una TIRADA DE PERCEPCIÓN para ser capaz de captar una extraña luminosidad en el cuadro, que les hace quedarse absortos mirándolo... hasta que ven, o les parece ver, como una silueta de alguien caminando por el interior. Los que lo vean tendrán que hacer una TIRADA DE NERVIOS.

Aunque se lo digan a los demás, nadie se lo creerá...

El director del múseo también explicará que el mayor experto en los tesoros recuperados de Willy el Tuerto es el Profesor Armitage, y que le hubiera gustado mucho que estuviese allí, con ellos, en la inauguración, pero que desapareció misteriosamente una semana antes y nadie ha vuelto a saber nada de él. No retiraron su foto de los anuncios por respeto y por si finalmente, aparecían.

A partir de ahí, poca atención prestarán los pj hasta que termine la visita. Cuando eso ocurre, sus padres deciden ir a comer y os dicen si preferís quedaros por ahí (a lo que accedéis).

RESUMEN DEL EPISODIO (II)

Ya de noche, por lo que los pj regresan al museo... encontrándose las puertas abiertas de par en par y con los goznes arrancados.

Cuando entran y curiosean, llegan hasta el cuadro... bajo el cual hay el cuerpo de un hombre muerto, un pirata. TIRADA DE NERVIOS.

Si los personajes registran el cuerpo lo primero que les llamará la atención es que el cuerpo está empapado, sin embargo esa noche no ha llovido. El cuerpo tiene señas de garrazos y mordiscos, lo que presumiblemente le ha causado la muerte.

En esos momentos, aparece volando un Byakhee (el segundo que sale) y ataca a los jugadores (TIRADA DE NERVIOS), conduciéndolos hacia el sótano, por si acaso ellos no van por sí mismos. TIRADA DE DESTREZA (baja) para evitar los arañazos del ave.

El ave tapona la salida, así que buscan las escaleras y cuando llegan al sótano, se esconden, cerrando la puerta.

Cuando llegan abajo, al sótano, todo está polvoriento y lleno de cuadros y esculturas tapadas. TIRADA DE PERCEPCIÓN para descubrir el cuadro bajo una sábana.

Cuando lo encuentran, ven al barco "Inferno". Si miran fijamente, otra TIRADA DE PERCEPCIÓN, ven a gente moviéndose por la cubierta. TIRADA DE NERVIOS.

Tras un rato mirando, como están todos juntos, el primero que toque el lienzo hace que todos sean transportados directamente al barco.

El museo estaba rodeado de un ambiente que no conocíais. Las luces eran tenues y misteriosas, y por todas partes había objetos y cosas que ver.

Lo primero que os llamó la atención fue una vitrina en la cual estaba expuesto... el mapa que llevó a vuestros padres al tesoro de Willy "el Tuerto".

El mapa parecía estar en perfecto estado, a pesar del tiempo que había pasado. Mikey y el resto de vuestros padres se acercaron a mirarlo de cerca y empezaron a murmurar y a recordar lo que habían hecho.

Para vosotros, era la primera vez que lo veíais, aunque muchas veces os habían hablado de él.

Pero vuestro interés por el mapa fue sustituido rápidamente por la presencia del propio Willy tras otra vitrina:

Además, había una parte de sus tesoros, como cofres llenos de platos de oro, perlas y doblones, e incluso un sable pirata. 

En resumidas cuentas, era todo muy emocionante.

Scott se internó en el museo sin demasiadas expectativas. Había estado en museos en Portland con el colegio y ninguno de ellos había sido nada del otro mundo. Como el decía siempre y de hecho se lo dijo a su profesora la señorita Sterling: "...puede que los museos fueran lo más en el siglo XX, pero ahora con internet ya lo hemos visto todo. Lo mejor es que así perdemos clase de matemáticas...". Eso le llevó una buena reprimenda por parte de su profesora, que había llevado a la clase con toda la buena voluntad del mundo y era así como se lo agradecían.

