Partida Rol por web

Al final lo has conseguido. Me alegro.-Murmuró Asenath. Su gesto permaneció oculto por la penumbra, haciendo muy difícil ver si realmente se alegraba o no.- No te preocupes por seguir corriendo, dudo mucho que nos persigan. -La mujer esperó a que Rincewind la alcanzara y siguió caminando despreocupadamente delante de él.- Y dime, ¿Que ha pasado ahí fuera? ¿Has conseguido algo que merezca la pena?

Bien. Pues voy a gastar un puntito de FdV

¿Puedo decidir apuntar a un sitio concreto de su anatomia (cabeza)?

En cuanto veo salir a Bridget y Holmes, dejo escapar una sonrisa aliviada. Sin embargo, aún no estamos todos. Falta uno. Uno que, a mi juicio, es indispensable.

-Gracias a Dios, hijo... -digo, acercándome a Holmes, agarrándolo, cariñosa, por los antebrazos- Dígame... ¿Dónde esta el señor Deckard? Dígame que viene detrás suyo...

Lo miro, con semblante preocupado. No pienso moverme de allí hasta que el grupo no esté completo.

Mirando a Holmes salir, di un paso lateral con intencion de marchar, cuando, mi vista volvio hacia adelante, descubrio, demasiado tarde, que Juana habia ido hacia el, con intenciones hostiles. Retrocedio un paso, no lo suficientemente rapido, y siento un pliegue de la ropa humedecer con mi propia sangre, y alzo la mano, apuntando a Juana. A la cabeza de Juana con mi pistola.

No quiero hacerte daño. Alzo la otra mano, dandole el alto. Solo quiero irme ¿Ha quedado claro?  Acto seguido, retrocede, entrando por la grieta, con intencion de marcharse, de reunirse con los demas. No atacaría a Juana, si no se sentia amenazado... pero si ella daba un paso en falso, no dudaría en meterle dos balas en el pecho..o en la cabeza.

Desde el mismo momento en que abandonamos la cornucopia avanzo mirando constantemente atrás, para saber quién nos acompaña, a quién estamos dejando atrás, y si realmente alguien nos sigue. Camino con prisa, jadeando, deseando no encontrar ninguna bifurcación. Sería complicado tomar una decisión entonces.

Durante ese tiempo trato de permanecer alerta, intentando asegurarme de que estamos a salvo por ahora. Cuando escucho las palabras de Miss Marple dudo durante unos instantes, pero finalmente me giro hacia mis compañeros.

- No lo comprendo. - le digo extrañado, gesticulando bastante con las manos y pasando la mirada de ella a los otros.. - ¿No habíamos quedado con él justamente en que iría por su cuenta? Si me dijera esperar al caballero lo entendería, pero... ¿a Deckard? - pregunto incrédulo. Ni siquiera había terminado de entender la ciega fe que parecían tener tanto Sherlock como ella en el profesional, pero una cosa era permitir que nos acompañara y otra esperar a que cualquiera nos diese alcance por aguardarle.

Julieta esboza una pequeña sonrisa al ver aparecer a Sherlock y Bridget por la grieta y después se vuelve para seguir caminando hacia la salida, cuando Miss Marple y el doctor hablan y se detiene para responder a este último, esbozando una sonrisa cargada con una cierta ironía. Ella se preguntaba lo mismo desde que llegaron a la arena.

- Oh, doctor, creo que algunas alianzas se formaron al margen del grupo después de que Deckard se retirase del resto. No alcanzo a comprender qué es lo que ha sucedido, pero me temo que lo que hablamos antes de llegar no tiene mucho valor una vez pisada la arena. Algunos de los aquí presentes parecen considerar que nuestros pactos y decisiones previas no merecen mucha consideración... A pesar de que la señora Susan Calvin ha demostrado no merecer nuestra confianza persiguiendo a una niña pequeña. 

Deja que sus últimas palabras calen en los presentes y la joven se gira hacia Romeo después, tirando suavemente de su mano para que camine con ella. - ¿Salimos de esta oscura cueva, mi amor? El caballero podrá alcanzarnos después si sale con vida de ese horrible lugar donde la sangre está corriendo como un oscuro licor. - Mientras empieza a caminar se gira para dirigirse al resto. - Si lo deseáis, podéis venir con nosotros, por nuestra parte el pacto sigue en pie. Pero no cometeremos el error posiblemente mortal de hacer tratos con profesionales. Ya han demostrado sobradamente ahí fuera de lo que son capaces y no tenemos ningún motivo para confiar más en el señor Deckard que en la señora Calvin.

