Partida Rol por web

Los sueños de Ekaitz

I. Proximus sum egomet mihi

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07/03/2013, 21:25
Director

Año de Nuestro Señor de 1348

Posada Kanabera Berdea

 

¿Os acordáis del crepitar del fuego en una noche invernal?

¡Sí!, Es así como más susurrante, más lujurioso, como si se fuera a salir de la propia lumbre y fuera a quemar todo aquello que tuviera próximo... Y es que con el frío ya se sabe, que el fuego arde mejor y el madero se consume antes...

 

En una posada de Tolosa aguardábais, por unas razones o por otras, a que las nubes comandadas por un viento aterrador dejaran de provisionaros innecesariamente con un buen "tomo" de nieve... ¡Una vara de altura! ¡Había sitios por los que era imposible transitar, y menos si uno llevaba mula o carro!

La estancia estaba concurrida, pues aquella posada (que hacía también las veces de taberna) era bastante conocida en la zona, ciertamente. Ambiente cargado, un tiparraco con pinta de fulano de mundo intentaba relatar una historia en una mesa, mientras sus acompañantes (que seguramente conocía de pocos minutos), le observaban con mala cara (los que querían quietud), y con una mirada expectante los ansiosos por matar el rato con un temporal similar en el exterior.

Mientras, otros, en otras mesas, parecían degustar la especialidad del día, que también se servía de noche, siendo algún tipo de carne bastante dura y seguramente cazada días atrás que más bien que mal hacía en los estómagos de los viajeros que andando sobre los lomos de su bestia sobre la nieve. Algo de vino, odres o simplemente agua acompañaban la "velada".

El dueño de la taberna hacía su particular "agosto" en temporales como éste, y créanme vuesas mercedes que el tipo no andaba corto de dineros en las usuales heladas tierras guipuzcoanas...

La algarabía era general (muchas voces al mismo tiempo), siendo la conversación entre alguna risotada la que caldeaba junto al fuego de chimenea del fondo el corazón de los clientes, la mayoría gentes de paso. La casualidad quiso que os sentárais todos en una de las mesas junto a la entrada, uno junto al otro cada uno en sus respectivas sillas. Tres tipos parecían monjes, o sacerdotes de alguna congregación, pues de hábitos hallábanse presentes. Otro par de tipos parecían haber encontrado allí un sitio y, curiosamente, una mujer se hallaba entre ellos.

Cualquiera que hubiérase acercado allí no habría tenido valor para hablar directamente con ella, pues hubiera creído que era la esposa (o quizá la querida) de alguno de los tipos con los que estaba sentada, quizá de ese que tenía el pelo largo y rizado o el de la horrible cicatriz en la cara ¿quién sabe?

Sobre unas cajas apiladas al fondo y junto a la chimenea, una tabla de madera hacía de barra, y tras ella el posadero ponía platos y platos que un muchacho servía, yendo y viniendo. Aún no se había percatado de vuestra mesa, pues había muchísima gente pidiendo antes que vosotros y siendo atendida.

En las paredes de la estancia había velas encendidas. En total había unas siete mesas llenas y más gente en la barra. El local era bastante grande. Arriba estaba el piso de las habitaciones de estancia,  y anexo a la posada había un pequeño establo medio caído, pues la nieve había hundido el tejado. Dentro, la maldita puerta de la posada se abría constantemente por el gélido viento que se internaba. Unas veces intentaba cerrarla unos, otras, otros. Alguna de las veces se llevó una buena patada de cierto tipo aburrido del juegueteo del viento para con la misma.

Notas de juego

Comenzamos.

