Partida Rol por web

RESUMEN DEL EPISODIO

Los pj aparecen en la cubierta del barco y están rodeados de piratas por todas partes. Los piratas discuten qué hacer con ellos. Alguien puede hacer una TIRADA DE INTELIGENCIA y marcarse un rollo para intentar que no los maten. En todo caso, el primero de abordo dirá que esperen a que llegue Willy, así que los encierran en una celda con un esqueleto de compañía. TIRADA DE NERVIOS.

En la celda podrán hablar sobre todo, hasta que aparezca Willy en persona. Éste os explica que es lo que sucede. El hombre que descubrieron e identificaron como Willy el tuerto era en realidad uno de sus compañeros, al que le arrancó el ojo y después mató, para que pasara por él y fuese dado por muerto.

Aparte de eso, durante sus viajes, aprendió magia negra y pintó dos cuadros que permiten vivir en un mundo paralelo. Uno de ellos, el barco, es un portal para entrar, y otro, el faro, para salir.

Lo hizo porque sabía que no podría salir de allí y no quería que nadie le robase su tesoro. Obviamente, alguien podrá decir que el tesoro fue recuperado, a lo que él responderá con una risa sardónica, para empezar. Y para seguir, les reconocerá a los jugadores que el verdadero tesoro está allí dentro, con él, escondido, y que nadie se lo quitará jamás, y menos aún esas bestias aladas que viven en aquel mundo. Por eso mandó a un pirata a que saliese, buscase el cuadro de entrada y lo destruyese, de manera que nadie más lo hiciera.

Entonces se pondrá a hablar solo, sobre esas bestias aladas que vivían en ese mundo que él había creado. Estaban por docenas y él y sus piratas no habían conseguido matarlas.

También les preguntará a los jugadores en dónde está el cuadro por el que han entrado, la pintura del inferno.

En ese momento, algún pirata grita y avisa que les están atacando las Byakhee, y Willy se marcha a la cubierta, dejando a los jugadores solos. En esos momentos, pueden discutir entre ellos lo que hacer y cuáles son sus posibilidades, pero lo cierto es que están encerrados y que la puerta no se abre.

O al menos, eso es lo que parece, porque de repente, hace su aparición el Profesor Armitage, que abre la puerta. Puede que alguno lo reconozca de haber visto su foto en el folleto de la inauguración del museo.

Armitage va vestido de pirata, pero es fácilmente reconocible y les dice a los pj que le sigan, que les ayudará a salir de allí. Cuando suben a cubierta, hay una batalla caótica entre una docena de Byakhee y los piratas.

TIRADA DE DESTREZA para evitar a los piratas y otra TIRADA DE DESTREZA para evitar a los Byakhee. Si se falla la primera, un pirata agarra a alguno de los jugadores. Si fallan la segunda, será un ave quien los agarre y se los lleve por los aires.

Finalmente, algunos al menos consiguen salir junto al profesor del barco.

Fue como caer desde lo alto de un edificio... bueno, lo que vosotros pensabais que era algo así, porque cada uno tocó suelo de una forma diferente y encima unos de otros, amontonados como si fueses naranjas.

Pero entre todos los "uy", "ay", "quién me ha caído encima" y todo eso, otras voces fueron haciéndose sitio.

-¿Y estos de dónde han salido?

-Pues del mismo sitio que nosotros, imbécil.

-No puede ser. Nade conoce la entrada.

-A lo mejor mataron a Smiley.

-Smiley era idiota.

Cuando por fin levantasteis la vista... era como estar en una maldita película de Piratas del Caribe... pero sin Johnny Depp.

Al fin uno de ellos se adelantó y os preguntó.

-Bueno, chicos. ¡Hablad... o de lo contrario, empezaremos a cortar lenguas. ¿Cómo habéis llegado aquí? ¿Qué hacéis aquí? ¿Y dónde está Smiley?

Cuando Anne tocó el cuadro, algo extraño pasó, todo a nuestro al rededor comenzó a cambiar y transformarde, empezó a convertirse en una especie de torbellino extraño, aquello no podía estar ocurriendo-¡Pero que mierdaaaa!-mi pregunta acabó siendo una exclamación mezcla de miedo y sorpresa por lo que estaba ocurriendo, no comprendía nada ni tenía de dónde nos llevaba aquel torbellino, pero una cosa era segura, pronto íbamos a descubrirlo.