-Lo comprendería, doctor, si hubiera visto al igual que el señor Sherlock y yo, entre otros, cómo su caballero en brillante armadura ha acabado con la vida de una mujer en medio de la cornucopia, en lugar de respetar nuestra estrategia y nuestro pacto mientras que su temido señor Deckard, está ahí, al otro lado de ese tunel, cubriéndonos a TODOS la retaguardia. Sacrificándose para que ustedes estén aquí, hablando sobre cómo dejarlo tirado.

Aquello ya comienza a parecerme mezquino. ¿Qué más querían? ¿Qué se volara la cabeza para demostrar que era de fiar? El primer muerto ni siquiera ha sido obra de un profesional, sino de aquel vejestorio chalado. ¿De verdad pensaban confiar más en él que en un tipo que ha demostrado intentar protegernos desde que esta locura empezó?

-Vayánse, si así lo desean. Hagan lo que les de la gana. Yo, por mi parte, no pienso abandonar a quien se ha preocupado por mi vida, arriesgando la suya. Sólo le recuerdo, mi querida Julieta, que también le cedió a usted su lugar, para que pudiera salir de allí, mientras él protegía nuestra huída.

La escasa memoria de Julieta en estas cirscunstancias me parece increíble. Ella ha presenciado lo mismo que yo y, sin embargo, a la primera de cambio, es ella quien no parece tener problemas a la hora de seguir prejuzgando y dejando gente atrás con tal de salir de allí con su amado. Desde luego, qué malas son las hormonas.

Por mi parte, acabo por cruzarme de brazos, apoyándome en el lateral de la grieta, con aire resuelto, dispuesta a saber cuántos de ellos serían capaz de dejar atrás a un hombre inocente.

Julieta parpadea sorprendida, de nuevo sin comprender los motivos de la anciana para seguir defendiendo al profesional por encima de todo. Se pregunta qué le habrá prometido el profesional, pues a estas alturas está claro que hay algo más detrás de esta cabezonería. Sin embargo, se gira un instante para responderle con tono amable. 

- No os equivoquéis, señora. El caballero ha atacado a Yocasta para protegernos. Esa profesional clavó su jabalina a una joven justo a mi lado, y Don Quijote acudió presto para asegurarse de que no me la clavaba a mí después. Nuestro pacto era de no agresión entre nosotros mientras quedasen profesionales en pie, el caballero no ha incumplido este pacto, más bien lo ha defendido protegiéndonos de una de ellos. Y no sabéis si el señor Deckard se ha quedado para protegernos o para unirse a su compañera, en la cual os recuerdo que vos también confiabais, y continuar persiguiendo niñas inocentes. Sinceramente, señora, no comprendo por qué lo defendéis con tanto denuedo.

La joven se encoge de hombros. Probablemente la anciana había hecho un pacto secreto con los profesionales para venderlos a todos durante la noche. No había otra explicación posible a esta lealtad surgida de la nada. - Supongo entonces que nuestros caminos se separan aquí. Os deseo suerte y que lo que sea que os traéis entre manos con vuestras alianzas secretas no os cueste la vida demasiado pronto. 

Sin decir más, Julieta comienza a caminar de nuevo, esperando que Romeo la acompañase. 

Tras escuchar a su amada Julieta, asintió, mostrándose de acuerdo con sus palabras- El noble caballero, a pesar de su evidente demencia, no ha hecho sino protegernos. Esa mujer desalmada pretendía causar una masacre y se atrevió a abordar a un enemigo desarmado. No tiene honor, ni piedad, y no merece nuestra compasión. El buen Quijote hizo lo que debía, ¿o qué clase de caballero no jura por su honor defender ideales de justicia dignos de la más alta virtud?-tomó la mano de Julieta entre las suyas, y continuó hablando- Por mi parte, usted rompió nuestro pacto desde el momento en el que acudió a esos profesionales y los introdujo en nuestro grupo. Si la doctora sobrevive, sabrá cuántos somos, y a dónde nos dirigimos. Deckard también lo sabe, y no deja de ser su compañero. 