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07/03/2013, 23:36
Pol de Labastida

Apoyando su codo en la madera, Pol daba sorbos rápidos y constantes al vino caliente, observando a sus fortuitos compañeros de mesa. El destino parecía reírse de él, pues había querido que se sentara junto un dominico y dos sacerdotes; su pasada vida monacal le perseguía, era un conflicto recurrente que de algún modo u otro siempre daba la cara y se le presentaba en las más diversas formas. Ahora, rodeado de aquellos tres santos varones, viajeros como él, Dios le mandaba un mensaje que él se negaba a escuchar. Sus otros compañeros, un hombre con una cicatriz que le cruzaba la cara y una mujer, eran la encarnación de los dos caminos que un hombre apartado de los muros de un monasterio podía tomar: el casamiento o la aventura. Y allí estaba él en medio de aquel curioso cuadro, calentándose los pies con el braserillo que había tomado de las alforjas para colocarlo bajo la mesa y dar calor a los presentes, cosa que agradecerían dado el frío intenso que se colaba por la puerta cada vez que esta se abría.

Entonces, mientras los observaba con cuidado de que no notaran un interés excesivo, se le ocurrió que aquella sería una buena compañía para lo que restaba de camino; pues había que aprovechar las ocasiones que se presentaban de viajar acompañado para ahuyentar a posibles asaltantes. Así que quiso romper el hielo y empezó a hablar, tratando de averiguar a dónde se dirigía cada uno y saber si les convenía formar grupo.

-Condenada puerta -se quejó-. Con lo concurrida que está la taberna, y al dueño no le da por arreglarla. Menos mal que tengo siempre a mano mi braserillo. Por cierto, me alegra ver que abundan por aquí los hombres de Dios. Precisamente me dirijo al monasterio de san Andrés de Muga, en Labastida; y me preguntaba si íbamos todos en la misma dirección...

No dijo más, dejando que los demás entendieran por sí solos sus intenciones.

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08/03/2013, 00:45
Juana de Bestea

Juana estaba nerviosa, su acompañante la había dejado ya, contando que desde esa posada llegaría con facilidad a Tolosa sin peligro alguno. El carromato se había atascado por la nieve más atrás, y dejarla a ella allí en la posada parecía la opción más razonable, de continuar con ellos lo más probable es que tuviesen que dejar el carro en cualquier lugar y caminar todos por la nieve, con el grabe peligro que eso supondría. Dejarla a ella a salvo en aquella posada era lo mejor, pero eso no hacía que ella se sintiese menos intimidada por la ingente cantidad de hombres y ruido. Al menos había tenido suerte, y el azar la había colocado junto a tres hombres de fe, quizás ellos consintiesen que los acompañase cuando pudiesen abandonar la posada. Por el momento se contentó con comer algo de aquella correosa carne y un poco de agua.

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08/03/2013, 03:10
Aingeru

Sentado y con la capa cubierta de nieve intento llamar la atención del tabernero con la mirada pero el lugar se encuentra demasiado atestado y no parece que nos vea. Un buen plato de comida caliente para mi y Bernat que en aquel mismo momento debía estar esperando en las caballerizas cuidando de nuestro cargamento.

Resignado a tener que esperar miro al hombre que intenta hacer algo de conversación, al menos parecía ser un hombre temeroso de Dios.

- Labastida, largo trecho os queda aún. Lamento no poder acompañarle, espero poder volver a casa en unos pocos días. Vengo al mercado, necesito vender la lana que no pudimos vender en San Sebastián. Tenemos algunos clientes en Tolosa y espero encontrarles y vender lo que ellos no puedan comprar en el mercado. - Hago una pausa y miro hacia la puerta - Solo espero que la nieve no resulte un problema.

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08/03/2013, 15:17
Alex de Oleti

Alex aún se preguntaba por qué había accedido a abandonar la cálida y acogedora protección de su parroquia en aquella noche fría y desapacible. Aquel y no otro lugar era el apropiado para las dudas y consultas que encogen y atenazan el alma, algo de lo que todo buen cristiano era conocedor. Sin embargo, por otra parte, bien sabía de los errores que la Iglesia... o más bien de aquellos representantes suyos (pues tal institución es, como bien es sabido, infalible), que con más osadía que diplomacia, y menor aún sapiencia de las formas y costumbres de aquellos lugares, habían cometido. Ningún temor ante la tormenta padecía el pastor que debía proteger a una oveja descarriada. Así él también demostraría a su rebaño que la entrega hacia el Señor debía ser la misma, tan desinteresada y pía, como la de un hombre hacia sus fieles. Ahora debía encontrar a aquel cabrero.

