Partida Rol por web

A la caída de la tarde, los tributos cansados del entrenamiento se retiran a sus respectivas habitaciones. Aunque a todos os apetecería dormir, la rueda de los juegos no para. Al llegar a vuestras habitaciones, vuestros estilistas os han seleccionado unos llamativos  atuendos y vestidos con el único de fin de estar de estar deslumbrantes en la fiesta que, en honor de todos los tributos, tendrá lugar esta noche en los jardines de la mansión del presidente.

Así que sin apenas tiempo, os dais una ducha, os metéis apresuradamente en las incómodas ropas y sois conducidos hasta la casa de Snow.

Un atronador aplauso precede vuestra entrada. Vuestros mentores os han aleccionado bien. Quieren veros, no habléis con ellos a no ser que os interpele directamente Simplemente sois un divertimento más en la fiesta.

Vistosos camareros deambulan entre la multitud con bandejas repletas de comidas que, en su mayoría, no os suenan de nada.

—¡Menuda mierda! —espetó Stupp a viva voz sin paliativos de ninguna clase.

Kumi entró totalmente desubicada, como un cervatillo asustado, con su vestido, si así se le podia llamar, completado por unas botas de tacón de media caña de color tierra. Su traje parecia adaptarse a las luces del lugar y adquiria distintas tonalidades según donde estuviese.

Su cabello lucia como siempre, enfatizando el aspecto salvaje que su mentor queria hacer prevalecer. Ella no se consideraba así, pero tampoco tenia muchas opciones.

Al principio miraba la comida pasar intentando controlar sus impulsos de avalanzarse hacia ella, pero el hambre acuciaba y al final cogió con prisa y con embarazo uno de los extraños canapés que allí servian. Buscó un lugar apartado donde comerselo, pero ni aún así pudo deshacerse de la sensación de traición hacia los de su distrito. Todos sufrian y pasaban hambre allí, pero en esos momentos deseaba fervientemente volver.

Se paseó por el salón, tal y como la habían aleccionado, con la mirada baja esquivando a los camareros y esperando que corriera el tiempo rápido.

¡Comida! ¡De puta madre!- pensé. Rápidamente y sin ninguna intención de contenerme, empecé a perseguir a todos los camareros de la fiesta con intención de probar todo lo que esas suculentas bandejas contuvieran. ¡Jamás habría imaginado que existía comida así! Mi estómago estaba deleitándose, desde luego.

Miré a mi alrededor y enseguida supe reconocer a todos los tributos. Aparte de haberlos visto en la sala de entrenamiento, nos habían ataviado a todos con unos ropajes, en mi opinión, sumamente ridículos. En mi caso, vestía con un traje a este estilo:

Me habían hecho un peinado muy chungo, pero en cuanto los estilistas salieron por la puerta aproveché para deshacerlo y lucir mi típico estilo desenfadado. 

Había gente muy extraña en la fiesta, supongo que serían ricos y poderosos pero personalmente me daban verguenza ajena. No hacían mas que hablar de gilipolleces y de cosas ininteligibles. Además, eran todos bastante feos. Hace ya un buen rato que sacié mi hambre y ahora empezaba a aburrime...

Estaba agotada.

Aunque el entrenamiento, el primer contacto, no había sido tan duro como pensaba en un principio gracias al compañero que le había tocado sentía los músculos agarrotados, queriendo únicamente quitarse los zapatos para tirarse un rato en la cama y descansar. Y esa era su intención si no fuera porque, nada más cruzar la puerta de su habitación, se encontró rodeada con personas variopintas que no conocía a nada.

Los estilistas no tenían los mismos planes que ella, mirándola de arriba abajo mientras la rodeaban, haciéndola girar y colocando un metro en torno a sus piernas para medirla, o toqueteándole el cabello como si buscaran un peinado perfecto que casara con la situación.

No entendía nada y tanta atención empezaba a agobiarla, mirando a su mentor con ojos de auxilio antes de que la condujeran al baño, desvistiéndola por el camino. Gretchen pasó de cansancio a incomodidad a pasos agigantados, aunque aprovechó esos breves minutos de ducha para poder relajarse en la soledad del baño, sabiendo que no tardarían demasiado en volver a “secuestrarla”.