- Vea esto como un favor hacia vos, y hacia vuestros confiables y confiados compañeros, buena señora. Después de todo contaremos con un factor sorpresa que pueda despistar a esos profesionales, si ellos al final intentan rebanaros el apergaminado cuello. Uníos a nosotros o no. Si decidís que nuestros caminos deben separarse, nosotros, por nuestra parte, respetaremos el pacto de no agresión, pues no tenemos motivos para montar ninguna clase de carnicería.

Miró entonces a su amada, y a pesar de la situación, no pudo evitar esbozar una sonrisa al contemplar la hermosura de sus ojos- Salgamos de aquí, mi amor. Pronto otros querrán acercarse hasta aquí para intentar salir o llevarse por delante a quienes intentamos salvaguardar la vida. No quiero arriesgarme a que te hagan daño.

Observo en segundo plano la discusión que se forma entre unos y otros. Julieta y Romeo por una parte defendiendo al chalado vegestorio y acusando a Deckard, al que yo misma vi que podría haber acabado con Sherlock pero no lo hizo; por otra parte, Miss Marple defendiendo a Deckard y dejando en evidencia a mi compañero de distrito, el cual no es ningún santo de mi devoción. Finalmente la discusión termina cuando la pareja de enamorados se marchan, agarrados de la mano y con miradas de amor verdadero a prueba de muerte.

"Qué romántico, qué bonito, qué... ¡qué envidia me dan! ¡Yo llevo meses en Meetic y aún no he conseguido una mísera cita! ¡Y estos aquí comiéndose con los ojos!"

Trato de alejar estos pensamientos de mi abrumada cabeza para mirar a los compañeros que quedan ahí, esperando a Deckard.

- No digo de no esperarle pero... no sabemos quién será el próximo en cruzar este mismo camino ni con qué intenciones lo hará. Quizás deberíamos de esperarle en otro lugar, algo más resguardados. Solo por si acaso, ya me entienden.

Mientras mi mente permanece en la Cornucopia y en el libro con mi nombre que he visto demasiado tarde y no he podido recuperar, los demás se ponen a discutir sobre el mismo tema de siempre. Les escucho a medias, con la cabeza aún en Odiseo quien estaba encima de mi libro. ¿Acaso lo había leído y me esperaba? ¿Estaba sobre avisado? ¿O fue simple coincidencia?

No existen las coincidencias.

Parados ya fuera y discutiendo como si no hubiera nada mejor que hacer, como por ejemplo huir y caminar juntos en armonía y paz, termino por agacharme en el suelo, dibujando en la arena y con el dedo lo que parece un boceto de la cornucopia. Planeo estrategias para recuperar ese libro, pero está claro que sin saber quienes querrán acompañarme en mí búsqueda no puedo pensar con claridad. Además de que el exceso de voces me empieza a molestar.

- Bien.- termino por decir llamando la atención.- Bien es cierto todo lo que decís pero os olvidais del tema más importante.- cuando me miran señalo en la dirección en que habíamos quedado reunirnos.- Dos kilómetros y medio, ¿No era así? Discutir no sirve de nada y las buenas nuevas que os traigo quizás terminen de unirnos o de bifurcarnos, queridos amigos.-hago una pausa, mirando a todos mientras me incorporo nuevamente.- Necesito entrar de nuevo en la Cornucopia. Puede sernos de vital ayuda que yo me haga con un libro que he alcanzado a percibir.- siempre trato primero el tema que considero más importante, porque de ese modo los más triviales terminan por pasar desapercibidos. Seguro que su mente ya está comenzando a funcionar sobre este tema y lo que voy a tratar sobre Deckard, probablemente solo lo conecten con la posibilidad de entrar o no, y no con la de que nos acompañe.- En cuanto al señor Deckard, soy un hombre de palabra y si se zanjó estar contra los profesionales lo cumpliré, pero pensad en esto un momento. Una pistola. Ese hombre que les ha dejado pasar me ha podido matar de un solo disparo a un segundo de poner el pie en la arena. Aparte queda la remota posibilidad de que la bala hubiera dado en un botón o algo parecido. Lo que quiero decir es que se trataría de una buena defensa y un buen ataque. ¿Realmente queremos tener de enemigo principal a un hombre que puede matar de un solo disparo a capricho? ¡Es más mortífero que ese Robin! Sería el aliado que necesitáramos. El factor sorpresa.- el factor sorpresa que me hace falta para entrar en esa Cornucopia y hacerme con ese libro.- Y querida Miss Marple, no sea tan radical en sus empeños. Confío en su forma de pensar, bien usted lo sabe, pero los pactos son los pactos y aunque bien sería, como he dicho, el factor que completaría nuestro grupo, la palabra es la palabra.

