Partida Rol por web

El yonqui se seguía metiendo mierda, con apocalipsis o sin él. Había gente que tenía clara sus prioridades, y durante una semana la cuestión sonaba a jauja. "Españoles", dijo el rey Felipito, "nos enfrentamos a una invasión global de una fuerza alienígena que nos supera ampliamente en todos los sentidos". Y en el bar de Paco "el zapatitos" se partían la caja de reir. A lo mejor era una mierda de esa tipo Orson Welles y les metían el trolazo para sondear. El gobierno era así, te soltaba una burrada como globo sonda a ver que pasa. A ver como reacciona el personal, si traga, se tira por la ventana o va al congreso para tirarles piedras.

El primer día, cachondeo y bromitas. Los payos seguían a lo suyo, y los gitanos viceversa. La droga no se iba a vender sola, ni el flamenquito se bailaba sin pies gitanos. Admitámoslo, las payas que quieren bailar flamenquito, es que van pidiendo por ahí que un gitanazo de dos metros con pelo azabache y un morcón que no le cabe en el pantalón las ponga mirando a Cuenca. O a las tres mil.

A partir del primer día, la gente dejó de cachondear. Platillos sobre Madrid, batallas aéreas, cazas que caían como moscas. Preocupación, mensajes de tranquilidad del gobierno. Mucho Podemos y mucha polla, pero lo mismo que los de antes. Las mismas faltas y debilidades. "Puedo prometer y Prometeo". Y luego mierda podrida. El ejército en estado de alerta, "manténganse en sus casas, no huyan y colapsen las carreteras". Y luego al cuarto día, comenzó el pifostie. Batallas por doquier, ciudades hechas una puta mierda. Ovnis que barrían lo que encontraban a su paso, gente huyendo como pollos sin cabeza. ¿A donde vas, gilipollas?, ¿a otro país al que están invadiendo? Se corre la voz de que Mallorca está segura, al sexto día la atacan. Ala, gilipollas. Que os aproveche. Ferrys echados a pique, la flota en las últimas. Bueno, tampoco es que tuviéramos una flota del ultramegacopón de la hostia, claro.

Pero en las Tres Mil Viviendas, en el Polígono Sur de Sevilla, la cosa seguía como siempre. El barrio no había sido atacado, y Sevilla no demasiado. Solo se cebaron con los milicos, los de caballería. Decían que comenzaban a verse los primeros extraterrestres "a pie", tomando posesión del territorio. Los gitanos los llamaban "los mengues", los demonios. Eran algo super raro, y tampoco eran payos por que no eran humanos, así que con ese nombre se quedaron.

En las Tres Mil ningún gitano había visto a un alien, y tampoco se preocupaban de ello. Sevilla estaba ahora llena de cosas que robar, abandonadas por payos que huían con lo puesto, y ellos se dedicaron a hacer lo que mejor sabían: mirar pa su ombligo y meter cosas pa la saca. Todo lo que sean comodidades y cosas chulas, bienvenido es. Como el "Plan Integral Polígono Sur". Que buenos equipamientos les habían regalado los payos: renovar pisos viejos, pistas deportivas, centros culturales e instalaciones públicas pagadas con dinero payo para que los disfrutaran sus cojones. Ole y ole.

Por eso al séptimo día, la cosa seguía normal. Los supermercados un poco más desabastecidos, claro, pero se apañaban con otras cosas. Los gitanos fueron siendo conscientes de la situación, o al menos que los payos estaban fatal. Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar. Pero allí no se iban a ir a ninguna parte. ¿A donde? Joder, aquello era suyo. Aquello era gitano 100%. ¿Donde se iban a ir, con los payos a los campamentos de refugiados, donde vivían peor que en la barriada? Anda ya que estás agilipollao.

Por eso, agosto y en Sevilla. Dió que puta caló. Que tabardillo. No se podía ni estar. Arranaos a la sombra y con el aire acondicionao chutando a toda hostia. Ese que robaste y está mal puesto a la pared con un poco de cemento y to los cables por fuera. Y con la electricidad pillada de la farola como mandan los reales cánones. La cruzcampo al punto glacial, pantalón corto y barriga pelúa mirando la tele. El Discovery Max era de los pocos que no daban noticias lacrimógenas sobre payos muertos o siendo matados. Que programazos de trasteros, cago en el copón. Daba alegría verlos.