No supo cuánto tardó bajo el agua pero, al salir, había un vestido colocado en un maniquí frente a sus ojos, donde uno de los estilistas ultimaba los detalles del bajo de la falda. Aunque era una de las cosas más bonitas que había visto en mucho tiempo, no podía evitar mirarlo horrorizada al saber que debía ponérselo. ¿Dónde se cubría? ¿Por qué estaban tan descubiertas algunas partes de su cuerpo?

Quería negarse a llevarlo, pero aparte de atropellarse las palabras los estilistas parecían más preocupados en que no quedara ninguna arruga antes que el estado de la tributo.

Cuando quiso darse cuenta ya lo tenía puesto, sintiendo frío y vergüenza. Tuvo la necesidad de buscar una manta para cubrirse, o usar la tela del vestido para tapar sus piernas, aunque al ser tiras transparentes poco podía esconder. Su rostro estaba completamente rojo, algo que los estilistas le echaron en cara al no poder contrarrestarlo con el maquillaje.

Lo último fue un peinado levemente rizado, suelto, dejando que las pequeñas ondas cayeran por su espalda y unos tacones demasiado altos para su gusto, los cuales eran incómodos al andar. Tuvo que apoyarse en una de las paredes para no caer al notar que las piernas, ya fuera por el frío o los nervios, le empezaban a temblar antes de caminar hacia la casa de Snow. Por favor, no hagas el ridículo.

Al llegar y ver tanta gente, paró en seco casi a la entrada mientras tragaba saliva e intentaba recolocarse las ramas que cubrían su pecho, un tejido que simulaban las hojas y que, a pesar de que sus estilistas le juraron varias veces que no debía temer, creía continuamente que se caería.

Una vez allí pudo ver algunos de los tributos, aunque apenas sólo había podido intercalar palabras con ellos. A pesar de todo buscó una esquina en la que apoyarse mientras volvía a recolocarse la falda para taparse lo máximo posible y, aprovechando que los camareros pasaban, cogió una copa sin saber su contenido para darle un extenso sorbo, esperando así calmar sus nervios.

—¡¿UN TRAJE AMARILLO?! ¡¡¡PERO QUÉ COJONES!!! —pensó alucinando Stupp para sus adentros.

Era evidente que le habían asignado aquello aposta a modo de castigo por su comportamiento quizás con Atala en la presentación del Centro de Entrenamiento y/ó quizás porque Stupp era todo lo contrario; un chico que vestía en colores oscuros de chándal con capucha pretendiendo no llamar la atención y poder mezclarse entre la multitud como si no existiera allí.

Sea como fuere iba a ser el payaso oficial del evento y sabía que no podía resistirse ante semejantes monstruos porque sino las consecuencias serían de mal proceder.

Entonces se duchó porque lo obligaron como un pelele (no porque quisiera) ya que allí había mucha gente esperando en una habitación aparte a cada uno de los tributos eso seguro, para controlarle, tomarle medidas y confecccionar un traje a su medida como el del maniquí.

Para más inri no le vistieron con una camisa debajo de color blanco como la del maniquí, sino con otra amarilla del mismo tono y encima (valga la redundancia) un chaleco de traje cerrado con botones todo del mismo tono amarillista.

Los zapatos para no variar también fueron otros algo que Stupp no entendía porque los del maniquí parecían de su misma talla, los que ahora llevaba puestos tenían la suela y cordones todo del mismo tono brillante a juego para parecer un pollito recién nacido.

Esa gente para Stupp eran todos unos monstruos maniáticos.

Y allí estaba por la noche en una "fiesta de mierda" como le gustaba espetar a Stupp a viva voz, con los demás tributos cada cual más variopinto. Cuando entró todo el mundo se le quedó mirando, sonriendo y cuchicheando entre ellos... ¡como para no hacerlo si parecía el mismo Sol!

Además justo a la hora de salir del coche en la entrada le habían puesto un sombrero de traje en un color que podía adivinarse a simple vista con no menos un lazito añadido del innombrable color como si todo él fuera un puto huevo de gallina al sol.

Sólo le faltaba no haberse lavado los dientes nunca, pero eso no al menos Stupp se las arreglaba para lavarse puntualmente sus dientes tras cada comida, pues su familia no era poble pero tampoco lujosa, eran más bien de clase media.

Lo que estaba claro es que vestido así no habría ningún lugar para esconderse ni siquiera en la misma sombra de la mansión, así que lo mejor era afrontar la situación de frente con dignidad.