Y no obstante, no se veía a Imanol por ninguna parte. Diego, uno de sus hermanos, se había quedado en las caballerizas al cuidado del carro en el que habían llegado hasta allí. No eran de sus gusto aquellos locales, bien que lo sabía Alex. Había preferido quedarse allí, calentando su alma a través del rezo y la oración... Aquello era bueno, pero Alex también venía bien poder calentar el envoltorio del espíritu en un lugar más cálido, como era aquella posada. A pesar de la maldita puerta...

Sentado en la mesa junto a un grupo de hombres y una mujer (tres de ellos hombres de Dios como él. Ciertamente el humor del Señor era delicioso...), después de haber dado por imposible, resignado, el mantener una comunicación con el posadero, dad aquella congregación de paisanos, había escuchado las palabras de uno de ellos mientras arañaba distraído los bordes de la mesa, aún volteándose cada vez que oía la puerta. Dichosa puerta... Un hombre que parecía estar de paso, a juzgar por lo dicho.

- Lamento no serviros yo tampoco. Un duro trecho os aguarda como os dicen aquí, más aún con semejante temporal. - animado un poco por poder charlar, en lugar de afrontar lo que prometía ser una tediosa espera, continuó.- Decidme y aceptad, si os place, un consejo: ¿Es mucha la premura que os guía?, no sabemos aún por aquí cuanto puede durar semejante tiempo, y es bueno poder encontrarse descansado y bien servido antes de afrontar el viento y la nieve. Tal vez debáis quedaros por la zona más tiempo del que pensáis. - A continuación, tras quedarse unos segundos mirando a su alrededor, añadió.- Permitanme una pregunta. ¿No habrán visto ustedes por aquí a un hombre largirucho y cejijunto, de cabellos oscuros y espesa barba? Viste como un cabrero, pues tal es su oficio.

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08/03/2013, 17:22
Justo Gotxea

Justo estaba cansado de tanto andar, pues aunque los caminos del Reino Navarro para los hombres de Dios eran seguros, sus pies necesitaban un buen sitio y su panza una buena pitanza!

No le daba tiempo y esfuerzo para llegar al monasterio más proximo a Tolosa y además el tiempo no le acompañaba el seguir aventurandose por los caminos. Lo cual hizo que Justo entrara farfullando en latin y maldiciendo a aquel que se encargaba de las nieves por estos reinos. Tras comprobar la calidad del ágape, Justo se froto las manos y blandio una pequeña mueca que parecia una sonrisa... Si una sonrisa, rapidamente su semblante volvio a su ceñido entrecejo al comprobar que el caldo estaba frio y la carne se enfriaba cada vez que la puerta se abria.

Dichosos parroquianos, beodos! Por vuestra culpa tengo la comida fria. A Dios pongo por testigo que no pisare una sola taberna más a no ser que sea por enfermedad. Bahh incomible!

Justo empezo a comer sin ganas, le habian amargado la noche y mientras con una mano comia la otra acariciaba a su can que con gusto movia la cola mientras miraba a la mujer. Tras varios segundos empezo a jadear más rapido e intento acercarse a ella.

Justo le dijo a su perro. No empieces otra vez Ladridos, si no quieres conocer mi ira! Terrible can pulgoso! Alguna vez acabaras en la olla por tu lujuria!

Tras acabar y oir las palabras del Dominico dijo Yo voy a San Sebastian! Tengo asuntos que tratar allí. Es curioso que tres hombres de Dios nos juntemos en la misma mesa pero... algo indigo si se trata del LUGAR! Mientras miraba la puerta y algun  que otro parroquiano que acababa de entrar.  