Lo siguiente, tras aquel momento "centrifugado" sentí caer y acto seguido chocarme contra algo blando, no era el suelo era Caleb-¡Ah! tío perdona- me disculpé y cuando pretendía apartarme Lex cayó encima mío-¡Ay!- exclamé con ella encima. Nos habíamos convertido en un amasijo de cuerpos, brazos y piernas intentando desliarse pero cuando escuché aquellas voces me quedé helado, el olor a salitre, las olas del mar...-¿Qué mierda pasaba?-entonces una voz grave y potente habló.

Cita:

Cuando elevé la mirada lo que vi no me lo podía creer ¿De verdad estaba ocurriendo?¡Estábamos rodeados de piratas! Tragué saliva y miré a aquel hombre, realmente acojonaba, si se tratase de una broma muy trabajada daría muy bien el pego, pero sabía que no era ninguna broma.

-Eh...hola Señor, de repente hemos aparecido aquí, no sabemos cómo..estábamos es un museo, hemos tocado el cuadro del Infierno y de repente hemos aparecido aquí y no sabemos quién es ese tal Smiley..ni dónde está señor...- contesté mirándole asustado. Porque si no colaba nuestra historia, acabaríamos en el fondo del mar siendo pasto de los peces..

Sentía el codo de alguien clavado en las costillas, la rodilla de otro en el pecho y la mano de una chica agarrándole del brazo. Además de todo eso, un enorme peso sobre sus espaldas. Ver veía poco. Tan solo la ropa de colores de sus amigos, así como alguna porción del rostro de sus amigos entre el amasijo de brazos, cuerpos, piernas y otros miembros.

La sensación de aplastamiento le daba cierta ansiedad, sólo contrarrestada porque creía haber tocado una teta y eso dibujaba una sonrisa idiota en su cara. Sólo esperaba que no fuera la de Caleb, que bien podría pasar por la de cualquiera de las chichas. Cuando uno a uno sus amigos se fueron apartando de encima suyo, pudo al fin ponerse en pie y fue entonces y al escuchar la voz ronca de aquel hombre, cuando fue consciente de donde se encontraba.

Aquello superaba todas sus expectativas de lo que podía ser una aventura. Sí, cuando llegaron al museo y vieron las puertas en el suelo, como si se hubiera producido una explosión desde dentro, supo que si quería podía vivir experiencias nuevas muy similares a las que vivieron sus padres veinte o treinta años atrás. Pero acabar a bordo de una nave pirata, con tripulación pirata y en medio del océano. ¡Eso sí que no cabía en su cabeza!

¿Por qué no estaban en Disneyland, verdad? ¡No, cómo podía pensar aquello! Estaban en los mulles de Goon, allí no había parques de atracciones. No todavía, aunque el profesor Kingstone pretendiese que toda aquella área de Astoria se convirtiera en un gran parque de atracciones con temática pirata.

- Creo, señor… - Dijo educadamente Scott. – Qué algo nos condujo hasta aquí sin nosotros quererlo. Un portal dimensional o no se… - Fue lo único que se le ocurrió decir a Scott en ese momento. Parecía que sabían que algo raro estaba pasando. Igual le creían si decía la verdad.

Habíamos caído unos encima de otros. Tendido en el suelo, pude percibir que Patrick había caído encima mía, pero no sólo eso, sino que además sentí la mano de otro de mis compañeros pasando sutilmente por encima de uno de mis abultados pectorales.

-¡Eh, chicoz! ¡Cuidado dónde tocáiz! -exclamé, colocando una mano sobre un redondeado trasero aleatorio para llegar a incorporarme. No sabía si era el de Scott o alguna de las chicas, pero prefería no saberlo-. Perdón...

En ese momento los vi. Eran piratas. Pero no piratas cualquiera. Aquellos no lucían unas ropas limpias como los de esa serie de la tv, Black Sails, que mis padres nunca me habían dejado ver, y por sus vestimentas tampoco es que parecieran ser piratas de la actualidad. ¡Eran piratas como el que habíamos visto tendido en el suelo del museo! ¡Piratas como Willy el Tuerto, de los que surcaban los siete mares siglos atrás, buscando tesoros y abordando barcos!

Al escucharlos, oí cómo se preguntaban cómo era posible que hubiéramos aparecido en el barco y mencionaban a un tal Smiley, sugiriendo que nosotros lo habríamos matado. Pero, ¿quién era Smiley?

