Partida Rol por web

La vida en el distrito 4 era agradable. O al menos lo era en verano, cuando las largas tardes de sol se ocupaban con refrescantes baños. Puede que no toda la gente lo viviera de la misma forma, pero para Kura, a quien le esperaban largas horas de trabajo en el mar al finalizar las clases era una bendición, un descanso del tedio de las monótonas charlas de la señorita Tormyweather. Cualquiera que le hubiera preguntado si prefería el trabajo al colegio se hubiera ganado una mirada incrédula seguida de un ¿y tú no?.

En invierno la situación empeoraba considerablemente pero la cálida camaradería que solía reinar en el barco de su tío y jefe era suficiente como para hacerle pasar una agradable tarde trepando por la vela mayor, limpiando la cubierta y buscando perlas cuando se lo pedían. Lo único capaz de enturbiar su humor era una mala tormenta y las desagradables bromas sobre su altura. Aunque lo último solía solucionarlo con amenazas y, en ocasiones, con la ingesta involuntaria de un pulpo por parte del gracioso.

¿Quién se interesaba por los juegos con una vida así? Eran emocionantes y el ganador era honrado pero el interés de Kura por ellos se limitaba en verlos a través de una pantalla.

No le preocupaba salir elegida en los juegos, pero no por absurda valentía sino por lo improbable que le parecía. Su hermana mayor Lin había pasado por todas las Cosechas sin problemas y sin perder a ningún amigo ni amiga en el proceso. Claro que siempre caía algún conocido lejano pero nadie que afectara de forma seria sus vidas.

Por eso esa mañana se había despertado sin demasiados nervios, sólo una ligera sensación de impaciencia por tener que pasar por ese absurdo procedimiento de nuevo, pero nada más. Se arregló con una túnica blanca de estilo romano mientras su hermana y su madre le cepillaban el pelo hasta que pareció una fina cortina de seda, liso e inmaculado. Jugueteó un rato con su sobrino mientras la familia en pleno le daba la charla a su hermano Dwert sobre como comportarse en su primera Cosecha y lo llenaban de besos y abrazos.

- Dejadlo ya, no tiene ninguna posibilidad de salir, es puro trámite - en su voz se adivinaba una mezcla de diversión e irritación a partes iguales mientras rescataba a Dwert de sus padres, su hermana y su cuñado -. Nos vamos ya, no os preocupéis demasiado.

Se despidió con un gesto de mano, como hacía siempre, sin querer dramatizar más la situación de forma innecesaria y salió de su casa con un brazo por encima de los hombros de Dwert, que ya casi tenía su altura y aparentaba más ser su hermano gemelo que su hermano menor.

En pocos minutos cambiarán la vida de dos personas, pensó mientras le tomaban la muestra de sangre para corroborar su identidad. Buscó a los mentores del 4 con la vista pero aún no estaban presentes. ¿Le cambiaría la vida para bien al ganador?

- Nos vemos para la comida - le musitó a su hermano con la esperanza de que dejara de temblar antes de que se separaran y cada uno ocupara su lugar.

Dave nació en una pequeña familia mercadera del distrito 4, sin hermanos ni padre, pues este murió sin apenas conocerlo, su madre no pasaba demasiados apuros para llevar el día a día, pues siempre había algo de la tienda que podían llevarse para comer. Conforme fue creciendo, Dave a veces ayudaba a su madre en la tienda, haciendo algunos recados o atendiendo a los clientes cuando estos se le acumulaban por lo que siempre supo como tratar al publico y como ganarse su confianza para que siguieran comprando en su pequeña tienda.

Desde pequeño Dave vio los Juegos del Hambre con ilusión, simplemente todo lo que rodeaba al ganador le entusiasmaba, el poder dejar atrás la deplorable vida que llevaban en sus respectivos distritos y vivir por todo lo alto, sin preocupaciones, sin miedo. Pasaban los días y desde pequeño le gustaba jugar a “Los Juegos del Hambre” con sus amigos, haciendo peleas en las que mas de una vez dejaba bien magullado a sus rivales, pues nunca se daba por vencido y terminaba siendo el “vencedor”. Fueron pasando los años y la idea se empezó a formar en su cabeza.