Pero cuales son mis modales me llamo Justo Gotxea parroco oficial del hospital de Estella y me vendría bien si voy con alguien del monasterio de San sebastian. Que tal si despues de vender esa lana sobrante subieramos juntos?

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08/03/2013, 18:01
Juana de Bestea

Juana se atrevió a hablar en ese momento. Era cuestión de oportunidad.

- Yo me dirijo a San Sebastián también, así que rogaría a sus mercedes que me permitiesen acompañarles. Me temo que viajo sola, y pueden creerme que rezo a Dios a cada instante rogándole por un viaje seguro. Acompañar a hombres de fe sería realmente la respuesta del Todopoderoso a mis plegarias.

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08/03/2013, 19:22
Yosef ben Moshe

Heme en esta posada refugiándome de la nevada mientras espero poder continuar mi camino a casa. A mi lado tres sacerdotes cristianos que parecen no conocerse de nada, un hombre y una mujer que pensé eran matrimonio pero que en cuanto hablan descubro que no lo son.

Buenas noches - les dije- y gracias por el brasero. Soy Yosef, - no tenía sentido ocultarlo, mis ropas les dejaban a todos claro que era lo ellos que llamaban "infiel"- en cuanto amaine el temporal saldré para Irún, me esperan para embarcarme. Si alguno desea acompañarme, no tengo problema en hacer parte del camino acompañado.

Miré lo que servía el posadero para cenar. -¡Carne! Seguro que no es kosher. - Llevaba algunas provisiones para el viaje en el saco, pero era de mala educación sacarlas en una posada; esa noche tendría que conformarme con solo un caldo y algo de queso.

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10/03/2013, 20:15
Director

Lo cierto es que nadie parecía haber visto a ese por el que preguntaba el sacerdote de Oleti, pues casi todos tenían en la lengua palabras acerca del invernal y fastidioso frío que hacía fuera y acerca de las rutas de donde iban y venían cada uno. Además, mozo que servía seguía sin venir. Por un momento vísteis al joven zagal venir hacia vuestra mesa, para atenderos, pero enseguida un par de tipos a modo de soldados vociferaron al joven para que se llevara sus jarras y les trajeran más... ¡cáspitas!

Otro de los párrocos (no, aquello no era una especie de misa extraordinaria, aunque más bien le haría falta a muchos de los allí presentes acudir un sólo domingo a la cita) se encontraba hablando con un animal, lo que parecía un perro de su propiedad. Lo cierto es que el posadero no se habría percatado del cuadrúpedo; de lo contrario hubiera tenido que echarlo, allí no se admitían animales.

Entonces, el fulano del principio, el que contaba historias con mucho empeño, consiguió conectar la atención de muchos presentes con una de sus narraciones. El tipo, al ver que ahora si le atendían con detenimiento, se hacía el interesante e "inflaba", al parecer, una historia que muchos darían por "paparrucha" y otros se maravillarían. Desde vuestra mesa algo oíais en medio del jaleo:

...sí, sí... así es, señores, ¡desnuda!, ¡como Dios la trajo al mundo! En  medio de la noche, no ha muchos días que ocurrió, y sobre todo... ¡muy cerca de aquí!, a las afueras de Tolosa...

... ¡Ay, si la vieran!, ¡Qué mujer, qué hembra!, ¡y yo no me lo creía! ¡Desnuda y andando en medio de la nieve! Escondido yo tras un árbol la miraba, y con tanto frío que hacía y la nieve que caía que finalmente le pregunté que a dónde iba "con tales y en cueros..." en medio del bosque y con la nieve sobre la cabeza... Y la muchacha se asustó, salió corriendo. ¡Y qué mujer! -y lo de "¡y qué mujer!" lo repitió luego otro par de veces, suspirando mientras describía su efímero pero bello recuerdo-.