-¡Ezto ez alucinante, chicoz! -exclamé, con una gran emoción reflejada en los ojos. Me acerqué a los piratas, saludándolos con un gesto de mano-. ¡Hola! ¡Zoy Caleb y eztoz zon miz amigoz! Eztábamoz en un muzeo de Aztoria. Noz acercamoz a un cuadro y hemoz aparecido aquí como por arte de magia. No zé zi uztedez noz podrán ayudar. ¿Zoiz la tripulación del Inferno? ¿La tripulación de Willy el Tuerto?

El batacazo cuando aterrizamos, unos encima de otros, fue grande y, a pesar de estar acostumbrada a caerme cada dos por tres eso no evitó que me doliera, aunque pudiera ser que lo que más me había dolido había sido el codo de alguien clavándose en mis costillas así como la patada que recibí en la espinilla. Seguro que yo también le había arreado, sin querer por supuesto, a alguien.

—¡Ay! —exclamé mientras apartaba brazos y piernas para poder ver algo de lo que sucedía alrededor—. Menuda caída más tonta... ¿Dónde narices est...? —Callé de golpe al escuchar varias voces desconocidas, claramente de adultos, pero en especial una ronca que hablaba de cortarnos la lengua o algo parecido.

Cuando tuve oportunidad miré a mi alrededor y, con los ojos abiertos como platos, no pude evitar sorprenderme al ver a aquellos tipos vestidos de piratas... pero de piratas de verdad, sucios, con los dientes carcomidos y con muy malas pulgas. De hecho parecía que estábamos a bordo de algún barco en alta mar.

—Si nos cortan la lengua ¿cómo pretenden que hablemos? —pregunté en voz baja para que aquellos hombres no me pudieran escuchar y así evitar que se enfadaran. Pero era una pregunta que, desde mi punto de vista, era de lo más sensata.

De todas formas eso no era lo importante. Lo importante era saber cómo habíamos acabado allí y, sobre todo, cómo íbamos a volver, seguro que mi madre se ponía histérica cuando viera que no aparecía para la cena.

—¿Smiley? —volví a lanzar otra pregunta sorprendida—. Smiley no será el pirata del otro lado ¿no? El que hemos visto mue... —me di cuenta, quizás un poco tarde, que pronunciar la palabra muerto no iba a ser buena idea porque igual nos echaban la culpa a nosotros y todo. Lo mejor que podía hacer, por el momento, era mantener la boca cerrada y ver qué ocurría a continuación.

Emiko se agarró a lo primero que pilló en cuanto todo comenzó a dar vueltas y más vueltas, y cerró y apretó los ojos tanto como pudo... hasta que tocó algo duro.

-¡Ay! -protestó.

Cuando abrió los ojos... era como si se hubiese despertado en una pesadilla.

-Pero qué...

Había un montón de piratas por todas partes, mirándonos como si fuésemos una cena deliciosa (¿los piratas serían caníbales?), y no dejaban de hablar entre ellos y nombrar a uno que se llamaba "¿Sonrisas?"

Smiley no será el pirata del otro lado ¿no? El que hemos visto mue... 

Corrí a colocar mi mano en la boca de Sarah, antes incluso de conseguir ponerse en pie, con lo que Emiko se cayó encima de alguien... que no era otra que Lex.

-¡Calla! ¡Uy, perdón! ¿Quién eres tú?

Aquello había dolido en muchos sentidos. Se había sentido como en una montaña rusa con un montón de loops y una vertiginosa caída libre al final. Tratando de mantenerse abrazada al cuerpo de Anne finalmente había terminado por perderla, juntos antes de caer de espaldas sobre el cuerpo de alguien haciendo que perdiera la respiración, encogiéndose sobre sí misma y cayendo hacía un lado. Enredándose en el mar de cuerpos, brazos y piernas que no dejaban de moverse tratando de zafarse como buena mente podían. Tratando de ponerse en pie sintió como alguien le tocaba la pierna, justo cuando escucho la áspera voz que resulto provenir de un pirata.

Ya era el colmo, estaban en un barco frente a piratas que amenazaban con cortarles la lengua si no hablaban y solo podía penar en esconderse. Sin duda no era su día, en sus historias siempre tenía las palabras adecuadas para contestar a los enemigos de los héroes pero estaba claro que ella no era una heroína, empezaba a pensar que no era digna de ser una Goonie. Mientras los mayores, e incluso Caleb y Scott, daban la cara y trataban de salir del apuro ella a gatas en el suelo, solo pudo retroceder tratando de no ser vista, con tan buena suerte que Emiko cayó encima de ella.