Sin embargo, cuando entró en aquella sala se sorprendió gratamente. Para empezar, la tenue iluminación que reinaba en toda la sala, provocaba una sensación diferente. Te transportaba a un lugar lejano, a aquellas historia de piratas y tesoros que a todo niño le contaron alguna vez durante su infancia. Lo cierto era que el ambiente estaba muy bien conseguido y sin haber mirado una sola vitrina hasta el momento, ya había despertado su curiosidad. 

Al ver el mapa del tesoro tan bien conservado, lo cierto es que se quedó boquiabierto. Casi podía imaginar a su padre agarrando aquel pergamino y flipando ante las posibilidades que aquello le otorgaba. El sueño de muchos niños era el de encontrar un tesoro y si era pirata mucho mejor. ¿Quién no había soñado alguna vez con ello? Podía ser por el misterio, la sed de buscar una pista tras otra o el propio misticismo que emanaba de aquel hecho, no lo sabía. Pero fuera como fuera, en aquel momento sintió envidia de su padre y sus amigos.

- Mira... - Dijo señalando entonces el cadáver de Willy. 

Si bien esperaba encontrar el mapa entre los objetos expuestos en el museo, nunca imaginó que hubieran llevado hasta allí al propio pirata. ¿Era legal eso? ¡Estaba muerto! ¡Era un muerto! No se lo podía creer de ninguna de las maneras, pero allí estaba. Por otra parte, aunque aquella visión le provocaba respeto y cierto temor, también hizo brotar de su interior gran curiosidad. Tanta que no podía dejar de mirar a aquel pirata.

- ¿Es de verdad? - Lanzó la pregunta al aire sin quitarle ojo a Willy. - Imaginaos... éste hombre estuvo vivo. Era un pirata. ¡Todo lo que tuvo que vivir! ¡Es como si su vida fuera un videojuego! Increíble...

Pasada la excitación del momento al entrar en el museo, me centré en cada detalle. Las vitrinas que cubrían pequeños objetos como una pequeña daga engalanada de rubíes o un sable carcomido por el tiempo, comida por la herrumbre, pero que conservaba su forma original eran cosas que me dejaban boquiabierto-Lex! ¿Has visto cuántas joyas? Me recuerda a las que decía el tío en su bolsa de canicas!- dije con una amplia sonrisa señalando con el dedo. El sonido del mar de fondo resonaba por las paredes, desde luego no se habían dejado detalle alguno y aquello ayudaba a meterse de lleno en la exposición. Seguí caminando unos pasos más alucinando con cada pieza. El mapa era simplemente maravilloso, con sus correas de cuero aún atadas-¡Menuda pasada!-exclamé grabando cada detalle en mi cabeza, avancé un poco más llegando hasta la pieza central de la exposición, el mismísimo Willy el Tuerto.

-¡La leche, que pasada. Es él, es Willy!- acerqué mi cara al cristal hasta casi rozarlo con la nariz y comencé a inspeccionar con la vista aquel cuerpo momificado. El parche deshilachado por el tiempo y la humedad permanecía en su lugar ocultando la cuenca ocular vacía del gran pirata. Miré a Lex que estaba a mi lado y nuestros otros hablaron por sí solos-Es una pasada, está con todos los detalles...- comenté bajando la voz como si el propio pirata pudiese oirme-y mira el tesoro ¡Cuántas joyas!-el enorme cofre descansaba cerca del pirata estratégicamente colocado para impresionar al primer vistazo. Un gran número de joyas, collares de perlas y doblones de oro se veían sobre el cofre y a los pies de el. Obviamente yo no era inocente y no iban a dejar allí todo aquel tesoro, seguramente serían reproducciones, al menos en su mayoría.

La cara de Lex era un poema, risueña y excitada asimilando tanta información como podía lo que me hizo sonreír, mi primita estaba tan loca como yo, o más. Miré al resto del grupo, Scott también flipaba con la exhibición.

Cita:

-¡Ya te digo tío, es como el pirata LeChuck!-bromeé haciendo referencia al Monkey Island. Seguí observando las reacciones de los demás pero me paré en Sarah, estaba sería y apartada del resto como si no estuviese cómoda, así que fuí hasta ella-¿Sarah? Oye ¿Estás bien? Te veo sería ¿Pasa algo?-le pregunté ligeramente preocupado, supuestamente era un día de emoción y diversión y ella precisamente no estaba ni emocionada ni se lo estaba pasando bien.