El Chacho tenía "apadrinao" a Cayetano. Veía potencial en él, o simplemente un esbirro gilipollas equipado con un par de brazos que le ayudaran a sus mierdas. De vez en cuando lo montaba en la furgo e iban a por cobre, pero hoy el patriarca había dicho que fueran a por comida, a quitársela a los payos en sus supermercados, que ya estaba comenzando a saquear todo Dios. Tenía una Renault Transit de las antiguas, vieja y cascadísima.

Iban escuchando su flamenqueo en un viejo LP de cuando Franco estaba agonizando en el hospital, y el Caye, como le llamaba todo el puto mundo, cantaba desgañitándose y dando palmas. Iban hacia el Parque Comercial Alavera, e ignoraban lo mejor que podían las escenas apocalípticas más allá del barrio. Las casas ardiendo, la gente que pedía auxilio, los cadáveres achicharraos. Eran payos, que se jodieran.

Había dos coches patrulla de la policía hechos tabaco a la entrada de la autovía hacia el parque comercial, pero sus ocupantes eran ya puto carbón. Como se habían ensañado con cualquiera que tuviera uniforme. Pero estaba bien, joder. Los putos maderos que les decían lo que tenían que hacer y les detenían por hacer sus mierdas. Que reventaran todos juntos en una puta pira.

-Yamoh yegao primo.

Efectivamente, el puto Mercadona. No había muchos coches aparcadas. Cuando tu vida está en juego no vas corriendo al mercadona a comprar, huyes. Y de paso si eso saqueas el mercadona al pasar, claro. Pero no parecía ser el caso. En general, Alavera era un puto desierto, y más a las doce del mediodía. Habían quedado a las nueve para ir a por cosas, pero la grifa de la noche anterior había dado dolor de tarro y se la pasaron durmiendo hasta las diez, y tocándose la polla hasta las once. El sonido de las chicharras. Ellas no habían muerto, disfrutaban de la caló. De la puta caló que les hacía sudar como auténticos cerdos dentro de aquella fragoneta en la que el concepto "aire acondicionado" era totalmente desconocido.

*Pla-plas, plas* *Pla-plas, plas*

Esta mañana me había levantado con el pie correcto. Salía de mi keli dando palmas y canturreando algo ininteligible que ni yo entendía, dirección a Cáritas o algún otro sitio de estos de los payos donde dan de comer gratis.

Un legañón se me mete en el ojo mientras iba caminando por mitad de la calle con mis palmitas y eso me acaba de espabilar más, hasta que me acojona el petardazo del motor de un caza que comenzaba a arder a no muchos metros de altura.

JAMEMAAAAAATEEEEN - El repullo que me dio me acabó de despertar del todo, ahora sí. Putos payos y putos mengues... eso... ¡los mengues! Ni me acordaba ya, qué coño haría ayer...

En un pico de inspiración me viene la gracia de la mañana a la cabeza - AJAJAJAJA PREEEMOS, LOS MENGUES ESTOS SON LOS RUMANOS DE LOS PAAAYOS, QUE VIENEN A QUITARLES LOS TERRITOOORIOS JAJAJAJAJA - *pla-plas, plas* Y volví con mis palmitas.

Gritando en mitad de la calle y tras volver a ser consciente de que Sevilla se estaba quedando desierta, pregunto por si alguien se animaba conmigo -¿AYY NO VEIS QUE LOS PAYOS YA NU QUIEREN SUS COIIISAS? YO QUIERO UN BI MI VUVE DEEESOS, DESOS DE LOS PAYOS RICOS QUE VIENEN PAQUÍ A COMPRAR COIISAS. ¿QUEIN SI VIENE? *pla-plas, plas* QUeeEEeeiiIinnn SEEeeEE VIENEEeeee... - comienzo a canturrear a mi puta bola, yendo a paso tranquilo a territorio payo mientras no vea algo que me acojone y me haga salir por patas.

A eso que estoy saliendo y veo la "hurgo" del Chacho. - ¡¡ YEEEEH !! - le saludo con un vozarrón que se debe haber oído hasta en Marte. Luego caigo en la cuenta de que el patriarca nos había mandado a por comida.

