Partida Rol por web

Cada vez que escucho algo acerca del diablo siento un escalofrío. En la época de Don Quijote, cualquiera podía ser acusado de hacer brujería y que lo mandaran a la hoguera. Además, ¿se ha dirigido a nosotras por ser mujeres y considerarnos indefensas? 

Me pregunto qué hará si alguna de las presentes resulta tener magia. No creo que se quede de brazos cruzados. 

Además, si todos los presentes acceden, seríamos un total de siete, como mínimo, porque está pidiéndonos que busquemos aliados. 

- Señor, de los veinticuatro aquí presentes, nos ha reunido a siete. Pedirnos que busquemos aliados, ¿no nos pondrá en peligro al ser un grupo demasiado amplio? Cuanto más poderosos parezcamos, ¿no llamaremos más la atención de aquellos tocados por el diablo?
 

Alejándome de Miss Marple me acerco con la vista muy fija en la rubia del cuaderno. Exhibo mi media sonrisa y una vez llego reproduzco el mismo ritual que anteriormente con Miss Marple, quitándome el sombrero, cogiendo la mano de la joven y posando mis labios sobre su suave y regordeta mano.

- Bienvenida a este peligroso laberinto de Dédalo. Soy Sherlock Holmes, detective privado de Londres. Diría que afamado, pero de momento no quiero darme muchos aires. - procuro mirarla a los ojos todo el rato y no examinar más allá de lo que ya he examinado. No posee grandes cualidades físicas y ello me lleva a pensar que quizás sea más inteligente de lo que parece. O simplemente sea un pequeño peón dentro de este juego.- ¿Qué hace una joven tan inusual aquí? Estaba pensando... que quizás le gustase la compañía de un no humilde londinense por aquí. Y... ¿por qué no? En la arena llegado el momento.

Los demás están hablando tan en secreto como nosotros y hay algunos que parecen verdaderos guerreros. Esto es peligroso.

Mi conversación queda de nuevo cortada, en este caso por un hombre de apariencia algo nerviosa y tímida.

Sudor en las manos, seguramente lengua pastosa y falta de saliva en la boca. Pequeño tartamudeo y mirada algo esquiva. Sin duda está bastante nervioso y falto de confianza.

Esbozo una amigable sonrisa y le poso una mano en el hombro, queriendo recaudar más información sobre él aunque visiblemente solo parezca un gesto amable.

- No se preocupe. Bien es cierto lo que dice, señor...

Julieta entra en la sala junto a Romeo, intentando mantener la postura tímida que corresponde a una jovencita de su posición, pero sin poder evitar que un brillo de curiosidad tiña su mirada cuando pasea sus ojos por la estancia y los que se encuentran en ella. 

Algunos, que parecen grandes héroes de leyenda la asustan un poco, otros la intrigan y algunos le inspiran lástima al verlos en esta situación. ¿Por qué hay niños pequeños encerrados en este lugar para enfrentarse a muerte contra hombres hechos y derechos? Julieta suspira tras echar una mirada general y busca los ojos de Romeo para que le den valentía y fortaleza. Sonríe al encontrarlos, mientras esté a su lado no hay nada que pueda asustarla.

Un hombre anciano vestido con armadura se le acerca y le dedica unas extrañas palabras. Parece haberla confundido con alguien y Julieta no puede evitar que sus mejillas se ruboricen de una forma encantadora mientras sonríe divertida. - Oh, caballero, levantaos, por favor. - Dice, con voz suave y cantarina mientras posa una mano en el brazo de Don Quijote para intentar que se levante. - Todavía no he estado en peligro y ya ansiáis protegerme... Agradezco vuestro ofrecimiento una y mil veces, mi gentil caballero. Pero debo deciros que erráis en vuestro tino, pues yo no soy esa dama a la que os referís con tan dulces palabras. Mi nombre es Julieta, tan solo Julieta, pues he decidido olvidar un apellido que no formaba realmente parte de mí.