¡¡Ooooohhh!!

Fue lo primero que dije nada más entrar. Estaba tooooodo lleno de cosas piratas. Era... increíble. Me acerqué corriendo como una tonta a la primera vitrina que había y coloqué mis manos sobre ella, como si pudiera coger aquel mapa, tocarlo con mis dedos y mirarlo. Mi padre nunca me transmitió lo emocionante que tuvo que ser mirar aquel mapa y seguirlo en busca de un tesoro. Solo me hablaba de sus magníficos inventos, y como les salvaron la vida un montón de veces.

-Papá, este es el mapa, ¿verdad? -le pregunté. Él asintió, satisfecho.

¡Guaauuuu! -exclamé de nuevo.

Pero más fascinante que el mapa era... Willy. El propio Willy allí, mirándonos con su único ojo, mostrándonos su parche y también los tesoros que tan inútilmente había intentado ocultar. Bueno, lo habría conseguido, de no haber sido por los Goonies.

A mi lado, Patrick y Scott parecían sentirse igual que yo, pero solo hablaban de sus videojuegos.

-Esto es mejor que un videojuego -les dije -. Esto es... ¡¡real total!!

La exposición era sencillamente espectacular. Lejos de tratarse del típico aburrido museo, estaba decorado con luces que le daban un aura de lo más misteriosa, y lo más importante de todo, ¡se trataba de una exposición dedicada a un pirata! ¡Eso siempre tenía que molar!

Entre los objetos que se encontraban expuestos en las vitrinas se hallaba el mapa del tesoro de Willy el Tuerto, que fue encontrado por el padre de Lex en el desván de su casa cuando Mikey Walsh tenía unos catorce años. En un primer momento, sus amigos no habían estado muy seguros de la veracidad de la historia que había contado Mikey y, si lo que mi padre me había contado era cierto, él había sido el primero en creer las palabras de Mikey.

También había cofres llenos de objetos de oros, entre ellos numerosos doblones y un sable pirata, aunque lo más impresionante de todo era ver que el esqueleto del mismísimo Willy el Tuerto se hallaba también allí, expuesto tras una vitrina de cristal.

-¡Jo, ez una láztima que ezté detráz de un criztal! -exclamé, mientras tomaba el móvil para echarle una foto al esqueleto-. ¡Me hubiera encantado poder echarme una foto con Willy el Tuerto! Ezto ez auténtica Hiztoria viva. No todoz loz puebloz pueden prezumir de tener en zu muzeo a un auténtico pirata.

Pero más adelante, aún había mucho más. Habían conseguido recuperar el famoso "piano" que Andy tocó para escapar de los Fratelli y dirigirse hacia el barco de Willy. Su aspecto era ciertamente impresionante... y también terrible, porque cada uno de sus huesos procedía de sus propios hombres, y habría tardado varios años en montarlo.

Y por supuesto, allí estaba un madero de su barco... y una maqueta del mismo, esperando a que todos imaginaran cómo sería navegar en él.

Lex se encontraba en una especie de trance, avanzaba mecánicamente, la mirada barriendo todo su entorno. Posándose en cada rincón, atenta a casa sonido y sensación. Cruzar el umbral de la entrada había sido como trasladarse a otro mundo. Como bajar por la chimenea del restaurante del faro.

Al llegar frente al mapa se hizo un hueco entre los mayores para verlo mejor, podía escuchar las palabras de su padre.

“Entonces llamé a Gordi para que sujetara el marco que contenía el mapa. Solo hicieron falta cinco segundos para que el cristal se destrozara contra el suelo”

Y allí estaba, ante ella. El mapa del tesoro. Fechado en mil seiscientos treinta y dos. Tal y como se lo había imaginado, dibujando la costa de Astoria. Aún mejor, era real, era el autentico mapa. Los grabados y las palabras de advertencia.