Aaaa e verdá... wenu, a vé si san dejao un bimivi desos estranjeros de camino pallá...

Por el camino y observando el paisaje desde el asiento del copiloto de la furgoneta, me dieron una poquilla de pena los payos achicharraos; si es que soy un gitano mu blando...  - Aaay... endebé lo que han esho... les han quimau hasta la cartieera, que dispirdisio... - le comento al Chacho Guapo de camino al Mercadona.

Una vez allí, me bajo de la furgo con considerable celeridad y animo a mi "padrino" para entrar ya a echarle el guante a lo que se han dejao allí los payos - Amoh amoh premoh, a veh qui san dijau.

Amanecía un nuevo día en la barriada de la Paz. En las Tres Mil. Eran las nueve y los gitanos no madrugan demasiado. ¿Pa que? Los niños no solían ir al colegio, y ahora mismo tampoco es que hubiera colegio para ellos. Por que era sábado, y por que se estaba acabando el puto mundo.

La familia Heredia ocupaba dos plantas de un bloque de pisos remodelado por el Plan Integral, con su ascensor funcional, antena de TV televés, agua y electricidad funcionando de puta madre. Allí vivían tos con tós, los primos, los hermanos y los sobrinos, aglutinados en torno a la figura de Francisco José, el patriarca de patriarcas. El puto crack. El señor de las Tres Mil. Todos le escuchaban cuando hablaba, pero él se pasaba la mayor parte del día dándole trabajo a su sobrina La Choni.

Como la Choni estaba "sola", ahora en su casa vivía su prima Encarna y sus dos sobrinillos, Kevin Jesú y Brandon de Dios, que eran unos putos trastos, unos animales salvajes que solo se contenían por la presencia de su tío el patriarca. Hombre que pasaba la mayor parte del día con su garrota en la mano, fumando cigarros-puro y viendo la televisión. Y cuando no, se daba un paseo por el barrio y cual padrino recibía agasajos de los viandantes, le convidaban a cervecillas y se empapaba de los problemas del barrio, tomando decisiones con una naturalidad que ya la hubiera querido el general Patton.

Aquel finde posiblemente no hubiera mercadillo. Normal. Había payos de Sevilla que estaban colapsando las carreteras en una huída a ninguna parte, con los churumbeles llorando y los perros ladrando. Y eso es síntoma de que los payos no están muy bien. Para los gitanos sería un día normal y corriente. Así que la Choni esperaba limpiar un poco la casa, ver la tele y echar de menos a su Cristo. A veces era una lata ser una gitana de pro, por que en éstos casos no te puedes buscar amante ni sustituto. Y claro, empiezas a acumular ganas de un buen meneo, y eso no pué ser ni sano.

La comida en el piso estaba, digamos, al 50%, y ya iba siendo menester pillar más. Pero los supermercados del barrio empezaban a estar vacíos, y habían mandao gitanos para traer material, como a su primo tercero el Cayetano, al que también apodaban "el tontico".

La mama entró al cuarto, y todavía seguían dormidos to tiraos. Habían hecho el trasto ayer hasta las tantas, y se habían quedado roques. Pero la mama tenía que limpiar el cuarto, así que subió la puta persiana. Y entraron los rayos del sol hiperlúminicos y achicharrantes del agosto sevillano.

-Amo arriba. No seái vago, que os vái a perdé el desayuno.

Puta vida tete.

Se acababa de acicalar en el baño y ya está allí, en su silla de enea, las manos apoyadas en la garrota, el palillo en los dientes, mirando gilipolleces en la tele. "Tabatha te necesito" del canal Divinity.

-Un guen porvo tiene la rubia esa, si señón.

La vió al pasar. ¿Es que no dormía? Joder, los viejos duermen poco pero el patriarca es que menos. Tenía una energía del copón, pero es que tampoco gastaba mucho a lo largo del día. Al pasar, le miró el culo de reojo. Que bien hecha estaba, copón. Se notaba que era de su familia. Familia de semidioses gitanos.

-Gueno días sobrina. ¿Que va a hacé hoy de esayuná?

