Partida Rol por web

Don Nuño y los suyos se acercaron, quizá algo recelosos, pero con seguridad contentos de saberse en mayor número. Aquello habría de hacer su viaje más seguro, y defenderles mejor del asalto de aquellas malignas criaturas.

Esta levantó la mano para saludar a los recién llegados, mientras con la otra sujetaba las riendas del caballo, no fuese a caerse.-Sed bienvenidos, sidis. ¿Qué nuevas traéis desde que nos separamos?-​ Preguntó Esta a Kazim, pues no se sentía cómoda hablando a los cristianos. Esta esperó la respuesta del escriba y esperó a que todo el mundo se pusiese al día. No había pasado mas que un día desde que se separaron pero muchas cosas habían pasado.

Me cuesta reconocerlo, pero me alegro de la llegada de los cristianos como quien encuentra un oasis en medio del desierto. Después de haber confrontado las mismas criaturas que ellos mi opinión sobre ellos ha mejorado bastante. Serán cristianos, pero el caballero armado me parece un refuerzo enviado por el mismísimo Alah.  Les ofrezco algo de agua sin mediar palabra, que es el gesto más generoso que se me ocurre para mostrar mi deseo de cooperar.

Mi señor Malik, susurro, advertid a la bruja de que se guarde sus brujerías en presencia del caballero cristiano, me temo que su cultura no es nada tolerante a esas artes. Y no les culpo, pero no quisiera que nuestra bruja se metiese en un lío que podría terminar en un enfrentamiento con nuestros nuevos aliados. Y lo mismo para con el salvaje y su lobo... Solo nos faltaba terminar a golpes de espada con un caballero como si no hubiese problemas suficientes.

quizá mi tono sorprenda un poco a Malik, pero lo cierto es que el miedo ha desatado mi lengua más de lo aconsejable. Cuando me doy cuenta de ello ya es tarde. Las palabras yaa han salido de mi boca.

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   Nos acercarmos al grupo una vez más, yo adelantado unos pasos y Kazim y mi Señor Don Nuño de cerca no mucho más atrás. Al llegar al lado esbozo una sonrisa y saludo con la mano.

   - Buenas tengan sus señorías, veo que han destripado a dos de esos pajarracos, tal como hizo mi señor Don Nuño hace unos días que abatió también él a dos y otro salió volando para evitar su justa ira cuando tres de esos bichos nos atacaron. - Señalo primero al camino que venimos y cuando comento la gesta de Don Nuño señalo más allá, donde recuerdo el primer embite.

   Luego recuerdo el segundo asalto y pregunto.

   - ¿No habrán rematado a uno de estos seres infernales alados con una máscara de madera? Usaba brujeria, llevaba varios collares al cuello y tenía un cordel maléfico en una mano, invocó una tormenta de arena... pero huyo para no enfrentarse a mi señor Don Nuño. Aunque lo herimos escapó antes de que pudieramos rematarlo y por mucho que buscamos después debió meterse en algún agujero y no lo encontramos. - 

   Aún me pesa que echara a volar desde el risco antes de hubiera podido echarle la cabeza atrás y degollarlo, maldito malaje...

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Cuando mi caballo llega a la altura de la comitiva de Malik, descabalgo y me inclino ante el noble señor. Con la ceremoniosidad algo tosca de un guerrero, le saludo.

-- Que el Señor Misericordioso os guarde, honorable Malik, a vos y a vuestro séquito. Ha querido la Providencia que nos encontremos de nuevo, de lo cual me regocijo, puesto que estas tierras son peligrosas. Los dos muertos que hemos encontrado en el camino me hacen pensar que os habéis convencido por vos mismo de ello, y doy gracias a la Virgen María de que no os haya pasado nada. Será para mí un honor participar en vuestra empresa, sea esta cual sea, pues quien lucha junto a alguien noble, ennoblece. Tanto más que, a lo que entiendo, mi propia meta -encontrar al sabio Hakim y pedir su ayuda- tiene bastante que ver con la vuestra. Continuemos por aquí, creo que recuerdo el camino a la cueva donde vimos los extraños signos en la pared.