“El rufián que intente descifrar el contenido de este mapa pagara su osadía con la más terrible de las muertes”

Lex tomo aire al escuchar como el propio bocazas, el padre de Scott, repetía las palabras en voz alta según sus ojos recorría el mapa, soltándolo en un trémulo suspiro de emoción contenida. Por los altavoces la voz de su padre capto tu interés. La voz de Mikey relataba la historia de como Willie había puesto rumbo a occidente perseguido por la armada de su majestad, como habían entrado en batalla contra el Infierno y había terminado encerrado en la cueva. Aquello la hizo erguirse y vislumbrar algo que la dejo sin aliento tras la vitrina del mapa.

-Willie – expiró con un hilo de voz según el cuerpo del pirata captaba su atención al tiempo que la voz emocionaba de Patrick le llegaba como un eco a pesar de tenerlo justo al lado

El grupo se precipito rodeando la vitrina en la que reposaba el cuerpo momificado y en casi perfecto estado de Willie el tuerto. Ella no fue menos, sus ojos abiertos fijos en el rostro cadavérico del pirata, con aquella siniestra sonrisa. Patrick sabía que era casi imposible dejar a su prima sin palabras pero aquello lo había conseguido. ¡Y de que manera!

No pudo evitar poner la palma de la mano extendida sobre el frió cristal de la vidriera.

-Hola Willie!...- saludó en voz baja, parpadeando un par de veces tratando de salir de su asombro – Soy Alexandra, Alexandra Walsh – se presento como si realmente pudiera escucharla mientras sus vista se volvía vidriosa

Tubo que parpadear un par de veces, rápidamente para espantar las lagrimas, cuando sitio el peso de una mano sobre su hombro. Tras limpiarse con el dorso de la mano, miró hacia arriba encontrando el rostro sonriente de su padre, que a su vez también saludo a Willie. Lex abrazo a su padre, que le devolvió el gesto con cariño. Antes de enviarla con los demás.

Pasado el momento emotivo, recupero la expresión risueña y excitada, reuniéndose con su primo que hablaba con Sarah frente al piano de hueso.

-¡Que pasada! - exclamó viendo el detalle del instrumento - ¿puedes tocarlo como hizo tu madre, Sarah?...sería increíble poder escucharlo

Y como si sus palabras se hicieran realidad, o más bien la magnifica ambientación que habían logrado en la exposición pudieron escuchar el sonido de las terroríficas notas sonar a través de los altavoces a los lados del mismo.

-¡Wooaaaa! - añadió impresionada antes de seguir para detenerse ante la maqueta – estoy segura que el Infierno es mucho más impresionante ¿os imagináis si terminan de restaurarlo y pudiera navegar de nuevo?...me encantaría llevarlo a mar abierto -fantaseó siguiendo las lineas de la maqueta imaginando como sería caminar por la cubierta del barco pirata más famoso su tiempo

Mientras estaba con Sarah preguntándola miré sobre su hombro como Lex apoyaba su mano sobre el cristal mirando a Willy, la exposición estaba superando con creces todas nuestras espectativas, realmente lo estaba pasando como un enano, emocionado y excitado al ver en persona todo aquello que nos habían relatado nuestros padres tantas y tantas veces, una cosa era imaginárte, pero verlo ante mis ojos era algo muy dificil de describir.

Cuando vino Lex hacia nosotros nos acercamos al tétrico piano. Una mezcla de huesos y ramas de bambú converridas en instrumentos de aire conformaban un órgano fantasmagóricos como poco, en vez de teclas había dedos y las falanges amarillentas me horripilabam a la ver que me fascinaban ¿cómo sonaría? el tío Mike contaba que había sido una de las peores pruebas y que casi mueren en aquel acertijo musical cayendo a un pozo oscuro si fallaban una nota más-¿Uoohhh has visto? ¡es impresinante!-miré a Lex con ojos brillantes que se convirtieron en platos cuando oyó lo que decía.