-¡ay! – fue el único sonido que emitió cubriéndose la cabeza con las manos por el golpe

El que parecía ser el jefe se acercó a vosotros, entrecerrando los ojos y mirando de muy mala manera.

-Así que Smiley está muerto... ¿LO HABÉIS MATADO VOSOTROS, ¿NIÑOS REPUGNANTES? ¡RESPONDEDANTS DE QUE OS DEGOLLEMOS! -os dijo, sacando su sable y amenazandoos con él.

El que parecía tratarse del líder de los piratas nos dirigió una mirada que estuvo a punto de helarme la sangre. Aquellos no eran piratas compasivos y no parecía que fuéramos a vivir una aventura junto a ellos. Tendríamos suerte si lográbamos salir intactos de aquella situación.

-¡Lo zentimoz mucho, zeñó! -exclamé, muy asustado, levantando las manos en señal de rendición-. ¡Nozotroz zolo noz acercamoz al cuadro, no hemoz hecho nada malo! ¡No zabemoz quién ez Ezmiley ni tampoco lo hemoz matado! ¡No fuimoz nozotroz, lo juro!

Caleb no había parecido muy convincente, de hecho parecía más que se fuera a mear en cualquier momento que ha decir nada razonable. De hecho, su intervención no podía hacer otra cosa que enfurecer más a aquel atajo de bucaneros y facinerosos.

Scott se armó de valor y se interpuso entre el capitán pirata y Caleb. No sabía muy bien que iba a decir, pero tenía que arreglarlo. No quería perder la lengua, pero si seguían así podían perder algo peor.

- Escuche, mi capitán... - Dijo entonces y carraspeó por tal de aclararse la voz y parecer algo más rudo. - Al llegar aquel edificio estaban las puertas abiertas de par en par... De hecho, parecía que las habían sacado de sitio, pues estaban en el suelo. Luego pasamos al interior y encontramos el cadáver de un marinero. Presentaba innumerables mordeduras de algún animal... - Hizo una pequeña pausa. - Debía ser su marinero, el señor Smailey... - Se encogió de hombros. - No sabemos que le mató.

Aquel torbellino me tragaba como el agua del fregadero al quitar el tapón.

El mayor problema es que por mucho que quisiera evitarlo, me era imposible. Mas aún, cuando nos arrastró a todos, estrujándonos en espiral hacia un sitio salido de Nunca Jamás. Y todo por tocar un cuadro. Quien me mandaría a mi...

La pobre Lex se agarró a mi. Sentí sus manos aferrándose a mi brazo, mis ojos se encontraron con los suyos y quise abrazarla, decirla que todo saldría bien pero ... ni me podía mover ni podía mentir. No tenía ni idea y mucho menos las respuestas a las que el resto de nosotros preguntaban con un grito o algo así.

- Ouch.- Me quejé al caer sobre un suelo duro, formado por tablones de madera.

El aire, cuando pude respirar, se lleno de olores húmedos y salinos. desde luego algo qeu concordaba con lo que veíamos y donde estábamos: Un barco pirata!

Alex cayó justo encima mía. Y tras ella, el resto.

- Argff..quiftars...de enfffima!!- Gritaba entre un amasijo de piernas, brazos, pelos y culos.-¿Quién me ha tocado el culo? A ver! ¿Cal?- En un principio pensé en Scott, no se por qué. Me levanté como pude y entonces me encontré de frente con el capitán barba negra o quien fuera ese hombre.

-Glups!- Mis ojos se abrieron pero mi boca se cerró ante las amenazas de los piratas. Luego buscaron al resto de mis amigos, algunos incluso envalentonados.

Vamos a morir y ni si quiera es real...

Inconscientemente di un paso para atrás, y busque la mano de Lex, la mas cercana, la cual agarré sin pensar.

¿Había metido la pata? Por supuesto que la había metido, aparte de ser una patosa era una bocazas, me recriminé en silencio a mí misma al ver el cariz que estaba tomando aquel enfrentamiento con los piratas. Aunque por otra parte seguía sin entender cómo aquel hombre con pinta de ser muy, pero que muy fiero, podía creerse que unos críos como nosotros podíamos ser capaces de matar a un hombre hecho y derecho acostumbrado a usar una espada o un trabuco o lo que fuera que usaran.

Respiré hondo, dispuesta a convencer al jefe pirata de que nosotros no habíamos sido, o por lo menos lo quería intententar y, de esa forma resarcirme de la metedura de pata que acababa de cometer por irme de la lengua. Que había sido por los nervios... sí, claro, pero jobar... por mi culpa podían cortarnos la lengua o tirarnos al agua para ser comida de peces.