Tras estas palabras, se queda observando la intervención del joven pelirrojo que dice llamarse Kvothe y cuando termina, se gira hacia Romeo, esperando averiguar qué le ha parecido el discurso y qué opina sobre él antes de responder de alguna forma.

Esta claro que Dulcinea quiere ocultarte su verdadera identidad, porque tal es su amor por ti que no quiere que arriesgues tu vida por ella. Sin duda es merecedora de todo el amor que le profesas.

Observo con atención a aquel caballero que se acerca a Sherlock y a mi. A primera vista, parece que le hace tan poca gracia estar alli como a cualquiera de nosotros y que, a pesar de su apariencia, está mucho más nervioso de lo que le gustaría. Lo dejan bien claro sus gestos, sus movimientos, y su forma de hablar... y de sudar.

-Y usted el más nervioso, joven. - sonrío al desconocido, con una expresión afable y espontánea. No hay mala intención en mis palabras, tan solo intento hacer que se relaje algo más. - Yo soy la señora Marple y este es Holmes. Sherlock Holmes. ¿Quién es usted, hijo? Tranquilo... no tiene de que preocuparse... Podríamos decir que, al menos de momento, estamos entre amigos, ¿no?

Los miro a ambos, con esa misma expresión que habría tenido si los hubiera estado invitando a tomar el té a casa. Y observo finalmente a Jekyll en silencio, aún con esa sonrisa en los labios. Hay algo extraño en él... como si...

Bah, Jane... seguro que son cosas tuyas.

- Doctor. - respondo al primero con una leve sonrisa nerviosa, para entonces carraspear y hablar un poco más seguro - Doctor Henry Jekyll, natural de Londres. - Entonces dudo durante unos instantes, valorando si decir o no más sobre mí. Finalmente tomo aire, decidido. Desde luego no voy a llegar a ninguna parte sin aportar algo, y estos dos parecen la mejor opción para empezar. Al menos no parecían el tipo de personas dispuestas a resolver cualquier intercambio de opiniones por la fuerza - Doctor en medicina y leyes.

Después, cuando la mujer habla, debo convencerme a mí mismo para apartar el muro de desconfianza que trata de aparecer ante su amabilidad. No puedo evitar preguntarme si será parte del juego. Probablemente para muchos los juegos hayan comenzado ya. Bueno, y siendo sinceros... ¿para quién no? ¿No es prolongar mi supervivencia lo que yo mismo estoy intentando?

- Encantado, señora. - le digo, con una leve inclinación de cabeza. ¿Soy el único que se siente realmente fuera de lugar?

Digo lo mismo Victoria, nadie te hará daño mientras permanezcas bajo nuestro cuidado. 

Pero la mejor forma de protegerte es tomar decisiones inteligentes, y dejar que entres en la locura de la cornucopia, por muy protegida que estés, puede propiciar un accidente...

Así que, por favor te lo pido, cuando la cuenta atrás llegue a 0, date la vuelta y aléjate de la matanza. No mucho, mantente alerta, y cuando esta termine, acercate con cuidado. 

Miro a Juana, buscando su aprobación - Creo que lo propio es contarle nuestro plan

Entré en la sala y vi a un montón de gente. ¿Dónde me encontraba? Ya no estaba en el Hades. Volvía a encontrarme viva. Durante un rato estube fijándome en todo lo que había en la sala, había mucha gente (hombres, mujeres, mayores, hasta niños), en total 24 "tributos" (era así como todos los demás nos llamaban). Parece ser que participar en este juego te volvía más insgnificante y menos importante delante de la gente del Capitolio. Pero yo no voy a dejar que eso me asute y me empequeñe más, todos van a ver de lo que soy capaz. Fui reina de Tebas, hija de Meneceo y hermana de Hipónome y Creonte. Vengo de una gran casta de reyes, y me han enseñado todas las artes, desde literatura, música, matemáticas, filosofía hasta las artes de la lucha. No dejaré que me pisoteen.

Voya hacia el centro de la sala, y para llamar la atención de todos me presentro.