Cita:

-¡Si, eso sería genial Sarah!-exclamé ¿nos dejarían entrar ahí y que Sarah lo tocase? Nuestros padres habían financiado aquel museo, seguro que tenían acceso a todo lo que allí dentro se encontraba expuesto-¿Te imaginas Lex? Seguro que da un montón de grima escuchar eso, pero tiene que ser una pasada-contesté mirando con todo detalle aquel instrumento con aspecto diabólico.

Avencé pegado a Lex, esperando a que Sarah nos siguiese, topándonos con una maqueta extremadamente detallada del barco pirata, era fabulosa, habían puesto hasta pequeños muñecos representando a los típicos piratas, con un pañuelo de rayas en la cabeza, con sus ropas desgastadas y su capitán al lado del timón observando un oceano invisible, con los pequeños brazos en jarra ofreciendo una pose de seguridad y decisión. Aparté a duras penas la mirada de la maqueta para prestar atención a mi prima.

Cita:

-Pfff, daría cualquier cosa por estar a bordo de ese barco Lex ¿y te imaginas un ataque a un barco mercante? ¡a cañonazo limpio, dejándolo indefenso para luego realizar un abordaje y quedarse con el botín!-una cantidad ingente de ideas e historias comenzaban a florecer en mi cabeza, cantidad de aventuras a bordo de aquel barco pirata no exentas de sangre y muerte, pero llenas de acción-¡Sería una verdadera pasada!-dije emocionado mientras volvía a mirar el barco en miniatura.

Solamente el entrar allí dentro era casi como de otro mundo.

Olia a piratas por todos lados. Eso era bueno y malo a la vez. Bueno porque era emocionante imaginarse como un pirata. Malo porque olía a viejo. Afortunadamente los bueno compensaba lo del olor. 

Mi madre estaba entusiasmada con aquello. Era raro verla allí rodeada de sus antiguos amigos. Me fijé en cada uno de ellos, a cada cual mas distinto, y mi vista volvió a mi madre. ¿En serio eras una Goonie? Costaba creerlo. A lo mejor desde aquel encuentro cambió su forma de ver las cosas y empezó a sentirse mas afín con el mundo extraño...o lo desconocido. Quizá fuera desde aquel entonces que mi madre necesitaba sus dosis de emoción visitando tribus y haciendo documentales que no veía ni Peter.

Los chicos se arremolinaron frente a las vitrinas comentando sus cosas. El mapa, el barco, hasta...Willi el tuerto. Un pirata de verdad! No como ese pordiosero de Johnny Deep. Uno de verdad!

Vi como Alex parecía emocionarse con el viejo pirata. Me puse a su lado y la pase un brazo por encima de los hombros. Junte mi cara a su cabeza y dije -Hola, Alexandra- fingiendo la voz del pirata Willi, como si le hablara.- Soy Tuerto, Willy el tuerto. que tal si me rascas la nariz? Llevo mucho tiempo aquí sentado sin poder moverme- Después la solté y me puse a reir por la broma.

La visita siguió mirando cada cosa, como el órgano de huesos que toco la madre de Sarah. Los chicos la animaron a tocarlo. O por lo menos a imaginarse el poder tocarlo. Seguro que si lo intentábamos nos echarían de allí. Pero molaría mil que de pronto, Sarah tocara November Rain de Guns n Roses en ese Organo.

- Ummm.- Opiné simplemente imaginándome sobre la cubierta del barco, o en la cofia mirando el Horizonte para descubrir tierra o algún barco español repleto de oro robado a los pobres contribuyentes. -Imaginaos.- Me puse como en guardia mientras acaba de mi chaqueta un lápiz, a modo de espada y me enfrentaba a Caleb, haciendo un par de pasos de esgrima inventados.- Lucha, malandrin, por tu Honor! Jajaj-

Avancé tímidamente rodeada de los demás, cabizbaja porque parecía que me estaban dejando de lado, aunque al ver el interior del museo, mis emociones cambiaron completamente. Aquello era como estar en un mundo distinto, el mundo de los piratas y de Willy "el Tuerto". Los tesoros, el mapa, incluso el propio Willy... todo era... genial.

¿Sarah? Oye ¿Estás bien? Te veo sería ¿Pasa algo? -me preguntó de pronto Patrick Walsh, que ni me había dado cuenta de que estaba a mi lado.