Fueron Caleb y Scott los que se adelantaron a sus explicaciones y, con cada una de sus palabras, sobre todo de las pronunciadas por el hijo de Bocazas, o así lo llamaba mi madre, por mi parte iba asintiendo con la cabeza corriendo el riesgo de tener algún esguince cervical o algo así.

—Y el bicho volador —añadí, recordando aún el miedo que había pasado y que, de no ser por mis compañeros, en especial Anne, quizás no lo hubiera contado—. Acuérdate del bicho volador gigante que a punto estuvo de cogernos... Y como dice mi amigo si el tal Smiley es el mismo pirata que hemos visto al otro lado del cuadro, es decir, de donde venimos nosotros porque nosotros venimos del otro lado —empezaba a enrollarme más de la cuenta—, está muerto pero no por nuestra culpa. Algún bicho se lo debió intentar comer, como el volador que lo intentó con nosotros.

Cerré la boca de golpe y crucé mis brazos, intentando reafirmar de esa forma tanto las palabras de Scott como las mías y esperando que entre los dos hubiéramos podido convencerlo de que nosotros no habíamos hecho nada malo.

Cita:

-No señor, no hemos matado a nadie ¡se lo juro!-dije asustado con ojos abierto como platos. Sólo puede elevar mis manos en señal de rendición, ver aquel sable amenazante me dejó paralizado, no tenía nada que ver con el sable romo del museo, el que portaba aquel pirata tenía un filo brillante y no dudaría en rajarnos por la mitad, estaba totalmente acojonado.

Siguiendo la inercia de todo sus amigos, Lex se puso en pie con extrema cautela. Parecía un gatito asustado, parecía que la realidad la había golpeado demasiadas veces ese día y sus nervios estaban tocados. Claro que aquello no podía ser real, todo lo que estaba sucediendo no tenía nada que ver con la aventura que sus padres habían vivido cuando eran unos niños y querian salvar los muelles de Goon, no aquello era una maldita y terrorifica fincción que no podía ser real. Pero el aroma a salitre del mar y un hedor asqueroso a brea, mezclado con algo más, que lo inundaba todo era sin lugar a dudas real.

Mayores y pequeños sacaban el valor de defenderlos ante los piratas, ella se agarro a la parte baja de la chaqueta de Patrick tirando tímidamente de él medio escondida tras él.

-no los enfadéis...- susurró casi en un suspiro asustadizo

El pirata os miró con desconfianza, como si estuviera pensando en todo lo que le habíais dicho, sobre todo fijándose en Sarah y Scott. 

-Está bien, supongo que estáis diciendo la verdad, aunque eso no significa que no vayamos a mataros. 

El pirata se giró hacia los demás.

-Encerradlos abajo. El capitán decidirá qué hacemos con ellos.

Los piratas se acercaron entonces a vosotros, os agarraron entre todos y os llevaron a empujones a la cubierta inferior.

-Yo quería degollarlos -dijo uno de ellos.

-Y yo ahorcarlos, pero no desesperes. Estoy seguro de que el capitán al final nos los dará a nosotros para que hagamos lo que queramos.

Empujados como si fueseis ganado, os llevaron a rastras y os empujaron dentro de un húmedo y sucio calabozo, a donde os lanzaron sin contemplaciones.

La celda era un asco, estaba oscura y se notaba la humedad por todas partes. Además tampoco es que oliera precisamente a rosas. Era como si una piara de cerdos hubieran estado viviendo allí dentro. En verdad era uno de los lugares menos higiénicos que habíais conocido. Pero sobre todo lo que impresionaba era el esqueleto que había colgado de las paredes.

Scott no se resistió demasiado a ser conducido a la celda. Poco podía hacer para impedirlo y escapar era inútil. ¿A dónde iba a ir? Saltar en medio del océano no parecía desde luego la mejor de las ideas. No iba a reconocerlo, pero estaba asustado hasta las trancas. Aun así, no se echaría a llorar. Quería guardar la compostura y parecer valiente. Al fin y al cabo, estaba rodeado de chicas guapas y demostrar cobardía sin duda no quedaría demasiado bien frente a ellas.

- ¡Pero en que estás pensando! – Se dijo a sí mismo el chico. - ¡Ya lo dice mamá… las hormonas actúan por mí!