Dicho esto, saludo con un ademán a los demás miembros de la comitiva, tratando de ocultar mi extrañeza ante seres tan nunca vistos como Badis y Bradiya, y vuelvo a subir a lomos de Sargento.

Una vez reanudada la marcha, coloco mi caballo cerca del de Malik, pero un poco retrasado en señal de subordinación, y trato de ponerle al día de lo sucedido desde que nos separamos.

-- Con la ayuda de Dios hemos sido capaces de devolver a la joven Aisha con su familia en Tamdakt. Gracias a ellos llevamos provisiones y agua. El buen Mohamed y su gente han huido a Ait ben Hadu. Si el Todopoderoso lo permite, después de encontrar al sabio Hakim he prometido volver a ese pueblo y eliminar al viejo Tubruk y terminar con el terror de los hombres alados.

La comitiva se saludó con efusividad. Era evidente que los malos encuentros de la noche anterior habían jugado un papel clave a la hora de cambiar el parecer de Malik y su séquito: ahora se les hacía claro que los cristianos no mentían, y todos se sentían más seguros viajando en mayor número. Además, Nuño decía conocer la ubicación exacta de la cueva, y aquello era sin duda más rápido que seguir las huellas, por no hablar de la inquietud que los sortilegios de Bradiya les producían.

Así pues, se pusieron en marcha, siguiendo durante un tiempo las huellas, cada vez menos visibles, que Nuño y los suyos habían dejado el día anterior. Estos pasos les adentraron aún más en las montañas, torciendo hacia el oeste en un momento dado, pues hasta entonces había viajado al norte. Los acantilados rojizos se sucedían, dando paso a estrechas sendas que parecían idóneas para una emboscada. Tardaron un tiempo en dejar este camino, y entonces llegaron a una encrucijada: para su sorpresa, Nuño no siguió por donde se percibían las huellas, sino por el otro camino. Entonces comprendieron que seguir el rastro les habría conducido a un lugar equivocado, lo cual les habría retrasado, o tal vez hecho perderse.

La encrucijada les hizo detenerse un momento. Allí el ambiente era más abierto, y el sol les golpeaba de nuevo, aunque ya descendía con lentitud hacia poniente. Entonces alzaron de nuevo la vista, y sufrieron un vuelco en el corazón, pues sus ojos dieron a parar en lo que parecía ser una negra bandada, que avanzaba hacia ellos desde la lejanía, pero con determinación. No tardaron mucho en comprender que aquellas criaturas que venían no eran pájaros, como ellos se temían, sino los abominables seres alados que habían acechado a los cristianos, y atacado sin pudor a Malik y los suyos. ¡Y que Dios, o Allah, se apiadase de sus almas! Pues esta vez eran muchos los que venían, procedentes del norte, quizá una veintena, quizá alguno más, o menos. Claro estaba que, ante los continuos reveses sufridos, aquellos infraseres habían decidido atacar con todo.

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   Oteo la lejanía y escupo al ardiente suelo arenoso. Luego señalo a la sombría bandada.

   - Tienen miedo señor Don Nuño, o eso o no entiendo tan cantidad de hijosdealgo. - Me acaricio la barba mal cortada y desigual y comento más para mí que para el resto.

   - Van volando, necesitan espacio y estar al aire libre... de nada les servirá su número si tienen que aterrizar e ir de uno en uno o por parejas... si no llegamos a tiempo a la cueva sugiero meternos entre los riscos en alguno que estén dos juntos formando un estrecho barranco de forma que no puedan atacar desde el aire ni muchos a la vez. -

   Luego señalo donde recuerdo la cueva, aunque me fio más de la memoria de Kazim y Don Nuño.