Hay que confiar en que nuestros compañeros terminen por decidir qué vale más. Si la vida o la desconfianza.

- Lady Bridget tiene razón. Parados somos el próximo objetivo.

-Alguna cosa, si. Por si me has preparado una trampa para eliminarme, te aviso. Sola no vas a ganar los juegos. Los guerreros tienen de su parte a dos curanderos, un par de niños se han ido por su cuenta. Pero el grueso de los participantes han formado un frente común, unos once.- Le muestro la mochila.-Aun no he comprobado el contenido. He conseguido algo que me sirve como arma también.

Estaba ansioso, no sabía porque esa mujer ni siquiera había aprovechado el momento inicial, en el que todos estaban desarmados para coger algo, al menos, una mochila. Tampoco parecía alegre de verme. Era perturbadora.

-Yocasta ha muerto. Ulises supongo que la seguirá a la tumba en breves. Robin es invulnerable por la magia de la emperatriz infantil.  A mi me ha clavado una flecha en el hombro, necesito un fuego poder sacar la flecha y cauterizar la herida para no sangrar más. ¿Sabes algo de medicina?

El Conejo Blanco siempre hace lo mismo, se mete por agujeros en los que ella no cabe o que son pequeños para pasar por ellos de forma normal. Pero parece que no es el fin del mundo... graba en su cabeza donde se encuentra esa pequeña apertura en la roca y se acerca al final del camino... una entrada de tamaño normal por la que entra mucha luz.

Pero sabe que está en campo de batalla y que puede suceder cualquier cosa, así que se acerca con precaución al final de túnel, pensando que quizá vuelva a llevar al inicio de su camino. Es lo más lógico que podrían hacer los que han organizado esos juegos macabros.

Observo cómo unos y otros argumentan, y no puedo evitar sorprenderme al ver a Sherlock dibujando en el suelo y proponiendo volver.

- A ver, punto por punto. - digo nervioso, echando un vistazo al trozo de cueva que hemos avanzado para asegurarme de que no viene nadie. - En primer lugar, no es seguro volver. Si necesitamos algo, esperemos que los patrocinadores puedan conseguirlo. - propongo. - Ahora mismo hay allí al menos varios profesionales, y a estas alturas ya habrán muerto varios de los que estaban. Si volvemos seremos un objetivo fácil.

- En segundo lugar, - continúo después, paladeando con la lengua. La siento reseca, pero no creo que sea momento de ponerme a pedir agua - ¿que no haya disparado significa que podemos confiar en él? Ni siquiera sabemos si la pistola estaba cargada.

- Y en tercer lugar... - digo más relajado, preparándome para terminar - Si desea esperarle, Miss Marple, espérele a la otra salida, escondida desde algún lugar donde pueda vigilar la grieta. Pero no aquí. Sea cauta. Así si otro cruzase el túnel no llegaría a verla.

- Necesitamos alejarnos, conseguir agua, y quizá buscar alguna manera de defendernos. Estamos perdiendo más tiempo por alguien que puede seguirnos cuando quiera del que en realidad tenemos.

- Aunque aviso que yo no me quedaré esperándole al otro lado. No confío en él. Tal y como ellos han señalado, - digo refiriéndome a los dos enamorados - también antes se fiaban de Calvin.

Julieta no termina de comprender de qué hablan Sherlock y el doctor, pero finalmente supone que se refieren al extraño objeto de metal que tenía el profesional en la mano. No sabía para qué podía servir, pero a ellos les parecía importante por algún motivo.

La joven se encoge de hombros hacia Sherlock. - Yo no creo que debáis cruzar esa grieta de nuevo, caballero. Como dice el doctor, correría riesgos en demasía y no creo que merezca la pena que perdáis vuestra vida por conseguir un simple libro. Sin embargo, es vuestra decisión, no haré nada por impedíroslo si es lo que creéis que debéis hacer. 