En esos momentos, interrumpiendo la vida en la posada, una vez más la puerta de la entrada fue abierta de un tremendo portazo.

           ¡¡¡PLASSSS!!!

El viento aprovechó para fisgar una vez más, pero bajo el dintel de la misma una silueta apareció.

Era un hombre de aspecto joven, no muy corpulento y cubierto con una capa con capuchón. Tenía el rostro algo desencajado, y tras tres o cuatro pasos tambaleantes dados en el interior de la posada, cayó de bruces adelante, derrumbándose y golpeando el suelo de la estancia. Todo ocurrió al lado de vuestra mesa.

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11/03/2013, 21:04
Justo Gotxea

Por las barbas de San Juan! Que maneras tan groseras de entrar en un lugar son estas! Jamas me habia pasado... En un momento Justo cerro la boca, cuando vio que quizás el beodo no era lo que parecia.

Ladridos se escondio debajo la mesa esperando que algo extraño estaba pasando. Y sin más espero alguna reacción del joven que acababa de entrar.

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11/03/2013, 21:16
Juana de Bestea

Juana sintió un doble estremecimiento, uno por la fría ráfaga de aire y otro por... bueno, por aquella forma de aparecer.

A duras penas logró contener un grito, y ni se le pasó por la cabeza ayudar al caído. Ella solo era una mujer, y sin ningún conocimiento de medicina.

- ¿Es... está muerto?

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11/03/2013, 22:33
Aingeru

Estaba a punto de responder a la mujer y al sacerdote cuando la puerta se abre de golpe. La sorpresa fue tal que por unos segundos mantuve la boca abierta como un necio hasta que por fin reaccioné. Al verle caer me pongo de pie y rápidamente me dirijo junto al cuerpo para intentar notar su respiración.

Tomando mi crucifijo con fuerzas levanto la mirada al resto de la gente que no parece prestarse a dar su ayuda y con un tono bastante violento les espeto.

- Acaso no hay ningún buen cristiano aquí? - me giro hacia el monje de Oleti - Hermano, ayúdeme a llevarle a mi carreta - y luego me vuelvo hacia el tabernero - Que alguien nos guíe a un médico por favor.

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11/03/2013, 22:48
Yosef ben Moshe

El joven cayó a nuestro lado y como siempre los buenos hombres de dios no hacían nada salvo dar ordenes, bueno al menos uno de ellos sí que había reaccionado Me levanté y le ayudé a darle la vuelta a aquel pobre hombre que había caído de bruces, para comprobar si respiraba y tenía pulso. En el barco de mi padre era yo el que remendaba los cortes y atendía a los heridos hasta que llegábamos a puerto.

¿Se encuentra bien?- le pregunté

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11/03/2013, 23:00
Alex de Oleti

Ninguno de aquellos hombres respondió a la cuestión de Alex... pareciera que ya tenían bastante con sus travesías. De todas formas, cada vez le parecía más claro que había sido una pérdida de tiempo el viaje hasta allí. Suspiró resignado, a sabiendas del trayecto tan desapacible que le esperaba de regreso a la parroquia. Mas no tuvo mucho tiempo de autocompadecerse por dicha travesía, pues justo entonces la puerta se abrió nuevamente de golpe para dejar que el temporal vomitase a un joven en la estancia, que se derrumbó justo enfrente suyo.

Agradeció que, dado que no era suya la agilidad más sobresaliente entre los presentes, hubiera dos hombres que se dirigieron raudos a ayudar a aquella pobre alma. Alex se levantó (no demasiado grácilmente, todo sea dicho) cuan voluminoso era y se acercó igualmente a prestar su apoyo a los otros dos hombres.