Aquello de los mengues traía a tol mundo de cabeza, menos a mi hermano y a mí que nos lo pasábamos del recopetín entrando en todas las casa de la gente que se iba. Anda que no se habían dejao cosas chulas, como las plays y eso pa jugar. Y un montón de ventanas pa romper a pedrás sin que viniera la pasma. Cuando la mama levantó la persiana aquello de levantarse con tol solaco en la cara, era mortal.

-Anda la máma la hostia, anda baja la pirsiana- dijo dando un manotazo a lo primero que pilló, la nariz del Brandon de Dió.

Yo, la Choni, siempre me levanto con una hora de antelación. ¿Por qué? Pues porque una Heredia tiene que dar ejemplo allá a donde va. Aunque el mundo se esté yendo a la mierda. Antes muerta que sensilla. El pelo, largo hasta el culamen, bien cepilla. La cara pintá, con su rímel, la bebe crin, y to eso que me japiñaron del supermercao. Los labios rojos. El vaquerillo de pitillo apretao, camiseta de tirantes y taconazo.Y losoroh. Lo oros son muy importantes. Anillacos varios, la cadena ar cuello. Pendientes de tropecientos culates desos.

El papa ya estaba despierto. Ahí, siempre pegao a la tele. Que un día hace ventosa con los ojos. Hoy esa rubia escuchimizá que parecía una marimacho desas. Por el pelo corto y asín.

- ¿Pero que porvo gueño? Esa paya ta cuchumizá. To rahpa. - le digo, haciendo un aspaviento con la mano de que está loco.- No me pué disir que la veh guena.

Y que no mable de porvoh, que semáse la chirla un cardo, caguantó. Ay, mi Crihto. Conese cuerpo. Ese trabuco pa matá leoneh.

Vuelvo a la realidad. Estábamos de comida regular na más. Y el Pápa pedía comía. Me asomo pa la cocina.

- Poh ea. Voy a véh que hay. Pero noh queda de comía regulá na máh. Menohmal can salio a japiñá mah.

Bajaron de la furgoneta en medio de un silencio sobrecogedor. El mercadona estaba cerrado a cal y canto, con las persianas echadas abajo. Tenía un almacén por la parte de atrás, cerrado con unos portones. Un perro callejero, o quizá uno abandonado, merodeaba por el lugar, guardando las distancias con ellos, desconfiados.

-Premo, traete el cortafrío que vamo a sartá los candaos -dijo el Chaco.

La mama comenzó a pasar el aspirador, solo para tocar la polla. Solo para despertarles. El ruido horripilante te martilleaba las sienes recién despierto. Cualquier intento de remoloneo en la cama era fútil. Y mientras lo hacía, cantaba a grito pelao una canción de la niña Pastori.

La despensa adolecía de falta de productos frescos. Ya solo quedaba la mitad de un cartón de huevos, un paquete de chocapic para los niños y una caja con 4 cartones de leche para el desayuno. Algo se podía apañar también con unas lonchas de tocino, el yogur griego y las manzanas. Pero evidentemente, había que ir a por comida. Y más en un apocalipsis como aquel.

A ver si volvía el primo Caye con el Chache guapo y les traían cosas de comer. Se habían llevado la fragoneta vieja, la transit, y querían volver con ella hasta los topes de comida. Sonó el fijo de la casa, insistente.

Con algo de impaciencia voy al maletero de la furgo, cojo el cortafrío y me dispongo a romper los cierres de la persiana.

Ayyyynnn... éto ta mu durooo chachooo... - empiezo a poner cara de estreñío intentando romper los cierres.

Se cagó en la mama y en tos sus putos muertos veinte veces pisoteaos. Si no fuera porque era su máma y porque hacía otro día precioso para ir a saquear, le hubiera dicho cosas mu feas. Luego se hubiera llevao el zapatillazo de medir el lomo de rigor, pero eran cosas que quedaban en casa. De puertas para fuera debía seguir siendo el terror del barrio y cuando fuera patriarca todo el mundo le respetaría como merecía, hasta la japuta de su máma.

Miro al Brandon de Dió, su mejor amigo y a la vez su rival por ese patriarcado y le empujó fuera de la cama. Uno jodido, todos jodidos, no iba a ser que él durmiera más, anda y se jodiera. -Ja me maten, máaaama...- se levantó y salió de la habitación, agarrándose el paquete en dirección a su máma, indicándole que le había tocao mucho los huevos y que de eso no se olvidaba.