De la sala de entrenamiento a la habitación, de la habitación al baño, del baño a la sala para ser vestida y arreglada, y de allí nuevamente afuera, esta vez en dirección a la gran mansión del Presidente Snow. Al llegar allí, Tweedie miró como iban llegado los otros tributos acompañados de sus mentores. A diferencia de las otras competidoras femeninas, a las que buscaban resaltar sus atributos y hacerlas llamativas, como criaturas salvajes y exóticas, la estrategia tomada por el tutor de la pelirroja fue la de resaltar su aspecto inocente y dulce.

De por si su aspecto la hacía lucir menor a su edad, y lo tierno del vestido con sus flores moradas que adornaban también su cabello la hacían parecer muchísimo más pequeña. Mientras avanzaba entre las personas escuchaba un "ohhh" y un "awwww" acompañadas de susurros, a la vez que señalaban en su dirección. Dio una vuelta por todo el salón sin mirar o hablar directamente a nadie, y un par de veces se acercó a alguno de los camareros para tirar de su manga y decirles con voz tímida que le diera por favor alguno de los canapés que llevaba en su bandeja.

Al terminar la ronda, buscó algún sitio donde pudiera sentarse tranquila, mirando hacia la chica del distrito 12 con la misma atención que en la mañana. Esperaba que estuviera mejor.

Después de partir de la sala de entrenamiento era momento de pasar a ver a su mentor y este le informa de lo que harían más tarde. Drew se fue al baño y tuvo su momento de relajación y sin más se quedó dormido en la tina por unos minutos. Al levantarse nota que era momento de colocarse un traje y verse bien para todos en la casa.

-Uno debe mostrarse bien para lo demas. - Esperaba verla en algún momento de la cena. Luego de tener pronto y que hicieran magia con su pelo fue caminando a la mansión de Snow dónde podría encontrar mucha más información. Cuando llegó aplausos lo hacía levantar su mano y mostrarse ante todos, vio a los tributos que habían llegado.

-Sigan aplaudiendo por favor todos llegaremos y no queremos que se desanimen. Guiñe un ojo a los presentes y me fui al rincón donde la joven estaba ahí.

-Señorita buenas noches, me concede la chance de poder enseñarle mis dos pies izquierdo de la mejor manera posible. Deje una sonrisa.

Se terminó la bebida de varios sorbos sin saborearla siquiera, aunque en su paladar quedara marcado un regusto dulce que no logró identificar. Todavía con la copa vacía entre sus pálidas manos, repiqueteando los dedos en la superficie y haciendo un suave sonido con ellas, vio la entrada de Drew y lo tranquilo que parecía, envidiando en cierta forma la desenvoltura que tenía con la gente.

Dejó la copa en la primera superficie que encontrara antes de recolocarse las tiras de su vestido, simulando las raíces del árbol que llevaba, y saludando al tributo con una sonrisa.

- Veo que también te han vestido para la ocasión. Te queda bien.- Intentó bromear, aunque era lógico que cada distrito tuviera que vestirse elegante para la primera presentación al público. Aun así notó cómo se iba tranquilizando un poco, aunque fuera a pequeños pasos. El hecho de tener cerca a alguien conocido, incluso un amigo, le hacía relajarse y olvidarse momentáneamente que estaba rodeada de gente.

Lo que no entendió fue su referencia a los pies izquierdos, ladeando el rostro extrañada y provocando que algunos de los rizos cubrieran su rostro, apartándolos al pasar la mano para recolocarlos. Aun así confió en él y, tras pensarlo aunque seguía sin saber a qué se refería, asintió una única vez.

- Claro.

Stupp por favor. Repite la tirada. Es una tirada de la que viene por defecto. La que hagas ahora es la que me vale.

Tras acabar con el entrenamiento, me dirijo a mi habitación. Solo pensaba en una ducha, comida y un largo descanso. Pero mis planes se caen por la borda, cuando el estilista que me esperaba en mi habitación me da el itinerario para esta noche y enseguida me aconseja que me duche.

Luego de ducharme, este me ayuda con mi apariencia, me pone algo de maquillaje a lo que yo reacciono con cara de desdén, arregla mi largo y trenzado cabello, y luego me hace entrega de un traje de cuero, de un color un tanto estrambótico pero elegante, que tenía preparado. Desde fuera hacen un aviso que andaba algo retrasado, por lo que visto rápidamente y enseguida soy escoltado a la mansión del presidente Snow.