Scott quería verle la parte positiva a aquello, aunque era difícil de encontrádsela. Al joven Devereaux le gustaba ser positivo. ¿Pero que había de positivo en que, tras huir de un extraño ser alado que había matado a un pirata ser engullidos por un cuadro? ¿Había algo bueno en que tras aquello, hubieran aparecido a bordo de una nave pirata? ¿Y en que otros piratas te metieran en un húmedo y frío calabozo junto con un esqueleto, mientras meditaban como asesinarte?

Ciertamente era complicado encontrar una respuesta razonada que no llevara a la más pura de las locuras y al más extremo de los pesimismos. Pero estaban vivos y eso era lo único que importaba. Podrían haberlos degollado o ahorcado ya y no lo habían hecho. Sólo eran unos niños… ¿Qué ganaban con sus muertes? Nada, salvo quizás diversión. Al fin y al cabo eran desalmados rufianes de agua salada.

- Tenemos que salir de aquí… - Dijo Scott bastante preocupado y entonces se acercó a la puerta tratando de adivinar si habían dejado guardias apostados tras la puerta de la celda e intentando adivinar la mejor manera de forzar la cerradura. – Aunque no sé muy bien para qué… si no estamos encerrados en esta celda, lo estaremos en un barco en medio del mar…

Te acercaste a la puerta y miraste por la rendija. No parecía haber nadie, pero lo que sí que viste era un candado como un demonio de grande. La puerta era también gruesa. Quizás la humedad hubiera debilitado y oxidado la bisagras, pero no tanto como para poder abrirla de otra manera que no fuese usando el candado.

No, no. Definitivamente, estabais encerrados allí.

"¡Maldita zea!" pensé para mis adentros, al escuchar las palabras del que parecía ser el líder de aquellos piratas. Pensaban que estábamos diciéndoles la verdad, pero aun así aún pensaban en matarnos. ¿Dónde quedaba el honor de los piratas? ¿O quizá los piratas nunca habían tenido honor?

Dos de aquellos piratas nos habían conducido hasta un oscuro calabozo cuyo olor dejaba mucho que desear. En las películas de piratas, siempre se mostraban muchas aventuras y batallas navales, aunque pocas veces se hacía referencia al nauseabundo olor que debía provenir de sus celdas.

-No parece que haya ninguna forma de ezcapar de aquí -dije, asustado-. Mirad ezte ezqueleto. Zi ezte hombre ze murió cuando eztaba encarcelado y lo dejaron aquí, puede que a nozotroz noz vayan a hacer lo mizmo. ¿Creéiz que zon la tripulación de Willy el Tuerto?

De nada habían servido nuestras explicaciones ya que, aún dejándonos con vida, nos habían encerrado en una húmeda, oscura y maloliente celda. Lo había intentado y había contado la verdad, o por lo menos lo que yo creía que había pasado, pero aunque nos habían creído, o eso decía el pirata jefe, no parecía que se fiara de nosotros. ¿Pero dónde pensaba que íbamos a escapar rodeados de mar por todas partes?

Arrugué la nariz molesta por el mal olor que había en la celda, mirando a mi alrededor hasta topar con el esqueleto de alguien que, al igual que nos podía pasar a nosotros, no había conseguido salir vivo de allí. Pegué un brinco y di un paso hacia atrás, un tanto asustada al ver los roídos huesos sujetos con cadenas a la pared. Respiré hondo intentando calmarme hasta que, poco a poco, la visión del esqueleto empezó a resultar un elemento más de aquella pocilga en la que nos habían metido.

—Si creyeran que todo el barco es una enorme cárcel —me giré hacia Scott intentando no caer en el pesimismo que él había mostrado con sus últimas palabras—, entonces ¿para qué molestarse en encerrarnos? Tiene que haber algo, una manera de escapar o lo que sea... Un bote salvavidas o algo así... —Pero claro, de nada servía pensar en escapar del barco si antes no lo hacían de la celda—. ¿Podremos usar las cadenas del... —señalé hacia los grilletes del esqueleto— muerto para golpear las bisagras, o la madera o... ? Nah, supongo que sólo estoy diciendo estupideces.

De buena gana me hubiera dejado resbalar hacia el suelo para sentarme con la cabeza hundida entre las rodillas, pero viendo lo asquerosa que estaba aquella celda lo último que quería era manchar y estropear mis vaqueros favoritos... Me reprendí a mí misma ante ese pensamiento tan estúpido dada la situación en la que nos encontrábamos, y me preocupé más de centrar todo mi esfuerzo en encontrar alguna salida de aquel lugar y, sobre todo, de aquella rocambolesca situación en la que se hallaban.