   - Pero primero, intentemos llegar a la cueva, su entrada es fácilmente defendible por dos personas y está a cubierto de disparos desde el suelo y desde el aire. -

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Alarmado ante lo que se nos viene encima, apenas logro ocultar el miedo en el tono de mi voz: ¡mi señor! corramos a todo galope a la gruta. Defendernos allí es nuestra única esperanza...

Esta vez no espero la autorización de Malik. El castigo por desobedecerle no puede ser peor que lo que nos harán esas cosas si nos alcanzan y rodean. Espoleo el caballo y marcho a todo trapo hacia la gruta sin detenerme a mirar atrás. No soy el más valiente de los hombes, pero soy un superviviente...
 

La hermosa mujer árabe se aproximó hacia los cristianos, ofreciéndole una mano a Pascual.

- Vamos, joven. - dijo en árabe - Subid conmingo, ¡rápido!

No podía creer Pascual la suerte que tenía. ¡Otra hermosa y exótica mujer mostrando deferencia hacia él!

​Esta siseó unas palabras a la oreja del caballo y este inició el galope. Esta no era una gran jinete, pero el caballo hizo lo que Esta le dijo-​Hermano caballo, cabalga como el viento-​ Y este cabalgó como tal. Escapar de los aouns era primordial y el corcel parecía saberlo. En cabeza, esperaba Esta que los demás la siguiesen a la seguridad de la cueva. 

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   Tras observar la bandada de hijosdealgo y ver que que no había caballos para todos decido improvisar y deprisa.

   - Vayan primero, mi Señor Don Nuño. Mis harapos pardos y estos riscos pueden ofrecerme protección en el terreno, no sería la primera vez que me escurro y si ha llegado mi hora, probarán mi filo. -

   - Además, posiblemente les llame más la atención el grupo a caballo y me ignoren. -

   Dicho y hecho, que el tiempo urge, pego un brinco y corro hacia los escasos matorrales y rocas más cercanas, parando sólo lo justo para tiznarme de tierra y disimular los reflejos metálicos que pudieran delatarme y corro, corro algo separado tras la cobertura de los riscos como si toda la guardia de la ciudad estuviera tras mi pista.

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Que Dios te oiga y las bestias no te consideren digno de atención, mi buen Pascual, pienso. Después, imperioso, le ordeno a Kazim que monte junto a mí, y le ayudo a hacerlo. Agarro el único chuzo que me queda y echo un último vistazo sobre el hombro a los seres alados. ¿Nos dará tiempo a llegar a la cueva?

Azuzo a Sargento con los talones mientras aso las riendas con la mano izquierda.

-- Vamos, amigo Sargento, cabalga como el viento. No ha llegado aún la hora de tu última batalla, ¿verdad que no?

Aunque soy el primero en intentar emprender la huida el caballo rehúsa de abandonar a sus congéneres. El estúpido animal no entiende el horror que se nos viene encima y comienza a realizar círculos sin avanzar hacia la gruta. Galopa, bestia! Tengo la batalla perdida con el terco animal cuando un par de los otros caballos emprenden la estampida espoleados por sus jinetes. Para mi sorpresa el caballo deja de resistirse y sale a galope tras la nube de polvo que dejan los otros. Suspiro aliviado y me agarro lo mejor que puedo con la esperanza de que el caballo siga a los otros hasta la entrada a la cueva. Una vez allí, ya veremos...

—¡Iah! —Le exclamó Malik a su montura azuzándola una y otra vez. Ésta respondió al galope sin embargo no era la más rápida de cuantos estaban allí. El noble árabe siguió insistiendo dándola una y otra vez latigazos mientras miraba en derredor no sin miedo al ver la gran jauría de bestias que no paraba de recortar distancia.