Fue pa la cocina a echar un ojo y pillar algo pa comer antes de echar tol día fuera hasta que se le hiciera de noche. Hoy si podía se iba a traer una tele grande, de esas chulas pa la casa y una play cuatro, que hasta ahora solo habían encontrao la tres y eso estaba ya viejo. Pal gitano güeno solo lo mejor.

Navidá, navidá, dulse navidá.

Levantaron la persiana y los pasillos estaban ahí llenos de cosas. Había signos de saqueo, pero en las estanterías. Siempre había algunas cajas en lo alto de la estantería para reponer con la paletizadora, y además estaba todo el género del almacén. El Chache buscó las luces y las dió. Gracias a la central PS10 de Sanlúcar la Mayor, todavía funcionaba la electricidad en la zona. A veces se iba, pero en general funcionaba.

Pasillos y pasillos, con los congeladores funcionando, aunque la comida estaba medio descongelada por los cortes de electricidad. Las neveras todavía tenían carne, y si no había ahí, en la sección carnicería todavía quedaba carne sin cortar metida en los congeladores.

Se fue a donde estaban los carros y les pegó un corte con cortafríos. No iba a meter una puta moneda, joder. Eso era de fracasaos.

-A calgal cosas. Hay que metel mucha calne, pescao y cosas de esas premo. Y luego se rellena tó con lo demá. La leshe, el pan, las lata de conserva. Hasta los tope premo, hasta los tope. Y píllate una botella del glendifí ese que es licó de diose.

¡Ay va la ohtia, pos si questábamoh a dos velah! Cogí las lonchas de tocino, el yogur, las manzanas y un cartón de leche. Me cagaba en la nación de tos los payos, por no saber defender lo suyo de unos mengues de mierda, cuando suena el fijo.

-  La virHen, cuanta esihensia hoy. Hastar coño. Hastar coño ehtoy…- digo para mi. Quizá me he levantao hoy un poco enrritada.

Dejo las cosas en el poyete de la cocina, y voy con taconeo a coger el puto fijo.

- ¡Quienéh! - lo cojo.

La Choni sintió que uno de los nenes había llegado al salón. El teléfono fijo comenzaba a sonar a toda hostia. El abuelo estaba allí, el patriarca, sentado viendo la tele, con su garrota entre las manos. Le miró con un apunte de sonrisa, complacido. Que buen nieto tenía, que cojones más grandes. Había salido a él.

-Gueno día Kévin. ¿Donde va a salí hoy?

Un momento de silencio. ¿Si, diga? Entonces, la voz de SU HOMBRE. De Cristo.

-Niña, sa liao un pitote en la carse que no é ni normá. San ío to los guardia y estamos intentando reventá los candaos pa escapá. Ésto e peligroso, pero si Dió quiere guervo pa casa ya mesmo. Y te voy a pillá y te voy a dejá escocía niña. Escocía.

Los muerto la mama con la persiana. Le pegó to el solazo en la cara. ¡Si apenas había dormío! ¡Y ahora la mama dando por culo! ¿Pa qué? ¿Hay algo que hacer a esas hora? Vale que los niños de los payos a esas horas están en el recreo... pero el Brandon no es payo y cuando había colegio se escaqueaba. Se estaba mejor buscando cobre.

-¡Omáaaaaaaaa cojone yaaaaa! ¿me quié dehá tranquilo?

La mama había dicho una vez que llamaría al payo ese del Hermano Mayor pa meterlos en verea, pero no hay payo con huevo de entrar en el barrio. Que se le pone el gilipollas ese a darle lecciones a los gemelos y acaba atao en una pira.

El Kevin se había ido pal salón y la Choni había cogido el teléfono. Brandon se levantó y fue a mear, y de pasada vió que el abuelo estaba sentado viendo la tele. Para variar. Y hablándole al Kevin. Por su parte, echó el ñordo vespertino y sintió hambre. Olía a tocino. Ni beicon ni pollah. Tocino der gueno, de un deo de gordo, frito en aceite de Estepa, donde tenían primos. ¿Y donde no?