-¿Eh? No, no. Estoy... bien, gracias -le respondí, sonriéndole ligeramente, agradecida de que se hubiese preocupado por mí -. ¿No es increíble todo esto?

Pero lo más increíble estaba por llegar. 

Junto a una pequeña maqueta del "Inferno", con todos sus detalles, estaba en barroco piano hecho de huesos humanos que mi madre había tenido que tocar.

 -¡Que pasada!  ¿puedes tocarlo como hizo tu madre, Sarah?...sería increíble poder escucharlo

-¡Si, eso sería genial Sarah! ¿Te imaginas Lex? Seguro que da un montón de grima escuchar eso, pero tiene que ser una pasada

Lex y Patrick me hicieron sonreír por primera vez. Sí, claro que sería una pasada. Estaría ge-nial.

-Mi madre me dio clases de piano y siempre que podía me contaba la historia. Sería una pasada poder tocarlo -les dije, recuperando el ánimo. Gracias a ellos, me estaba sintiendo por primera vez contenta de haber venido. 

Me alegra que les esté gustando. ¡Bienvenidos a la exposición sobre nuestro pirata más famoso: Willy "El Tuerto" -dijo una voz, que precedió a la aparición de un hombre en mitad de la sala.

-Soy el Dr. George Kingston, director del museo. Gracias por estar aquí, en nuestro humilde museo.

Vuestros padres saludaron al doctor y claramente mostraron su entusiasmo por todo lo que estaban viendo, incluyendo el piano y al propio Willy. Decían que era como sentirse de nuevo en aquellos túneles.

Supongo que ese es el mejor cumplido que podrían darme, señor Walsh, señora Turner. Me hubiera gustado que el profesor Armitage estuviese aquí para recibirles y hablarles más sobre todo esto. Por desgracia, hace una semana que no logramos dar con él. Hemos mantenido su nombre y su foto por si finalmente aparecía, pero la verdad es que estamos muy preocupados.

Su rostro se mostró repentinamente apesadumbrado, pero rápidamente, dio una palmada y pareció volver a animarse.

Dicho lo cual, estoy a su entera disposición. ¿Tienen alguna pregunta que hacerme? He de decirles que todavía quedan una cosa o dos que ver.

-¡Oztiá! -exclamé, boquiabierto, al ver el peculiar piano de huesos que la madre de Sarah había tenido que tocar treinta años atrás. De inmediato, tomé mi móvil para echarle una foto. Sin duda, aquel instrumento parecía sacado de una película de terror-. ¡Ez imprezionante, chicoz! ¿Cómo creéiz que lo fabricaron?

En ese momento, Anne se colocaba en guardia y me apuntaba con un lápiz, como si fuera una pirata lista para la batalla, realizando algunos pasos de esgrimas.

-¿Con que ezaz tenemoz? -indiqué, adoptando un tono grave, propio de un malvado de opereta-. ¡Probaráz el acero de mi ezpada! -exclamé, llevándome una mano al bolsillo y sacando mi súper-arma, un barquillo de chocolate.

Sin embargo, la oportuna llegada del doctor Kingston impidió que pudiese derrotar a Anne en combate. Aunque no había problema, dado que aproveché la ocasión para comerme rápidamente el barquillo de chocolate mientras escuchaba hablar al director del museo.

-¡Yo, yo, yo! -exclamé, levantando la mano cuando Kingston nos indicó que podíamos hacerle preguntas-. Zeñó, zeñó, ¿qué hay del barco? ¿Dónde ze encuentra? Ziempre he querido zubir a un barco pirata.

La pregunta del niño Cohen era la que todos querían hacer. No esperaban que el barco se encontrara dentro del museo. Por el tamaño del recinto y sobre todo por el de la puerta, ya había dado por hecho que no estaba allí, pero en algún sitio tenía que estar. Dado que sus padres habían sido quienes lo habían encontrado, si no estaba muy lejos de allí y el señor Kingstone tenía a bien dejarles subir…

- ¡Si, eso sí sería una pasada! – Exclamó.

