Partida Rol por web

Tras conseguir poner a salvo a la familia de Lord Dryden y obtener la llave que el líder de la secta os pidió, esperáis hasta que llega la media noche ya que habéis resuelto el asunto de manera rápida.

Al llegar la hora acordada os dirigís hacia el templo de Atenas. La puerta se encuentra abierta y el templo, en su mayoría, está a oscuras. La sala principal del templo es bastante grande y tiene varias hileras de bancos. Al fondo observáis un altar parcialmente iluminado con velas y justo encima está la estatua de una mujer de pelos largos, semi desnuda y con varios animales del bosque a sus pies. Esta estatua representa a Atenas, la diosa de la tierra.
También podéis ver a ambos lados dos capillas más pequeñas con sendas estatuas. Ambas las reconoceis de inmediato. Una se trata de Basth, la dama de los bosques. La otra capilla está presidida por Gea, la madre naturaleza. 

La falta de luz, el completo y total silencio roto solamente por vuestros pasos y el fuerte olor a incienso crean una atmósfera bastante opresiva, por eso os sobresaltáis al escuchar una voz masculina... aunque algo afeminada

Adelante, pasad. No seáis tímidos. Venid hasta el altar. Reconocéis la voz como la del lider de la secta. Lo veis aparecer cuando él también se acerca al altar y la luz de las velas lo iluminan. Su semblante a la luz de las velas os parece más siniestro de lo que recordabais. Contadme, ¿cómo ha ido todo? ¿Tenéis la llave en vuestro poder?

Miré hacia un lado y hacia otro. Aquella sensación de lugar lúgubre mezclado con esa voz que causaba impaciencia, la del líder, me hacían sospechar de todo cuanto estaba a mi alrededor. Claro que sería una torpe evidencia mostrar tales dudas frente a éste, por lo que aguardé pacientemente a que alguno de mis compañeros contestase, pues tendrían mayor conocimiento que yo en el tema.

La respuesta ante aquella prgunta seria definitiva, podría ser la muerte, el castigo o la salvacion de los compañeros, pero no las tenia todas consigo de salir victorioso de aquel lugar.

Miró fijamente al lider sectario, con sus ojos inquietantes de color amarillento y ceño semi fruncido. No sabia que decir, estaba buscando las palabras adecuadas, pero ahora mismo solo pensaba en sacar su mandoble y atacar.

-Tenemos la llave.

Su voz profunda y grave solo pudo decir eso. No dio mas detalles. Su mente no le otorgaba mas palabras.

Kraull deseaba sacar el mandoble sí, contra los seres que le habían estado haciendo caminar de un lado a otro, sin posibilidad de movimiento, ni hacer lo que él creía conveniente....aquellos que se hacían llamar compañeros.

Los miraba tras decir aquellas palabras al sectario, imaginando como la sangre brotaría de sus cuerpos y llenaría la estancia y su propio cuerpo, sintiendo el calor penetrr por su armadura y ver como su mandoble se alimenta de la esencia de otros...pero debía esperar, paladin paciente...gana.

El líder extiende su brazo derecho con la mano abierta - Entregármela entonces - hace una pequeña pausa para miraros a todos a los ojos y entonces su ojo derecho se ilumina - ¿Qué ha ocurrido al final con la familia?

En esos momentos agudicé mi vista todo lo que pude y parecía que ningún detalle se me escapaba. Ni tan siquiera me ponían en guardia las palabras del líder, pero.... ¿qué decirle? La familia había sido avisada, y casi sin perder tiempo habíamos llegado hasta aquí, sin apenas preparar una buena coartada...

Cuando tus ojos terminan por acostumbrarse a la luz, puedes observar que no estáis solos en el templo. A ambos lados, en las capillas pequeñas, hay sendos grupos de cinco o seis personas, todos visten igual, con sotanas oscuras y van encapuchados.

También puedes observar a varias mujeres, tanto humanas como elfas, vestida con togas blancas muy elegantes. Se encuentran tumbadas en el suelo, probablemente desmayadas puesto que no ves ninguna señal de violencia en sus cuerpos, custodiadas por los encapuchados...

Llegamos a aquel lugar sagrado y mi vista quedó prendada de la estatua de Atenas. La escultura de la Diosa era magnífica. A su lado, Gea y Basth no le iban a la saga en belleza. Me encontraba ensimismada con tanta belleza cuando la voz del líder me sacó de mis pensamientos y rompió la magia que impregnaba el lugar.

Cuando pidió la llave, mi primer impulso fue tendérsela. Pero al interrogarnos sobre la familia dudé. ¿Qué íbamos a decirle? Tal vez la llave fuera lo único que nos mantuviera con vida, así que la retuve unos momentos más, sin dar a entender que yo la tenía.

