Partida Rol por web

Le doy la espalda al pelirrojo, tenia la misma mirada que el Tesorero despues de tres días sin tomar sus pastillas de concentrado de rana, y por lo que llevaba dicho, me parecía igual de cencerro que él. 

Observo a aquella encantadora jovencita de vestido azul y cabellos dorados acercarse a Sherlock y a mi. Enseguida le sonrío, amable, dedicándole una mirada escrutadora - Hola jovencita... Qué chica tan avispada... - miro a Sherlock por el rabillo del ojo, con la sonrisa aún en los labios- Pues sí, somos ingleses. Yo soy la señora Marple y este es Sherlock Holmes. ¿De dónde sales tú jovencita?

Dedico una mirada curiosa a la chica, una mirada que quizás ve más allá de lo que la simple vista pudiera averiguar. Y voy a añadir algo más cuando aquel joven de cabellos pelirrojos comienza a vociferar, soltando su discurso de salvador de masas- ¡Jesús! Que energía tienen estos jóvenes de hoy en día... - aún así, mi mirada también se posa en él y tomo buena nota de sus palabras, y de sus ademanes mientras pronuncia aquel alentador discurso.

Y, acto seguido, mi anciana mirada se va posando en el resto de los presentes, buscando adivinar reacciones, actitudes antes aquella exhortación. Y acabo por pararme en aquel hidalgo caballero de más o menos mi edad que parecía más entretenido en buscarse el favor de aquella jovencísima criatura que en salir de allí con vida.

Héroes, donjuanes, damas en apuros, chiquillas inocentes, sabuesos inteligentes... Parece que, después de todo, aquello si que se un catálogo de seres humanos.

La gente es igual en todas partes. Si, parece que sí. Parece que, después de todo, el ser humano, como siempre, seguía comportándose igual allí que en mi pequeña aldea inglesa.

Los ojos le brillan al escuchar a aquel caballero salido de historias o leyendas.
Su voz tiene la fuerza del honor y la justicia, y en el fondo de su corazón, la Emperatriz Infantil puede sentir que es bueno.

Una risa amarga se escapa de la boca de Juana. 

Me recuerda a las políticas de los grandes señores. Hoy te ayudarán para luego apuñalarte por la espalda al primer gesto de debilidad. Al menos el enfrentamiento singular hace esto un poco más digno. Muy bien, Robin. Colaboraré contigo en esto. Ahora bien -añade Juana con gravedad-, no pienses que soy como esos salteadores que te cortan el cuello mientras duermes para robarte la espada y unas pocas monedas. 

La niña observa con detenimiento al chiquillo rubio que espera en la sala.
Parece sólo, aunque no puede estar segura al cien por cien. Aun así se acerca a él, pues reconoce en el la pureza de un niño.

- Buenas tardes.- le saluda con una sonrisa.- soy la Emperatriz Infantil de Fantasía. Vuestra aura despide imaginación. ¿De donde venís, que mundo es el vuestro?

Mi conversación con Miss Marple queda interrumpida por la joven de aspecto delicado y educación sin igual. Se presenta como Alicia al tiempo que la escruto de arriba a abajo.

Sin duda alguna podrá servir bien como modelo hermoso a los supuestos patrocinadores. Chica joven y hermosa de aspecto delicado y sonrisa bonita en unos juegos así. Bonita publicidad.

Cojo su mano y hago el amago de besarla, tal y como hice con Miss Marple.

- Encantado de conocerte, Alicia. Soy Sherlock Holmes. Me alegro de conocer a alguien más perteneciente a nuestra fabulosa Gran Bretaña. - le sonrío al tiempo que me vuelvo a erguir colocándome bien el sombrero. Miro entonces a Miss Marple, buscando su aprobación. ¿Podría la señorita Alicia servir para nuestra noble causa de sobrevivir por encima de los demás? ¿O tendrá una doble y peligrosa fachada?- Decidme, ¿qué opinais de los juegos?

Asiento a las palabras de Juana, Dando por sellada así la alianza. - ¿Que opinión te sugieren los demás? ¿Hay alguno que creas digno de la mas mínima confianza?

Observo a la joven solterona con aspecto de vulgaridad total. Mi cara se torna algo disgustada porque no pega mucho con nuestra elegancia y nuestro saber estar, pero luego comienzo a descubrir las posibles ventajas.

- Muy buena idea. Evidentemente no puedo negar que tenéis buen ojo para los negocios. Acerquémonos pues. ¡O mejor! ¡Llamémosles! Desde aquí tenemos muy buena perspectiva. ¿No creeis?

