Partida Rol por web

Karolinona asiente a las palabras de los exploradores.

- En ese caso me acompañará ahora mismo. - sentencia con una sonrisa - Y no se preocupen, me encargaré de que no vuelva a hacer el idiota y les agradezco esta lección que me temo era necesaria.

Tras hablar vuelve su atención a una de las estatuas, dando por finalizada la reunión.

Varag pasó la semana ayudando a los sacerdotes del templo a curar enfermos. En parte porque era lo que consideraba que debia hacer y en parte porque no quería que alguna de las familias le tendiesen una emboscada. No es que tuviese miedo a que le matasen (estaba claro que era más que capaz de defenderse), pero tenia miedo a volver a perder el control y dejar que sus instintos goblinoides pintasen la ciudad de rojo.

Habian salvado la ciudad, cierto. Pero el orco se sentia como un fracaso. Habían robado, matado y coaccionado a gente para conseguirlo. Él habia perdido el control cuando vio la vida de sus compañeros (y la suya propia) en peligro y se habia convertido durante la batalla más en una bestia que en un ser pensante. Volvería a pasar? Como podía asegurarse de no perder el control cuando defendia o representaba la Ley en los pueblos de las Tierras Salvajes? Los humanos nunca se lo perdonarian. El deshonor mancharía a su amigo y señor.

Varag decidió la mañana en la que llegó Frank que eso no pasaría. Negoció con uno de los enfermos curados y le vendió su hacha ("El hacha de uno de los heroes de Puertoeste!"), comprando con el dinero un martillo de guerra del Templo, con el simbolo de Archanon. Al orco no le importaba demasiado el Dios, pero el martillo permitiría derrotar a quien se opuesiese a los Exploradores sin matarlo. Al menos, se dijo, era un comienzo.

Al parecer tenían un descanso mientras esperaban el regreso de Frank. Y Flogdegnurt tenía una cuenta pendiente que no conseguía olvidar. Alice Saddler. Así muriese en el intento, no cejaría en su empeño hasta que consiguiese arrancarle las entrañas. No sería difícil de encontrar. Pero debía buscar el lugar donde emboscarla. Probablemente, de camino a su casa o en su propia casa, mientras estaba durmiendo.

-Oz veo luego. Tengo cozaz que hacer.

Y así se acercó a los Muelles Occidentales. Ya sabía donde encontrar a Alice, así que solo le quedaba esperar. Se subió a un tejado cercano desde el cual pudiese controlar las salidas de su despacho.

La señora de la casa corrupta se llevaba a su niño. Para algunos era lo mejor. Si eso evitaba que hubiera represalias contra los druidas... Norm observó todo el intercambio con su cara de desaprobación, que como era idéntica a su cara de todos los días, no tuvo ningún efecto en la señora. Una voz le exigió que disparara a la señora y provocara una guerra civil, pero eso sería lo fácil, lo que querría la Llama... y los propios mercachifles que siempre medraban en el caos. 

De todas formas, había algo que tenía que hacer en los siguientes días. 

—Espera, Flog, te acompaño. Dos flechas matan mucho mejor que una. 

Nunca dejaría a un compañero en apuros. Él no era Varag. 

Norm y Flog se apostan en un tejado cercano a la oficina principal de los Muelles Occidentales y esperan varias horas hasta que finalmente Alice Sadder abandona el edificio.

Lo hace por la puerta principal en compañía de alguien que parece un guardaespaldas, se queda parada delante de la puerta, esperando probablemente una carreta. La puerta esta custodiada por otros dos guardas y probablemente hay más dentro del edificio.

Flog se sonrió cuando Norm decidió acompañarle.

-Zabía que podía contar contigo.

Ya apostados en frente al edificio flog pacientemente a que Saddler saliese. La espera se le hizo eterna pero por fin la tenía donde quería. No tenía nada en contra de los guardaespaldas. Todo lo que quería era mandar a esa desgraciada al otro barrio, de modo que se concentró en ella. Mediante señas se comunicó con Norm y cuando detectó el que podría ser el lugar perfecto para la emboscada, se lo hizo saber. Una calle con buena visibilidad y con una chimenea de piedra tras la cual esconderse. La chimenea les proporcionaría ocultación para no ser detectados y protección en caso de que lo fueran.

Varag no se dio cuenta que sus compañeros habían desaparecido esa noche. Tampoco les hubiese acompañado y seguramente, les hubiese intentado convencer de dejar a un lado ese  despropósito. Mientras Flog y Norm manchaban el código y el juramento en su cruzada, el orco dormía, agotado, después de un día curando enfermos en el templo. El sueño de los justos.