De joven, dejó de ayudar a su madre en la tienda, asistiendo a la escuela y consiguiendo un “trabajo” en el improvisado puerto del distrito para un pescador local, pues nunca eran de menos un par de manos que ayudaran a descargar la pesca del día y transportarla hasta el mercado. Teniendo que hacerlo con sus propias manos tuvo que curtirse en el esfuerzo físico que implicaba y acabando por hacerlo sin ningún esfuerzo con el paso de los años.

La confianza que tenía con los distintos pescadores del puerto le permitían quedarse con alguna pieza de pescado en peor estado que seguramente no venderían y así al menos tener algo diferente que comer en casa para alguna ocasión especial. Cuando no trabajaba Dave trataba de mantenerse en forma haciendo ejercicio, carrera continua, nadando, pues no se rendía en su propósito de participar en los juegos del hambre y conseguir salir de aquel horrible sitio y olvidar todas sus malditas preocupaciones... Aprovechaba cuando no le veían para juguetear con algún arpón que dejaba algún pescador haciendo ridículos malabares con él lo que le proporciono alguna leve reprimenda por su cercanía a los pescadores y su joven edad.

Pasaron los años, y con ello empezó a vivir la cosecha en primera persona, nervioso y ansioso a la vez cada año que pasaba y no salía su nombre, por una parte deseaba con todas sus fuerzas que saliera, o ofrecerse voluntario, pero al final un nudo se le formaba en la garganta que le impedía pronunciar palabra durante la cosecha, pues una vocecita interior le decía que aun no era su momento, que no estaba del todo preparado, y pasaban los años entrenando a escondidas mas y mas buscando acallar esa voz interior.

Cumplió los 18 y la cosecha se acercaba, y esta vez estaba incluso mas nervioso, pues sería su ultima oportunidad para participar en los juegos... Pero la voz en su cabeza seguía sin callarse... Así llegó el día que cambio su forma de ver las cosas... Vino uno de los pescadores a los que ayudaba, uno de los que mejor se llevaban con él, y le dijo que les faltaba un miembro para salir a pescar y si podía acompañarles. A Dave le sorprendió la propuesta pero le pareció razonable cuando se enteró de que el que no había ido era Nate, aquel gigantón estaría emborrachándose seguramente en el bar y se habría quedado dormido en cualquier esquina y a saber si ni siquiera se presentaría aquel día para ir a pescar...

Cuando Dave volvió con el barco de una mas que fructífera pesca y empezaron a bajar las cosas del barco, Dave sintió un fuerte empujón que lo tiro al suelo, nada mas levantarse vio como Nate se le abalanzaba sobre él de nuevo y consiguió esquivarlo haciendo que su rival se tambaleara al fallar el golpe. Los demás pescadores vieron lo ocurrido y se acercaron para intentar aplacar al gigantón, pero este se los quitó de encima de un empujón mandándolos bien lejos y haciendo que se pensaran dos veces el volver a interponerse ante la amenaza de Nate:

- Esto es entre el chico y yo... - Ahora Nate miraba a Dave fijamente – Así que quieres quitarme el trabajo verdad renacuajo? Ya sabía yo que querías hacerte un pescador, ayudando tanto en el puerto... llevándote bien con todos los pescadores... Y claro, quien necesita al borracho de Nate? Pues veamos quien quiere al chico cuando tenga las piernas rotas... -

Nate se volvió a abalanzar sobre Dave que en un acto reflejo echó mano de una de las palancas metálicas que usaban para cargar y descargar la pesca para defenderse, primero poniéndola como protección a los golpes que Nate le propinaba para cuando este se empezó a cansar esgrimirla como si de un arpón se tratara golpeando a Nate tras esquivarlo. Poco a poco parecía hacer mella en Nate pero este en uno de los golpes consiguió arrebatare la palanca y lanzarla lejos mientras con una sonrisa burlona miraba a Dave – A ver que haces ahora sin el palito... - Dave no esperó y volvió a atacar a Nate ahora con las manos, por suerte este ya estaba magullado y algo cansado permitiendole golpearlo y seguir debilitándolo hasta que tras esquivarlo se subió a su espalda para sujetarle fuerte por el cuello empezando a cortar su respiración. Nate en un intento desesperado, trato de tirarse de espaldas y aplastar a Dave, pero de un salto consiguió salirse cayendo Nate de espaldas contra el suelo, momento que aprovechó Dave para poner su rodilla encima de su traquea y empezar a hacer fuerza ante los intentos desesperados de quitárselo de encima de Nate sin conseguirlo ya que cada vez le llegaba menos aire a los pulmones y sus intentos de defenderse eran con menos fuerza. Nate simplemente empezó a dejar de moverse. Los pescadores tuvieron que quitarle de encima a Dave pues este no dejaba de hacer presión sobre su traquea a pesar de que Nate estaba fuera de combate. Sujetando a Dave el capitán del barco en el que había marchado e intentó tranquilizar a Dave:

- Tranquilo chico, ya esta, no se como has podido con Nate pero eres duro de pelar... Ahora tranquilizate y no te preocupes, no creo que vaya aireando por ahí que un renacuajo como tu le ha dado una paliza, y si lo hiciera para intentar que los agentes de la paz te metieran en problemas, no te preocupes, nosotros te echaremos un cable y diremos que simplemente llegó borracho y lo debió soñar...

Las palabras del capitán le tranquilizaron un poco aunque cuando la adrenalina del combate empezó a dejar de hacer efecto sobre su cuerpo empezó algo resonó en su cabeza, era de nuevo aquella voz... Pero ahora no decía lo mismo... Ahora decía... Estas preparado...

De aquello ya había pasado algún tiempo, tiempo que le permitió mentalizarse y despedirse de sus amigos y de su madre, pues sabía que ese año cambiaría todo para él, fuera como fuese, su vida no sería igual... Dave llegó a la plaza de la cosecha, esperando con una sonrisa socarrona en los labios, deseando que llegara su momento, el momento en el que se formulara voluntario para los que esperaba, fueran sus “Juegos del Hambre” aunque antes quería dejar que dijeran el nombre de algún pobre desdichado cuya vida cambiaría en el momento en el que él se formulara como tributo voluntario...

Tengo que sobreponerme a la sorpresa, de verdad habían dicho mi nombre? Que posibilidades habían? Aquello estaba totalmente fuera de mis planes, mis planes eran ofrecerme voluntario y “salvar la vida” de un pobre desgraciado que tenía asegurada una muerte en la arena. Ahora no iba a hacer falta pues directamente me había tocado a mi ofrecerme como tributo para los Juegos del Hambre, sin saber bien si pensar si aquello era una señal de que aquellos podían ser “Mis Juegos” o si no era mas que una mera coincidencia que me impidiera no atreverme a ofrecerme como tributo en un último momento de duda.

Cuando conseguí volver a mi mismo, intente volver al plan establecido, iba a ir a los Juegos a ganarlos, y pensaba demostrarlo desde el primer momento, por lo que con una sonrisa forzada en los labios empece a caminar entre el gentío y los demás “afortunados” que no habían sido nombrados. Tuve que mantener la risa al colocarme al lado de Hide Evanete, pues su atuendo no me parecía mas que mostrar ridículo, pero supongo que se tratará de la última moda en el Capitolio...

Mientras la desagradable mujer subía a la tarima y empezaba a hablar con su ridículo y pretencioso acento del capitolio, Kura se dedicó a buscar a su hermano con la mirada. Se le veía nervioso. Ojalá mirara hacia aquí, podría calmarlo un poco. Siguiendo la teoría de que a base de observarlo con fijeza acabaría por percatarse de que alguien lo miraba, la chica siguió a lo suyo. Aunque el único efecto fue que el chico empezó a rascarse la nuca, lo que provocó una mueca de frustración en ella. Quizás si se movía un poco lograría hacer un efecto cadena en sus compañeras y el movimiento captaría la atención del muchacho. Si trastabillaba un poco... ¡Sí! Al menos dos o tres chicas de su lado se movieron y la miraron, lo que por fin captó la atención de Dwert. Le dirigió una sonrisa divertida al chico a la cual correspondió con una mirada igual de escandalizada que sus compañeras de fila. Como si hubiera sido para tanto, nadie se había fijado en...mí, su pensamiento terminó con un jadeo al ver su cara enfocada en una de las pantallas. De repente se dio cuenta del silencio que la rodeaba y peor aún, de que nadie iba a impedir que sus próximos pasos la dirigieran hacia esa tarima. De hecho, antes le impedirían lo contrario.