- ¡Abran espacio para este hombre, por caridad!-gritó a la sala, mientras buscaba con su mano sobre el pecho del joven alguna irregularidad en sus latidos o respiración, tal y como había visto hacer a su padre en tantas ocasiones años atrás. Igualmente parecía que el hombre que había ayudado a darle la vuelta se enfrascaba en operaciones similares. Tal vez hubiera querido la fortuna de aquel infeliz haber topado con gente conocedora de las artes sanatorias, al menos en mejor medida que las suyas...

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12/03/2013, 00:09
Pol de Labastida

Pol se disponía a responder negativamente a la pregunta del párroco, oyendo como fondo la historia de aquel charlatán borracho que hablaba de una mujer desnuda bajo la nieve, cuando apareció el joven por la puerta para derrumbarse junto a él. Y no podría haberse derrumbado frente a nadie mejor.

El dominico pedía a gritos a un médico.

-Aquí tenéis uno -dijo Pol, y enseguida echó mano de su zurrón por si tenía que hacer uso de su instrumental médico, mientras se arrodillaba junto al joven, al que el tipo de la cicatriz había dado la vuelta e intentaba encontrarle el pulso, cosa que imitó el sacerdote.

Pol, sin embargo, puso dos dedos en la garganta del joven, como acostumbraba a hacer desde que había leído las palabras de Avicena sobre la circulación sanguínea; el pulso era mucho más intenso en esa parte.

- Tiradas (1)

Notas de juego

Dejo hecha una tirada de medicina por si procede, para saber qué le pasa al tipo; aunque con ese desastre de tirada no me voy a enterar de una mierda :P

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13/03/2013, 00:11
Director

Tan sólo el hombre de la cicatriz en la cara tomó al tipo en discordia para voltearlo, en primera instancia ¿quién lo diría? ¿Acaso un tipo con tan semejante corte curado en su cara no parecería temeroso y se evitaría en la medida de lo posible haciendo imposible pensar que ayudaría sin pensarlo a un desconocido desdichado? Tras una orden del dominico Aingeru, y una vez puesto del revés el fulano caído, el sacerdote de Oleti y el médico Labastida, el cual se enunció como de tal profesión en el acto, comenzaron a palpar al hombre, para intentar "encontrarle" los signos vitales que todo hombre conserva en vida.

Efectivamente, así parecía, vivo era. El tal Pol no sabía, de buenas a primeras, de qué podía tratarse, pero el caso es que encontró una leve pulsación: de momento el Altísimo no se llevaría a aquel extraño joven. Entonces el tabernero salió de detrás de los tablones que hacían de barra y corrió a ver al susodicho, mientras alguno de vosotros lo sostenía.

¡¡Niñoooo!! -le gritó al joven camarero girando un poco la cara pero sin dejar de contemplar al caído-, tráeme la jarra, un vaso, y un plato con el caldo del pollo, que está junto a la lumbre..., ¡¡venga, la ostia, "arréate"!!

Y el muchacho corrió a la cocina como alma que lleva el diablo, y presto trajo lo dicho. El tabernero le echó el agua por encima de la cara (helada), y comenzó a golpear levemente un carrillo del joven. Entonces el muchacho tosió unos segundos, abrió los ojos y se incorporó con severo esfuerzo.

Toda la taberna le miraba ¿quién era ese tipo? ¿qué le había pasado? El posadero le instó a que bebiera del caldo de pollo caliente traído, y realmente olía bien. El joven no lo dudó, y comenzó a beberse aquel caldo aún estando humeante, lo cual seguramente le hacía quemarse un poco la garganta (pero lo acabó).

Muchacho... -le dijo el posadero al tipo cuando éste pareció recobrar el calor de su cuerpo y el color de su cara-, ¿Pero qué te ha "pasao"? ¿Te ha "pillao" la nieve en el camino, verdad que sí? ¡Hay que joderse!, ¡Menudo tiempo! -en el fondo al tabernero, como dijimos antes, este temporal lo consideraba oro para sus bolsillos, pero uno tiene que ser amable con los nuevos clientes...-. A ver.. ¿cómo te llamas? ¿tendrás nombre, no, chaval?