Iba acompañado con los demás tributos, y todos somos recibidos con los aplausos de la gente del capitolio. Levanto la mano a modo de saludo y hago reverencias, no era muy fanático de llamar la atención pero siempre recordaba las palabras de mi entrenador "Haz un espectaculo, ganatelos". Esto me recordaba que nosotros no éramos más que un mero entretenimiento para esta gente risueña de trajes extravagantes y rebosantes de maquillaje. -Si somos el entretenimiento, entonces hay que hacer un buen espectaculo- Comento, haciendo hincapié a lo que había dicho el tributo del distrito 6 y esbozo una sonrisa dirigida al público.

Ya en la fiesta, hago gala de mis habilidades sociales para ganarme la atención y las sonrisas de la gente.

Tome su mano y comence a guiarla hasta el medio del salon donde algunas personas estaban bailando y lo mas seguro por ser tributos nos darían el espacio razonable solo para vernos juntos, este acto morbido que hacen no es mas que un intento de sastisfacer deseos de estas personas.

- Te ves hermosa y no solo con este vestido. - Declare mientras le dejaba una sonrisa y tomaba su cintura con delicadeza, de repente deje que mi cuerpo bailara junto al suyo. El tiempo que parecía detenerse por unos minutos y siempre la miraba directamente.

- No bailas para nada mal, me gusta. - Declare mientras intentaba no ponerme nervioso o podría pisarla.

Le siguió, cogiendo su mano sin saber muy bien qué quería de ella hasta de un giro que hizo volar las raíces de su vestido la situó a su lado, en el centro de todas las miradas. Prefería no hacerles caso aunque escucha murmullos a su alrededor, imaginándose el tipo de cosas que pudieran decir aunque no distinguiera sus palabras. Esto es una locura.- Su mentor le aconsejó hacerse ver, llamar la atención de alguna forma para lograr patrocinadores, y no sabía si Drew la estaba ayudando con eso al ella ser incapaz de hacerlo por no saber cómo.

Una mano sujetaba la suya mientras que la otra descansaba en su hombro, siguiendo sus pasos al ritmo de la música, aunque le diera la sensación de que iba desincronizada.

Gra-gracias.- No podía mantener la intensa mirada del joven por más tiempo, apartándola sonrojada mientras intentaba focalizar al resto de los invitados. A pesar de estar pasándoselo bien no podía apartar de su cabeza los juegos y el motivo de esta reunión, entristeciendo su rostro unos segundos.- Debemos hablar con el resto, tal vez ellos tampoco…- ¿Quieran jugar a matarse? Era una remota idea que dudaba que ocurriera, al menos con la mayoría.- Mi alianza la tienes.

La fiesta transcurre. A medida que el tiempo va pasando vuestra incomodidad va en aumento. Todo el mundo os mira, os señala, os examina.  Los que sois de distritos agrícolas os sentís como si fuerais ganado al que están examinando futuros compradores. Y puede que así sea ya que vuestro destino no deja de ser un matadero.

Algunos de los invitados hacen corrillos y sus comentarios llegan hasta vosotros. Hablan de quién puede tener más posibilidades y quién menos. Empiezan a cruzar apuestas sobre vuestro futuro en la Arena.

Un hombre, del brazo de su esposa sale de entre la multitud y palmea con fuerza la espalda a Julian.

Tú eres mi elegido. He apostado por ti. Estos van a ser tus juegos. Así que, si en algún momento necesitas un poco de ayuda en la arena -  te guiña un ojo -  házmelo saber.

Al poco tiempo una mujer con un estrambótico vestido rosa, paseando un perro, también rosa, se acerca a Gretchen y con el dorso de la mano acaricia su cara.

- Una belleza así no merece morir en la arena. Gana estos Juegos y serás famosa. Yo me encargaré luego de tu futuro aquí, en el Capitolio.

Tiende a Gretchen una mano, enguantada en rosa.

- Raziel, diseñadora de moda. Mires donde mires en esta fiesta, veras creaciones mías. Debes ganar estos Juegos. Tengo muchos planes para ti.

Se inclina y besa la mejilla de Gretchen.

Mientras te besa te susurra suavemente al oído.

- Cuando estés en la Arena, pídeme lo que necesites.