Arruga entonces el ceño un instante antes de seguir hablando. - Desconozco qué es esa tal pistola que mencionáis, o para qué sirve... Pero si el profesional os hubiese atacado, habría matado a uno pues los demás habríamos huido antes de que pudiese continuar. Si se gana nuestra confianza y nos acompaña en nuestra huida, podrá matarnos a todos cuando estemos desprevenidos. Considero que es evidente por qué no os atacó en la arena, mi señor. Como bien sabéis es inteligente y probablemente paciente. Mejor seis que uno. 

- Las palabras del doctor son sabias y habla con gran tino. Haced lo que gustéis, no vamos a impediros que os unáis a él si es vuestra decisión. Pero os ruego que vos respetéis que valoremos nuestras vidas en cuantía suficiente como para no depositar nuestra confianza ciegamente en un profesional. Y más después de ver cómo errasteis al confiar en Lady Calvin. 

La joven se volvió hacia su amado, con el rostro preocupado, pero los ojos brillantes de esperanza por estar a su lado. - Romeo, debemos alejarnos ya de la grieta. Como dicen, no sabemos quién podría cruzarla y debemos huir mientras podamos. Continuemos nuestro camino con buen paso, mi vida, y alejémonos mientras podamos. 

Son las palabras de Sherlock las que hacen que centre toda mi atención en él, olvidando las explicaciones del resto. Que sí, que el señor Deckard es malísimo. Que nos va a asesinar a todos. Eso parecen tenerlo todos clarísimo.

Yo, en cambio, soy de la misma opinión de Sherlock. No es que me haya equivocado con la doctora Calvin. Venía con Deckard, y el fue el primer sorprendido ante aquella asctitud. Pero, por otra parte, ¿cómo culparla? ¿Acaso no estamos nosotros, hombres y mujeres civilizados hablando de dejar atrás a seres humanos a los que ni siquiera les estamos dando el derecho a la presunción de inocencia? Está claro que este lugar está sacando lo peor de cada uno de nosotros. Y yo, por mi parte, voy a aferrarme a mi sentido común y a mi cordura el máximo posible. Y mi primera máxima es mi primera máxima: no voy a hacer nada de lo que luego pueda arrepentirme por miedo.

Por otra parte están Sherlock y el libro. Confío en él. Es mi compañero. Y sé que su insistencia por volver al interior no es fruto de un capricho. Tiene que haber algo más. Además, con un poco de suerte, para cuando volvamos los profesionales se habrán matado entre ellos y eso habrá reducido considerablemente su número. Dejarlos allí, en el interior, sólo acabará haciendo que los supervivientes salgan, mucho más cabreados y armados hasta los dientes. Y entonces no seremos más que presas a las que dar caza.

-Si quiere volver ahí dentro, señor Holmes, volveremos. Estoy segura de que, en medio de la confusión, podrá hacerse con ese libro.

¡Qué equivocados están!

- Ese libro podría ser...- prefiero callarme, mordiéndome el puño cerrado de la mano. No, no puedo decirlo aún. No estoy por completo seguro y si me equivocase sería el fin de mi reputación. Respiro hondo. Perder las formas solo vendrá mal para mí a la hora de caer bien a los profesionales.- No dije de volver en este momento. Es bueno esperar a que las cosas se calmen, se marchen o se eliminen entre ellos antes de entrar. Pero tened en cuenta que habrá que volver en algún momento, que ese libro, es importante.- sujeto bien la mochila a mi espalda y agarro una de las garrafas de agua que Bridget brillantemente cogió y les miro- Ya cojo yo esto, querida Bridget. Tienen razón. Aquí estamos en peligro.- miro a Miss Marple. Quedarse ahí sola, o incluso si y me quedase sería un suicidio. Necesitamos las alianzas y por eso seguiré al doctor, a Julieta y a Romeo- Vámonos, Miss Marple. Sea razonable. Tenemos que planear nuestras opciones.

Tengo que hablar con el doctor.