-Todo ha salido según lo planeado, supremo Líder. Hemos seguido tus órdenes y aquí estamos para completar la misión- a pesar de mis nervios, mi voz sonó tranquila y segura. Sin embargo, al finalizar, mi mirada buscó a Kraull. Solo saberlo allí impedía que el temor se apoderara de mis acciones.

El líder de la secta sigue con su mirada los ojos de Lalaith, que se posan en Kraull. La expresión del elfo se torna más severa y su ojo deja de brillar

- No solo puedo ver debajo de tu ropa que, efectivamente, tienes la llave. También puedo leer en tu mirada, pequeña, y tus ojos no mienten. No estás siendo del todo sincera conmigo. ¿Qué ha ocurrido con la familia?

El líder os mira a todos y cada uno de vosotros, de manera intimidatoria, mientras escucháis unos pasos que parecen provenir de todas partes del templo y sentís como algo se mueve hacia vosotros, desde las capillas que hay a ambos lados...

Alex estaba ya bastante metido con el agua al cuello. Lo último que les hacía falta era que por abrir su enorme bocaza se metieran en más problemas. Así pues, optó por lo más inteligente y decidió que no estaría de más mantenerse con la boca cerrada. 

La mirada del líder me taladró, llegando más allá de mi propia alma. ¿Cómo podía mentirle si era capaz de leer en mí como en un libro abierto? No sabía que hacer. Desesperada, cerré mis manos en dos puños e intenté relajarme. No podía mentirle y no podía decirle la verdad, tenía que hallar algo intermedio.

Pensando en los últimos instantes pasados en la casa de la familia, me di cuenta que había algo que podía decir que no era mentira y que tampoco nos incriminaría directamente. No sabía que había planeado Lauren para protegerlos, esa sería mi excusa.

Junté todo el valor que pude, me concentré en mi desconocimiento para estar segura de que era real y con un hilillo de voz, respondí.

-Yo... la verdad... es que no sé que ocurrió con ellos... yo... conseguí la llave y me marché de allí inmediatamente, gran Lider- con vergüenza, bajé la vista. Esperaba que aquello sonara a cobardía y me creyera, pero la verdad es que me sentía mal por haber pasado la pelota hacia el resto de mis compañeros.

Ahora lo sabía. No estábamos solos, mis ojos me lo habían revelado, pero mis compañeros quizá no se hubieran dado cuenta. Increíblemente, el líder sectario sospechaba lo de la familia... ¿o tal vez no? ¿Y si no supiera que la familia había escapado y nos estaba preguntando eso para caer en una trampa?

Me limité a observar la reacción del líder para actuar en consecuencia, para bien o para mal.

En unos segundos, las sombras que se habían levantado y se arrastraban hacia vosotros por fin se dejan ver a la luz de las velas. En torno a una docena de personas, todos cubiertos con las sotanas de la secta os han rodeado. No obstante parece ser que no hacen nada más.

El lider sonrió ante las palabras de Lalaith. Observó también a los demás que permanecían callados, dejando hablar a la joven elfa. Esta bien, chiquilla, te creo. Y ahora dame esa llave - vuelve a repetir el líder de la secta, extendiendo su mano - Cuanto antes bajemos a esas catacumbas antes podrem... - sus palabras son interrumpidas por un fuerte ruido que proviene de la entrada del templo - ¡Quién osa interrumpirme! - Grita el líder bastante desquiciado.

Las puertas se han abierto de forma brusca y la luz de las antorchas, portadas por varias personas, os ciega durante un momento. Todos los sectarios que os tenían rodeados se dan media vuelta para recibir a los nuevos invitados.

Alex intenta entrever algo a pesar de la luz cegadora. Pero no de lo que pase en la puerta del templo, sino de lo que tiene alrededor. Tal vez acabe de recibir la oportunidad de escabullirse, y oportunidades así no hay que dejarlas pasar. 

Alexander actúa rápido, aprovechando le espectáculo de luces y sobras que proyectan las antorchas y la sorpresa de la irrupción de este nuevo grupo de gente, para escabullirse sin que nadie se de cuenta, consiguiendo esconderse entre los bancos de madera.

El escuadrón de hombres que portan sus antorchas se acercan hacia vosotros. Rápidamente reconocéis sus brillantes armaduras en tal que vuestros ojos se vuelven a acostumbrar a la luz. Se trata del Capitán Lauren y sus hombres de la guardia. Un total de seis hombres bien armados. Observáis que el capitán porta un saco de tela ensangrentada que abulta bastante.

- Vengo a traerle un presente, señor sectario - dice el capitán al ritmo que lanza el saco hacia el líder y cae más o menos a vuestros pies. El contenido del saco, que no estaba cerrado, se desparrama por el suelo del templo y contempláis con horror su contenido. Varias cabezas humanas. La que se ha salido del saco no es otra que la de Lord Dryden - Parece que tus nuevas mascotas no saben obedecer las órdenes de su amo.