- Hola a todos, soy Yocasta, hija de Meneceo y hermana de Hipónome y Creonte, anteriormente fui reina de Tebas. Esperemos disfrutar de unos buenos Juegos del Hambre.
 

Después de presentarme empecé a buscar a mi compañero de distrito. Le ví y me acerqué a él.

- Bendito sean los ojos, Ulises rey de Ítaca. Parece que el distrito uno a elegido unos buenos tributos, tan castos como los mismos reyes. Lucharé con gran gusto a tu lado... y así podremos acabar con todos los demás.

Robin empezo a decirnos que nos teníanos que juntar todos los profesionales para poder acabar con los tributos que más problemas den.

- Esta bien, contad conmigo. Tenemos que acabar con todos ellos. Algunos son muy peligrosos y si les dejamos vivir bastante tiempo podrían desatar sus poderes. Así que será mejor matar el mal de raíz, cuanto antes mejor.

Miro a todos los demás y espero su respuesta.

-Encantada de conocerles, Miss Marple - hace una pequeña genuflexión -, señor Holmes - hace otra.

Tras la pregunta del detective, medita un poco la respuesta para escoger bien las palabras y expresar sus pensamientos sobre lo que está a punto de acontecer en ese lugar.

-Sin duda creo que es reprochable la actitud de quien mata por placer. O, en este caso, quien obliga a otros a matar por la supervivencia y así obtener espectáculo. Me recuerda extrañamente a la antigua Roma - dice refiriéndose a los gladiadores.

Es el mismo caso que con la Reina de Corazones. Su frase favorita es "que le corten la cabeza" y solo la dice cuando está treméndamente aburrida o treméndamente irritada... a veces, las dos cosas a la vez.

Escucha las palabras del anciano con armadura, sin duda algo así como un caballero de leyenda aunque con el peso de los años y también escucha las palabras de los demás. Es arriesgado ser un grupo grande e ir agregando más y más aliados... si fuese así, deberían seguir el plan del chico de cabellos pelirrojos.

-Es posible que todos tengamos a alguien en quien confiar, pero como bien han dicho llamaríamos demasiado la atención... sobrevivir depende tanto de la habilidad nuestra como de no llamar la atención, mi buen caballero. He de decir, que si quisiésemos llevar a cabo vuestro plan, deberíamos hacerlo en grupos más pequeños.

Pero no es factible... en algún momento, todos se tendrán que enfrentar. Esa parece la dinámica de ese lugar... todos muertos menos uno. 

Siendo los dos que se han interesado por el momento decido reunirme con ellos para detallar un poco más el plan.

-He pensado que si no proporcionamos el espectáculo que esperan de estos juegos, ellos son los que se verán comprometidos para con su público y lo que han prometido. A fin de cuentas, está en nuestras manos darles ese espectáculo del que hablan o no. ¿Qué ocurriría si cuando empiezan los dichosos juegos, todos nos fortificamos alrededor de la Cornupia, haciéndonos con todo el armamento y provisiones, y nos dedicamos a aguantar y sobrevivir juntos? Creo que eventualmente, ellos mismos tendrían que intervenir, o al menos les pondríamos en una situación comprometida. Desde luego, nada de esto seguiría el cauce que ellos esperan.

Doy un vistazo a mi alrededor, mirando al resto de tributos, y después devuelvo la atención a aquellos que están reunidos conmigo.

-El problema es que este plan hará aguas si algunos de los 24 aquí presentes no está dispuesto a ello y prefiere lanzarse directamente a la lucha por la supervivencia. Pero, al menos -el joven pelirrojo sonríe con una mirada avispada, pareciendo revelar el motivo oculto de por qué ha dado semejante actuación- con esto sabremos de qué pie cojea cada uno, y averiguaremos quién está dispuesto a matarnos a todos desde el primer momento, y quién está dispuesto a desafiar a quien ha organizado todo esto para evitar una masacre, con quien podemos aliarnos desde un buen principio en caso de que las cosas se tuerzan.