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13/03/2013, 00:31
Ekaitz

Ekaitz..., mi nombre es Ekaitz... -se llevaba una mano a la cabeza, como si le doliera profundamente-. Vengo de...

Hablaba despacio, con dificultad, pero entonces pareció recordar algo, y enseguida tomó de las ropas con fuerza al hombre de la cicatriz, Yosef, y al médico, Pol, que le intentó diagnosticar. Miraba a unos y a otros, y su cara se acercaba enseguida con las vuestras, mientras su rostro pedía auxilio por sí solo antes de hacerlo con palabras.

Pero... pero... teneis que ayudarme -su tono de voz era ahora desmedido, y había logrado captar más atención en segundos que el tipo que contaba lo de la muchacha desnudo en muchos minutos-, ¡AYUDADME! -y volvió a tirar de las prendas a éstos dos, que casi los cae contra sí-, lo, lo.., lo..., ¿lo... lo haréis? Por, favor..., ¡POR FAVOR!

Sin duda que a aquel muchacho le debería urgir algo importante para pedir ayuda desesperada y sin razón alguna a cualquier desconocido de los presentes.

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13/03/2013, 00:42
Aingeru

- Por el amor de Dios! - exclamo dando un paso atrás para alejarme de aquel que hasta hace poco creía realmente grave y por lo visto se encontraba de perfecta salud aunque hambriento y quizás algo débil. - Tranquilízaos y explicad que el señor ayuda a los que desesperan pero nada dice de quienes no se explican.

Estaba claro que el joven pasaba por algo terrible, pero si no lograba recomponerse poco comprenderíamos quienes allí estábamos.

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13/03/2013, 02:43
Pol de Labastida

Pol se asustó al ser víctima del exceso de energía que sin duda había recobrado aquel joven; si siguiera tomándole el pulso, este estaría muy acelerado. En su estado de ansiedad, solo cabía calmarle diciéndole lo que quería oír; aunque luego ya vería si en verdad le brindaría la ayuda prometida.

-Cálmate, muchacho. Claro que te ayudaremos, pues de buen cristiano es socorrer al necesitado; pero para contarnos tu problema, antes tienes que recobrar la flema -a Pol se le escapaba de vez en cuando alguna palabra técnica, pero la traducía enseguida- templar los ánimos. De lo contrario, no podremos entenderte.

Esperó a que se le pasara un poco aquel ataque de nervios para ayudarle a levantarse y sentarlo en el taburete del que se había levantado para socorrerle; aunque era tal la excitación de aquel muchacho, que tenía sus dudas acerca de que pudiera recobrar la tranquilidad tan fácilmente. Pensó en pedirle al posadero alguna hierba común, como la manzanilla, con propiedades sedantes, para prepararle una tisana en caso de que persistiera su episodio de locura; pero tenía que esperar y observar cómo evolucionaba.

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13/03/2013, 09:19
Alex de Oleti

Alex nunca hubiera dicho que el posadero fuera a conocer de igual modo los remedios que rescatan del desfallecimiento como los que lo provocan... aunque bien mirado, tenía bastante sentido...

Sin embargo, el regreso a la consciencia del joven fue bastante exaltado en lo que respecta a sus ánimos. Mientras imploraba pidiendo auxilio y tiraba de las ropas del hombre de la cicatriz y del médico, su primer impulso fue sujetarlo con fuerza y volverse al posadero con el fin de que el buen hombre pudiera dar uso a su buen hacer.

-Rápido buen hombre, ved si tenéis valeriana o manzanilla y preparad una infusión al muchacho.- le indicó, mientras mantenía bien sujeto de los hombros al mozo. Después se dirigió a él, uniéndose a las palabras del dominico y el médico.- Bien ha querido el Señor que dieras no con uno, sino con tres representantes suyos esta noche. Ya no hay motivo para que alberguéis temores, asi que sosegaos y contadnos que sucede, tal y como os pedimos.