Estaba tan convencida de que era imposible que saliera mi nombre..., pensó mientras arrastraba los pies iniciando un lento movimiento. ¿Habrán captado las cámaras la sonrisa que le dirigía a Dwert? No estaba segura de si eso era algo positivo o ultrajante. Eso haría que pareciera cómoda con su destino pero por otra parte, probablemente esa era la última sonrisa real que esbozaría en su vida y estaría por siempre inmortalizada en los vergonzosos vídeos de la Cosecha.

De repente, se irguió en su corta estatura. Había trabajado muchos años en la cubierta de un barco como para empezar ahora a tambalearse en tierra firme. Tenía que luchar por sobrevivir, aunque sus posibilidades fueran mínimas, y esa lucha empezaba en el mismo momento en el que una cámara se había posado en ella. Sólo con no parecer derrotada ya sería una pequeña victoria. Su paso se volvió más seguro al avanzar por el pasillo central aunque su cara no fue capaz de demostrar la fiereza o indiferencia que debería. Sólo una aceptable confusión y el ceño fruncido de preocupación en el rostro de una adolescente que no esperaba que lo que le deparaba ese día fuera a cambiar su vida.

¡Qué encantandores! ¡Y qué guapos! os dijo Hide mientras os cogía de la mejilla y os giraba la cara para poder veros de cerca. ¿Sois pareja? ¿No? Pues mejor para vosotros, porque sólo uno puede sobrevivir, jijijijiji.

Señores y señoras, estos dos jóvenes son vuestros representantes este año. ¡Dadles un fuerte aplauso! El público empezó a aplaudir, como se esperaba de ellos.

Muy bien, queridos, entrad por esa puerta os señaló una Allí podréis encontraros con vuestros padres y hablar con ellos para despediros. ¡Sólo por si las moscas! ¡Jajajaja!

Aún en el estado de plena confusión en el que se encontraba, un pensamiento se abrió pasó en su mente mientras saludaba aturdida, "que horrible que llega a ser esta...¿mujer?". Antes de que se diera cuenta, Hide Evanete les estaba diciendo alguna tontería estridente a su compañero y a ella y se descubrió entrando por una puerta como si no tuviera el control de su cuerpo. Esperó ahí, mirando la comida que había en la mesa y sólo se le ocurrió pensar que qué habría hecho su madre para comer. Los ojos se le llenaron de lágrimas al pensar que, con casi total seguridad, nunca volvería a probar la comida de su madre. Fue entonces cuando entraron todos. Sus padres, sus hermanos, su cuñado y su pequeño sobrino.

- Hola - dijo sorbiendo por la nariz y esbozando una sonrisa trémula. Los demás tenían la misma pinta que ella de estarse conteniendo, excepto el pequeño, que lloraba a moco tendido sin entender lo que pasaba aunque percibiendo que era algo malo.

Por turnos, todos la fueron abrazando y dedicándole palabras de cariño y ánimo. Su cuñado incluso le dio algún consejo sobre cosas que había visto en otros juegos. Entonces, llegó el turno de su padre.

- Cariño, desde que eras pequeña he hecho todo lo posible por protegerte. Sabes que incluso me negaba a que trabajaras con tu tío, eras tan pequeñita... Eres tan pequeña - Kura esbozó una sonrisa acuosa, sintiendo como en ese momento casi le reconfortaba que su padre le dijera que era pequeña en vez de sentirse insultada como le pasaba usualmente -. Y todo ha sido inútil - la voz se le quebró en el último momento y ese hombre serio y cariñoso que siempre había estado a su lado vertió la primera lágrima que ella le había visto en su vida -. No he podido protegerte de esto - la abrazó con fuerza mientras ella empezaba a sollozar sin lágrimas -. Pero te he enseñado bien Kura, puedes lograrlo, eres tan fuerte. Mi pequeña Kura, la más fuerte e inteligente de todas... - se apartó de ella acariciándole el hombro antes de que su mujer se acercara -. Te quiero.

- Y yo a ti, papá.