Probablemente la respuesta sería: “…está en un lugar seguro muy lejos de aquí…” o “…lo estamos restaurando…” o incluso “…lo tenemos aquí, pero no podéis verlo…”, daba igual el porqué. Al fin y al cabo, los que lo estaban custodiando eran adultos y todo lo que sonara realmente divertido no iba con ellos.

La excitación de la posibilidad de subir al barco, por remota que fuera, habían borrado de la mente de Scott las palabras previas a la intervención de Caleb. Tampoco le había prestado demasiada atención al profesor. Además del resto de adolescentes allí presentes, él también estaba flipando con aquel piano. Cuando su padre se lo contó una y mil veces, había dado por hecho que estaba exagerando o directamente mintiendo, pero ahora que sus ojos lo veían, se evidenciaba que su padre al menos en eso había dicho la verdad.

Al ver el piano se quedó boquiabierto durante un buen rato. Todos alucinaban con la idea de hacer sonar aquel viejo instrumento construido con huesos humanos. Incluso alguien dijo algo de tocar una de guns & roses. ¿Alguien de su edad todavía escuchaba aquello? Si para Scott Green Day ya era música clásica… ¿Qué se podía decir de un grupo de los 80?

Pero de todos los datos desordenados que llegaban al cerebro de Scott en aquel momento, barcos pirata, macabros pianos de huesos, tesoros, chicas guapas que le hacían decir payasadas, su padre portándose como alguien normal, videojuegos y bandas de rock, un dato destacaba por encima de todos. El profesor Armitage había desaparecido. Eso era con diferencia lo más interesante de todo.

- Puede que esté encerrado en Insegard… - Le dijo en un susurro a la persona que tenía más cerca, en este caso Emiko. – …o en una prisión sin acceso a ningún tipo de metal.

Pese a la broma que acababa de hacer, estaba realmente interesado en dar con el paradero de aquel hombre al que al menos los dos chicos que más conocía de todos los que estaban allí, respetaban y admiraban. - ¿Dónde podría estar aquel hombre? ¿Y si lo habían raptado los Fratelli? ¡Nah! Ya debían estar muertos… - Elucubró en su mente.

El director escuchó la pregunta de aquel joven que se había abierto paso entre todos, y sonrió. Al menos, siente curiosidad, y eso siempre está bien.

-Bueno, jovencito. En primer lugar, ¿cuál es tu nombre? -le preguntó. Cuando se lo hubo dicho, se puso algo más serio.

-Pues señor Cohen, el barco original es evidente que no está aquí. Necesitaba una restauración de primera mano, algo que nosotros no podíamos hacer. Así que las familias llegaron al acuerdo de cederlo al Smthsonian. Allí esperamos que una vez acaben de dejarlo casi como nuevo, sea mostrado a gente que como vosotros, está tan interesado en la historia y todo lo que tiene que ver con piratas.

El doctor  Kingston se acercó a la maqueta del barco. 

El "Inferno" es un barco magnífico. Sin duda, el orgullo de cualquier pirata y casi con toda seguridad, lo que más apreciaba nuestro Willy "El Tuerto".

Después, se giró de nuevo hacia todos.

-Bien. ¿Alguna pregunta más?

Sonreí ante la payasada de Caleb con Anne como si fuera un duelo a espada-Venga Anne que el lapiz gana al barquillo de sobras-dije divertido, dirigiéndome al director a continuación.

En cuanto preguntó el director levanté la mano como el rayo-Si señor, ¿ha encontrado algún rastro de que haya más tesoros ocultos en otros lugares? alguna isla quizas?-miraba con entusiasmo al hombre adulto-¡Incluso aquí en Goon podía tener más escondites!-miré de reojo a Lex con ganas de que ella participase-Y,..otra cosa, ¿están seguros de que es Willy en Tuerto? osea, a veces los piratas decidían retirarse con un botín enorme dejando a otro hombre al mando o incluso pudo matarlo él mismo para encubrir su jubilación ¿no? ¡en La Princesa Prometida lo hacen! bueno a ver, eso no es nada histórico, pero no descabellado ¿o sí? no sé ¿quizás?-me estaba yendo por las ramas diciendo estupideces-"vamos Patrick no te pongas nervioso hombre"-me repetí para dejar de dedir chorradas-¿hay más exposición? ¿tienen cosas almacenadas que expondrán más adelante? ¡seguro que éste museo lo peta Lex!-dije exaltado mirando a mi prima, queriendo seguir viendo más cosas del pirata y su espléndido barco.