Seguimos teniendo diferencias sobre cómo actuar a continuación y quiero pensar que todos somos presa del miedo por partes iguales, aunque algunos sepan llevarlos mejor que otros. Personalmente, estoy completamente asustada. Cada segundo que pasamos ahí, me imagino que el estrecho lugar se llenará de profesionales que nos ensartarán como patitos de feria, sin opción a sobrevivir. Ése miedo no lo puedo ocultar y se ve claramente en mis ojos.

Barajan la posibilidad de esperar, de volver y de irnos.

- ¿No podemos esperar tras irnos y luego volver? -lanzo la pregunta al aire, que parece bastante estúpida pero si lo piensas bien, tiene toda su lógica. Nos vamos, le esperamos donde acordamos antes y luego, cuando hayamos recuperado fuerzas o algo con lo que defendernos... volvemos. Mi bolso no sirve como arma. Quizás como escudo... No, tampoco. Es un bolso de imitación barata y pequeño. Qué mal vamos. Aunque tampoco me iba a traer el bolso bueno a mi muerte.

Aunque Holmes, mi buen y tremendo Holmes, necesita recuperar un libro.

"¿Se le habrá caído? ¿O lo tenía perdido de antes?"

Interrumpe mis pensamientos al recoger el contenedor de agua que llevo.

"¡Oh, qué galán, qué caballeroso es, qué...!"

Me sonrojo, toda contenta por el gesto. Podría olvidarme ahora mismo del lugar en el que nos encontramos e imaginar que me encuentro en otro escenario con él, más bonito, más romántico, como el de alguna novela de esas empalagosas que me encantan leer, y sin tanto miedo a morir y esas cosas, pero no tengo tanta imaginación para lograrlo. La culpa de ello es de la TV, sin duda.

- Sin duda, sigo pensando que debemos movernos de dónde estamos... -digo antes de seguir a quiénes empiezan a moverse de ahí. Aunque claro, no me voy de ahí sin Sherlock ni Miss Marple.

La situación está tomando un cariz que no me gusta. Ya no se trata de aquel rechazo irracional hacia Deckard, como si el resto, por no ser profesionales, fueramos a ser menos peligrosos. Es la actitud de mis compañeros, la predisposición a dejar atrás al resto y aquel egoísmo lo que me escama.

Cuando escucho a Sherlock, decido que es momento de hablar en privado, con él. Aprovecho mi cercanía, y que los demás parecen estar más ocupados en dar razones por las que dejar tirado a Deckard que otra cosa, para inclinarme hacia él, susurrándole algunas palabras.

-Mi querido Sherlock. Sé que es un hombre de palabra y que quiere salvar a estos desdichados, igual que yo. Pero esto no me gusta... Mire a su alrededor. Julieta ha demostrado que tiene de inocente lo mismo que el señor Odiseo. Usted vio, igual que yo, como se deshacía en amabilidad con Deckard ahí adentro, y mirela ahora, haciendo campaña contra él... E insinuando incluso que pueda tener algún tipo de alianza secreta con él. Parece que sólo le interesa ese amado suyo que, por otra parte, no parece demasiado espabilado pero, en realidad, es la que más discordia está intentando sembrar entre nosotros...

Luego está el doctor. Sigo creyendo que el que tiene algún tipo de pacto que desconocemos es él. Esa actitud irracional, ese empeño en ceñirse a un pacto que considero ridículo... Maldita sea, Holmes. ¿Qué han demostrado ellos para que podamos confiar en ellos? ¿Qué hemos demostrado nosotros para que puedan decir que somos dignos de su confianza? Yo se lo diré: nada.  Y es a la única persona que nos ha defendido, al único que, mientras podría haberle volado a usted mismo la tapa de los sesos le ayudó a salir de allí, al único que se ha quedado a cubrir nuestra retirada para proteger nuestras vidas, arriesgando la suya, a quien tratan con desconfianza.

Yo no sé qué más esperan, qué más quieren de él. Lo que sí que tengo claro es que no voy a marcharme de una forma tan cobarde y tan poco honorable. Quizás solo sea una vieja cabezota pero, en este momento, tengo muchos más motivos para confiar en ese hombre que para confiar en cualquiera de ellos.

Me sincero con la unica persona en la que confio de entre los presentes. Ni me parece lógico ni razonable lo que está sucediendo. Además, tengo la clara sospecha de que la que va a acabar pronto desangrada en medio de la nada seré yo. Y no precisamente a manos de un  profesional.