Su madre no dijo nada. Simplemente la abrazó con fuerza y se quedó en silencio, frotándole la espalda para darle calor. Pasaron algunos minutos así antes de que alguien llamara a la puerta.

- Se ha acabado el tiempo, tienen que irse.

- Yo también te quiero, Kura - murmuró su madre antes de que su hija mayor la levantara, con la cara arrasada por las lágrimas y la voz totalmente rota.

Kura se limitó a asentir mientras apretaba con fuerza los labios para no volver a sollozar. Pero antes de que su madre, la última que quedaba ya en la sala, saliera por la puerta, no pudo evitar preguntarle una cosa, con las primeras lágrimas desbordándose de sus ojos.

- Mamá, ¿qué hay para comer?

- Tu plato favorito, cariño.

Me adentro en el edificio con nuestra nueva acompañante observando a la otra tributo, la verdad no sabía que pensar sobre ella, estaba falta de emociones, no sabía si tenía miedo, si estaba disgustada, contenta, y aquello me desconcertaba un poco.

No tuve demasiado tiempo  para entretenerme con aquellos pensamientos pues nada más entrar nos separaron sin dejarnos dirigirnos ni una palabra encerrándonos en unas pequeñas pero lujosas habitaciones cerrando la puerta tras de mí. Sentada en un cómodo sofá vi a mi madre, con un gesto sombrío en el rostro y una mirada mezcla de tristeza y enfado. Clavando los ojos en mí, mi madre se acercó a mí abrazándome aguantando las lágrimas.

- ¿Esto es lo que querías no? Al final te has salido con la tuya… - La abrace pues sabía que era eso lo que necesitaba en aquel momento – Madre… Sabías que esto iba a pasar saliera escogido o no como tributo… - Me separé de ella pues me incomodaba un poco la situación. – Porque no podías haber crecido como un niño normal, haber estudiado, trabajado y haber formado una familia en el distrito… Porque tenías que querer participar en los juegos… Porque querías morir tan joven…  - Me decía mi madre entre lágrimas – ¿Para malvivir como hemos estado haciendo hasta ahora? Lo primero es que mi intención no es morir allí… Ya sabes que me he entrenado y mentalizado para ello… Y lo voy a intentar con todas mis fuerzas para que eso que dices que he perdido… Se pueda cumplir con una vida mejor… Una vida mejor para mi y para ti madre…

Apenas habíamos hablado cuando uno de los agentes de la paz vuelve a irrumpir en la habitación diciendo que el tiempo se ha terminado, llevándose a mi madre entre lágrimas mientras me decía que tuviera cuidado y que volviera vivo… Y así me quede solo de nuevo, en la habitación, esperando que vinieran a por mí, mentalizándome de que el momento que tanto ansiaba había llegado, y ahora solo me quedaban dos opciones, demostrar que era el mejor o simplemente morir como uno más…

Hasta el momento de dejarse caer en el sillón, los ojos de Kura habían estado mirando el suelo así que sólo en el momento en el que empezó a examinar a su mentor quedaron al descubierto sus ojos enrojecidos, a pesar de quedar bastante bien camuflados por un ceño profundamente fruncido en señal de irritación y la mandíbula apretada con fuerza.

Michael Power..., a cualquiera le sonaba ese ganador de los Juegos, sobretodo si hablabas con las chicas del 4. No sólo parecía simpático y divertido (o al menos, visto de lejos), sino que también le acompañaba un buen físico y bueno, estaba claro que en la actualidad tenía dinero. En otro momento, quizás habría estado admirándolo. En otro momento en el que no le pareciera totalmente frívolo andar sin camiseta y luciendo pectorales cuando se trataba de aconsejarla sobre como sobrevivir. De ahí la irritación.

Respecto a su compañero, al que le dirigió una rápida mirada de curiosidad, también le sonaba. Probablemente se habrían visto por la escuela aunque era incapaz de recordar si habían hablado alguna vez. Se llamaba David, Daniel...¿Dave? Algo parecido, la verdad es que en el momento en el que habían dicho su nombre estaba totalmente ida.

Por el momento, se limitó a asentir ante las palabras de su mentor casi con fiereza, sin estar del todo segura de cómo sonaría su voz en ese instante. Era mejor esperar un poco antes de arriesgarse a que se le quebrara delante de los dos.