Sonrío cuando menciona lo de "bandido infame". Ese adjetivo lo tengo reservado para los que nos han traído aquí. 

- No, no precisamente así. Se os conoce como Robin Hood, aquel que robaba a los ricos para entregárselo a los pobres. Al menos, eso cuentan. Pero sí, tiene razón, no he venido a hablar sobre su figura histórica. Busco una alianza, necesito protección. Puedo ofrecer a cambio algo que no creo en lo que usted crea, pero que en mi mundo existe. Puedo sanar sin necesidad de ungüentos ni vendajes. 

Hago una pausa antes de seguir. 

- Bien, ¿estaría interesado? 

- He viajado a la morada de Hades y he vuelto! - digo en voz alta para que aquel joven me escuche - No es la muerte lo que un hombre debe temer sino el olvido, y ya a ninguna de esas cosas temo. He desafiado a los dioses, he luchado junto al poderoso Ajax y al insuperable Aquiles, me he batido contra el hábil Héctor y he superado en astucia a las sirenas, la misma astucia que me permitió medirme contra Polifemo y vencerle. Mi única preocupación ahora es volver a mis tierras y si para ello la matanza ha de llevarse acabo entonces que suceda. Pero sin embargo, si lo que pretendes es tomar el papel de Palas Atenea y detener una matanza innecesaria mi actitud será la misma. Que así sea y la matanza termine. Pero debo preguntar, cómo confiar en vos o en los demás que aquí se encuentran? Y Acaso es posible obtener la libertad sin luchar entre nosotros? Acaso es posible vencer a los amos de estas tierras, aquellos que tienen extraños poderes dignos de un dios? Porque si lo que pretendes es enfrentarte a los dioses he de advertirte que no serás el primero en caer. Cuál es entonces el plan del gran joven de cabellos de fuego?

Escucho atónito las palabras de la joven. Las habilidades de las que presume parecen milagrosas, dificiles de creer... 

Analizo a la dama, poco mas que una niña, valorando las posibilidades. Si es una treta, no será dificil acabar con ella, pero de decir la verdad, puede ser un aliado que convenga mantener hasta el final...

De acuerdo. Espera un momento. 

Le hago gestos a Juana de arco para que se aproxime. 

Juana, te presento a victoria, una joven dama española que ha sido bendecida por la gracia de dios. Sus milagrosas capacidades nacen de su inocencia, por lo que nos propone un trato. Nosotros evitamos que la maten y la acogemos bajo nuestro cuidado, y ella nos mantendrá sanos.

¿Que te parece?

Bendecida por la gracia de dios. Ciertamente, sí. No he comentado por el dios de qué panteón. Creo que es mejor que me aferre a justificar mis habilidades como una bendición que como magia. 

- Si es necesario, puedo probarlo. Pero no me gustaría que todos los presentes fueran conscientes de mi... bendición. 

No me hace gracia tener que autolesionarme, pero lo haré si es necesario. Me preocupa más que toda la sala vea la luz de la sanación. 

-Hagamos algo mejor, querido... - digo, analizando fríamente la situación. Como mujer experimentada tengo claro que no todo ni todos entramos siempre bien por el ojo a primera vista...- Tú vas a hablar con la jovencita solterona... Estoy segura de que con un joven tan apuesto y gallardo como tú, estará dispuesta a escucharte... Y yo, mientras tanto, me acercaré a nuestro amigo, el de la pinta de inteligente... - añado, refiriendome claramente a Rick Deckard.- Una ancianita adorable siempre entra mucho mejor que un joven apuesto e inteligente que puede poner en peligro la gallardía del resto de jóvenes. ¿Qué te parece?

Mi razonamiento es claro y simple. Lo he visto centenares de veces en mi pequeño pueblecito inglés: una anciana nunca representa una amenaza, pero entre jóvenes, la pelea por ser el gallo del corral está casi siempre asegurada. Y, por otro lado, tenemos a nuestra querida solterona con pinta de estar deseando ser amada... Quizás el joven Sherlock represente un buen candidato en el que poder concentrar todas sus ganas...

Así pues, lo unico que espero, antes de acercarme a Reckard, es el visto bueno por parte de Holmes. Aquello parece estar ya en marcha y, de momento, las cosas no pintan nada mal. O eso parece.

