Partida Rol por web

Meto el papel en el bolsillo o me lo engancho en la goma del pantalón, para que no se me caiga.

Dado que me dan los exitos, paso al sector 2a, donde recojo los objetos raros (o una mochila si Victoria los coge antes que yo) y los examino brevemente a ver si los identifico o identifico algún uso que éstos puedan tener. Luego voy al sector 2d, y si puedo cojo el pergamino.

Si alguien se acerca con ánimo de atacarme brillo como una antorcha. Para cegarles, no para alumbrarles el camino.

No le has marcado los daños. Ni si está en estado de shock o no o que...

En cualquier caso, otro flechazo, a ver si se muere el condenado.

Tiro la lanza de caballería al suelo junto con Deckard e intento rematarle con la lanza.

Me quedo con los ungüentos medicinales.
Cantimplora -> 2a -> Objetos raros* 

-¡¿Pero que hace, inconsciente?! ¡Pare, por el amor de Dios!- me interpongo, horrorizada, en cuando veo a Don Quijote con Deckard de aquella guisa. No era posible, no podía matarlo después de todo.

¡Detengase! ¡Ese hombre es inocente! ¡Nos ha salvado la vida a todos! - intento pararlo, aun a riesgo de que me lleve por delante, intentando detener aquella locura.

Cuando escucho los temores del mago no pudo evitar dejar escapar una risa.-No te preocupes, no pensaba tenderte una trampa. Pero me alegra que pienses así, eso significa que no planeas atacarme por la espalda.  La verdad es que este lugar no es peor que aquel de donde vengo. Seguramente soy la persona menos interesada en ganar que hay aquí, no tengo ningún lugar agradable al que regresar. - Dijo mientras se daba a la vuelta y se acercaba a Rincewind, que pudo ver una sonrisa dibujada en su cara en la penumbra.- No puedo ver bien tu herida, pero si que se algo de medicina, salgamos a la luz y te ayudare con eso. ¿Tienes agua?

-No, bueno, no se si hay en la mochila.- Se la tiendo para que la coja.- tendremos que encontrar una fuente de agua potable.

Camino pensativo a su lado

-En el mundo disco también hay cosas desagradables, la mayoría productos del señor Escurridizo, pero también hay cosas buenas o al menos que se pueden disfrutar. ¿No hay nada por lo que te merezca la pena volver?

Mientras corro por la cueva, voy a sacarme la flecha para evitar una infección y a taponar la herida rápidamente improvisando una venda con mis ropas para tenerla controlada. Sin más tratos por ahora, sigo corriendo hacia la salida.

Sólo un poco más. Ya te preocuparás más cuando puedas permitirte detenerte, Kvothe.

Hablando con Juana, bajando el arma y tomando una posición mas relajada despues de que esta retrocediera, que la apartara de aquella caverna por donde habian huido los demas. No había más intención que retroceder y marcharse, dedicando unas ultimas palabras a Juana. Quiero encontrar otra forma de hacer las cosas. Fue la ultima frase que dijo, despidiendose de ella, y bajando la guardia cuando sintió aquel fuerte golpe en el hombro que llegó incluso a levantarlo del suelo.

Todo paso muy lento para Deckard, demasiado lento. Pudo girar la cabeza hacia su hombro, viendo como tenía una lanza clavada en este. Sentir como sus piernas flotaban como si estuviera en algun tipo de entorno sin gravedad. Y siguio la lanza hacia su dueño, aquel caballero, apretando los dientes ante el dolor, cuando una de las piernas golpeo contra el costado de la caverna y catapulto al hombre al suelo, arrancando la lanza, y haciendole dar varias vueltas por el suelo, rodando sin oposicion.

Por el amor de Dios.... que cojones...  Aturdido, y confuso, se apoya con el brazo correspondiente al hombro sano, malherido, y apretando los dientes, con un fuerte pitido en los oidos, con un extraño sabor metalico en la boca, y con la vista aun ligeramente difuminada. Ahora solo podia sentir dolor, y como el rojo teñia parte de mi ropa.

Si por ser lo que soy, desea matarme, hagalo. Si por desear ayudar a quien dice que puede salvarnos a todos, desea matarme, hagalo. Pero te pido que no alargues esta agonia... Aun estaba intentando incorporarse, malherido e indefenso.