Miro de reojo a Ulises, pensando en todas las hazañas de las que habla. No sé de las capacidades de los demás, pero si todo eso es cierto... este, sin duda, es uno de los hombres a más tener en cuenta aquí. Aunque... hay algo en lo que discrepo con él. Para mi gusto, sólo hay tres cosas a las que todo hombre sabio debía temer:

Una tormenta en el mar, una noche sin luna... y la ira de un hombre bueno.

En cuanto tengo una oportunidad para hablar con el hombre a solas le hago una seña y me acerco a él observando a ambos lados, intentando no llamar demasiado la atención.

- Disculpe, caballero. - le digo con la garganta seca, bastante incómodo por la clara diferencia de culturas - ¿Tiene un minuto?

- Lo que propones es arriesgado. - respondo, pasándome la mano por el pelo de manera nerviosa - Y bastaría un traidor para llevarlo todo al traste.

Entonces me quedo unos segundos pensativo. Lo cierto era que no me sentía muy seguro allí. Me daba la impresión de estar siendo estudiado y analizado por todos los ojos presentes, y eso me ponía en cierta manera nervioso. Sin embargo, era algo con lo que tendría que vivir.

- No-no soy un hombre de acción. - digo entonces, aún inseguro. - Pero creo que podrían con nosotros. Los organizadores, quiero decir. Habría que valorar si preferimos morir todos luchando contra lo que nos obliga a enfrentarnos, o que sobreviva uno en una matanza indiscriminada. - explico, pensativo. Probablemente lo que acabo de decir sea evidente, pero ponerlo en palabras me ayuda a tener las cosas claras. La tensión y los nervios complican el pensar con normalidad.

Mis ojos se iluminan ante la presentación de nuestro tímido y nervioso compañero.

- ¡Un hombre de ciencia! Espléndido, espléndido. El doctor Watson, mi compañero, estaría encantado de poder hablar con usted, mister Jekyll.

Otro hombre inteligente. Me gusta rodearme de personas con mi mismo punto de vista. Además, si es científico seguro que abarca más ramas que yo en alguna especialidad... No estaría mal tenerle como compañero ciertamente...

- Hablábamos de estrategia por aquí. ¿Cuenta usted con alguna idea para sobrevivir?

Es evidente que es una pregunta comprometida, pues se trata de un secreto bastante importante que yo no respondería. Pero si cuenta que al menos es bueno con algún tipo de arma o haciendo trampas... lo que sea, es que pretende servirnos de compañía en esta empresa. Era una pregunta necesaria.
 

Parece que tu idea de reunir a los magos ha conseguido casi tan pocos adeptos como el joven revolucionario.-Dijo Asenath con una sonrisa enigmática en el rostro, al ver que nadie mas se le acercaba.- Pero supongo que no ser muchos también es bueno, por lo de pasar desapercibidos...

Y bien, sin perder mucho mas tiempo en dar mas rodeos, ¿que es lo que planea hacer?

Por supuesto Dr Jekyll.-Respondió Asenath amablemente. Sus ojos delataron que estaba evaluando al hombre, pero no delataron su conclusión.- Supongo que querrá conversar un rato. -Dijo mientras le indicaba cortésmente que se sentara en una silla.

No puedo evitar una leve sonrisa a pesar de la situación cuando el hombre muestra tal entusiasmo. No tengo ni idea de quién será ese doctor Watson, pero ver que el tal Sherlock parece valorar el cerebro por encima de los músculos me hace sentir más confiado. Espero que no sea una estrategia.

- Lo cierto - digo encogiéndome levemente de hombros - es que aún no tengo nada. En principio creo que empezaré intentando que no me atraviesen balas, si es que hay armas de fuego, y trabajaré a partir de ahí. - explico como si fuera una estrategia elaborada, intentando hacer un chiste para distender el ambiente - Por lo que he oído a otros... tributos, la primera decisión debería ser con respecto a la Cornucopia, pero me es imposible tomar una decisión desde ya, y más aún sin conocer las capacidades de los demás.