Partida Rol por web

Finalmente el valor y el color vuelve a la cara del oficinista y hace sonar la campanilla. Dos guardias armados se personan el habitación y miran al grupo de arriba y abajo. Carraspean y abandonan rápidamente la oficina.

- Pepepepepero... - logra articular el oficinista otra vez con un color de tez blancuzco.

Antes de que pueda reaccionar vuelven a aparecer los dos guardias, esta vez acompañados de tres más.

- Por favor, podrían los señores abandonar el edificio. Entiendan que por razones ajenas al servicio de seguridad ya no son bienvenidos en él - se nota claramente que la sonrisa y la amabilidad que esta forzando el matón están totalmente fuera de su naturaleza. Pero se nota aún más las nulas ganas de pelear que tiene.

~~- Por favor, podrían los señores abandonar el edificio. Entiendan que por razones ajenas al servicio de seguridad ya no son bienvenidos en él

Varag se encaró a los guardias, colocandose entre ellos y sus compañeros.

No. - respondió simplemente, sin confrontación pero mirandoles con firmeza - necesitamos informacion para poder hacer nuestros negocios. Su compañero se ha puesto nervioso sin motivo. En cuanto nos diga donde esta la persona que buscamos y a quien pertenece el cargamento que nos interesa, les acompañaremos a la salida.

Los guardias se miran entre ellos y el que habló la vez anterior vuelve a tomar la palabra.

- Tienen que comprender que si no nos acompañan voluntariamente nos veríamos obligados a usar la violencia. Lo que seguramente complicará sus negocios.
 

Norm estaba harto. —No, no lo entienden ustedes. Este miserable chupatintas nos ha despreciado y tratado mal, creyendo que podía mangonearnos y tocarnos los huevos y reírse de nosotros, pidiendo un soborno...  gracias a su privilegio por... saber leer y escribir. En realidad, llevará toda la vida creyéndose superior, pero no sabe con quién ha topado.

Norm se dio la vuelta, agarró el libro que antes estaba mirando el tipejo. Lo abrió por una de las primeras páginas, una de las que más letras y números tenía, la arrancó, hizo una pelotita y se la comió.

Masticó fuertemente. Tragó. —Cuando has pasado tanta hambre como yo, por culpa de chupatintas de mierda como este, aprendes a pasar de sus mierdas. —Arrancó otra hoja y volvió a hacer una pelotita. —Hay dos opciones, este imbécil nos dice como hablar con quien queremos... para hacer nuestros negocios, o pido la hoja de reclamaciones, y como no se escribir, las reclamaciones son partirle las piernas. —Vigiló que no escapara. Le miró a los ojos.—Asqueroso de mierda, nosotros venimos aquí de forma pacífica y amable y tú quieres joderlo todo. Puedes ofrecer diálogo y decirnos donde está la persona a la que queremos comprar cosas, o podemos partirte las piernas. —Miró a los guardias— ¿Obligados a usar la violencia? ¿Complicar nuestros negocios? Igual complicamos aquí que puedan volver ustedes a caminar. —Volvió a mirar al escriba con odio— todo es culpa tuya. Ah, y me comeré todos tus libros de notas, para que estés más jodido todavía. 

Los ojos de Bastia parecían estar comprobando su capacidad brinchie de apertura ante la situación que se estaba desarrollando.

No solo Norm parecía estar desatado -¿se acababa de hacer una coleta en su largo pelo mientras soltaba su discurso? - si no que Varag parecía ponerse de su lado.

Bien, no queremos que esta situación empeore. - dijo Bastia a los guardias colocando la mano derecha en el pomo de su Lo-sska y dejando asomar un poco el filo de su espada.

Pero si podemos convertirla en una más beneficiosa y menos letal para todos. - acompañó sus palabras con un movimiento de la mano izquierda, sacando la bolsa que tenía guardada para comprarse la armadura. - Nosotros conseguimos lo que buscamos y vosotros os vais más solventes y con el placer de ver a nuestro amigo partirle la cara al chupatintas este.

Bastia, al mantener la mirada fija en los soldados, no se dio cuenta que lo que sacaba era la roída bolsa de arena del desierto que solía llevar con ella y que aún dejaba escapar un hilillo de polvo marrón.

Los cuatro guardas sacan sus armas suspirando mientras el oficinista empieza a hacer sonar la campana frenéticamente.

- Sea.

La violencia no es necesaria - dijo Varag, aunque nadie parece escucharle ya. Que habia liado Norm? Se mantuvo entre los guardias y sus compañeros sin desenfundar su hacha - Resolvamos esto como adultos

Bastia no quería luchar contra los guardia pero tampoco quería dejar a Norm enfrentarse a todos ellos.

Norm, podemos dejar esto en un simple altercado. - trató de razonar con el humano, quien parecía dispuesto a pagar cara su vida. Y la del funcionario, ya de paso.

Estoy segura que una disculpa puede comenzar a solucionar este malentendido.

No obstante, sus manos no se separaban de los pomos de sus espadas.

Varag miró a Norm asintiendo ante las palabras de Bastia

O te disculpas o nos vamos. - le dijo - No voy a luchar contra unos guardias que simplemente hacen su trabajo.

Norm miró a Varag y a Bastia ¿Pero estos no saben lo que hay en juego?. —Entiendo que no queráis golpear a guardias inocentes, pueden resultar heridos o muertos. Mancharse las manos es difícil— si, Norm lo decía en serio. —Podéis salir y me encargo yo—. Miró luego al tipo de la campanita. —O paras con eso o te lo vas a comer—.

—También puedes decirnos de una vez donde encontrar a Jalenz Karrimayn y ya. Te quedarías sin soborno, pero todos hemos de hacer sacrificios. 

Basta. No voy a permitir que esta situación siga. Norm, vienes con nosotros. - dijo dando la espalda a los guardias. - Ahora.

Anta la intervención de Varg y Bastia los guardias se quedan parados con las armas en la mano, esperando la reacción de Norm.

Mientras que por atrás empiezan a oírse ruidos que tanto pueden ser de más guardias como de curiosos que viene a ver la escena.

- Es un hombre muy ocupado, no puede atendar a todo el mundo que pregunta por el. - contesta el oficinista parapetándose tras una pequeña mesa.

—No —dijo Norm. —Me voy a quedar y voy a averiguar donde está el tipo este, tengo negocios que realizar con él. Tú te puedes ir si te asusta romper los huevos para hacer la tortilla, como decía mi abuela. 

Varag, acostumbrado a este tipo de actuaciones, agarró al humano en volandas y se dispuso a salir por la puerta. Tendrían una conversación seria una vez fuera, sobre el Código de los exploradores.

Norm era un experto luchador, pero Varn le pilló desprevenido. Se encontró levantado y mareado a la vez. 

Supongo que no les importará que saquemos a nuestro amigo al exterior en vista que no se encuentra bien, ¿no? - dijo Bastia mirando a los guardias pero sin apartar las manos de las espadas.

¡Y basta ya con la puta campanita! - grito de golpe, exasperada con la actitud del funcionario.