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   Ya me veía corriendo la gran marcha, sudoroso y arrastrándome por las rocas, con el ojo puesto en las alturas, cuando he aquí que se me ofrece la opción de montar a caballo. Sacudo la cabeza y me restriego los oídos por si acaso no había escuchado bien, pero la oferta es real.

   Sin creerme la buena suerte asiento entusiasmado y me apresuro a aceptar la oferta y montar a caballo antes de que cambie de opinión.

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De un salto, Pascual se subió al fin a lomos del corcel de Karima, que azuzó al caballo con agilidad. Todos pudieron ver entonces cómo la montura de Malik se encabritaba ante los insistentes golpes de su dueño. Aquello podría haber terminado en desastre, pero Karima, con un dominio del arte de montar que nadie podía imaginar, llevó su caballo hasta donde estaba Malik, agarrando las riendas, y calmándolo un momento.

- Permitid que os ayude, mi señor. - dijo ella.

Entonces espoleó a su montura, y al hacerlo, tanto esta como la de Malik retomaron el galope, recortándole terreno al resto de jinetes, que ya huían a toda prisa.

Así partieron al galope, guiados por el poderoso don Nuño, que espoleaba al pobre Sargento como si no hubiese un mañana. Nadie pareció reparar en que el extraño brujo Badis, y su lobo blanco, habían quedado atrás en la carrera. Quizá no quisieran cargar consigo a aquel hombre, que les había demandado oro a cambio de guiarles, y jamás había sabido decirles dónde estaba realmente la tan buscada cueva. Servir de carroña distractoria sería su último cometido, quizá el único para el que había podido servir. Una última mirada por encima del hombro les permitió verle, en la lejanía, recibiendo las letales flechas de los alados, y cayendo abatido junto a su lobo*.

Aquello fue quizá un respiro, pero también un anticipo de lo que los monstruosos aoun pretendían hacer con ellos. Continuaron con la cabalgada a toda prisa, apretando las piernas contra las ijadas, sintiendo a su alrededor el atronador sonido de los cascos batiendo el polvo, mientras sobre sus cabezas se iba cerniendo lentamente una sombra cada vez más cercana y terrible. Las criaturas batían las alas con decisión, y las miradas iban al cielo de tanto en tanto.

- ¡Ya casi están aquí! - gritó Kazim, que, aferrado a la espalda de su señor, miraba al cielo cada tanto tiempo para ver cuan cerca estaban las bestias.

Fue entonces que, tras largos minutos de galope intenso, vieron al fin una roca que se alzaba cercana a los riscos, y en ella destacaba una cueva. No tardaron en reconocerla Nuño y los suyos, ni pudieron los demás hacer menos que imaginarse que ese sería el lugar que buscaban con tanto denuedo. No estaba oculta la cueva, y, sin embargo, costaba imaginar que hubieran podido hallarla sin ayuda.

Los caballos se acercaban rápidamente. La cueva estaba unas cuantas varas sobre el suelo, lo que habría de obligarles a subir por entre las rocas. No parecía una subida difícil, pero, con el hostigamiento de los seres alados, sería quizá la carrera más angustiosa de sus vidas.

Esta bajó rauda del caballo-Gracias hermano caballo- ​susurró Esta al corcel. Después se puso a subir las rocas tan rápido como la cautela le permitía para no descalabrarse. Una vez arriba vio como las criaturas a Badis, no lloraría por el, pero era un anticipo de lo que podía pasarles a todos. -¡Adentro sidis, corran!- una voz de ánimo para sus acompañantes antes de adentrarse en la gruta y ponerse a salvo de las flechas de los aouns, quién sabe si para meterse en algo peor. 

Esta cogió una pócima de fuego brujo y se preparó para lanzarla por si era necesario cerrar  la puerta.....aunque cerrar la única vía de escape conocida no le pareció a Esta demasiado inteligente, pero si había una puerta mágica quizás otra salida era posible, si no morirían de inanición en el interior de la cueva o cazados por las criaturas aladas si intentaban salir.