Sigo a mis acompañantes hasta el lujoso tren, una vez dentro mi primera reaccion es simplemente fascinarme con el lujo que me rodea, hasta que veo a Michael que me devuelve a la realidad, allí estaba él, el último ganador de los juegos del hambre del distrito 4, ocupando el lugar que deseaba ocupar yo después de estos juegos...

Mire a mi compañera, pero pareció no verme, pues no apartaba la mirada del suelo, no sabia que me preocupaba mas, si él miedo que parecía tener a morir, o la ira por haber sido escogida. No pude mas que reírme para mis adentros.

La voz de Michael me saca de mis pensamientos. Me acerco a él con una sonrisa para saludarle con un apreton de manos – Yo soy Dave, y espero ser tu succesor – Afirmo con seguridad.

Encantado, Dave, ese es el espíritu para ganar unos Juegos del Hambre. Se sentó al lado de Kura y le dio unas palmaditas en la pierna, intentando animarla.

Cuando dijeron mi nombre en la Cosecha, me hundí. Aguanté en el escenario, pero con mi familia no podía dejar de llorar. De hecho, no pude despedirme de ellos. En el tren, mis lamentos eran más altos que el sonido de la maquinaria añadió sonriendo. Pero, una vez que pude descansar, me animé. Cogí fuerza y decidí que tenía que ganar los juegos. Y así lo hice.

Veo como Michael intenta animar a la chica que sigue cabizbaja y en el fondo llega a preocuparme un poco – Michael tiene razón, así solo conseguirás ser un blanco fácil y morir antes... - Digo sabiendo que mis palabras podían sonar duras pero que quizás consiguieran devolver a la realidad a la chica, si bien nunca venía mal tener “un aliado” al principio en los juegos del hambre.

Me dirijo al a mesa llena de comida y cojo algo que llevarme a la boca, si bien solo me apetecía distraerme un poco en el trayecto hasta el Capitolio pues tenia el estomago cerrado con los nervios... - Kura no? Deberías comer algo...

Bueno, al parecer Michael no era sólo una cara y un cuerpo bonitos, era un buen tipo. Y su mentor, con el que era mejor llevarse bien. Al igual que su compañero Dave, casi parecía imposible que le estuviera dirigiendo palabras de ánimo. Sin darse cuenta, relajó su posición a la defensiva y desfrunció el ceño. Aún tardaría un poco en volver a sonreír, pero al menos su expresión era más serena.

- Está claro que no pienso morir sin luchar con todas mis fuerzas para sobrevivir - se levantó de su asiento y se acercó a Dave, llevándose a la boca una pequeña nube de azúcar bañada en chocolate. Le tendió una de sus pequeñas manos para estrecharle la suya -. Sí, Kura - le miró un momento a los ojos, intentando darle palabras a un pensamiento que no acababa de definir. Ah, así que es eso. ¿Una especie de sentimiento patriótico? -. Que gane el Distrito 4.

No me esperaba menos de alguien del distrito 4... - Sonrío al darle la mano a Kura - Dave, me lo parece a mi? O te he visto alguna vez por el puerto?

- Es bastante posible que me hayas visto - repuso con un encogimiento de hombros -. Cualquier persona con dos ojos que haya pasado por ahí al atardecer tiene números de haberme visto.

Vaya, parecía que incluso estaba recuperando un poco su sentido del humor. Quizás para cuando llegaran al capitolio sería de nuevo ella misma.

Seguro que a mas de uno con un solo ojo tampoco le habrías pasado por alto... Y bueno me he pasado mas de un atardecer... - Me río - Trabajaba en el muelle cargando y descargando para Viktor, lo conoces? 

- Mmmm.... sí. Aunque no llegamos a intercambiar más de cuatro palabras, sí, sé quién es.

Volvió a sentarse en una butaca junto a la ventana, intentando frenar todos los pensamientos que le había evocado esa pregunta.

- ¿Cuánto tardaremos en llegar?

Me encojo de hombros al verla volver a encerrarse en si misma y me dirijo de nuevo a Michael - Nos daras algunos consejos, para que al menos uno de nosotros salga victorioso no? -  Le pregunto sentándome en otro asiento mientras el tren nos lleva al Capitolio.