— He escuchado que al menos aún quedan otros diez grandes tesoros de piratas ocultos alrededor del mundo que todavía no se han encontrado. — Intervino Scott. — Lo vi en un vídeo de youtube de Top Misterios. Se que igual no es una fuente muy fiable pero... — Bajó el tono de voz, sin duda aquello le parecería una chorrada a aquel profesor. — ...igual hay algo de verdad.

No le parecía justo que se hubieran llevado al "infierno" lejos de allí. Cierto era  que tendrían que restaurarlo, pero ya hacía mucho que lo habían sacado de los muelles de Goon. Aquel barco pertenecía a Astoria y debía estar expuesto en aquel museo.

No tenía ni idea de donde estaba el Smithsonian, pero parecía que estaba al otro lado del país. De hecho, hasta que el profesor nombró ese lugar, Scott pensaba que el Smithsonian era algo de la serie CSI. Un laboratorio forense o algo así. Tampoco era muy fan de la serie, esa era su madre. 

Desde luego, de lo que estaba seguro era de que hoy no verían el barco de Willy. Eso era una pena. No había tenido muchas esperanzas de poder ver aquella nave con sus propios ojos, menos de subir en ella, pero ahora las dos opciones estaban definitivamente descartadas.

— Señor Kingston... — Llamó la atención del profesor. — ¿Qué cree que le ha pasado al señor Armitage?

El Doctor Kingston sonrió al ver cómo se había despertado la curiosidad en aquellos chavales. Era una de las cosas más fascinantes de su trabajo, estimular a los jóvenes.

— He escuchado que al menos aún quedan otros diez grandes tesoros de piratas ocultos alrededor del mundo que todavía no se han encontrado. 

Estás en lo cierto, joven... -cuando Scott le dijo su nombre, continuó hablando -.  Pero existen muchas posibilidades de que algunos de estos tesoros sean solo leyendas y no tan reales como suponemos. Uno de los más interesantes es el Tesoro de Nuestra Señora de Atocha, un galeón español que se hundió en 1622 cerca de la costa de Florida, como consecuencia de una tormenta, y de la cual apenas se han encontrado una pequeña parte del botín. En cuanto a tu pregunta sobre el profesor Armitage, me temo lo peor. El profesor Armitage ha sido siempre un buscador incansable de la verdad, y sospecho que haya ido demasiado lejos en alguna de sus aventuras.

El rostro de Kingston adoptó un gesto apesadumbrado. Después, se giró hacia Patrick.

-En cuanto a ti, jovencito, me alegra mucho que me hayas hecho esa pregunta. Si nos seguís, os enseñaré una de las adquisiciones más interesantes de nuestro museo.

Kingston comenzó a andar, adentrándose más en el museo.

Era una auténtica pena que el Infierno no estuviera en Astoria. Si tenía en cuenta todo lo que me había contado mi padre, ese barco era espectacular, pero a veces las cosas no terminaban donde deberían estar. Al menos tenía el consuelo de que podría ver alguna vez el Infierno si visitaba aquel prestigioso museo, el Smithsonian.

Las palabras doctor Kingston acerca de la desaparición de Armitage me dejaron pensativo. ¿En qué aventura podría haberse embarcado el anciano antes de desaparecer? ¿Se trataría de la búsqueda de otro tesoro pirata? Puede que Armitage fuera una especie de Indiana Jones moderno.

Tras oír la última indicación del doctor Kingston, decidí, seguirle, adentrándome más en el museo para ver aquella adquisición de la que el director nos había hablado. Mientras lo seguía, disimuladamente saqué otro barquillo de chocolate del bolsillo y decidí darle un par de pequeños mordisquitos.