Hablar de confianza aquí es mucho decir... -mira a su alrededor, buscando entre los tributos- Pero ese tal Quatermain no parece haber entablado contacto con nadie de momento y, por su aspecto, diríase que es alguien tener en cuenta. Ahora bien, ¿prefieres tenerlo cerca y vigilado o lejos y sin poder controlarlo? Yo soy partidaria de tenerlo a la vista y, si escapa a nuestro control, hacerle frente.

No se lo podía creer. En medio de esta locura, era posible encontrar un alma pura. Embargada por la emoción, Juana da un paso al frente y clava sus ojos en los de Victoria sin apenas parpadear mientras posa las manos en sus hombros.

La curación es un milagro que sólo aquellos tocados por el Altísimo pueden realizar. Sí, lo veo en tu cara y en tu mirada. Sin duda estás aquí para desempeñar un papel crucial como enviada de la Providencia.

Retira sus manos de Victoria y retrocede un poco. Sigue visiblemente emocionada pero se contiene lo necesario para adoptar una pose más solemne.

Victoria, mientras estés con nosotros, no sufrirás ningún daño. Pelearé hasta que ya no pueda sostener mi espada entre el enemigo y tú.

Tras la llegada al lugar permanezco apartado, un poco ausente, observando a unos y otros con temor. Los hay completamente dispuestos a hacer lo que sea necesario para vivir, lo cual es lógico. Está en nuestra naturaleza.

Comienzo a preguntarme qué clase de enfermo organizaría o presentaría este tipo de juego. Pero la respuesta resulta sencilla: no tienen por qué estar enfermos, sólo desinhibidos, aunque hoy en día ambas cosas se confundan.

A pesar de que mi intención inicial no es formar parte de todo esto, a los pocos minutos ya me encuentro evaluándolos casi sin querer, sintiendo la necesidad de conocer más acerca de sus capacidades. Es complicado saber quiénes tienen realmente una posibilidad, y quiénes aprovecharán la mínima oportunidad para sacar provecho.

Cuando me doy cuenta de que mi pulso se está acelerando suspiro, tratando de calmarme. Mi compañera de distrito está conversando con un hombre vestido de forma extraña. Probablemente yo también tendría que ponerme manos a la obra... Lo cierto es que, por más que trate de evitarlo, parece que no habrá otra salida. Al menos por ahora.

Sin embargo, el chico que dice llamarse Kvothe llama mi atención, ofreciéndonos algo que no estoy seguro de que sea posible. Le doy algunas vueltas en mi cabeza, pensando en cuál será la mejor opción para sobrevivir: enfrentarme a seres de habilidades, o plantar cara a quien haya sido capaz de reunir a gente con esas capacidades.

En cuanto tengo una oportunidad me acerco a las dos personas más semejantes en apariencia a mí. Lo hago dubitativo, sin saber si con ello estaré firmando ya una sentencia de muerte próxima. Sin embargo, está claro que hay que arriesgar.

Trato de aparentar seguridad, pero lo cierto es que es complicado: está claro lo que todos nos jugamos aquí, y ocultarlo servirá de poco.

- Di-disculpen, - les digo con la garganta reseca y la lengua pastosa por los nervios en cuanto estoy a unos pasos, para que no crean que trato de espiar sus conversaciones - Ustedes parecen los más... normales.

Un rato después me acerco a mi compañera de distrito. Hemos hablado poco, pero parece la opción más segura de momento. Asenath, creo que se llamaba. Asenath Waite.

- Buenos días... - digo inseguro - ¿Tiene unos minutos?

En cuanto veo que se queda un momento a solas hago una seña al chico para que se acerque. Lo cierto es que no estoy muy seguro sobre si esto va a ayudarme o a condenarme más rápidamente, pero desde luego está claro que, si sólo puede sobrevivir uno, no seré yo.

- Chico, - le digo con la voz rasposa y la lengua reseca por los nervios, mirando a ambos lados - ¿Es que tienes algún... plan?

- Grandioso, Miss Marple. Sin duda tiene usted un ojo para los negocios. Muy bien, iremos a ver si la joven solterona y vulgar quiere unirse a nuestra causa de supervivencia. Veo que lleva una especie de cuaderno en la mano. Como mínimo nos servirá de periodista en nuestras andanzas.

Bien, de momento estamos Miss Marple y yo. La señorita Alicia aún parece algo insegura en cuanto a alianzas y no es para menos. Esperaremos a ver qué termina por decidir. Personalmente veo el potencial de su agradable físico y sus correctos modales para conseguir ayuda exterior.

- Vamos comunicándonos. Y por favor, tenga cuidado. No queremos una lesión antes de que el Big Ben toque las doce.