En vista que habían cumplido con su obligación y debían esperar órdenes, Bastia se ofreció a Jorim Thorian para cualquier tarea que necesitaran en el templo, de forma que se mantuviera ocupada y útil.

Por ello, ni fue consciente de que Flog y Norm habían decidido hacer una pequeña escapada.

Yabiz, que se había unido a los exploradores grises para hacer del mundo un lugar un poco mejor, vió en Maxwell Jutzenka su oportunidad. Aquel muchacho destinado a convertirse en el cabeza de una familia poderosa estaba ciego de orgullo. No quieriendo dejarla pasar, Yabiz se ofreció a acompañar a Karolinona y Maxwell con el pretexto de cuidar las heridas de este. Su intención era conseguir quedarse como asistente de Maxwell y así sembrar pensamientos y objetivos nobles en su espíritu. Aunque, por supuesto, su oferta fué rechazada; Karolinona tenía médicos mucho más capaces que Yabiz y la mirada de desprecio de Maxwell remachó la negativa de Karolinona.

Yabiz se quedó clavado en la puerta del templo, viendo como se alejaban, con las oreja agachadas de impotencia. Allí se quedó meditabundo mientras caía la tarde y llegó a la conclusión de que no había puesto suficiente corazón en su intento. De vuelta al templo, vió que quedaba una tarea inmensa por hacer y se puso manos a la obra, ayudando a cuidar de los enfermos y usando su talento mágico para la curación, poniendo todo su empeño y toda su pasión en cada paciente que trataba.

—Siempre, yo no dejo a mis compañeros en la estacada —dijo Norm al pequeño goblin que había resultado ser un gran compañero, como todos los demás menos el orco, que venía con su palo entre las posaderas. 

Flog sabía tender una emboscada y Norm se preparó para cuando saliera la mujer. 

—Esto es por traicionarnos y por mandar a los Eldakar a la muerte, maldita... —musitó antes de disparar. 

Flogdegnurt disparó al unísono apuntando a Alice entre ceja y ceja.

Las flechas de los dos exploradores hacen sendos arañazos profundos a Alice, que hace una mueca de dolor mientras mira hacia la azotea.

- Emboscada - grita la joven innecesariamente - Buscar cobertura, que alguien intente alcanzar la azotea - ordena mientras ella misma sale corriendo buscando la cobertura de un edificio cercano seguida de cerca de su guardaespaldas.

Los dos guardias de la puerta y tres más que salen del interior la imitan, cubriéndose tras edificios, cajas o donde buenamente pueden.

Flog apretó los dientes con rabia cuando vió que la zorra de Saddler había encajado las dos flechas sin demasiado problema. Si no eran capaces de derribarla con dos flechas bien dirigidas por sorpresa, les iba a ser difícil hacerlo mejor. Y para colmo, no era solo ella. Estaban también sus guardaespaldas. Quizá si se movían rápido podían despistar a sus secuaces y volver a conseguir la ocultación o al menos, buscar un lugar desde el que cogerla sin cobertura. Así que por señas se comunicó con Norm para decirle cual era su intención y acto seguido, se descolgó del tejado hasta llegar al suelo por el lado opuesto de la casa escondiéndose. Desde allí pasó a la casa contigua y volvió a trepar.
 

Todo el mundo corre hacia la casa donde se ocultaban Flog y Norm.

Alice es rápida y alcanza sin problemas la pared, a la que se pega continuando a cubierto, sin embargo su guardaespaldas es más lento y deja una linea clara de disparo.

Uno de los guardas logra subir al tejado y tener a Norm a la vista, gira la cabeza un par de veces buscando a Flog y se prepara para atacar al arquero. Otros dos se cubren con la pared de la casa, mientras que los últimos a media camino corren de una cobertura a otra intentando llegar a Norm.
 

Parecía que su táctica funcionaba. No tuvo mucho problema en escapar de la mirada de los guardias para esconderse en el tejado de la casa aledaña. Pero Norm por su parte, parecía haberse quedado congelado quedando a merced del guardaespaldas de Alice. No podía permitirlo, así que aprovechando que tenía una linea de tiro clara, concentró sus esfuerzos en derribarlo de un flechazo. La flecha alcanzó a su objetivo, pero parecía que no le había ocasionado un gran daño.  Al menos, esperaba que le proporcionara a Norm cierta ventaja.

Tras ello, saltó al suelo e intentó ocultarse de nuevo detrás del árbol que había más próximo a la posición donde suponía, debía estar Alice.