Pero si se dispone a matarme, solo le pediré que me deje hacerle una pregunta antes...

Corro detrás de Donqui y lo que queda de Deckard para rematarle.

Odiseo se lanza con el escudo por delante contra Robin para placarlo. Robin, que reacciona más rápido que él, se da cuenta de que no tiene tiempo para cargar y disparar antes de que llegue Odiseo e intenta evitar que su arco sufra daños. Con el golpe Robin sale disparado y aterriza tumbado en el suelo, estando tanto el como su arco ilesos.

Elayne y Victoria se hacen con suministros y cogen respectivamente los objetos extraños y una cantimplora. Juana sigue a Don Quijote y a lo que queda de Deckard por la cueva.

Don Quijote suelta la lanza en la que lleva clavado a Deckard y empuña la otra lanza. Si hacer caso alguno de los intentos de razonar del señor Deckard, aparentemente convencido de que es una criatura infernal. Su lanza se clava en el pecho de Deckard junto a la otra y este cae inconsciente.

Juana llega a la escena corriendo y ve un poco alejada a la aterrorizada Miss Marple, que empieza a temer por su vida.

Ataco a la vieja con la lanza al grito de muere súcubo impío.

Vislumbráis el final de la cueva y la luz, la salida y la salvación (al menos por el momento) están muy cerca. Pero al deteneros un momento para adaptar vuestra vista a la luz de la salida escucháis un grito de dolor de Deckard resonar entre las paredes de la cueva.

Cojo una mochila y meto en ella todos los objetos raros. Luego empiezo a leer el papel enrollado que llevo encima.

Si alguien se me acerca con intencion de pegarme, me pongo a brillar a toda potencia y esquivo en caso de que sea necesario.

-¡Oh, Dios mio! ¡Pare! -mis gritos lo inundan todo, mientras me acerco a Don Quijote, horrorizada con lo que está sucediendo. Ni siquiera parece importarme que Juana esté ahi tambien. Por supuesto que soy consciente de que ahora mismo soy el blanco más fácil, pero no parece importarme. Ver a Deckard inconsciente, en el suelo, después de todo, es algo que me indigna y me horroriza a partes iguales.

Me agacho junto a Rick, con poca agilidad,  y recuerdo algo. Rebusco en su cuerpo inconsciente en busca de algo: la pistola, aquella arma que tenía y que constituía nuestra mejor defensa.

Sin separarme de su cuerpo inconsciente, empuño el arma, cogiendo aire. Es la primera vez que cojo un objeto así, sin embargo, no me tiembla el pulso.

-Maldito sea, Quijote. ¡Es un hombre inocente! ¡Inocente! ¡No sé como ha consentido que Satanás nuble su juicio, pero acaba de cometer un error! - estoy dispuesta a protegerme con ese arma. A protegernos. Y es que, fuera como fuere, con mi otra mano busco señales de vida en el cuerpo de Deckard, sin quitarle ojo a Don Quijote ni a Juena, dispuesta a salvarle la vida si le queda algun soplo de ella.

-Ayúdenme, por favor. No somos bestias, somos seres humanos. Paren esta locura.

Niego, tragando saliva. Siempre había pensado que la gente era igual en todas partes, excepto alli. Aquello es una auténtica locura en la que estamos sucumbiendo a los más bajos instintos. Y eso, nos estaba convirtiendo en asesinos, en animales.

Me muevo a 2d y cojo el último pergamino. 

(Teniendo cuidado con mi integridad física). 

Pese a todo el aplomo que quisiera aparentar esa mujer, estaba asustada. Era evidente que el campo de batalla no era su elemento, pero no iba a dar la espalda a alguien armado y sin nada que perder.

El destino de Deckard estaba sellado de antemano, era un hombre valiente pero con poca fortuna. Juana suspiró con pesar. Sabía lo que venía ahora. En esas circunstancias, cualquier hostil que estuviera armado era un peligro inasumible, aunque fuera una señora de tan avanzada edad. Levantó la cabeza y sostuvo la mirada a Marple

No debió venir y mucho menos tomar su arma, ya es demasiado tarde para él. 

Cor Iesu in agonia factum, miserere morientium.

Cor Mariae dolorossisimum, esto solacium omnibus agonizantibus.